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Entradas etiquetadas como ‘libros’

Se te va a pasar el arroz

Por Estefanía O.

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Las mujeres solteras seguimos así por muy diversos motivos. Algunas porque así lo han querido siempre, otras porque la vida así se lo ha deparado y muchas más las que vivimos pensando en lo maravilloso que resulta sentirse libre. Y es que la falta de ataduras muestra, aunque muchos no lo vean así, la madurez intelectual más preciosa que puede existir.

Me he dado cuenta de que existe un cierto consenso entre las familias tradicionales de nuestro país de enjuiciar rápidamente a la mujer soltera y ver en ella a una paria. Por suerte, la sociedad ha avanzado mucho y son cada vez más las mujeres que deciden ser solteras, y son muchos los padres que aceptan y se resignan al contemplar cómo la niña de la casa decide seguir siendo un pájaro solitario que hace lo que le viene en gana.

Ya desde muy niña he amado la soledad y la libertad. Los libros han acompañado mis horas y me han llenado de felicidad. Y creo que, si en algún momento me enamoro de alguien, ese momento y ese alguien debe estar impregnado de aquello que más admiro en este mundo: la sabiduría. Si llega ese alguien cargado de sabiduría y libros acumulados a su espalda, me enamoraré. Porque sólo un libro humano puede vencer mis resistencias. Y creo que el arroz no se pasa nunca. Siendo el amor un sentimiento atemporal e infinito, a buen seguro que puede llegar en cualquier momento de la vida. O puede no llegar nunca.

Hay muchas razones para seguir soltera y también son muchas las razones para querer no seguir soltera. Lo que jamás va a determinar los sentimientos hacia mí misma y los juicios de valor que yo pueda formularme es una frase tan vacía y anodina como «se te va a pasar el arroz«.

La mujer siempre ha puesto límites a su propia libertad, se ha cortado las alas y ha querido amputar las posibilidades que el género masculino siempre ha contemplado. Estoy y quiero ser soltera y, hasta que me muera, voy a hacer lo que más, mejor y mucho pueda y quiera.

 

Fomentar la lectura con el regalo de libros… jurídicos

Por Inma Rodríguez

Estoy agradecida a la Feria del Libro, la cual visito desde que sé leer, hace ya unos pocos de años… Ahora llevo yo a mis hijas, de nueve y seis años, para que elijan sus propias lecturas y se sumerjan en este maravilloso mundo interior que se recrea cuando uno lee.

Este año vimos con ilusión cómo en un intento de fomentar la lectura, se obsequiaba a los lectores con un lote de libros siempre que se gastasen determinada cantidad en esta feria. Conseguimos el objetivo en nuestra segunda visita. Fue fácil, dado el precio de los libros, pero esto me daría para otra opinión.

Una multitud discurre durante una feria del libro. (EFE)

Una multitud discurre durante una feria del libro. (EFE)

El caso es que fuimos contentas a por nuestro lote, alegría que nos duró el tiempo que tardamos en leer el primer libro regalado.

«La solidaridad con el juez Garzón». ¿Es una broma? Qué se pretende fomentar con esto? Qué se pretende que se haga con un mamotreto de 500 páginas de lenguaje jurídico que a la segunda frase que uno lee ya está pensando en qué comer mañana o en parar en el super antes de llegar a casa… En fin, ¿qué haré con él? Quizás, dado el volumen, me valga para la candela del próximo perol de San Rafael. Así, al menos, el árbol que se gastó para hacer sus páginas se pueden usar dos veces…

La niña más valiente del mundo: “Un libro y una pluma pueden cambiar el mundo”

Por Pedro Serrano Martínez

MalalaEstas contundentes y certeras palabras las ha pronunciado Malala, recientemente, en un conmovedor discurso ante la Asamblea General de la ONU, donde le rendían un homenaje en su decimosexto cumpleaños. Malala, a la que ya califican como la niña más valiente del mundo por su coraje y determinación, pidió en su discurso “educación para todos» y defendió que la única vía para cambiar el mundo son «los libros y las plumas».

Como ya sabrán, Malala es una niña paquistaní que sufrió un ataque brutal de los talibanes en octubre de 2012 por defender la educación de las niñas. “Pensaron que con sus balas me callarían para siempre, pero fracasaron. Tomemos los libros y las plumas porque son nuestras armas más poderosas”, ha dicho esta joven ante la Asamblea.

Cuánta razón tiene esta niña decidida y valiente. Solo la educación nos puede rescatar de la cerrazón y de la bestialidad. Solo la formación y la cultura nos pueden librar de las tinieblas y ofrecernos nuevos horizontes. Solo los libros nos pueden despejar el camino hacia la libertad personal. De modo que, como dice Malala, luchemos por la escolarización universal. Tomemos las armas más inofensivas y más poderosas a la vez para cambiar el mundo, para neutralizar la sinrazón y la barbarie.

Dona sentimientos

Por María José Marín

La lectura, para quien la inicia voluntariamente, marca un antes y un después en su vida. Yo, como lectora empedernida desde que era niña, no puedo más que aconsejarla como desahogo, escapatoria, afición y cualquier calificativo que haga referencia a la liberación del alma. Durante un tiempo fui recogiendo títulos y autores en mis estanterías. Pasados unos años, el verbo recoger fue sustituido por apilar para actualmente pasar a esconder.

Para explicarme mejor, con esconder me refiero a libros metidos en cajas debajo de la cama e incluso en el armario, todo esto, para poder tener un pequeño espacio vital en mi habitación. Hace unos días, me puse a ojear esos títulos que tenía en el olvido. Repasé notas al margen y palabras con su significado escrito en la letra ilegible de una niña de doce años, para darme cuenta así de que esas buenas costumbres quedaron donde esos libros, en cajas escondidas. Pasó un rato hasta que sentí que esos libros ya no me pertenecían. Eran historias que me habían hecho vivir momentos mágicos e inolvidables con cada uno de sus personajes y en cada una de sus páginas pero cada historia tiene su momento, cada personaje una edad, y cada situación un momento en tu vida.biblio

Sin pensarlo dos veces, hice una recopilación de aquellos que más me había marcado en mi niñez y adolescencia. Aparecieron títulos como Algún día cuando pueda llevarte a Varsovia de Lorenzo Silva, el cual me hizo comprender a la difícil edad de quince años que no todos los adolescentes gozamos de la misma suerte en la vida. No quedando satisfecha con este y ávida de más no tardé ni quince días en hacerme con el siguiente libro de la saga (datos que sé por mis anotaciones en dichos libros), La lluvia de París, que me teletransportó a una ciudad maravillosa que no conocía y aún hoy no conozco, pero que gracias a Lorenzo Silva la tengo en mi mente como si la hubiese recorrido día tras día junto a su protagonista. Así, durante más de una hora, logré reunir una veintena de libros, y sin pensarlo dos veces (para no arrepentirme), los metí en bolsas y me dirigí a la biblioteca pública más cercana para hacer mi pequeña aportación. Creo que aunque tuve que hacer un gran esfuerzo, posteriormente me sentí satisfecha. El saber que aquellos libros que lograron hacerme comprender, sonreír, llorar e incluso aleccionarme en el arduo camino de la vida podrán hacerlo con otras personas, me produce una satisfacción más que compensatoria. Por eso insto a todos a “reciclar” sus libros, a donar sentimientos, sonrisas, lágrimas y lecciones de vida, porque no hay mejor recuerdo que la amistad de un libro, corta pero intensa.

Me preguntan si veo eficiente el gasto en bibliotecas…

Por Iñaki González Moreno (auxiliar de biblioteca)

No sé muy bien qué contestarles, pero les hablo de la madre que pregunta por libros de matemáticas básicas porque en su tiempo no tuvo la oportunidad de estudiar; del joven que busca novelas en inglés porque ha decidido irse al extranjero; del estudiante que busca libros sobre arquitectura en la Comunidad de Madrid para hacer un trabajo; del padre que enseña a leer a su hija en la sala infantil; de las personas que echan de menos su tierra y buscan información sobre sus orígenes; del futuro médico de ocho años que se sienta allí a leer libros de anatomía para niños; del chico que viene a estudiar con sus amigos y mira de reojo a la chica de enfrente; del parado que viene a conectarse a internet para buscar un empleo; de la gente que devora las novelas simplemente porque les hace feliz leerlas o les ayuda a desconectar, por un momento, de su situación.Biblioteca

Les hablo de un lugar que reúne al chaval tatuado al que hay que explicar que no puede entrar sin camiseta con el señor del polo de color claro y pelo engominado. ¿Es todo esto eficiente? No sé muy bien a qué se refieren. O a lo mejor lo sé demasiado bien. La sensación que me da es que este lugar donde gente tan distinta es tratada por igual les asusta.

Seguramente esa es una de las razones poderosas por las que están dejando que las bibliotecas se apaguen. Les sobran este tipo de lugares. Luego tendremos que aguantarles hablando de cultura, ciencia, educación y cohesión social con cara de preocupación.

Si se lleva bien, la caja B no se detecta

Por S. del Río

¿Cómo se puede investigar una caja B si no está registrada en la contabilidad oficial? Veamos, la caja B la lleva siempre un alto responsable de la empresa, organización, etc. y no está en el ordenador ni en los libros oficiales, naturalmente. Una libreta o, más sofisticado, un libro de diario y otro de mayor son suficientes y se guardan en el cajón de un despacho o en la propia casa; ahí se van anotando tanto las entradas como las salidas de efectivos, no se firma nada, no se pide nada, así que eso de pedir una auditoría para aclararlo es una tomadura de pelo hacia los ciudadanos que no saben de contabilidad y un insulto hacia los que sabemos algo.

Aunque haya unas anotaciones en unos libros, al no ser oficiales se puede alegar que eran para enseñar o cualquier otra excusa. También se puede dar el caso de que se «fabriquen» para un caso determinado, aunque viendo el modelo, tinta y tipo de escritura se pueden analizar y calcular la antigüedad. Hay otro tipo de contabilidad B, la más “usada” y se genera «engordando» los costes; se pueden hacer de mil maneras y difícilmente detectables, esos sobrecostes se llevan a una libreta u otro sistema fuera de la contabilidad y se emplean para pagar sobresueldos, premios y «favores» a quien corresponda. Así que no vengan con que las cuentas están auditadas, pues la caja B si se lleva bien no se detecta.