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Entradas etiquetadas como ‘matrimonio homosexual’

Un paso justo y valiente contra la tauromaquia

Por Miguel Fernández-Palacios Gordon

Manifestación contra la tauromaquia (EFE).

Manifestación contra la tauromaquia (EFE).

La tauromaquia tiene que acabarse. Y, más temprano que tarde, se abolirá.

¿Por qué dilatar el maltrato animal y el tormento en el tiempo? ¿Por qué no se actúa con valentía y se proscribe ya? Seguro que quien dé ese paso justo será recordado y, al poco tiempo, esa prohibición se verá con total naturalidad, con la misma que hoy se ve la ley antitabaco, el carnet por puntos o el matrimonio homosexual.

Zapatero, en su día, se atrevió a modificar costumbres que parecían consagradas y estas reformas gozan actualmente de total reconocimiento. Es más, hoy nos parece inverosímil que, en un pasado reciente, se pudiera fumar en locales atestados de gente, que quien tuviese dinero pudiera infringir cuanto quisiera el código de circulación y sólo pagar la correspondiente multa, o que los homosexuales no gozaran de los mismos derechos que los demás.

Si alguien tiene la valentía de prohibir los toros, dentro de muy poco no podremos creer que algún día se permitió la cruel tortura de un animal para divertimento de la gente.

La homosexualidad y Rouco Varela

Por Eduardo Almeida

39188-240-180El otro día me desperté leyendo una declaración del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Rouco Varela, sobre su preocupación por el «presente y futuro del matrimonio de la familia». Preocupación. Me encanta esta preocupación. Obviamente hablamos del matrimonio homosexual. Como si la heterosexualidad fuera a desaparecer de la tierra porque aceptemos la homosexualidad como una orientación sexual tan valida como la heterosexualidad. ¡Qué gracia! ¿Nos hemos vuelto locos? Para que esto ocurra, se debe tener los mismos derechos que las parejas formadas entre hombre y mujer.

Sí, los homosexuales se pueden casar, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Camino que está lleno de obstáculos como lo es la Constitución española, que además de estar desfasada, pone trabas a que este camino llegue a su fin. No es de locos pensar entonces que es uno de los motivos por los que el cardenal pide que no se modifique en absoluto. Por eso y porque el Estado y la Iglesia tienen relaciones que están «suficientemente bien reguladas». Y tan reguladas. Es hora de avanzar y quitarnos el lastre que supone la Iglesia, que no deja de ser una figura que chupa del bote del Estado como el que más. Es hora de cambiar las cosas, empezando por esa Constitución tan chapada a la antigua y obsoleta que tenemos. Es hora de dar un paso adelante, no hacia atrás.

Carta de un militar gay al ministro de Interior

Por Alberto Linero Marchena

72465Fui el primer militar gay en contraer matrimonio entre militares en España. He callado mucho tiempo pero tras escuchar al ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, no puedo más. Lucharé contra todo este sistema que está vulnerando el derecho a vivir en libertad. A los que nos gusta luchar por los derechos de todos, no creo que nos veamos reflejados en usted. Me da vergüenza que este país no solucione los problemas desde arriba. Con vuestras medidas recaudatorias estáis dejando a los ciudadanos sin los recursos esenciales para “la pervivencia de la especie”. Me da vergüenza ajena tener un ministro del Interior que diga semejantes barbaridades.

¿Desde cuándo el matrimonio ha tenido relación con la pervivencia de la especie? ¿Desde cuándo no existen embarazos de personas solteras? Tengo una hermana lesbiana que dará a luz a mi sobrina. Si existe la libertad de creencia religiosa, es contradictorio que no se dé oportunidad a otras religiones a que sean materia educativa. Señor ministro, no debería confundir la biología con la ley. Si de verdad se siente usted preocupado por el número de hijos engendrados, podría plantear a su Gobierno políticas de protección social que no conviertan tener un hijo en un problema. ¿Qué especie quiere preservar, la de familias que se quedan en la calle tras perder hogares? Por si lo ha olvidado, si es que llegó a saberlo, el matrimonio civil que reconocen las leyes del país del que usted es ministro, esas que juró cumplir y hacer cumplir, es un acuerdo de convivencia y socorro mutuo entre dos personas independientemente de su sexo. Con este comentario, este señor demuestra que ser inteligente no es un requisito para llegar a ministro.

El ministro, los gays y la especie

Por Jon García

«Darwin… y Stalin le hubieran aplaudido»

Mi madre suele decir que el amor y el dinero son dos cosas que no se pueden ocultar. A lo que, seguramente, también habría que añadir la homofobia, un defecto -sin cura- que transforma en intolerante e inquisidor a quien lo padece. El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, se dejó llevar por sus moralinas religiosas en un coloquio sobre religión que tuvo lugar en Roma y, mostrándose en tono ufano, soltó de perla su rechazo hacia el matrimonio homosexual porque «no garantiza la pervivencia de la especie». (Nada mejor que echarse a la carretera y distanciarte unos kilómetros para mostrarse tal cual eres, como diría aquél). ministro del InteriorSeguramente, de haber estado presente Darwin le hubiera dado la razón, aunque también le hubieran aplaudido Hitler o Stalin si hubieran estado de público. Y es que precisamente este es el problema: la intencionalidad con la que se habla. El ministro esconde sus fobias homosexuales tras argumentos de biología molecular que nada tienen que ver. La especie, sr. ministro, seguirá perpetuándose per sécula seculorum a pesar de intolerantes como usted, ya que como ocurre con la gallina y el huevo, entre el hetero y el gay no sabría decir quién fue el primero.

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Por Enrique Chicote.

«De todo hay en la viña»

El argumento de Jorge Fernández Díaz es, hoy por hoy rigurosamente cierto. No obstante, habrá a quienes les preocupe sobremanera la pervivencia de la especie, como al señor ministro, y habrá a quienes les importe un bledo. Lo grandioso de vivir en un sistema plural de libertades es que los primeros puedan ponerse a procrear con la intensidad que sus órganos sexuales les permitan y los segundos a lo que les plazca, pues de todo hay en la viña de Señor, don Jorge; frase que como usted bien sabrá en calidad de miembro supernumerario del Opus se atribuye nada menos que a San Mateo, hace más de dos mil años.

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Por F. Gomis

«Una perogrullada, por no decir una tontería»

Negando que lo haga por motivos religiosos, el piadosísimo ministro del Interior ha afirmado que se opone al matrimonio gay –es decir, a nuestras leyes, poniéndolas así en peligro desde su puesto- por argumentos racionales, ya que “no garantiza la pervivencia de la especie”. Por supuesto que no lo garantiza: eso es una perogrullada, por no decir una tontería. Pero tampoco hace falta que lo haga.

Esto se debe a varias y reales razones científicas. Porque todos somos genéticamente bisexuales. Porque el número de homosexuales que se dicen exclusivos no supera el 6% de la población. Porque muchos hijos son concebidos fuera del matrimonio. Y porque lo que con frecuencia no asegura de verdad la pervivencia de una especie es lo contrario: la excesiva proliferación; de modo que la naturaleza, cuando hay superpoblación en una especie –moscas o personas- fomenta la aparición de conductas homosexuales en los estadios superiores de la que los estadígrafos llamamos curva de Pearl.

Zapatero ministro Fernández Díaz, a tus zapatos, sin intentar con falsas razones imponernos, debido a sus peculiares convicciones religiosas, conductas a las que nos inclina la naturaleza para asegurar nuestra supervivencia. Más aún: nuestra crisis actual se debe en parte también a sus peculiares convicciones religiosas de que ciertos métodos anticonceptivos eficaces son “antinaturales”, prohibiéndonoslos o dificultando ahora su acceso, lo que ha agravado nuestra superpoblación, hacinamiento, contaminación, desempleo, etcétera. F. Gomis.

Empeño por alterar el orden de la naturaleza

Por Lluis Esquena Romaguera

Europa asiste durante estos días a un momento especialmente delicado por la pretensión de redefinir una de las instituciones básicas de la sociedad: el matrimonio formado por un hombre y una mujer.

105853-620-282El “efecto dominó” del empeño de algunos Gobiernos de alterar el orden de la naturaleza y de que se instale jurídicamente el mal llamado “matrimonio homosexual”, constituye un experimento de revolución social con negativas consecuencias para el futuro.

La decisión de la Cámara de los Comunes británica, o la reciente aprobación en Francia de los primeros artículos de la ley de Hollande, pese al amplio rechazo social manifestado en la calle, son datos de una ceremonia de la confusión que se pretende alcance a todos los Gobiernos del planeta. Todo hace indicar que detrás hay grupos potentes, ideológicos y/o económicos.