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Entradas etiquetadas como ‘limites’

Se te va a pasar el arroz

Por Estefanía O.

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Las mujeres solteras seguimos así por muy diversos motivos. Algunas porque así lo han querido siempre, otras porque la vida así se lo ha deparado y muchas más las que vivimos pensando en lo maravilloso que resulta sentirse libre. Y es que la falta de ataduras muestra, aunque muchos no lo vean así, la madurez intelectual más preciosa que puede existir.

Me he dado cuenta de que existe un cierto consenso entre las familias tradicionales de nuestro país de enjuiciar rápidamente a la mujer soltera y ver en ella a una paria. Por suerte, la sociedad ha avanzado mucho y son cada vez más las mujeres que deciden ser solteras, y son muchos los padres que aceptan y se resignan al contemplar cómo la niña de la casa decide seguir siendo un pájaro solitario que hace lo que le viene en gana.

Ya desde muy niña he amado la soledad y la libertad. Los libros han acompañado mis horas y me han llenado de felicidad. Y creo que, si en algún momento me enamoro de alguien, ese momento y ese alguien debe estar impregnado de aquello que más admiro en este mundo: la sabiduría. Si llega ese alguien cargado de sabiduría y libros acumulados a su espalda, me enamoraré. Porque sólo un libro humano puede vencer mis resistencias. Y creo que el arroz no se pasa nunca. Siendo el amor un sentimiento atemporal e infinito, a buen seguro que puede llegar en cualquier momento de la vida. O puede no llegar nunca.

Hay muchas razones para seguir soltera y también son muchas las razones para querer no seguir soltera. Lo que jamás va a determinar los sentimientos hacia mí misma y los juicios de valor que yo pueda formularme es una frase tan vacía y anodina como «se te va a pasar el arroz«.

La mujer siempre ha puesto límites a su propia libertad, se ha cortado las alas y ha querido amputar las posibilidades que el género masculino siempre ha contemplado. Estoy y quiero ser soltera y, hasta que me muera, voy a hacer lo que más, mejor y mucho pueda y quiera.

 

El humor y la libertad de expresión

Por Antón Fernández Rodríguez

Cuando mataron a los periodistas de Charlie Hebdo se abrió un debate sobre los límites del humor y de la libertad de expresión. Pero claro, con esos terribles asesinatos tan recientes, ¿cómo se puede pensar con claridad ante la barbarie? Sin embargo, todos los cómicos sabemos que el humor tiene unos límites. Existe una delgada línea entre lo correcto y lo que ofende, y por ella debe caminar el humorista, como un funanbulista, si es demasiado correcto no hará gracia pero si se pasa se volverá ofensivo y tampoco hará reír.

¿Se puede caminar por esa delgada línea y ser libre? Sí, se puede. Por poner un ejemplo: mi clown es un personaje, un militar que entre otros atributos es un racista. ¿Cómo se puede ser racista sin ofender a nadie? Se puede. El humor ha de ser absurdo, el racismo es absurdo; mi clown es racista con los gallegos (mi madre es gallega) con los andaluces y con los de Burgos pero jamás le permitiría (al clown le presta su voz y su cuerpo el actor) que lo fuera con alguien de quien se pudiera dudar que todo es una parodia y una broma.

(Eneko)

(Eneko)

Cuando una broma ofende deja de ser una broma o al menos es una broma que no tiene gracia. La libertad de expresión o de creación, para el caso me da lo mismo, no nos da derecho a ofender a nadie. Alguien podría decir: ¡Sí, pero a veces lo que a algunos ofende a otros les hace reír! A lo que yo le respondería: Es cierto, ése es el humor que hacen los niños cuando se burlan de otro, el humor de los niños puede ser muy cruel. Se les perdona porque son niños y no saben lo que hacen. De un adulto y más si es un profesional del humor espero otra cosa. He visto estos días una broma con la foto (que no voy a reproducir) de un niño muerto en la playa, y no solo me ha parecido de mal gusto sino que me ha herido profundamente. Suaves amigos, las palabras son afiladas espadas, vigilemos nuestras palabras.

Empresas que escuchan, fans que ganan

Por Laura Vilomara

Maniquíes en el escaparate de una tienda de moda. (CARLOS N. C.)

Maniquíes en el escaparate de una tienda de moda. (CARLOS N. C.)

Llega el verano y con él los bikinis en los escaparates. Todos nos quitamos capas de ropa de encima después del largo invierno y las maniquíes no son menos.

Pero existe una diferencia: mientras la preocupación principal de la mayoría son los kilos de más, los maniquíes tienen la gran suerte de ser fabricados a medida, y alguna veces, muestran más de lo que deben y nos dan una imagen que poco tiene que ver con la realidad de la media.

Esto es lo que ha pasado con los últimos maniquíes de la firma La Perla, cuya delgadez fingida ha superado los límites aceptables y que muchos han tildado de dar una imagen inadecuada. La polémica ha sido muy grande y todos nos quedamos con la anécdota de la gravedad de la noticia.

Sin embargo, tan importante es el error como la enmienda y en este sentido, sí creo indispensable destacar la impecable actuación por parte de la dirección de la firma que, casi de inmediato, publicó un comunicado de disculpa y retiró el maniquí.

La Perla escuchó a la sociedad y le hizo caso. Ya podrían muchas empresas aprender de esta firma y prestar mucha más atención a las demandas que reclamamos.