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Entradas etiquetadas como ‘familia’

Año y medio después del examen-oposición, sin noticias para los médicos de Atención Primaria de Madrid

Por M. N.

El 17 de noviembre de 2019 me presenté, junto con 1.610 personas más, a las pruebas selectivas por el turno libre para personal estatutario fijo en la categoría de Médico de Familia en Atención Primaria del Servicio Madrileño de Salud.

Al día siguiente salió la plantilla correctora provisional, con un plazo para impugnaciones del 19 al 25 de noviembre de 2019. El 5 de junio de 2020 se publicaron las calificaciones de los aspirantes que superamos el ejercicio de la fase de oposición. El paso siguiente era la presentación de méritos de la fase de concurso, cuyo plazo fue del 8 al 26 de junio de 2020.

Hoy, más de un año después, aún no conocemos cuál es el resultado de ese baremo de méritos. NADA se ha movido desde entonces. 1.013 (los que aprobamos) médicos y médicas de Familia que estamos esperando la resolución de esta oposición, esta oposición de 609 plazas para el Servicio Madrileño de Salud.

Médicos de familia.

Una consulta con médicos de Atencíón Primaria.

Es doloroso, mucho, ver cómo están intentando destrozar la Atención Primaria en Madrid, esa por la que tantos hemos luchado y por la que tantos estamos dispuestos a dar mucho (no, todo no, gracias).

Sólo queremos aquello por lo que nos hemos esforzado tanto. Después de más de año y medio desde el examen y un año desde la presentación de méritos, ¿a qué están esperando?

Por cierto, no somos sólo los Medicos de Familia los afectados. Aquel 17 de noviembre de 2019 se examinaron igualmente: Pruebas selectivas para Médico de Familia en Atención Primaria 2019; pruebas selectivas para Médico de Urgencia Hospitalaria 2019; pruebas selectivas para Médico en Urgencias y Emergencias del SUMMA 112 2019; pruebas selectivas para Técnico Superior Especialista en Radiodiagnóstico 2019; pruebas selectivas para Técnico Superior Especialista en Laboratorio de Diagnóstico Clínico 2019; pruebas selectivas para Pinche 2019.

Carta de unos alumnos a los sanitarios: «Aunque tengamos vacuna, fuisteis nuestra salvación»

Por los alumnos de 6º del CEIP Miguel de Unamuno de Madrid.

Queridos sanitarios:

CEIP Miguel de Unamuno y aplausos a los sanitarios.

CEIP Miguel de Unamuno de Madrid y aplausos a los sanitarios en marzo de 2020.

En primer lugar querríamos daros las gracias por todo el esfuerzo que estáis haciendo estos dos últimos años.

Aunque ya no salgamos a aplaudiros como hacíamos cada tarde, todos recordamos lo que hicisteis y seguís haciendo. Sin vosotros, ni siquiera la mitad de nuestros amigos tendría a toda su familia a su lado.

Os merecéis el aplauso más largo del mundo. A pesar de las críticas, creemos que deberíais estar orgullosos del trabajo que habéis realizado y que seguís haciendo.

Nos gustaría poder ver a todos esos que hablan mal de vuestra labor estar al pie del cañón como lo estáis vosotros día tras día.

No solo salváis vidas, también a nuestros familiares y amigos. Y aunque ahora tengamos una vacuna vosotros fuisteis nuestra salvación en esta pandemia. Gracias a vosotros, por cada vida que se pierde hay 100 que se salvan.

Os queremos mucho.

Diario de una enfermera en la trinchera del coronavirus: No soy ninguna heroína

Por Sandra Aparicio Mendizábal

A medida que van pasando las semanas tenemos más asimilada la situación actual… Los días que tengo para descansar (que son pocos) mi cabeza tiene momentos de lucidez en los que me da por reflexionar

Soy enfermera [en el Hospital San Eloy de Barakaldo]. Trabajo en una planta con pacientes infectados por coronavirus. Y tengo que confesar que siento una mezcla de rabia y orgullo cuando escucho que nos llaman héroes. Puesto que eso puede significar restar heroicidad a mi padre, por ejemplo, que se levanta a las cinco de la mañana para seguir trabajando, y no es sanitario.

Y siento orgullo. Porque no tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que para ir a trabajar a un hospital o centro de salud (seas lo que seas) con la que está cayendo hay que tener algo bonito dentro (no sé si heroico).

Sandra, de verde, con su amiga Isabel en el hospital en el que trabajan.

Hay gente que piensa que es nuestro trabajo y que no somos merecedores de tanto reconocimiento (ni más ni menos que el que se nos daba antes de todo esto). Este pensamiento seguro es típico de aquel que lleva interiorizado que mi sueldo sale de su bolsillo…, en fin.

Cerca del que sufre

Ya de antes creía que en nuestros trabajos no se puede pagar con dinero el esfuerzo mental que supone estar tan cerca del que sufre por enfermedad. Algo tan de siempre que me sorprende que la gente esté ahora empezando a valorar.

Ahora bien, lo que pienso que no es de siempre y que ha llegado de sopetón es la cantidad de esfuerzos que se suman a la mochila del sanitario en estos tiempos de coronavirus. Y voy a enumerar unos poquitos que se me ocurren así, rápidamente…

El esfuerzo mental de no dejarte arrastrar por el miedo e ir a trabajar con la mejor de tus disposiciones. Pese a estar sintiendo que puedes estar poniendo en riesgo a tu familia. O bien lo contrario, el esfuerzo mental de decidir libremente alejarte de los tuyos por pensar que les puedes estar poniendo en peligro.

Transmitir tranquilidad y serenidad a los demás

El esfuerzo mental de transmitir tranquilidad y serenidad a los demás los días que a ti también te come la ansiedad. O el trabajar sin pararte a pensar, dejando de lado que puedas estar poniendo tu vida en riesgo, seas una persona entrada o no en edad, también es un esfuerzo mental.

Y cuando consigues sacar adelante el día llevando esa mochila, en ese contexto de machaque psicológico, te acuerdas de lo que pesa el esfuerzo físico, porque el estrés y los turnos también son cansinos. Sin entrar en pequeños detalles, como las heridas en las manos o las marcas de la cara. Cosa que, personalmente, me escuece menos que la puñetera barrera virtual con mi familia.

La mochila de esfuerzos pesa demasiado. Y el miedo es libre

A mí lo que realmente me parece heroico y acojonante es que todavía no me he encontrado con nadie que diga “lo siento, pero yo así no trabajo”. Y no le faltarían motivos. Porque la mochila de esfuerzos pesa demasiado. Y el miedo es libre.

Sin embargo, la realidad que yo vivo (y que comparten mis compañeras en otros hospitales) es la de un equipo remando todos a una. Con alegría, con entusiasmo y con compañerismo. Y con humor, porque verte disfrazada con una bolsa de basura, cual niño de preescolar en el desfile de carnaval, o te lo tomas con humor o no te lo tomas.

En el hospital.

Algo de humor como distensión.

Vas al hospital y punto. Y vas bien. Y hasta echas unos bailes con el EPI puesto (cuando no son carreras porque un paciente se pone malito).

Sin dejarte vencer. Por vocación

Y lo haces día a día. Sin dejarte vencer. Por vocación, o por responsabilidad social. Por tus familiares y por toda esa gente a la que quieres. Por esa sensación que compartimos todos de ‘somos lo única esperanza que la sociedad tiene para que todo esto pueda salir adelante’.

Somos personas que tenemos familias. Y sentimientos, cuando se nos permite. Y que queremos que todo esto pase cuanto antes. No sé si somos un equipo de héroes o de kamikazes. Pero lo que si tengo seguro es que la gente no viene sólo porque es su trabajo. Porque amigos, el trabajo se puede pagar con dinero, pero esto no.

Familia y amigos, a los que tengo muchas ganas de abrazar

Algunos pensarán que no es para tanto. A otros les absorbe la histeria que promueve la televisión y te preguntan que si es para tanto (como si a los sanitarios, por estar dentro del mundillo, no nos hubiera pillado de sopetón y no flipásemos igual que los demás).

No sé, yo desde la trinchera no tengo ni idea de lo que es o deja de ser. Sólo sé que es raro, es duro y es feo. Asi que animo a todos los compañeros a seguir luchando para que esto pase. Que pasará.

Y yo, personalmente, convivo con una gran satisfacción personal pero no me siento héroe. Lo que me siento es agradecida y afortunada por el soporte tan sólido y bonito de familia y amigos que me ayudan a remar. A los que, como todos, tengo muchas ganas de abrazar.

Un debate sobre la acogida familiar

Por Enric Barrull

Madre biológica de Juan Francisco (Cedida).

Madre biológica de Juan Francisco (Cedida).

La decisión del juez es, en el caso de unos padres a los que ha obligado a devolver al niño que tenían en acogida desde hace 4 años, de manual, y el episodio refuerza la convicción unánime entre los expertos de que los menores en desamparo deben vivir en familias de acogida, por mucho que la atención en las residencias de menores haya mejorado sustancialmente. Así lo prevé la reforma de la Ley de Protección de la Infancia de 2015, pese a lo cual todavía hay unos 18.000 menores institucionalizados en España.

Una familia les ofrece el entorno mejor para su desarrollo mientras, por alguna circunstancia, sus padres biológicos no pueden hacerse cargo de su cuidado. La vuelta con ellos tiene aspectos amargos, como cualquier despedida, pero esa es la finalidad y la medida del éxito del proceso.

Es una experiencia enriquecedora para todas las partes, siempre que quede claro que el interés del menor es el bien supremo a tutelar.

 

Carta a Rosario, la madre cuyo hijo, Alejandro, no ha sido indultado

Por Natalia

Alejandro consuela a su madre durante la concentración celebrada en su apoyo (Pepe Torres/EFE).

Alejandro consuela a su madre durante la concentración celebrada en su apoyo (Pepe Torres/EFE).

Querida Rosario, he leído su desgarradora carta en la que solicita el indulto para su hijo. Ojalá tenga usted suerte y si sirve de algo, sepa que tiene todo mi apoyo.

Me siento muy identificada con usted, porque mi marido firmó un cheque de 250€ hace seis años, en 2011, y está cumpliendo 21 meses de cárcel. Solicité igual que usted el indulto, y después de 15 meses siguen sin contestarme.

La justicia, ¿usted cree que esto es justicia, con cuatro hijos y mi madre enferma a mi cargo, el destruir la unidad familiar como me la han destruido? ¿A quién le importa?

Se asombraría al ver la cantidad de casos que hay como el de mi marido y el de su hijo, pero, ¿a quién le importa? No somos hijos de nadie importante, ni banqueros, ni políticos.

Solo deseo que usted tenga más suerte que yo y consiga que le hagan caso. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad, y más cuando ya ha rehecho su vida.

Reciba un cordial saludo y todo nuestro apoyo. Mucha suerte.

Se te va a pasar el arroz

Por Estefanía O.

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Las mujeres solteras seguimos así por muy diversos motivos. Algunas porque así lo han querido siempre, otras porque la vida así se lo ha deparado y muchas más las que vivimos pensando en lo maravilloso que resulta sentirse libre. Y es que la falta de ataduras muestra, aunque muchos no lo vean así, la madurez intelectual más preciosa que puede existir.

Me he dado cuenta de que existe un cierto consenso entre las familias tradicionales de nuestro país de enjuiciar rápidamente a la mujer soltera y ver en ella a una paria. Por suerte, la sociedad ha avanzado mucho y son cada vez más las mujeres que deciden ser solteras, y son muchos los padres que aceptan y se resignan al contemplar cómo la niña de la casa decide seguir siendo un pájaro solitario que hace lo que le viene en gana.

Ya desde muy niña he amado la soledad y la libertad. Los libros han acompañado mis horas y me han llenado de felicidad. Y creo que, si en algún momento me enamoro de alguien, ese momento y ese alguien debe estar impregnado de aquello que más admiro en este mundo: la sabiduría. Si llega ese alguien cargado de sabiduría y libros acumulados a su espalda, me enamoraré. Porque sólo un libro humano puede vencer mis resistencias. Y creo que el arroz no se pasa nunca. Siendo el amor un sentimiento atemporal e infinito, a buen seguro que puede llegar en cualquier momento de la vida. O puede no llegar nunca.

Hay muchas razones para seguir soltera y también son muchas las razones para querer no seguir soltera. Lo que jamás va a determinar los sentimientos hacia mí misma y los juicios de valor que yo pueda formularme es una frase tan vacía y anodina como «se te va a pasar el arroz«.

La mujer siempre ha puesto límites a su propia libertad, se ha cortado las alas y ha querido amputar las posibilidades que el género masculino siempre ha contemplado. Estoy y quiero ser soltera y, hasta que me muera, voy a hacer lo que más, mejor y mucho pueda y quiera.

 

Feliz día, mamá

Por Adrián Gómez-Rey Benayas

Hoy, como cada primer domingo de mayo, es el Día de la Madre. Un día ideado para acordarnos de ellas, esas personas con un sexto -o séptimo, si hace falta- sentido en lo que respecta al cuidado de sus hijos, y que la mayor parte de las veces no las consideramos como se merecen.

Una madre abrazando a su hija (Gtres).

Una madre abrazando a su hija (Gtres).

Y, aunque aquí siempre aparezca el hijo/a ejemplar que diga que eso es mentira, no nos podemos imaginar el sacrificio de estas mujeres que, impulsadas por un instinto biológico que les empuja a tener una criatura que solamente les va a dar dolores de cabeza en un principio, renuncian a gran parte de la libertad que tenían. Y es que aún hoy en día se desconoce en qué parte del embarazo las madres adquieren esas capacidades sobrenaturales (que parecen venir de serie con la placenta) para poder entender el lenguaje de los llantos de los bebés; para poder actuar como termómetros humanos cuando su hijo tiene fiebre y para tener los conocimientos equivalentes a un máster de economía y saber si ese juguete extra que en unos días acabará olvidado en un rincón de la casa puede entrar en el presupuesto.

También adquieren la capacidad para esconder el dolor, ya que, aunque por dentro estén destrozadas por diversos motivos como un matrimonio que acabó mal y que terminó como otros muchos, en divorcio, son capaces de sonreír y convencer a su hijo/a de que absolutamente todo va bien. Consiguen la fortaleza para hacerse cargo de cualquier situación adversa y encontrar una salida airosa. Aprenden las facultades pedagógicas para ayudar a su hijo a entender los problemas del colegio o instituto y se impregnan de la sabiduría para darles consejos sobre la vida, deseándoles siempre lo mejor, y sobre todo ofreciéndose en todo momento con mucha paciencia. Es la paciencia con la que las madres ven que sus hijos llegan a una edad donde se resisten a mostrar su afecto públicamente. Y más adelante empiezan a percatarse de que la mayor parte de su vida se les ha pasado cuidando de sus hijos quienes tal vez la vean ahora como un estorbo.

Sin embargo, hoy me gustaría hacer honor a estas valientes mujeres, que lo han dado absolutamente todo altruistamente. Y es que en esta vida, al igual que hay que mirar hacia delante para saber hacia dónde vamos, también es preciso mirar hacia atrás, recuperando la casa familiar (ese lugar en el que crecemos queriéndolo abandonar, y cuando lo dejamos, pasamos a añorarlo) para recordar de dónde venimos. Y en ese momento vuelve a surgir la figura de nuestra madre.

Así que, por todo esto y por mucho más, feliz día, mamá.

 

 

Tengo el alma rota

Por Annabel Arcos Ruiz

Carrera de la Mujer.

Una mujer portando una peluca rosa durante la X Carrera de la Mujer. (NACHO CEMBELLÍN)

¿Has llorado alguna vez en silencio? Con aquel llanto ahogado, con el alma rota de dolor. Cuando hasta a las lágrimas les cuesta salir. La primera vez que lloré así fue cuando mis padres y mi hermana se fueron de viaje al cielo. Y aunque no volvieron, yo siempre les siento cerca. Hoy me he roto por dentro. Y no me importa decirlo, porque las fuertes también lloramos, también nos quejamos y también necesitamos ayuda. Hoy me he roto por dentro, pero mañana me pondré superglue en el corazón y me levantaré de nuevo.

Ayer fui a la asociación de ayuda a los enfermos de cáncer. Y me compré mis dos primeros pañuelos. Y me probaré también pelucas. Como decía mi madre: “Nena, a todo el mundo no le sienta bien el pelo corto”. Pues nada, yo toda fashion. Me siento un poco como Míster Potato, que me iré descomponiendo pieza a pieza: ahora el pelo, ahora las cejas, ahora las pestañas… Me decía una compañera que el día que la diñe estaré ardiendo en la hoguera 5 días, de todos los postizos que llevo. Como aquel capítulo de El Príncipe de Bel Air donde su novia se iba quitando las uñas y las pestañas postizas.

Hoy me he roto. Pero mi compi de equipo quiere ir al cine. Y tengo el alma rota. Pero mi compi de vida quiere unos nachos con queso. Y sólo tengo ganas de llorar. Pero mi compi quiere pedalear la vida al sol. Y yo sólo quiero gritar. Pero mi compi me coge de la mano para que viva. Así que mi alma rota y yo nos vamos con mi compi, con la luz que me ilumina. Porque sin ella no puedo. Sin ella no quiero.

Va por ti, Aina.

La mama, que t’estima fins a l’infinit i més (Mamá, que te quiere hasta el infinito y más).

Feliz día.

Todo era mentira

Por Ángel Villegas Bravo

La atleta palentina, Marta Domínguez, durante su participación en Londres 2012 (EFE).

La atleta palentina, Marta Domínguez, durante su participación en Londres 2012 (EFE).

En mi casa, cuando competía, todos nos reuníamos alrededor del televisor, ilusionados, seguros de presenciar un derroche de esfuerzo, de pundonor, de entrega. A medida que la prueba avanzaba, empezábamos a ponernos en pie, a lanzar exclamaciones, a animar, como si estuviéramos en el estadio: ¡Vamos, Marta, vamos, Marta!

Al final, el júbilo, los abrazos y los elogios; la celebración, como si Marta fuera de la familia; era de la familia, de la familia de los que amamos el deporte y admiramos a los que lo dan todo, triunfen o no, pero dejándose la piel. Y Marta era así, creíamos que era así.

Ahora sabemos que todo era mentira, que Marta nos ha engañado, ha engañado a todos los que la seguíamos con devoción, ha engañado a sus compañeros atletas y les ha robado prestigio y, tal vez, la oportunidad de algún triunfo a los que competían limpiamente, sin trampas.

En lugar de recurrir (otra vez más)  debería pedir perdón a todos los que nos sentimos engañados, a todos sus compañeros deportistas, y darnos, al menos, la oportunidad de perdonarla, de sentir que está arrepentida. Y debería tener un gesto: devolver todo el dinero que se ha embolsado injustamente, incluido su sueldo de senadora.

 

La batalla que gané

Cáncer de mama.

Una mujer con una pañoleta rosa, color representativo de la lucha contra el cáncer de mama. (ARCHIVO)

Por Rosa Matacás Cámara

Cada día sale de nuevo el sol, para recordarme que sigo sintiéndolo rozar mi cara. Hace ya muchos años de mi gran mal momento, pero aun recuerdo cada minuto, cada día, cada segundo de lucha. Me estremezco cuando recuerdo recorrer por mi sangre, ese liquido que a la vez que me sanaba, también me maltrataba duramente. Pero gracias a eso hoy puedo estar escribiendo estas líneas.

Al igual que muchas mujeres luchan hoy en día por lo mismo que luché yo, es un sentimiento con necesidad de ser compartido. Cada vez que mis ojos se abrían por la mañana, era un pensamiento positivo. «Sigo aquí». Momentos en los que ves que vas a caer, pero en unos segundos vuelves a levantarte. No piensas en nada, ni en nadie, solo en dos hijas que son mi vida y mis ganas de seguir luchando, aunque eso me mate por dentro.

Ver sus caritas, sus ojos clavándose en mi mirada, porque no entienden por qué su madre no tiene pelo. Sentir que siendo pequeñas, saben que no quieren ver a su madre de esta manera. Saber que por ellas esta lucha vale la pena, y no perderte ni un momento de sus juegos, de sus risas y de sus caricias.

Es duro mirarse al espejo y no verte, porque no quieres mirarte. Pero sí es cierto que aunque todo ello es duro, ahora recuerdo aquellos momentos y sé que pude, que me levante, que me sentí orgullosa de haber ganado la batalla. Con ayuda del amor y unas manos familiares a las que poderte coger. El amor de una madre que pasa contigo cada tratamiento, sin mirar lo que le cuesta ver cómo te vas destrozando, cogiéndome de la mano para que se haga el camino más fácil. Y por supuesto un marido al que ves no decaer, al que ves como busca la manera de suavizar todo para ser feliz.

Al final todo en esta vida es lucha, y la mía no es mejor que las de todas las mujeres que lucharon, luchan y seguirán luchando para seguir viviendo y sonriendo a la vida con ilusión.