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Entradas etiquetadas como ‘gasolina’

¡Qué tiempos aquellos… en los que había gasolineros!

"Un gasolinero atiende un servicio en una estación de Madrid. Foto tomada hace ahora 13 años, en agosto de 2001". (PEPE CABALLERO)

Un gasolinero atiende un servicio en una estación de Madrid. Foto tomada hace ahora 13 años, en agosto de 2001. (P. C.)

Por Ángel Villegas

Hubo un tiempo en el que si ibas a echar gasolina a tu coche había un empleado en el surtidor que te la echaba. Si decidías ir al cine, una taquillera te vendía la entrada, un portero la cortaba al entrar a la sala y un acomodador te llevaba a tu butaca.

En el metro, una taquillera te despachaba el billete y cada tren llevaba un conductor y otro empleado se encargaba de abrir y cerrar las puertas. Y en el autobús, un cobrador te entregaba el billete y un conductor se encargaba, exclusivamente, de conducir el vehículo.

En las tiendas y grandes almacenes había empleados que te atendían y asesoraban, tanto para comprar un traje, como un televisor; te despachaban el pan, o las galletas, o los artículos de limpieza, te lo empaquetaban y te cobraban en caja.

Nada de eso existe ya en muchos establecimientos, ya sean grandes o pequeños. Es más, en las grandes superficies se han instalado cintas con cajas donde tú mismo pasas los artículos y tu tarjeta del banco y haces el trabajo que antes hacía un empleado.

Más, todavía: en algunos bancos te invitan (eso sí, amablemente) a que, para sacar dinero, si no llega a 600 euros, acudas al cajero automático.

Y no quiero acordarme de cuando venía a casa el cobrador de la sociedad del club de fútbol o el señor que leía el contador del gas.

Todo eso ha pasado a la historia y se ha llevado miles y miles de puestos de trabajo; es el progreso, la tecnología, los adelantos, lógicos y normales, porque nadie querría volver a la edad de piedra. Eso sí, ninguna de esas tareas que ahora nos hacemos nosotros mismos nos ha ahorrado un céntimo.

Claro que también tenemos los teléfonos 902, de tarificación adicional, instalados masivamente, aunque sea, un suponer, en una ferretería, y que contribuyen a sacarnos los cuartos del bolsillo.

Son otros tiempos.

La obligación de «acordarse» de los ciudadanos

Por Ángel Villegas

Mensaje de Navidad de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. (AYUNTAMIENTO DE MADRID)

Mensaje de Navidad de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. (AYUNTAMIENTO DE MADRID)

¡Feliz año nuevo!, nos desean las eléctricas que nos hacen pagar la luz más cara que en Alemania, aunque el salario mínimo establecido recientemente para los alemanes triplique el salario mínimo español. ¡Feliz año nuevo!, nos dicen los que ponen el precio de la gasolina como les place, a su antojo y en virtud de que haya un «puente» o vayamos a entrar en las vacaciones de verano.

Y así sucesivamente, desde la más alta institución a presidentes de Comunidades Autónomas o alcaldes, que se creen en la obligación de «acordarse» de los ciudadanos en días tan señalados. Y los ciudadanos, hartos de tanta palabra vana, de tanto charlatán de feria, de tanto zumbido de moscas en sus oídos, los ignoran o se mofan de sus huecas palabras, de su letanía repetida año tras año, tan falsa como inútil. Porque ya nadie cree nada; porque sabemos que las cosas van de mal en peor; porque se nos recorta todo; porque cada vez hay más personas en el umbral de la pobreza; porque la corrupción es como el caballo de Atila, que lo arrasa todo; porque los corruptos no devuelven un céntimo, aunque sean condenados; porque las libertades se restringen; porque no te dejan ni el derecho al pataleo; porque mienten con una frialdad que pasma.

¡Feliz año nuevo!, ingenuos ciudadanos de un país que lleva oyendo hablar de brotes verdes, o de luz al final del túnel, desde hace cinco años, mientras se empobrecen (mejor, los empobrecen) día a día.

¡Feliz año nuevo!, pueblo que piensa que la democracia consiste en votar una vez cada cuatro años, y que las elecciones ganadas son patente de corso para el ganador.

¿Sobran las monedas de 1 y 2 céntimos?

Por Juan Navarro

a00469246 2740Acabo de ver un comentario de un ‘economista‘ con el que nunca comulgué sobre si los precios subirán o no en caso de que se eliminen las monedas mínimas (de uno y dos céntimos). Según él, no tienen que subir y es posible que bajen argumentando los precios políticos, y así lo que cuesta 99 céntimos bajaría a 95 céntimos. No me lo creo y opino que todo subirá para perjuicio de nuestros bolsillos.

Ahora explico mi versión. Los precios se deben mantener porque seguramente todo más o menos lo que compramos forma parte de una cuenta que puede resultar al final en equis con 73 o equis con 22 céntimos, por ejemplo, lo cual puede provocar el problema del cambio. Donde se debe actuar es el montante final, redondeándolo al alza o a la baja, pero nunca producto a producto.

Tengo un ejemplo muy claro. Cuando repostamos combustible, el precio acostumbra a tener no solo céntimos sino milésimas (1,383 euros, por ejemplo) y es después de poner 50 litros cuando debes pagar 69,15 euros. Imaginar un aumento del precio por redondeo de moneda a 1,40 euros, en tal caso el total a pagar sería 70 euros. No habría problemas de cambio en ninguno de los dos casos pero resultaría más caro.

No sé si me he explicado tan bien como un economista pero creo que se puede entender mi argumentación. Puede existir subida pero puede y debe ser mínima y al final de las cuentas.