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Entradas etiquetadas como ‘mascotas’

Mi mascota no ensucia ni molesta en la playa, son las personas

Por Marina Fernández Rodríguez

Dentro de poco empieza el verano, ‘el caloret’ ha vuelto a nuestras vidas. Como otros tantos, iré a la playa. ¿Mi problema? A mí me encanta la playa y a mi perra también, pero ella no puede ir. Hay una norma que dice que no puedo llevar a mi querida mascota conmigo a disfrutar de un día de playa, ya que ensucian o pueden molestar a los demás. Sólo a partir de las 20h puedo darme un paseo con ella por dicho territorio.

Un perro en la playa (ATLAS)

Un perro en la playa (ATLAS)

¿Cuál es mi enfado? Que no hay respeto. Yo sí puedo ir a la playa y ver como muchos adolescentes dejan su basura de los botellones tirada en la costa, bolsas de plástico llenas de alcohol y desperdicios. Puedo ver a la gente dejar que sus hijos molesten a los demás mientras intentan disfrutar del sol. Puedo ver gente poniendo música a toda pastilla cuando a mi no me interesa su música ni tengo por qué oírla. Pero claro, si yo llevo a mi perra domesticada y bien educada que se queda conmigo en la toalla, que va donde yo vaya y a darse un baño conmigo, es una total falta de respeto hacia los demás usuarios de la playa.

Necesitamos respetar un poco más, no puede ser que tenga que ir a la playa sin ella y dejarla en casa una mañana o una tarde sola cuando puedo disfrutar ese rato con mi fiel compañera. Y me lo tengo que perder por una norma que no tiene ningún fundamento, siendo nosotros quienes menos respeto tenemos hacia nosotros mismos, ellos se pierden la diversión a causa de nuestra poca vergüenza.

Zonas para bebés con cacas de perro

Por N. S.

Soy madre desde hace poco más de año y medio por lo que no hace mucho que empecé a frecuentar los parques infantiles.

Me lo paso genial allí con mi hijo y el resto de niños. Es una maravilla ver cómo son felices con cosas tan sencillas como los columpios, el tobogán o una simple pala en la arena.

Al principio me daba un poco de pena ver el parque tan sucio, pero ahora mi indignación ha llegado a un nivel máximo.

En el parque de la plaza de la Villa de París (en pleno centro de Madrid), en el arenero que se supone que está reservado para los bebés que no gatean o no caminan, había una caca de perro el pasado martes a las 12 de la mañana.

Voy al parque con mi hijo casi todas las tardes y nunca lo encuentro limpio del todo. He llamado en múltiples ocasiones al 010 para que sean conscientes de ello y acudan a limpiarlo, pero es que ¡ya no puedo más!

No es de recibo que algunos dueños de perros sean tan incívicos y tengan tan poco respeto por los demás. Supongo que no dejan a su perro hacer caca en la alfombra del salón de su casa. ¿Y por qué sí se lo permiten en la calle o en un parque infantil y no recogen los restos? ¿Les gustaría que sus bebés, se sentasen, tocasen o incluso se llevasen a la boca los excrementos de su mascota?

Parque de la plaza de la Villa de París (Madrid), (NATALIA SUAZO)

Parque de la plaza de la Villa de París (Madrid). (N. S.)

No es de recibo que si esto está pasando nadie se preocupe por multar a estos dueños de perros tan despreocupados. Debería haber un control para asegurar que esas pocas personas (quiero pensar que son una pequeña minoría) que están actuando así de mal puedan corregir sus gestos y recoger los excrementos de sus perros.

No es de recibo que los servicios de limpieza del Ayuntamiento de Madrid no estén a la altura de lo que ocurre en nuestras calles y parques para poder mantenerlas limpias a pesar de todos los ‘cerdos’ que andan sueltos. El centro de Madrid está sucio. ¿Cuál es el problema? ¿Falta personal? ¿Están sólo centrados en algunas zonas específicas?

Y no es de recibo que el Gobierno de la ciudad no esté actuando ante este problema tan visible. ¿No se pasea nadie del partido del Gobierno por las calles de Madrid? ¿Qué pasa con el rol de las Juntas de Distrito? A ver si ahora de cara a las elecciones, se ponen nuestros políticos un poquito las pilas con este tema, porque como sigamos así, nos come la mierda.

Por una ciudad limpia, por el respeto entre ciudadanos, por una integración saludable de las mascotas y por una infancia feliz para nuestros niños.

«Los tacones y el perro de mi vecina, un sinvivir»

Por Carlos Gómez-Pazos de la Fuente

Todos tenemos un asesino en serie dentro de nosotros. No tengo ninguna duda. Yo lo tengo, por supuesto. Ahí está, más o menos escondido, pero su presencia se hace notar, sobre todo en esos momentos en los que las circunstancias resultan, digamos, molestas.

Por poner un ejemplo cercano, una situación que resultará familiar. Pongámonos en situación: estás en casa, tranquilo, nada perturba tu pequeño paraíso, cuando de repente tu vecina de arriba decide que es el mejor momento para probarse esos tacones que tanto le gustan.Tacones que casualmente producen un ruido semejante al de disparos de francotirador y te provocan micro-infartos a cada paso que da. O imaginemos otro caso: el vecino de arriba (siempre es el de arriba, por supuesto) es el orgulloso dueño de un perro. Un perro pequeño, poca cosa, pero como buen perro pequeño que se precie tiene un mal genio terrible. Y cada diez minutos, a la mínima que oye/huele algo, ladra como si no hubiese mañana, dándole igual la hora que sea.

Una mujer con tacones. (HARPER'S BAZAAR)

Una mujer con tacones. (HARPER’S BAZAAR)

En ambas ocasiones nuestro pequeño terrorista interior se revuelve, quiere acabar con esa situación de la manera más fácil, imaginaos cuál será. Menos mal que tiene poco poder sobre nosotros.

Y ahora mismo me hallo en una situación combinada de las dos anteriores. Vecina taconeadora poseedora de una pequeña bestia ladradora que, para mayor inri, no deja de correr por toda la casa, rayando todo el parquet con las uñas y haciendo un sonido bastante molesto.

Es una suerte que sea una persona pacífica, amable y comprensiva con mis vecinos, porque si no fuese así, ya me imagino los comentarios de mis vecinos un día de estos: «Nos ha sorprendido mucho, no parecía un chico violento. Siempre saludaba».

¿Somos tan egocéntricos como para quitarle la libertad a los animales?

Por Charlotte Canning

Tras leer la noticia sobre a la prohibición y multa por llevar los perros sueltos en Barcelona y sufrir el pésimo estado del ‘pipican’ del Parque de la Estación del Norte, parque donde habitúo a pasear a mis perras, me surgen una seria de “dudas existenciales”. ¿Realmente somos tan egocéntricos los humanos como para creernos con el derecho de quitarle la libertad a los animales?

Un 'pipican' de Barcelona. (ACN)

Un ‘pipican’ de Barcelona. (ACN)

Por supuesto, cualquier persona remotamente coherente entiende que llevar el perro suelto en la ciudad puede (y recalco el ‘puede’) ser un peligro, pero ya que limitamos la libertad de los perros, ¿no deberíamos aportar lugares decentes y apropiados para ellos? Creo que todo amante de perro querría tener un jardín donde su fiel amigo pudiera correr, pero la realidad es que en la ciudad pocos disfrutamos de este lujo y no por ello debemos estar sin perro, ¿no?

Tenemos parques como el mencionado anteriormente, donde, desde hace muchos años convivimos todos y ahora nos lo intentan quitar. Los sábados o domingos, podemos encontrar la preciosa imagen de perros disfrutando sueltos con sus dueños junto con grupos de niños que a su vez disfrutan jugando al fútbol con sus entrenadores. Por no destacar las amistades que se establecen entre los dueños de los perros, que probablemente en otras circunstancias ni se conocerían.

La justificación de dicha prohibición, dicen que es porque los perros destruyen césped. ¿Pero acaso no lo hacen los niños jugando, la gente paseando, los indigentes que viven debajo del puente y hacen sus necesidades en cualquier lugar o los jóvenes que hacen botellón?

La realidad es que los perros no hacen nada que los humanos no hagamos más y peor. ¿Tan difícil es que vivamos en harmonía?

Si sólo está jugando

Por J. Fernando Hernández

Un perro en el césped. (ARCHIVO)

Un perro en el césped. (ARCHIVO)

Me gustaría pedir un mayor control de las mascotas. Supongo que las cosas se ven diferentes desde la óptica del dueño de la misma al ciudadano que desea disfrutar de su ciudad con tranquilidad. Digo esto porque en más de una ocasión me ha sucedido que al ir paseando o haciendo footing me ha sobresaltado la presencia de un perro furibundo que se dirigía a mí entre estruendosos ladridos. Ante mi parálisis, he podido escuchar en la lejanía a quien imagino sea su dueño, decir: “si sólo está jugando”, una frase que parece eximir de la obligación de sujetar a la mascota.

Hace un par de días estaba con unos conocidos que tienen una niña de tres años, de repente apareció un perro corriendo en dirección a la pequeña, uno de esos perros con una mandíbula y unos maxilares que producen escalofríos y ante nuestra acción rápida para interponernos, ya saben lo que dijo el dueño, “pero, si sólo está jugando”.