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Entradas etiquetadas como ‘estafa’

El caso de Nadia provoca rabia e indignación

Por Tamara González

Nadia y su padre (Facebook Fernando Blanco).

Nadia y su padre (Facebook Fernando Blanco).

Nada te hace creer más en la bondad humana que las manifestaciones solidarias. Sin embargo, cuando las supuestas buenas causas, en las que uno se implica, resultan esconder algo oscuro, se abren paso otros sentires: la rabia y la indignación.

Tras conocerse el fraude de los supuestos tratamientos de la pequeña Nadia Nerea, uno puede llegar a cuestionarse cada nuevo acto de participación o ayuda que se le presente. Pese a ello, quiero pensar que las estafas son excepciones y que los logros conseguidos y la satisfacción de haber contribuido en algo positivo superan al miedo y al enfado ante posibles nuevos engaños. Si en esta vida no nos mojáramos, nuestros corazones se secarían.

Dispuestos a pactar con el diablo si fuese necesario

Por Rafael Bueno

Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias (EFE).

Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias (EFE).

Ahí tienen ustedes a los políticos, los mayores enemigos del pueblo, una vez más, centrados sólo y exclusivamente en la defensa de sus particulares e indecentes privilegios. Es lo único que les importa.

Dispuestos a pactar con el mismísimo diablo si es necesario, y a comprar todo tipo de voluntades; por supuesto, con nuestro dinero. Dinero que no tiene el pueblo para cubrir sus necesidades básicas, ni para que sus hijos tengan un futuro mínimamente digno.

Pero como en esta dictadura de partidos el pueblo pinta menos que en la franquista, pues ellos a lo suyo.  ¿Por qué no recortan sus privilegios y cierran todos esos organismos inútiles que hay, como por ejemplo el Senado, las Diputaciones, los Reinos de Taifas de las Autonomías, y un larguísimo etcétera? Por ahí se va el dinero a chorros, porque ya casi hay más gente chupando, que aportando.

No hay país, por muy rico que sea, y no es precisamente nuestro caso, que aguante tal sangría de dinero. ¿Cuánto vamos a durar así? ¿Por qué no obligan a devolver el dinero a los que tan descarada e impunemente han robado, hasta arruinarnos a todos? Pero la culpa la tienen todos los que van a votar, porque así están manteniendo esta estafa política partitocrática que padecemos, y que nos tiene arruinados y oprimidos

Viviríamos en ‘jauja’ si se cumplieran todas las promesas electorales

Por María Olga Santisteban Otegui

Se dice que se puede vivir en «jauja» en un país soberbio e imaginario donde fluye la felicidad, donde todos y cada uno de nosotros viviríamos sin miedo a enfrentarnos a nuestras obligaciones y preocupaciones de cada día. Esto parece ser que sucedería si se cumpliesen todas y cada una de las promesas que escuchamos decir estos días a los políticos, ya sean «viejos» o «nuevos», en esta interminable pelea electoral.

Imagen del debate a cuatro el pasado 7 de diciembre (GTRES).

Tenemos tanto donde escoger como en un mercado del alfombras persa, desde las ya repetidas hasta la saciedad promesas de creación masiva de empleo, de un futuro maravilloso para nuestra juventud, mejor educación y sanidad pública y de calidad, lucha contra las desigualdades y un larguísimo e interminable etcétera.

Sería interesante que ya por ley u otro mecanismo oficial, los partidos políticos se viesen obligados a cumplir mínimamente sus programas electorales, y que los ciudadanos no nos sintiésemos estafados después de éstas o aquellas elecciones. No nos olvidemos también de que tenemos ahí siempre a la vieja Europa vigilante, así que, que nadie se pase de la raya prometiendo,  porque luego hay que rendirle cuentas.

A partir del día 21 de diciembre,  ¿seguirá habiendo el mismo número de parados? ¿Podrán regresar los miles de emigrantes que se fueron en busca de un porvenir que aquí no tenían? ¿Se resolverán acaso todos y cada uno de los grandes retos que han prometido solucionar? En definitiva, ¿viviremos en ese ‘país de jauja’ maravilloso y feliz? ¿O nos daremos de nuevo de bruces con la dura y para algunos triste realidad?

Cobros abusivos a las personas mayores

Por Charo Díaz Romero

Mi padre ha fallecido recientemente a los 87 años. Mi madre de 81 años de edad, bajo nivel cultural y escasos conocimientos de lectoescritura, necesita ayuda para enfrentarse a todo el maremágnum de facturas, papeles del banco, etc.

En unos días he tenido conocimiento de su situación:

Un grupo de jubilados (Archivo)

Un grupo de jubilados (Archivo)

En Bankia, donde tenían la cuenta con sus ahorros y domiciliadas sus pensiones, les estaban cobrando anualmente 40€ por una tarjeta Visa que he anulado. Posteriormente le han emitido una con las mismas utilidades y que resulta totalmente gratuita para los pensionistas.
El teléfono lo tenían contratado con Telefónica y pagaban cerca de 50€ al mes y sólo disponían de tarifa plana a números fijos nacionales. Les he gestionado con otra operadora una tarifa por la que abonan 12€ al mes con los mismos servicios.
Asimismo, reembolsaban todos los meses 3€ en concepto de alquiler por el aparato de teléfono, desde hacía más de 20 años. Cuando he preguntado a Telefónica por este aparato me han informado que su coste es de 9.95€. ¡Y ellos han pagado más de 500€ por él!

Y respecto a los suministros de luz y gas, tienen varios contratos firmados, en los que apenas se encuentran rellenas las casillas con los datos, difícilmente legibles por estar en papel autocopiativo, por lo que es imposible deducir qué tienen contratado. Preguntándole a mi madre a este respecto, sólo sabe que se han presentado en varias ocasiones de la compañía y les decían que era necesario que firmaran para actualizar su situación.
Del gas he podido conocer llamando a la compañía que tienen contratado un servicio de mantenimiento de la caldera por el que le cobran 18€ en cada factura, cuando el total de la misma ronda los 37€. Su caldera tiene un valor de aproximadamente 100€ y abonan anualmente 108€ por este servicio de mantenimiento, que también he anulado.

Además, he cancelado un servicio de «cuota fija mensual», que tenían contratado y por el cual pagaban de gas cada dos meses 60€, aunque su consumo fuera menor (como he indicado, de unos 37€), anualmente les devolvían el resto cobrado y no consumido.
Ahora estoy con el suministro de electricidad, ya que tienen contratada una potencia fija, que creo resulta innecesaria para satisfacer sus necesidades y por el que le cobran otra cantidad desorbitada.

Mi padre era un hombre muy honesto y como tal, creía que lo eran el resto de los mortales; este exceso de confianza en el prójimo y los desmanes que esta sociedad nuestra permite a bancos, operadores de telefónica, compañías eléctricas, y demás, generan en nuestros mayores una auténtica situación de indefensión, de la que muchos se aprovechan.

Todo esto me ha llevado a pensar en lo necesario que es acercarnos a nuestros padres con tacto y con cariño, y ofrecerles nuestra ayuda en todas aquellas cosas que pensamos que «aún controlan» y de las que están siendo objeto de engaño por tantos indeseables, con el beneplácito de la sociedad.

 

Francisco Nicolás, ‘El Grande’

Por Eva Rizo Gómez

Francisco Nicolás (REDES SOCIALES)

Francisco Nicolás en una imagen junto a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. (REDES SOCIALES)

El “pequeño” Nicolás.  Más bien, Nicolás ‘El Grande’.

Todavía nos preguntamos hoy cómo es posible que un chaval de 20 años haya conseguido tan tremendo éxito, pero claro, si nos paramos a pensar por un momento, en España tampoco es tan difícil que esto ocurra.

Tan solo hay que mirar a nuestro alrededor, quién no conoce a alguien, que ocupa un puesto de trabajo no precisamente por sus méritos, y que además su efectividad deja mucho que desear.

Es muy probable que en esta reflexión podamos dar varios nombres.

Desgraciadamente, es un hecho, así que no es de extrañar que Nicolás, ‘El Grande’, haya sabido adaptarse muy bien a este sistema y haya conseguido llegar tan lejos con solo su palabrería, regalando los oídos a las personas con las que se codeaba y atribuyéndose contactos influyentes.

¿De qué nos sorprendemos?

Anciana invidente estafada por un taxista

Por R. P.

A la atención de un taxista de Sevilla.

Taxis en una parada de Sevilla. (ARCHIVO)

Taxis en una parada de Sevilla. (ARCHIVO)

«Me he enterado de un asunto muy desagradable referente a una carrera que hiciste desde la estación de trenes de Santa Justa hasta la estación de autobuses de Plaza de Armas. Una carrera en la que llevaste a una señora mayor que además era invidente.

Cuando la recogiste en Santa Justa te aseguraste de meter su maleta en el maletero, así empezaba la jugada. Después, en lugar de llevarla directamente a su destino, diste mil vueltas por la ciudad creyendo que la viajera no conocía Sevilla. Cuando por fin consideraste que era demasiado descarado seguir dando vueltas y decidiste dejarla en Plaza de Armas, sólo tenías que bajar la bandera y poner la mano. Le costó, a esa anciana invidente, 80 euros la mala suerte de haberle tocado a ti como taxista, y 80 euros sucios que te metiste en el bolsillo.

Ella protestó, como es lógico, se negaba a pagar semejante cantidad, pero para eso tenías su maleta secuestrada en tu maletero. Amenazaste con dejar a la mujer tirada y llevarte su equipaje si no soltaba el dinero.

Espero que te lo hayas pasado bien en la Feria de Abril con esos cochinos 80 euros que conseguiste extorsionando a una anciana discapacitada. A saber cuánto dinero te habrás embolsado con esta práctica.

Pero tú sigue así, sin dar la cara, no vaya a ser que los taxistas que sí son honrados se te echen encima. Sigue aprovechándote de los turistas, los discapacitados y la buena gente que no tiene por costumbre desconfiar de los demás.

Hasta que algún día te pillen. Hasta que algún día, a alguien que caiga en tus redes y que previamente haya leído esta carta, le dé por exigirte una factura en la que se indique el trayecto realizado (origen y destino), el importe y tu número de licencia«.

Historia de un timo (o la angustia por conseguir un trabajo)

Por Álvaro

Antes de contar mi historia, me gustaría ponerles en antecedentes para comprender un poco el origen de todo; tengo 27 años, y hace tres años acabé la carrera de comunicación audiovisual pero como a tantos jóvenes hoy en día es difícil encontrar un trabajo estable y en más aun relacionado con nuestros estudios, y llevo desempleado desde finales de noviembre de 2012 sin tener suerte en encontrar trabajo desde entonces. Explico esto porque muchas veces la desesperación o las ganas por conseguir un empleo nos ciega de alguna manera. El pasado día 30 de julio recibo a las 9 de la mañana una llamada de un allegado mío que me comunica que me va a pasar con alguien que está buscando gente para trabajar; Esta persona dice llamarse José Luis y trabajar en una empresa que se encarga del mantenimiento del metro y, tras unas breves preguntas sobre mí, me ofrece un trabajo bien remunerado como ayudante suyo. Este individuo queda en llamarme más adelante para seguir la conversación.

Un par de horas más tarde recibo una nueva llamada de esta persona, que tras contarme algún otro detalle sobre el trabajo, me ofrece reunirme con él para vernos cara a cara y me cita en una calle cercana a Sol donde, se suponía, estaba trabajando en una avería. Un rato más tarde, llego al sitio indicado y tal como me había dicho allí estaba; Un hombre de unos 60-64 años, de unos 1,75 metros de altura, complexión media y pelo canoso que vestía un mono azul y amarillo de mantenimiento.

El hombre insistía en disculparse por el lugar y la premura del encuentro pero se excusaba diciendo que llevaba toda la noche trabajando en una avería y que le urgía encontrar a alguien para trabajar. Con un tono afable y cercano y en muchos momentos mencionando a mi allegado y aportando datos suyos me cuenta en qué consiste el trabajo y las condiciones laborales del mismo. El hecho de que me hablase con tanta cercanía sobre mi allegado me hizo, en cierto modo, bajar la guardia y confiar en esta persona más de lo que debería haberlo hecho.

Del mismo modo, aunque el trabajo no estaba relacionado con mis estudios y aún siendo yo un negado en temas de electricidad y mantenimiento, las ganas de trabajar y ver tan cerca un empleo que parecía estable y bien remunerado sirvieron también para cegarme ante lo que estaba ocurriendo.60167 El hombre no hacía sino meter una gran cantidad de datos en mi cabeza y de forma continuada para no dejarme pensar con claridad ni que me diera tiempo a asimilar la información. Él me llevaba a su antojo a donde quería y a cada consulta que pudiera hacerle o a cada cosa que decía o hacía, él sabía como responder.

En un momento dado de la conversación, me comenta la idea de empezar esa misma tarde, para que así me fuera enseñando en qué consistía nuestra labor y para poder empezar a pleno rendimiento el 1 de agosto. Me explica también que, para realizar dichas labores, me haría falta un material especial consistente en unas botas de alta tensión y unos guantes específicos para trabajar con corriente y que dicho material me lo tendría que costear yo en un primer momento pero que, a la firma del contrato, se me abonaría todo el importe.

El hombre se ofrece a acompañarme en todo momento a comprar dicho material pero me indica que el pago debe ser en efectivo pues en esas tiendas no aceptan tarjeta por lo que, mientras el hombre se queda atendiendo unas llamadas, me acerco a un cajero próximo para sacar efectivo.

Un vez reunido nuevamente con él, realiza varias llamadas a supuestos compañeros de trabajo preguntando sobre la tienda más cercana donde comprar ese material. El hombre me comenta que uno de los supuestos compañeros se ha ofrecido a comprarme las cosas al encontrarse cerca de una de las tienda y de ese modo, al ser ya cerca de las 12:30 del mediodía, me daría tiempo a volver a casa a comer y volver de nuevo a Sol para reunirme con él a las 14:30 y comenzar a trabajar.

En ese momento, le entrego la cantidad de 200€ que era lo que aproximadamente me había dicho que costaba el nombrado material.

Quedamos entonces en volver a encontrarnos a las 14:30 en la estación de Sol y me facilita un número de móvil para ponerme en contacto con él una vez me encontrase en el lugar. No es hasta encontrarme allí y tras llamarle repetidas veces pues eran ya cerca de las 15:00, cuando caigo en la posibilidad del engaño, que se confirma tras llamar a mi allegado y comentarme que había conocido al tal José Luis pocos días antes en la galería comercial donde trabaja.

Obviamente en frío y analizando todos los detalles, hay muchos puntos en los que, normalmente, hubiera saltado en mi cabeza una alarma avisándome del peligro y de la posibilidad de que ese hombre me estuviera engañando.

El hecho de entregar en mano una cantidad tan importante de dinero a un hombre desconocido es inconcebible si no fuera porque este hombre viene a través de una persona de confianza mía que te hace a su vez bajar las defensas y confiar en él, pues no entra en tu cabeza la idea de que tu allegado te haya puesto en contacto con un estafador, el cual llevaba unos días labrándose la confianza de gente como mi allegado que le pudieran facilitar de forma inconsciente “presas” en la misma situación que la mía.

Ese es otro punto importante y, como he explicado al principio, la situación laboral que atravesamos muchas personas actualmente nos hace muchas veces lanzarnos de forma alocada ante cualquier trabajo sin pararnos a recapacitar y analizar todos los puntos importantes que requiere la situación.

Desgraciadamente, hay muchos personajes que no dudan en aprovecharse de los momentos de debilidad de las personas y los explotan para beneficiarse sin ningún tipo de miramiento.

Por último, decir que este escrito no tiene otro objetivo que el de alertar a esa gran masa que se encuentra en la misma situación que yo y que, por lo tanto puede ser objetivo de estos seres sin escrúpulos. Si consigo que una sola persona lo lea y con ello, la evite pasar por el mismo trago por el que he pasado yo, habrá merecido la pena.

Por mi parte, creo que estas experiencias aportan a quienes le ocurren, un aprendizaje o lección difícil de olvidar. No obstante, no es necesario ir con miedo por el mundo y con la psicosis de que todo el mundo quiera hacerte un mal, pero sí prevenido ante posibles obstáculos que se puedan presentar en el camino.

Intento de estafa con la revisión del gas

Por Félix Álvarez Mariña

Cocina de gasQuisiera denunciar un intento de estafa que hemos sufrido y en la que hemos estado a punto de caer. El día 25 de marzo de 2013 se presentaron en mi casa unos señores para hacer una inspección de la instalación de gas. Se identificaron como trabajadores de la supuesta empresa ‘Mantenimiento y revisiones Sur, S.L.‘, con domicilo en la calle de San Félix número 3 y con C.I.F. B-27777358. Pedían que les abonáramos 140 euros en efectivo por vivienda, de lo contrario en 24 horas nos cortaban el suministro de gas según una supuesta orden del Ministerio de Industria.

Les  pedimos que nos dejaran la factura para revisarla y se negaron. Como nos pareció extraño, nos pusimos en contacto con Gas Natural, que es la empresa suministradora, y nos dijeron que ni se nos ocurriera pagar nada que eso era una estafa.

Les digimos que no les íbamos a pagar ninguna cantidad y al ver nuestra reticencia, desistieron y con el pretexto de que iban a hacer otra revisión se fueron y no han vuelto a aparecer.

Tengan cuidado con estos delincuentes estafadores sin escrúpulos que se aprovechan de la gente con intimidaciones, sobre todo las personas mayores.

Revisiones de gas: ¿Quién protege a nuestros mayores?

Por Soledad Navas

El motivo de este artículo es el denunciar el abuso  que sufren  las personas mayores  e indefensas por parte de empresas supuestamente legales y pero sin escrúpulos. Concretamente,  le ha ocurrido a mi madre (88 años). Una empresa de mantenimiento y revisión de gas, sita en Parla (Madrid), cobró una cantidad abusiva incitando a realizar un servicio supuestamente obligatorio.

Durante varios días la llamaron y acosaron  por teléfono para que realizase una revisión del gas en su vivienda; ella se negaba argumentado que Gas natural ya la había realizado, pero  el comercial insistía en que era obligatoria; la amenazaron diciendo que si no la realizaba le cortarían el suministro del gas y que ella sería responsable de cualquier accidente. Temiendo las consecuencias, consintió en hacerla a un coste de 60 euros.

GasSe presentaron en su domicilio efectuando una  rápida revisión. Finalizada la misma le dijeron que tenía un coste de 267,05 euros. Ella se quejó del importe,  les dijo que era pensionista y no podía pagar tanto dinero, hicieron caso omiso indicando que reclamase a la empresa, pero que tenía que pagar en el momento y en efectivo. Amedrentada por la situación, una persona mayor sola en su domicilio con dos individuos, hizo frente al pago ya que acababa de cobrar la pensión de 600 euros, siendo consciente del perjuicio económico que le suponía. Me puse en contacto con la empresa y al pedir explicaciones la persona que me atendió intentó embaucarme  no sabiendo explicarme el servicio que habían prestado, y al carecer de argumentos terminó colgándome el teléfono de muy malas maneras.

He puesto una denuncia en el Ayuntamiento de Madrid, aunque con tanta corrupción ¿a quién le va importar el abuso de nuestros mayores? ¿Servirá pará algo? Ya no es cuestión de recuperar el dinero, sino de que no vuelvan a engañar y abusar de personas mayores e indefensas amparándose en la legalidad.

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Por Diana [15-2-2013]

“No hay duda, es un timo”

Mi carta es en apoyo a la publicada el 13 de Febrero, escrita por Soledad Navas [sobre estas líneas]. Mi madre tiene 60 años, no vive sola. Recibió una llamada de un supuesto técnico de gas para realizar la revisión cuanto antes, en esa misma tarde, que costaría unos 60 euros y que era obligatoria… mi madre, desconfiada de esa llamada, les dijo que nadie la había avisado antes para hacer esa revisión y que no le venía bien en ese momento. Minutos después volvió a llamar, la misma persona, diciéndola que estaban ya cerca de su domicilio e insistiendo en que iban a proceder a realizar la revisión… Mi madre, más mosqueada aún todavía, les dijo que no fueran a su casa porque no les iba a abrir la puerta y les colgó el teléfono. Unos cinco minutos más tarde volvieron a llamar, insistiendo más aún en la urgencia de esa revisión; mi madre ya no les dejó hablar más y les dijo en un tono muy contundente que bajo ningún concepto se atrevieran a presentarse en su casa, y volvió a colgar el teléfono. No acudieron al domicilio.

En cuanto me lo contó recordé la carta que había leído de Soledad. No hay duda, es un timo y estoy casi segura de que buscan a personas a partir de cierta edad. Afortunadamente, a mi madre no lograron estafarla. Quiero poner así en aviso a todas las personas para que no se produzca ninguna estafa más.

Fallecidos cobrando la Ley de Dependencia… o cómo un “estafador” puede ser “decente”

Por Patricia Arias

Hace ya varias semanas que llevo escuchando en los medios la cantinela de «malos ciudadanos» que están cobrando la ayuda a la ley de Dependencia aun habiendo fallecido el familiar dependiente. Aquí va mi caso, yo también estoy entre esos «malos ciudadanos estafadores». Mi abuela falleció el 23 de noviembre de 2012 y cobraba mensualmente la ayuda a la dependencia. El certificado de defunción tardó en llegarnos unos 15 días y, en cuanto lo tuve en mis manos, empecé a hacer llamadas tanto a clases pasivas como a la Comunidad de Madrid para que anularan la ayuda.

anciano

La chica que me atendió por teléfono me dio la dirección de envío del certificado, ya que no residimos en Madrid. Le comenté si tendríamos que devolver las transferencias que llegaran a partir de ahora. Me dijo que no lo hiciese, ya que sería más lioso. Le di la opción de cancelar la cuenta (así no llegarían ni a entrar) y me dijo que tampoco, que tenía que aceptar las transferencias y que me llegaría a casa una carta de pago para devolver las transferencias indebidas; aun así, me advirtió que podría llevar bastante tiempo. Sólo quería denunciar que seguro que mi caso no es el único y que seguro que en esa lista de «estafadores» hay gente decente, pero ante la sociedad se nos ve de esa manera, por culpa de la incompetencia o la falta de medios de la administración. Por cierto, estamos ya casi en febrero y aún siguen llegando las transferencias de la Comunidad de Madrid.