Soy una mujer de 33 años licenciada en Periodismo. Desde pequeña se me ha inculcado el valor que la formación académica tiene en el mercado laboral, por eso acabado el colegio la universidad era la parada obligatoria. Con mi título bajo el brazo trabajé algunos años en departamentos de comunicación y medios. Sin embargo, fui la primera en irme a la calle cuando los datos económicos comenzaron a empeorar.
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¿Y para qué estudiar tanto? ¿Cuántos políticos no tienen carrera ni idiomas?
«¿Y por qué tengo que estudiar tanto?» «¡Y esto no ha hecho más que empezar!» Después de la temida selectividad aún me queda la doble licenciatura, porque una ya no es suficiente, el o los másters y uno no, dos o tres idiomas que controle.
Esto mismo pasa por la cabeza de miles de estudiantes que, como yo, ven que tienen que estudiar y estudiar para conseguir un trabajo. Y si quieres trabajar de lo que te gusta será más fácil si te vas al extranjero.
El valor de mi formación
Por Noelia Roncero
Escribo para expresarles la frustración con la que está viviendo un gran colectivo en España como es el de los licenciados. Y más especificamente aquellos licenciados que emigramos con la esperanza de mejorar nuestra formación y añadir valor al currículum para que se nos recompense en un futuro y a la vuelta nos encontramos con que las cosas siguen igual o peor. Mi intención es dar voz a aquellas personas que han luchado y sacrificado muchas cosas en países culturalmente diferentes a España con el reto que eso conlleva y que, a pesar de ello, no están incluidas en ninguna propuesta para el cambio ni en debates políticos ni en programas electorales.
Soy una licenciada en LADE de 28 años que emigró a Londres y luego a Cambridge con el objetivo de mejorar mi inglés. Empecé en Londres limpiando habitaciones (algo de lo que no me avergüenzo) y acabé trabajando en la Universidad de Cambridge como administrativa, algo que no ha sido fácil de conseguir. Aún así me considero afortunada por haberlo logrado, pues no es un camino fácil: los ingleses no te dan oportunidades fácilmente. Tienen que confiar en ti, y el idioma es una gran barrera. He invertido los ahorros en hacer un máster de Recursos Humanos en Cambridge con la esperanza de llegar a España y tener un currículum diferente y optar a puestos con un salario decente.
Sin embargo, he tenido que volver después de cuatro años por desafortunadas circunstancias y cuál ha sido mi sorpresa al ver que las pocas empresas que me han llamado lo han hecho para ofrecerme becas de 300 euros. ¿Eso es lo que valgo? ¿Tanto esfuerzo, tanta dedicación puesta en formarme para acabar teniendo la misma remuneración que tuve antes de irme?
Pues bien, mi caso es similar al de muchos otros jóvenes. Mi opinión es que los salarios de hoy en día se deberían valorar por la formación que hayas recibido, ya que es justo que, habiéndome gastado mis ahorros en mejorar mi nivel en idiomas, sea recompensada. Pero parece ser que en España todo vale, y si nos podemos aprovechar de los jóvenes inexpertos lo hacemos sin ningún escrúpulo. He llegado a ver ofertas de trabajo en las cuales lo único que te ofrecían como compensación era un zumo de naranja. ¿Es así como nos tenemos que malvender hoy en día en España?
Para que España sea competente tenemos que apostar e invertir en nuestro talento.
Él ya es feliz porque puede llevar a su novia al cine
Por Bartolomé Florido Luque
He saludado a un exalumno que vivía en mi misma urbanización. Ha superado la treintena, está licenciado y doctorado en historia con varios másters hechos en el exterior de España, habla inglés; francés, castellano y ‘andalú’. Menos mal que estos años de estudio le han servido para encontrar un empleo homólogo a su sacrificio. Trabaja en una gran superficie en Benalmádena media jornada partida por dos turnos como guardia jurado vigilante. Se mostraba feliz porque tiene para llevar a la novia al cine.