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Entradas etiquetadas como ‘igualdad’

Quiero correr de rosa en la Carrera de la Mujer y no me dejan por ser hombre

Por Pedro García Moreno

Más de 30.000 mujeres participando en la Carrera de la Mujer de 2014 (EFE).

Más de 30.000 mujeres participando en la Carrera de la Mujer de 2014 (EFE).

Quería comentar algo que a mi parecer va en contra de la idea de la lucha contra el cáncer de mama que plantea la organización de la Carrera de la Mujer que se celebra este domingo.

Mi prima me inscribió en la carrera que se celebra este domingo en Madrid. No tengo intención de competir contra nadie, ni de llevarme ningún trofeo, sólo quiero compartir ese momento con mi madre, mi tía, mi prima Rebeca y la novia de mi hermano. Pagué por mi dorsal porque me parece un evento importante, entiendo que es una competición para mujeres, pero más allá de eso es un evento que trata de concienciar a la gente contra el cáncer de mama; enfermedad que también podemos sufrir los hombres.

Según la organización y pese a haber aceptado la inscripción como varón y el pago de la misma por una buena causa, no puedo correr por ser hombre, y la solución que me dan es devolver el dinero.

Repito, mi intención no es ganar, es pasar un día con las mujeres de mi familia que participan en la carrera. Me quiero poner la camiseta rosa y estar ahí con mi dorsal. ¿Por qué no existe un dorsal cero para los hombres que queremos apoyar esta iniciativa como comenta una participante? Esto debería ir más allá del sexo de las personas, debería ser igualdad ante una enfermedad. En mi familia perdimos a mi abuela muy joven por un cáncer de matriz, y una de mis mejores amigas sufrió un cáncer de mama del que ha logrado salir. Solo quiero apoyar la iniciativa.

 

No me gustan los profesores que enseñan que las mujeres somos cosas a las que se puede pisar o violar

Por Elisabet Ruano

Imagen de la polémica presentación (Twitter: @Niuria123)

Imagen de la polémica presentación (Twitter: @Niuria123)

Hay días en los que te encuentras en la prensa algo que no debería permitirse: una clase de futuros médicos ve una serie de diapositivas donde las mujeres nos convertimos para los alumnos, – gracias a la iluminación del profesor- en un cacho de carne, en un objeto. No se entiende muy bien cómo para explicar cualquier teoría o cualquier concepto es necesario exponer una imagen con una serie de palabras que nos convierten a las mujeres en indignas, totalmente denigradas. Una metodología no tiene por qué despojar de la dignidad a ningún ser humano.

A lo largo de mi vida nunca he tenido una experiencia de ese tipo: ver cómo se humilla a otras personas en un contexto académico. Y sigo en el camino del aprendizaje y no han acudido a métodos tan poco éticos y morales para explicarme a teóricos como Hobbes o Hannah Arendt; valga de por sí el modelo androcéntrico de cultura e historia que tenemos como para que además se tenga que acudir a unas formas totalmente fuera de lugar. Estamos en el siglo XXI y la dignidad de la persona se debe transversalizar a cualquier contexto. ¿Cómo es posible permitir eso?

No me gustaría que mi hija, que este año se incorpora a la educación, se encontrara a lo largo de estos años profesores/as que le enseñan que las mujeres somos cosas a las que se puede pisar, abusar o violar. No me gustaría que mi hija se sintiera inferior a otros/as niños/as. No me gustaría que a mi hija por el hecho de ser mujer se le limitara en la escuela o se le denigrara con imágenes como las que se han podido ver. Si no se quiere asumir que eso es un problema, entonces me parece que estamos ante una sociedad enferma.

 

Discriminan a la mujer poniéndole falda

Por M. Luisa Bello Selles

Semáforo paritario con falda en Valencia (Vídeo ATLAS).

Semáforo paritario con falda en Valencia (Vídeo ATLAS).

Qué bonita la foto del semáforo de la calle Xàtiva, ¿no? Una muñequita con falda para igualar al hombre y a la mujer. Pero quizá estén ustedes discriminando de otra forma a la mujer, ya que actualmente son más las que usan pantalones que falda. Hubiera estado bien ponerle, por ejemplo, en vez de falda un lacito en la cabeza, aunque está claro que la sociedad va evolucionando a un ser andrógino, y ya ninguno de los dos sexos es abanderado de nada.

Pero eso no es lo peor, hay que destacar lo horrible que queda la foto con la plaza de toros de fondo, que un año más se teñirá de rojo con la sangre y el dolor de inocentes, ninguneados por todos los políticos e ignorando que la igualdad es para todos, independientemente de su especie.

Seguimos pues inmersos en los verdaderos derechos, que son los que dan dinero y votos, y sumidos en las tradiciones más aberrantes, solo porque los que van a morir no llevan faldita, no son humanos y sobre ellos podemos descargar impunemente nuestros más bajos instintos.

 

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo: igualdad

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Manifestación por los derechos de las mujeres. (Archivo)

Por Ramón Belmonte

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo, ni radicalismo, ni nada. Como todos somos iguales, igualdad. Porque lo dice la palabra: iguales, igualdad. Deducción lógica. En feminismo aparece la palabra femenino. Y eso es igual que machismo, porque aparece la palabra macho, y claro, eso quiere decir que un género es superior. Pero en igualdad solo aparece igual, así que igualdad. Porque la igualdad, como de todos es sabido, se reproduce por esporas.

Recientemente he comenzado a ver una serie magnífica donde las haya, tanto por su reflejo de la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, consumista, capitalista y, curiosamente, represiva respecto a ciertas ideologías (vaya, vaya…), como por el tinte clásico del cine de los 60 o 70, con tanto humo y alcohol de por medio, que quién la haya visto entenderá por qué lo digo. Pero podemos exprimir esta serie algo más. Si observamos la serie desde una perspectiva de género y, como he comentado antes, una realidad social que de verdad ocurría, la mayoría de las personas nos quedamos atónitas y perplejas al ver el grado extremo de cosificación, paternalismo (en el sentido más negativo), menosprecio, marginación y desprecio al que se veían sometidas las mujeres. Y hasta no hace mucho.

Debemos entender, en primer lugar, que la tremenda desigualdad imperante que era visiblemente aceptada no ha desaparecido, únicamente se ha invisibilizado. Porque no nos engañemos, el machismo, al igual que el capitalismo, se transforma, varía y muta según la evolución cultural e histórica, adaptándose y perviviendo. Que tu atareado cerebro embotado por la parrilla televisiva de hoy en día no te permita verlo no significa que no esté. En segundo lugar, debemos entender que la espiral pauperizadora del machismo es histórica, en su primera raíz, más biológica que cultural; en su segunda, más cultural que biológica, consciente, construida, impuesta, basada en los roles reproductivos.

En tercero, comprender que el feminismo no es algo de “unas locas de ahora” que “no tienen nada que hacer” o que “solo saben quejarse” (por favor, eso es machismo…), sino un movimiento político. Sí, político, con una trayectoria histórica continua y de victorias sumativas considerable. En cuarto lugar, aprehender y aprender la diferencia entre el sexo que biológicamente desarrollamos al nacer (nuestro aparato reproductor, a grandes rasgos) y el género, el cual es una construcción cultural puesto que los roles que desempeñan y vienen asociados a cada uno de los dos, hombre y mujer o masculino y femenino (simplificándolos a dos), varían en función de la sociedad espacial en la que nos centremos, y también en el tiempo. Esto es, si existe la idea en el imaginario colectivo de que lo femenino es rosa, muñecas y pastel y lo masculino es rojo, coches y dureza, no es porque venga escrito en unas piedras mágicas entregadas a un barbudo o porque broten las ideas de las flores, sino por ser imposiciones sociales que percibimos y absorbemos desde el momento de la mínima consciencia.

En quinto lugar, y creo que uno de los aspectos más importantes que debe ser fuertemente reforzado, divulgado y comprendido por el grueso más amplio de la población, las conquistas sociales, económicas y políticas conseguidas en favor de la igualdad material, real y efectiva en el género, entre el hombre y la mujer, han sido, sin duda alguna, gracias al movimiento feminista, tanto el original, sufragista y natural, como al movimiento feminista radical. Ojo, radical, de su vertiente latina, radicalis – radix, raíz, que llega hasta la raíz- (no las que queman contenedores); gracias al cual se han conseguido los mayores avances socio-culturales modernos desde los años sesenta y setenta hasta nuestros días.

Por tanto, por tradición, por realidad, por conciencia, por inteligencia y, por favor, por respeto, ya basta. Dejemos de asumir la igualdad como si hablásemos de la polinización de una flor o del crecimiento de una seta. La igualdad no se desarrolla por ósmosis ni crece debajo de las piedras. La igualdad de género, es, ha sido, y será gracias al feminismo, a la fuerza incesante e inamovible de muchas mujeres que, como la marea, han conseguido desgastar un sistema fuerte como las rocas y alcanzar objetivos inimaginables hasta, como decíamos arriba, hace apenas unas décadas.

Gracias a mujeres y a hombres feministas podemos hablar hoy de igualdad y equidad de género. Gracias a personas, que deconstruyen y construyen las identidades sociales y las construcciones culturales para generar un cambio político y personal. Así que no, por si aun cabía duda, el machismo no es igual que feminismo, ni la igualdad es diferente al feminismo, ni el feminismo radical es una vaginodictadura ni cualquier historia que podáis escuchar en los vídeos de Álvaro Ojeda.

Si creéis en la igualdad, creéis en el feminismo; difundir la errónea idea de que el machismo es igual que el feminismo es minar el camino que tan difícil ha sido construir y que solo está a la mitad de alcanzar la verdadera igualdad real.

PD: El hembrismo no existe.

El drama de los refugiados o la hipocresía en primera persona

Por María E. Bolaños

Cada día, desde hace mucho, vemos las avalanchas de personas que buscan una vida decente. Huyen de una guerra tolerada por una comunidad internacional con parálisis. Únicamente reacciona cuando se les pone cara y nombre, como el suceso del niño Aylan. Y es que somos una sociedad hipócrita.

Foto de los refugiados en la frontera entre Serbia y Croacia . (Antonio Bat /  EFE)

Foto de los refugiados en la frontera entre Serbia y Croacia . (Antonio Bat / EFE)

Los problemas sólo los vemos cuando nos tocan en primera persona. Exigimos solidaridad, igualdad, justicia, libertad y vida digna cuando queremos que otros sean solidarios, y así sucesivamente. El mundo, porque ya hay que hablar en términos planetarios, sigue guiado por manos invisibles, por fuerzas que dominan y que no admiten ser dominadas.

Puede ocurrir que un día seamos uno de nosotros el que esté varado en una playa, boca abajo. Y no pasará nada, porque seguirá habiendo muchos otros que cierren los ojos. Las personas somos la solución, nunca el problema. Y esto tampoco lo entiende mucha gente.

Él me educó en la igualdad

Por Marta López Ruiz

El 15 de octubre falleció mi padre y este fin de semana le despedimos definitivamente. Por esta razón he decidido enviarles la carta que a continuación les remito, como un homenaje a él, basándome en uno de los pilares fundamentales de mi educación: la igualdad.

Igualdad

Mi padre, aunque no fue un personaje conocido ni importante, sí fue una grandísima persona. Le estaré eternamente agradecida que me inculcase el amor a los libros y los números y me proporcionase los medios necesarios para aprender a valerme por mí misma, sin depender de nadie o estar con un hombre sólo para que me mantuviese, porque yo podría ser capaz de lograr lo que yo quisiese. Mi padre consideraba que nosotras, las mujeres, no éramos, ni mucho menos, ni débiles ni inferiores, sino iguales a los hombres.

A día de hoy sus enseñanzas me han servido para salir adelante, valerme por mí misma y llevarme el calificativo (en sentido despectivo) de feminista. Pero estoy orgullosa de lo que pienso y se lo debo a él, a mi padre. ésta es la herencia intelectual que me ha dejado, mucho más valiosa que cualquier otra. Gracias papá.

Desigualdades de género en el deporte

Por David Creus Carrasco

Sé que con los tiempos que corren hablar en los medios de aquello que no es corrupción, no vende. Pero el que les escribe piensa en que es posible cambiar el mundo a través de la igualdad

 Rafa Nadal y Serena Williams durante un partido benéfico del 'Charity Day'. (Sergio Barrenechea / EFE)

Rafa Nadal y Serena Williams durante un partido benéfico del ‘Charity Day’. (Sergio Barrenechea / EFE)

entre hombres y mujeres.

Me dedicó a la enseñanza del tenis juvenil y las diferencias entre sexos son muy grandes en el siglo XXI. Podemos intentar diferenciar el tenis femenino del masculino o deporte en general, una y otra vez, sin razón alguna para hacerlo.

Dando privilegios por el solo hecho de creernos esa frase tan célebre de que las mujeres son más débiles. Eso es primitivo y sirvió en una época para resaltar el machismo humano ante la cobardía de que la mujer pudiera ser más inteligente.

Aquellos que lo hacen aún temen que sea así. ¿Qué tal si no excluimos y vivimos abrazando simplemente las capacidades humanas, vengan de donde vengan?

Las chicas existen, trabajan como el que más y merecen que lo empecemos a reconocer no con palabras, sino con hechos.

¿Vale lo mismo la intimidad de los hombres que la de las mujeres?

Por J. M. Linares

Un hombre y una mujer hacen ejercicio en un gimnasio. (ARCHIVO)

Un hombre hace ejercicio en un gimnasio. (ARCHIVO)

El otro día me sentí humillada en el vestuario del gimnasio municipal al que acudo. Estaba recién salida de la ducha cuando, tras tocar a la puerta y sin esperar permiso, entró un señor de la limpieza.

El vestuario estaba bastante lleno y todas nos mirábamos con incomodidad y asombro ante aquella invasión de nuestra intimidad.

Cuando lo comenté en recepción, me dijeron que no podían contratar a una mujer para limpiar el vestuario femenino y que en la puerta indicaba el horario de limpieza. Me sugirieron que pusiera una reclamación en el ayuntamiento si no me parecía correcto. Lo hice, pero la respuesta del ayuntamiento fue más o menos la misma.

Por supuesto, no estoy culpando a ese señor de la limpieza que sólo cumplía con su trabajo, pero ¿es de recibo que un hombre entre a limpiar en un vestuario lleno de mujeres? ¿No deberían organizarlo de otro modo? ¿No es indignante?

P.D.: En realidad soy un hombre, la escena fue en el vestuario masculino y con una señora de la limpieza. Así parece más normal, ¿no? Parece que la intimidad de un hombre no vale lo mismo que la de una mujer.

Distorsión del idioma

Por Antonio García

Diccionario de lengua españolaParece ser que queremos distorsionar nuestro idioma. Hagámoslo, pues, con cierta coherencia.

Yo soy médico. Tengo ‘pacientas’ ‘pertenecientas’ a todas las profesiones y actividades: ‘militaras’ (‘tenientas’, ‘cabas’, ‘coronelas’, sargentas…), ‘pilotas’, ‘conserjas’, ‘auxiliaras administrativas’, ‘agentas’ de seguridad, ‘choferas’, capatazas, ‘albañilas’, ‘vigilantas’, ‘miembras’ de diversas asociaciones, presidentas, ‘conferenciantas’…

Algunas de ellas confían en mí contándome sus asuntos personales: unas son ‘brillantas’, otras ‘valientas’, las hay pusilánimas ante ciertos temas, algunas algo ‘arrogantas’, otras ‘humildas’ como ellas solas. Una se me definía como una ‘sujeta ignoranta’ en temas de salud; otra se consideraba una ‘sera humana nobla y amabla’. Recuerdo que una ‘contribuyenta’ (como decía ella) me hablaba siempre del esperado nacimiento de su ‘bebá’. En fin, ‘personajas’ de toda índole.

Desde luego que también tengo hombres a los que atiendo: ‘ordenanzos’, ‘publicistos’, ‘policíos’, ‘aristócratos’, ‘guíos turísticos’, ‘malabaristos’, ‘guardios’ de seguridad, ‘fisioterapeutos’, ‘periodistos’, ‘pediatros’, ‘ludópatos’, ‘logopedos’, y bastantes ‘deportistos’ (‘futbolistos’, ‘tenistos’, ‘golfistos’, ‘atletos’, ‘ciclistos’, ‘motoristos’… ).

Después de bastantes años ya, me considero ‘colego y camarado’ de muchos de ellos. Me cuentan historias como al que le entró en su casa ‘una caca’ con un antifaz, o al que le encantaba viajar y, en una isla, los ‘indígenos’ le dieron una afectuosa despedida”.

Qué hermoso que muchas palabras nos unan, sean comunes para ambos sexos. Palabras que nos hacen más igual a todos los seres humanos.

Sobre la emancipación de la mujer

Por Ana V.

¡Somos europeos! Es el runrún constante que se le oye al gobierno decir cada vez que quiere justificar sus europeos recortes. Pero luego nos encontramos con el precioso estudio realizado por la FAES que nos viene a decir que la emancipación de la mujer (entre otras) es una de las causas de la pérdida del estado de bienestar. Sinceramente no me imagino a ningún país europeo haciendo tales afirmaciones, y ni siquiera creo que se fueran a plantear nunca un estudio que trabajara con este tipo de ideas desfasadas, más propias de otros países que todavía no han superado el discurso de la igualdad.

129651Y que conste que esta declaración es tan ofensiva para la mujer como para el hombre, por lo menos para todos aquellos que ya hace mucho que asumieron la igualdad y que entendieron el error en el que vivíamos cuando se pensaba que la casa era cosa de mujeres. Así como seguro que hay muchos amos de casa que se estarán preguntando si a ellos se les habrá contabilizado en ese estudio, o si la intención era tan solo disparar el dardo conservador de que “la mujer en casa”.

Cuando escuché semejante disparate, enseguida me vino a la cabeza el desafortunado discurso retransmitido por la televisión ceutí, en el que un chaij afirmaba que la mujer que se perfumaba era una fornicadora. Yo enseguida me pregunté que por qué no incluía también en ese calificativo al hombre que se perfumaba. Ambas son declaraciones que parten del mismo precepto, la desigualdad.

La emancipación de la mujer, señores de la FAES, ya no debería ser tema de estudio en nuestro “europeo” país. ¿Con qué nos vais a sorprender, si no, en vuestra próxima investigación? ¿Con el impacto del derecho de voto de la mujer en la sociedad?