Por María Monrabal Pacheco
El otro día apareció en mi muro de Facebook una viñeta publicada por una revista de título “El problema con tu cuerpo lo tienes en la cabeza”, que llegó a mí porque una conocida lo había compartido.
Me puse a leerla ya que la viñeta era bastante llamativa, pues aparecían distintas caricaturas de cuerpos de mujeres, cada una de una talla distinta, situadas en fila y, bajo estos, un comentario sobre cada uno.
Por el título pensé que la revista trataría de defender que todos los cuerpos de todas las mujeres son distintos, sí, pero que no por ello unos deben ser criticados.
Sin embargo, mi sorpresa vino cuando otra vez, para variar, se hacía una crítica, mediante la ironía, de las tallas pequeñas. Pues se decía que tener la talla 34 significaba procurar comer cero grasas, cero calorías y tener «cero fuerzas para dedicar tu vida a algo más». Vamos, una talla 34, según interpreté, era sinónimo de una persona obsesionada con su peso y poco sana.
Una joven hace ejercicio físico. (GONZOO)
Asimismo, leyendo la viñeta completa pude ver que solo le daba el visto bueno a las tallas intermedias o en menor medida, a las grandes. Se dejaba ver que por tener unos kilos de más no tienes por qué sentirte insegura, pero, claro, si estás por debajo de la talla media ya eres una persona enferma.
Hablo en nombre de muchas personas cuando digo que tener una talla 32, 34 o 36 no es siempre sinónimo de aceptación social como se piensa, para nada. De hecho, parece que ser delgada autoriza a la gente para que te juzguen y hagan preguntas como “¿eres anoréxica?”, “¿sabes que estás demasiado delgada?”, “¿no deberías comer más?”.
Pues perdón, en mi caso, uso una 34. Soy una persona sana, practico deporte, como de forma sana, hago todas las comidas al día, como cantidades absolutamente normales, jamás he tenido ningún problema de salud relacionado con mi alimentación. Sin embargo, la continua descalificación por parte de la sociedad, reflejada en los medios hacia las personas delgadas como yo, ha hecho que me sienta incómoda en muchas ocasiones y que me sienta mal por no poder ganar más kilos.
Me he dado cuenta de que no importa qué talla gastes, sino que seas una persona sana y feliz con tu cuerpo. Cada cuerpo es propenso a mantenerse en una línea. Si tiendes a ganar peso no debes sentirte mal, si tiendes a perderlo, tampoco debes hacerlo.
Ya está bien de tener que aguantar las críticas por no tener una talla estándar. Ya está bien de tener que escuchar las palabras de la ignorancia y de la mala educación, por ser delgado o delgada.
Soy una chica de la talla 34 y mi cuerpo sí tiene grasas, sí tiene calorías, sí tiene fuerzas y sí tiene salud. Posiblemente, alguien debería decirle a los medios que difunden las ideas contrarias que se preocupen más de resolver su ignorancia que de tratar de criticar y cambiar cada cuerpo.