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Entradas etiquetadas como ‘máquinas’

Carta a Don Amancio Ortega

Por Rosa Gómez

Amancio Ortega, creador de Inditex (Archivo).

Señor Ortega, quiero darle las gracias en mi nombre, y en nombre de todas las personas que han muerto víctimas de cáncer. Mis cuatro abuelos, cuatro tíos carnales, padres y madres de amigos muy cercanos, y lo peor de todo, muchos muy jóvenes. Gracias por su donación.

Actualmente, mi madre está siendo tratada de un tumor en el pecho en el hospital público Miguel Servet de Zaragoza, al cual aprovecho a dar también las gracias, a sus médicos, oncólogos, enfermeras y auxiliares.

Llevo dos días escuchando y leyendo barbaridades, como que somos un país “no necesitado”, “nuestra sanidad no necesita la caridad” o “por qué aceptar una donación cuando hay máquinas y pruebas suficientes”; esto último de boca de una radióloga, a la que con gusto, preguntaría de qué han muerto sus familiares y pacientes en los últimos años.

Para un paciente de cáncer no es justo oír este tipo de barbaridades, ya que alguien con esta enfermedad necesita hacerse muchas pruebas y estaría bien que nuestros médicos e investigadores, tuviesen la suficiente información, estudios, tratamientos, máquinas, y todo lo necesario, para que un paciente de cáncer se cure.

El cáncer es una lacra, y por desgracia afecta a niños y mayores, ricos y pobres, país necesitado o país millonario.

Siento vergüenza ajena de que la misma organización que se formó en defensa de la sanidad pública, no quiera aceptar una donación que puede ayudar a salvar vidas, a curar enfermos.

De nuevo, muchas gracias señor Amancio Ortega.

La increíble máquina que devuelve monedas de 1 y 2 céntimos pero no las admite

Por Guillermo Martí Ceballos

Me parecen muy poco prácticas estas máquinas que han instalado en las autopistas para el autocobro del peaje. Por ejemplo, en el último tramo del peaje de la C-32 (Área de Tordera – Maresme), el importe a pagar es de 1,11 euros y como dichas máquinas no admiten monedas de 0,01 y 0,02 euros, tanto si metes una moneda o un billete, te devuelven siempre cuatro monedas de 0,01 euros o dos de 0,02 euros, por lo que si tienes que pasar a menudo por este peaje y no quieres pagar con tarjeta, vas acumulando esas pequeñas e inservibles monedas que son un engorro. Me parece incomprensible que con la avanzada tecnología actual, no hayan diseñado estas máquinas para la admisión de monedas de 0,01 y 0,02 euros. Una obviedad que me hace pensar que estas «pequeñas» anomalías cotidianas, tan frecuentes, son el reflejo de las grandes incompetencias que sufre nuestra sociedad.

Imagen de un peaje de la autopista (EUROPA PRESS).

Humanos contra tecnología

Por María José Viz Blanco

Imagen promocional de la tecnología LiFi (PURE LIFI).

Imagen promocional de la tecnología LiFi (PURE LIFI).

Necesitamos de la tecnología para prácticamente todo en este siglo XXI en el que vivimos. Pero, cuando la máquina falla… ¿es posible encontrar soluciones?

El factor humano parece quedar relegado ante la preponderancia de lo tecnológico, aunque, paradójicamente, haya sido el propio hombre quien la haya creado para hacer la vida más fácil de sus congéneres.

Si pensamos en un coche de los que acaban de salir a la venta, sea cual sea la gama, podemos ver que tienen la mayoría de sus funciones automatizadas. Cuando todo funciona, es maravilloso, pero cuando falla alguno de esos mecanismos, manualmente no se puede conseguir que funcione prácticamente nada. Y quien dice coches dice, por ejemplo, las persianas eléctricas en nuestros hogares que, si tenemos la mala suerte de que se vaya la luz, sin haberlas subido seguimos estando a oscuras, en pleno día.
Más importancia tienen los fallos en maquinarias industriales que suponen un parón en la cadena de producción y grandes pérdidas económicas.
Es necesaria e imprescindible la mecanización en determinadas tareas y ámbitos, pero todo ello no tiene sentido sin la mano de personas físicas que sepan, por un lado, sacarles el máximo partido y, por otro, solventar posibles anomalías. No existe, pues, enfrentamiento, sino una necesidad mutua.  Estamos todos en el mismo barco, con un objetivo común: hacer la vida más cómoda y fácil.