Por M.V.R.
Hubo un tiempo en que Madrid era una ciudad habitable, respirable, limpia y amable. Una ciudad digna de ser capital europea y sede de gobiernos y organismos nacionales e internacionales.
Hoy, Madrid es un gran basurero. Y la culpa no solo la tiene la privatización y reducción de efectivos de la limpieza municipal, sino, sobre todo, la falta de educación y civismo de sus habitantes.
A pesar de contar con papeleras y contenedores por todas partes, el madrileño (o habitante de Madrid) tira fuera el papel, o la lata, o la caja, o la colilla. Y deja la bolsa de basura en un alcorque, aun sabiendo que, 100 metros más allá, hay un contenedor.
¿A qué se debe esta falta de educación y civismo que se extiende desde hace unos años por esta ciudad y sus gentes como una mancha de fuel en el océano? He tenido la suerte de viajar por más de 30 países y nunca he visto una ciudad tan sucia como está ahora Madrid. Mucho más que El Cairo, Estambul, Marrakech o Dakar, por poner algún ejemplo. ¿De verdad nos sentimos orgullosos de ello?
Siempre he tenido a gala ser de aquí. Hasta ahora, nos delataban el acento chulesco, la simpatía, la extraversión y la amabilidad. Pero desde hace un tiempo, hay algo que señala a los madrileños por encima de todo, allá por donde pasan: la mierda que van dejando como rastro en playas, bosques, pantanos y calles.