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Entradas etiquetadas como ‘paraisos fiscales’

Jetas fiscales

Por María Olga Santisteban Otegui

Logo del bufete de abogados panameño Mossack Fonseca, el origen de las filtraciones de los 'papeles de Panamá'. (GTRES)

Logo del bufete de abogados panameño Mossack Fonseca, el origen de las filtraciones de los ‘papeles de Panamá’. (GTRES)

Coloquialmente hablamos de “jetas” para identificar a aquellas personas con mucha «cara”; a aquellos que hacen uso de la mentira patológica con desfachatez. Los “jetas fiscales” ocupan hoy en día las portadas de periódicos, los espacios de noticias y las tertulias. Hablamos de conocidos y millonarios futbolistas; de algún que otro nombre de la realeza; de los más altos cargos políticos de diferentes nacionalidades (incluidos jefes de Gobierno) y un larguísimo etc. Los «jetas fiscales» son multitud de personalidades de diferentes ámbitos que tuvieron a bien tributar a través de sociedades off-shore en países con presiones fiscales prácticamente inexistentes, conocidos coloquialmente como paraísos fiscales. Tuvieron a bien no cumplir con sus obligaciones fiscales en los países donde regularmente les corresponde, porque para mantener las arcas del Estado llenas ya están los pobres mortales de siempre.

El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ por sus siglas en inglés, que ha “destapado” todo este asunto de los Panama Papers (a raíz de una investigación originada en el diario alemán Süddeutsche Zeitung) se ha visto desprestigiado por las acusaciones de que dicha investigación estaba impulsada por filtraciones norteamericanas (dado que no se ha destapado ningún defraudador de esa nacionalidad). Puede ser, pero no hay que olvidar que ellos tienen sus propios “paraísos”: Delaware o Nevada.

Falta verdadera voluntad política y transparencia, por parte de gobiernos e instituciones internacionales, para acabar con estas practicas a todas luces injustas y comparativamente agraviantes teniendo en cuenta todos las “miserias” y desigualdades existentes hoy en día. Un dato: se calcula que en estos “paraísos” se esconde alrededor del 25% del PIB mundial.

Papeles de Panamá: o te enfrentas a los lobos o te unes a ellos

Por Alberto Tirado Parra

Papeles de Panamá.

Pilar de Borbón y Pedro Almodóvar, dos de los implicados en el caso de los papeles de Panamá. (EFE)

En el mundo globalizado actual, donde el capital muestra una fluidez intangible como el mercurio, el rico que quiere aumentar aún más su riqueza tiene el camino allanado por la ley para eludir el fisco y colocarla allá donde le plazca. «¿Cuántos cientos de miles de personas honradas se comportarían igual que nosotros si tuvieran ocasión?», argumentan. «No es egoísmo, es ser práctico». «Si quieres aullar únete a la manada«.

No parece haber otra opción: o te enfrentas a los lobos o te unes a ellos. Porque el sistema es reacio al cualquier cambio, como podemos comprobar tras 8 años de Gran Recesión, con las arcas de los estados vaciadas después de haber rescatado a la banca y un Parlamento europeo catatónico que se sigue lavando las manos con los paraísos fiscales.

Por descontado que en los papeles de Panamá hay buenas personas, almas caritativas como la piadosa Pilar de Borbón. Gente simple de gran corazón cuyo único mérito es dar patadas a un balón o altivos, hiperbólicos y pomposos escritores laureados con el Nobel. No hay alternativa: o te conviertes en un sinvergüenza o en un antisistema revolucionario.

No se puede consentir que la economía global esté al servicio del 1% de la población mundial

Por Pedro Serrano Martínez

En los últimos años se ha hablado mucho de crisis económica, pero, a sabiendas de que el problema no reside en la falta de riqueza en el mundo y de que la desigualdad ha alcanzado niveles intolerables, habrá que comenzar a hablar de crisis de desigualdad.

Un agente bursátil observa la evolución de las cotizaciones de la Bolsa de Madrid (EFE).

Un agente bursátil observa la evolución de las cotizaciones de la Bolsa de Madrid (EFE).

Que el 1% más rico de la población mundial acumule más riqueza que el 99% restante, es inaceptable. Que los grandes beneficiados de la economía sean los que más tienen, es escandaloso. Que los poderes económicos, con la anuencia de la clase política, hayan conseguido legitimar e instalar en el pensamiento colectivo la idea de que, para estimular el crecimiento económico es necesario que las empresas y personas más ricas tengan tipos impositivos bajos para así beneficiar al conjunto de la población, es vergonzoso.

No es comprensible, por poner un ejemplo, que el multimillonario Warren Buffett reconozca públicamente que, en la práctica, paga menos impuestos que la persona que se ocupa de la limpieza de su oficina. Si a esta falta de progresividad en la aplicación de los impuestos le añadimos la evasión y elusión fiscal, no es de extrañar que los ricos incrementen sus beneficios en detrimento de los demás. No se puede consentir que la economía global esté al servicio del 1% de la población mundial. No se puede tolerar que el poder y los privilegios se estén utilizando para manipular el sistema en favor de unos pocos, poniendo en peligro la cohesión social.

El sistema injusto actual no es fruto de la casualidad, sino el resultado de decisiones políticas intencionadas. Por el bien de todos, incluidos los ricos, es imperioso que los líderes mundiales pongan fin a los paraísos fiscales y comiencen a aplicar políticas fiscales más justas y progresivas. En nuestras manos está la posibilidad de construir una economía más humana al servicio de todas la personas.

 

Me gustaría ser Mariano Rajoy…

Por Gerson Hernández Velázquez

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. (OLIVER HOSLET/ EFE)

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. (OLIVER HOSLET/ EFE)

Sí, sé que al leerlo causa «cierta» hilaridad —quizá muchísimo más—y es imposible no hacer el ejercicio de imaginárselo… Por ejemplo, ¿no sería genial que, cuando no pagaras la hipoteca y te reclamara el banco, mirases para otro lado? Vamos, quedarte en toda regla patidifuso y lo mejor de todo esto que no pasase absolutamente nada…

Y lo mismo cuando te llegasen los recibos de la luz, el gas y el agua, el mismo talante e igual planteamiento: hacer como que no comulgan esos temas superfluos contigo.

Lo bonito que sería dejar correr el tiempo y pensar «estoy en el paro, pero ¡qué importa!, ya se solucionará solo o que lo solucionen otros».
¿Y qué decir de cometer error tras error en tu trabajo y seguir en el puesto y, además, cobrando por ello? ¿A que ahora ya no suena tan «descabellada» la idea de poder ser Mariano Rajoy?

Lo mejor de todo es que si tienes empleados a tu cargo siempre podrás decir: «yo desconocía el tema y no estaban dentro de mis responsabilidades aquellas cosas«.

Quiero suponer que es uno de los pocos puestos en este país en donde la culpa es de los demás y nunca de quien lleva el mando.

Pero no quiero parecer un avorazado y me conformo con ser un simple politiquillo de esos que tienen cuentas en paraísos fiscales o pueden irse de la policía y hasta embestirlos si hace falta. Si no es mucho pedir me pido aquellos que incluyen «sobres» o tienen tarjetas «negras» o, de tanto que poseen,  desconocen el cochazo que tienen en su garaje.

Pero sin lugar a dudas quiero tener el inmenso poder de decir «pido perdón», «mis disculpas a todos los españoles» «lo siento»…

Y aquí no ha pasado nada. Nada.

Lo que éramos y lo que somos

Por Ángel Villegas Bravo

No eramos un país rico, ni desarrollado; éramos un país entrampado. No teníamos piso, ni apartamento en la playa, ni chalé en la sierra, ni todoterreno, ni ordenador personal, ni plasma, ni móvil de última generación; teníamos deudas. No teníamos inversiones en sellos valiosos, ni preferentes; teníamos humo. No jugábamos en la Champions de la economía; jugábamos en regional. No teníamos gobernantes al servicio del pueblo; teníamos incompetentes, aprovechados, recalificadores de terrenos, constructores ávidos de ganancias fáciles, especuladores, financieros irresponsables.59609

Ahora, en cambio, seguimos teniendo las deudas, más aún que antes, porque estamos gastando millones a mansalva en rescatar bancos, en tapar los agujeros de los tramposos, de los que, a pesar de la crisis, son más ricos que antes, de los que se han llevado los millones a paraísos fiscales, lo que nos han costado los trajes, los bolsos de lujo, los relojes caros, los viajes gratis, los sobresueldos (en blanco o en negro, me da lo mismo).

Y, además, somos un país en el que las condiciones laborales y los sueldos son peores, en el que la sanidad pública se vende al capital privado para que hagan el negocio que ya no pueden hacer con la construcción de viviendas. Somos un país en el que miles de jóvenes han tenido que dejar los estudios porque no se pueden pagar la Universidad; somos un país en el que la Justicia ha sido encarecida y puesta fuera del alcance de gran parte de la ciudadanía.

No se ha reducido el paro, hay comedores sociales rebosantes y niños mal nutridos. Hay muchos profesores, médicos y enfermeras despedidos. Y sigue habiendo una Justicia lenta, mediatizada por el Gobierno; e indultos incomprensibles, cargos de confianza nombrados a dedo y que cobran unos sueldos sustanciosos; y empresarios que piden, cada vez más: despidos más baratos (todavía) y contratos más precarios. Y palabras vanas, luces al final del túnel (un final que nunca se alcanza) y mentiras, muchas mentiras.

Parece que no interesa perseguir el fraude fiscal

Por Merche Castillejo Valdés

Me alegra leer la detención de Díaz Ferrán por un delito de bienes y blanqueo de capital. Este hombre se atrevió a decir que para salir de la crisis había que “trabajar más y cobrar menos”. Quizá, ahora, el ex presidente de la patronal se arrepiente de sus palabras ya que parece ser que los inspectores de Hacienda se han puesto manos a la obra. Con esta detención se demuestra que mientras las clases medias padecemos todo tipo de impuestos y recortes, las clases altas se dedican a engañar al Estado. Un Estado que en lugar de perseguir con fuerza a estos defraudadores ofrece determinadas amnistías fiscales. Amnistías que exhiben que vivimos en un país donde parece que no interesa perseguir el fraude fiscal.