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Entradas etiquetadas como ‘enfermos’

Carta de un enfermo grave de covid a Victoria Abril, Miguel Bosé y resto de negacionistas de esta pandemia

Por  Julio González Tolmo

Contraje el coronavirus con 64 años en marzo del pasado año 2020. He sido un enfermo grave de covid. Siete meses después de darme el alta hospitalaria todavía sigo con secuelas físicas.

Estoy muy indignado con los comentarios que vengo oyendo sobre el coronavirus por parte de Victoria Abril, Miguel Bosé y otros negacionistas. Me da la sensación de que su negación sobre esta maldita pandemia la manifiestan por llevar la contraria sin más y así que se hable de ellos aunque sea mal, porque si no, no se entiende.

Si no fuese un tema tan serio y preocupante me daría igual. Ingresé el 25 de marzo de 2020 en el hospital La Paz de Madrid, estuve allí cuatro meses y una semana, de ese tiempo 21 días en la UCI. He sido, como muchos, un enfermo covid con múltiples complicaciones, neumonía bilateral, trombo pulmonar, derrame cerebral, pequeño ictus, coágulos, atrofia en los nervios femoral de una pierna, afonía casi total y alguna que otra más.

Después de más de 7 meses desde que me dieron el alta hospitalaria todavía arrastro secuelas como deficiencia respiratoria, dificultad para andar y, de vez en cuando, dolor de cabeza. A pesar de todo esto me considero afortunado por haber podido sobrevivir a esta maldita pandemia.

Yo no tenía patologías previas, he hecho deporte siempre, no fumaba y he llevado una alimentación más o menos saludable. Mi familia, mis amigos y yo sabemos de verdad lo que es este virus porque lo hemos sufrido. Por eso cuando oigo y veo a personas haciendo ciertos comentarios, casi mofándose del «corona-circus» como lo llama Victoria Abril, siento mucha indignación.

A esas personas que dudan de la pandemia y de sus graves consecuencias les diría que pasaran por cualquier hospital y vieran alguna planta de covid o de UCI por covid o simplemente que visitaran algún centro hospitalario de rehabilitación post covid, como el de Cantoblanco en Madrid donde yo estuve; verían, como yo he visto, pacientes que ya han pasado el covid y están esperando para hacer sus sesiones de rehabilitación sentados en sillas de ruedas, atados al respaldo de la silla para que no se caigan.

Facultativos atienden a un paciente con Covid-19 en la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba, en una imagen de archivo.

Facultativos atienden a un paciente con Covid-19 en la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba, en una imagen de archivo.

Yo no les pido que sean solidarios con las víctimas de esta pandemia, porque es evidente que no lo son, demuestran cero empatía con los que desgraciadamente hemos sufrido esta enfermedad. Sin embargo, lo que al menos deberían tener es un mínimo de respeto por todas las miles de personas que desgraciadamente han fallecido por el coronavirus, por sus familiares, por todos los miles de enfermos como yo que lo hemos pasado muy mal estando al borde de la muerte, por nuestros familiares, que han sufrido nuestra enfermedad sin poder vernos en muchos momentos por las medidas de seguridad y con el temor de que en cualquier momento les llamasen por teléfono del hospital para decirles lo peor.

Yo no les deseo a ellos que se contagien (porque no deseo el mal a nadie) como yo me contagié para que vieran realmente lo que se sufre. Seguro que no hablarían de la forma tan frívola como lo hacen. Pero si quieren hablar y cuestionar seriamente el coronavirus que al menos antes se informen con verdaderos profesionales.

Antes de finalizar mi carta quiero dar las gracias, toda mi admiración, todo mi respeto y todo mi cariño a los verdaderos héroes que son todo el personal sanitario que están jugándose cada día sus vidas con esta maldita pandemia para salvar las nuestras, aunque algunos sean incluso negacionistas.

Diario de una enfermera en la trinchera del coronavirus: No soy ninguna heroína

Por Sandra Aparicio Mendizábal

A medida que van pasando las semanas tenemos más asimilada la situación actual… Los días que tengo para descansar (que son pocos) mi cabeza tiene momentos de lucidez en los que me da por reflexionar

Soy enfermera [en el Hospital San Eloy de Barakaldo]. Trabajo en una planta con pacientes infectados por coronavirus. Y tengo que confesar que siento una mezcla de rabia y orgullo cuando escucho que nos llaman héroes. Puesto que eso puede significar restar heroicidad a mi padre, por ejemplo, que se levanta a las cinco de la mañana para seguir trabajando, y no es sanitario.

Y siento orgullo. Porque no tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que para ir a trabajar a un hospital o centro de salud (seas lo que seas) con la que está cayendo hay que tener algo bonito dentro (no sé si heroico).

Sandra, de verde, con su amiga Isabel en el hospital en el que trabajan.

Hay gente que piensa que es nuestro trabajo y que no somos merecedores de tanto reconocimiento (ni más ni menos que el que se nos daba antes de todo esto). Este pensamiento seguro es típico de aquel que lleva interiorizado que mi sueldo sale de su bolsillo…, en fin.

Cerca del que sufre

Ya de antes creía que en nuestros trabajos no se puede pagar con dinero el esfuerzo mental que supone estar tan cerca del que sufre por enfermedad. Algo tan de siempre que me sorprende que la gente esté ahora empezando a valorar.

Ahora bien, lo que pienso que no es de siempre y que ha llegado de sopetón es la cantidad de esfuerzos que se suman a la mochila del sanitario en estos tiempos de coronavirus. Y voy a enumerar unos poquitos que se me ocurren así, rápidamente…

El esfuerzo mental de no dejarte arrastrar por el miedo e ir a trabajar con la mejor de tus disposiciones. Pese a estar sintiendo que puedes estar poniendo en riesgo a tu familia. O bien lo contrario, el esfuerzo mental de decidir libremente alejarte de los tuyos por pensar que les puedes estar poniendo en peligro.

Transmitir tranquilidad y serenidad a los demás

El esfuerzo mental de transmitir tranquilidad y serenidad a los demás los días que a ti también te come la ansiedad. O el trabajar sin pararte a pensar, dejando de lado que puedas estar poniendo tu vida en riesgo, seas una persona entrada o no en edad, también es un esfuerzo mental.

Y cuando consigues sacar adelante el día llevando esa mochila, en ese contexto de machaque psicológico, te acuerdas de lo que pesa el esfuerzo físico, porque el estrés y los turnos también son cansinos. Sin entrar en pequeños detalles, como las heridas en las manos o las marcas de la cara. Cosa que, personalmente, me escuece menos que la puñetera barrera virtual con mi familia.

La mochila de esfuerzos pesa demasiado. Y el miedo es libre

A mí lo que realmente me parece heroico y acojonante es que todavía no me he encontrado con nadie que diga “lo siento, pero yo así no trabajo”. Y no le faltarían motivos. Porque la mochila de esfuerzos pesa demasiado. Y el miedo es libre.

Sin embargo, la realidad que yo vivo (y que comparten mis compañeras en otros hospitales) es la de un equipo remando todos a una. Con alegría, con entusiasmo y con compañerismo. Y con humor, porque verte disfrazada con una bolsa de basura, cual niño de preescolar en el desfile de carnaval, o te lo tomas con humor o no te lo tomas.

En el hospital.

Algo de humor como distensión.

Vas al hospital y punto. Y vas bien. Y hasta echas unos bailes con el EPI puesto (cuando no son carreras porque un paciente se pone malito).

Sin dejarte vencer. Por vocación

Y lo haces día a día. Sin dejarte vencer. Por vocación, o por responsabilidad social. Por tus familiares y por toda esa gente a la que quieres. Por esa sensación que compartimos todos de ‘somos lo única esperanza que la sociedad tiene para que todo esto pueda salir adelante’.

Somos personas que tenemos familias. Y sentimientos, cuando se nos permite. Y que queremos que todo esto pase cuanto antes. No sé si somos un equipo de héroes o de kamikazes. Pero lo que si tengo seguro es que la gente no viene sólo porque es su trabajo. Porque amigos, el trabajo se puede pagar con dinero, pero esto no.

Familia y amigos, a los que tengo muchas ganas de abrazar

Algunos pensarán que no es para tanto. A otros les absorbe la histeria que promueve la televisión y te preguntan que si es para tanto (como si a los sanitarios, por estar dentro del mundillo, no nos hubiera pillado de sopetón y no flipásemos igual que los demás).

No sé, yo desde la trinchera no tengo ni idea de lo que es o deja de ser. Sólo sé que es raro, es duro y es feo. Asi que animo a todos los compañeros a seguir luchando para que esto pase. Que pasará.

Y yo, personalmente, convivo con una gran satisfacción personal pero no me siento héroe. Lo que me siento es agradecida y afortunada por el soporte tan sólido y bonito de familia y amigos que me ayudan a remar. A los que, como todos, tengo muchas ganas de abrazar.

Los mayores tienen derecho a UCI, ellos no pueden alzar su voz

Por Mayte Plata

Tengo a mi padre en el Hospital Clínico de Barcelona donde, a sus 75 años y con una vitalidad que no la tienen muchos de 40, se debate entre la vida y la muerte ya que tendría que estar en una cama de UCI por su gravedad. El problema que hay es que no tienen camas de UCI suficientes y cuando se vacía una colocan a una persona menor de 65 años.

Mi padre, José Plata Madrid, con 75 años, ha estado trabajando más de 50 años, los últimos 30 en la antigua empresa Wagons Lit (empresa que ya no existe). En esos 30-35 años encima del tren atendiendo a los viajeros se perdió el nacimiento de su hija, casi todos sus cumpleaños y aniversario de su mujer, no pudo estar lo que él hubiera querido al lado de su hija cuando ha estado enferma, y ahora que empieza a disfrutar de su familia ocurre esto, que no le dan una cama de UCI.

Las manos de un anciano.

Las manos de un anciano.

Nadie sabe lo duro que es decirle a un médico que yo compro esa máquina para mi padre (sacando el dinero de amigos y de debajo de las piedras) y oír decir que, primero, vale mucho dinero, segundo, que no hay ya fabricadas (mientras que en Lepe hay un empresario que está fabricando pero no las ha homologado) y por último que aunque me la aceptaran seguramente no iría para mi padre.

¡Por favor, se trata de nuestros mayores, es la vida de nuestros mayores!, personas que han estado trabajando toda su vida y pagando su Seguridad Social para que ahora no tengan derechos ninguno, ni ellos ni sus hijos. Es una vergüenza que estén apuntando con el dedo quién vive y quién debe morir.

Estoy destrozada porque ya no sé qué hacer para que le pongan en UCI. Hay que hacer algo por nuestros mayores ya que ahora ellos están graves en un hospital y no pueden alzar su voz.

Dignidad en el pasillo de Urgencias

Por Isidro Veciana

Por desgracia tuvimos un familiar en el servicio de urgencias de un hospital público de Barcelona. Tiene una situación delicada con tratamiento de quimio, etc. Es cierto que nos atendieron muy amablemente pero cuando le tocó su turno le atendieron y le dejaron esperando en un box. Hasta ahí todo normal, exceptuando la gran multitud de pacientes en comparación con el mínimo personal que había. A medida que avanzaba la tarde iban llegando más urgencias y mi familiar fue reubicado a una zona más tranquila, el pasillo. Así se ha pasado todo el fin de semana y no ha sido el único.

Lo dejaron en el pasillo ya que no había camas ni mantas ni personal suficiente como para subirlo a planta y dejarlo ingresado. ¿Es lógico que un hospital no tenga camas? Pues se ve que en los tiempos que vivimos sí, es algo habitual, y no porque los hospitales sean pequeños ni porque haya una epidemia y los hospitales estén desbordados, no señores, no es nada de eso, es porque no hay presupuesto….

¿Acaso nosotros no pagamos y hemos pagado la Seguridad Social cada mes como buenos contribuyente? Sí, claro que sí. Entonces, ¿dónde está todo ese dinero? ‘Qui lo ça’. Lo mas sangrante es que normalmente se ponen enfermos los más indefensos: niños y ancianos. Un señor o señora mayor ha contribuido a la Seguridad Social más que sobradamente. Y si ya es triste envejecer y encontrarse mal, es peor envejecer, encontrarse mal y saber que cuando vayas al hospital tendrás unas condiciones lamentables. Es muy injusto.

Urgencias

Un trabajor sanitario atiende a un paciente en el pasillo de un hospital. (ATLAS)

¿Cómo puede tratarse un enfermo en un pasillo, enseñando todas sus vergüenzas a todo el mundo? ¿Dónde queda la integridad de la persona, el derecho a la intimidad y el derecho a ser atendido en unas condiciones óptimas?

¿Y qué pasa si un familiar quiere quedarse a pasar la noche? Le espera un confortable taburete, eso siempre que sea afortunado y no lo necesiten porque si es así se quedará de pie toda la noche. Pero, claro, ¿cómo te puedes ir a casa sabiendo que dejas a tu padre, madre, hermano en un pasillo? Imposible, ¿al final qué haces? Pues te autoconvences y das gracias por no estar enfermo y piensas que estar de pie no es nada en comparación a lo que le sucede a tu familiar.

Para finalizar hago una pregunta, dirigida al muy honorable president, presidente o a quien corresponda: Si el familiar al que dejan en el pasillo fuera el suyo, ¿no cambiarían las cosas? Disculpen por la pregunta, ya que el solo hecho de plantear algo así ya es cruel. Eso no se lo merece nadie. Piensen un poco en todo esto y, si tienen dudas, vayan a un hospital.

30 años cotizando en Muface y no me va a servir de nada

Por Ignacio Molina Romero

Declara el ministro Montoro y el director general de Muface que los funcionarios que estamos en es esta entidad seguimos teniendo una sanidad plenamente garantizada y de calidad. Desde el primero de enero de 2015 se nos ha expulsado de los hospitales donde hasta ahora se nos venía tratando a los enfermos oncológicos, lo que nos está generando una gran inquietud y una gran dosis de estrés y ansiedad.

Ahora debemos buscar otros médicos para que nos atiendan, ya que en los que nosotros confiamos para que nos curen de nuestra enfermedad ya no nos pueden atender a raíz de la firma del nuevo convenio con las entidades ASISA, ADESLAS, etc.. Nos han expulsado de la noche a la mañana de los hospitales donde hasta ahora se nos venía atendiendo. Algunos hemos intentado contratar una póliza privada y no ha sido posible a consecuencia de la gravedad de nuestra enfermedad y del costo que según estas entidades conlleva este tipo de enfermos.

Sede de Muface en Madrid. (WIKIMEDIA/Cvbr)

Sede de Muface en Madrid. (WIKIMEDIA/Cvbr)

Nuestros dirigentes del PP solo ven números e ignoran que antes de estos, estamos las personas. En una ocasión le escuché decir al sr. Ministro que el dormía bien. Pues bien, yo y otros muchos enfermos oncológicos llevamos desde comienzo de año sin poder hacerlo. Sea valiente y diga a la opinión pública lo que en realidad pretenden, que no es otra cosa que liquidar Muface. Otro nuevo recorte hecho de una forma muy canalla, sin hacer ruido y poco a poco año tras año. Llevo treinta años cotizando en Muface y, por lo que veo, no me va a servir de nada.

¿Traumatología y fisioterapia eficaz? Me temo que no

Por Ángel Estévez García

Un fisioterapeuta practicando un masaje a una mujer. (GTRES)

Un fisioterapeuta practicando un masaje a una mujer. (GTRES)

Me gustaría saber por qué ciertas enfermedades son tan maltratadas por el sistema sanitario, me refiero a enfermedades del aparato locomotor no autoinmunes como tendinitis, rotura de tendones, pinzamientos, condromalacia rotuliana y similares.

Se desprecia a los enfermos, y pobre del que tenga varias enfermedades como yo. El médico de cabecera te deriva al traumatólogo, él te dice que lo tuyo es del reumatólogo, el reumatólogo te medio mira y te da el alta, aunque seas crónico con vagas indicaciones.

¿Quién debe tratarnos? ¿Quién se dignará a explicarnos lo que tenemos y no salir corriendo de consulta? ¿Dejaremos de buscar por Internet lo que nos ocurre?

En realidad, tenemos muchísima suerte si nos mandan a fisioterapia, pero después de esperar meses, nos atienden de tres en tres, cuando no de seis en seis o más.

Sin olvidar, que accederemos a diez sesiones máximo, bastante pobres y sin masajes.

Con eso se cura o mejora poca cosa. Al final o pagas un fisioterapeuta privado u olvídate. No obstante, no todo el mundo tiene dinero para pagárselo.

Los voluntarios de ambulancias, en riesgo

Por Arturo

Quería transmitirles la indignación de un voluntario de Protección Civil como yo, que dedica todo su tiempo a ayudar a la gente en una ambulancia de un pueblo cercano a Madrid, donde trasladamos a accidentados y a enfermos al hospital. El pasado agosto el Estado sacó una norma -presionado por las empresas de ambulancias privadas- para borrar a todo servicio de ambulancias llevado por voluntarios; en la norma ni se nos nombra y solo en Madrid hay más de 6.000 voluntarios. El asunto ha sido que todos lo que realizamos labor en una ambulancia a partir de agosto debemos de tener una formación profesional, cosa que veo bien. Pero antes de este decreto todas las personas que actuamos en ambulancias teníamos que pasar un curso de 120 horas y estar registrados en la Consejería de Sanidad, y ahora todo esto no vale para nada.Ambulancia

Se ha pedido a la Consejería que, al igual que [ocurre con] los profesionales, se cree un proceso de homologación de los conocimientos adquiridos y horas de dedicación para acceder a una certificación profesional con un examen de lo que nos falta, lo que nos valdría para seguir “echando una mano” a los demás y no dejar localidades sin ambulancias. La Consejería de Sanidad no responde y la de Trabajo tampoco; están esperando a que se hunda todo el voluntariado de ambulancias y se tenga que pagar por todo. Por favor, que alguien recuerde quién sacó a Madrid en el 11-M, los voluntarios de SAMUR y todas las agrupaciones de voluntarios de Protección Civil y Cruz Roja, y así nos pagan. Y luego piden voluntarios para las Olimpiadas; no dejéis que hagan esto, por favor.

La salud, la inmigración y la demagogia

Por Luis Fernando Crespo Zorita 

La ley de Extranjería, que fue aprobada por una amplia mayoría parlamentaria pero no por el PP (dimisión del Ministro Pimentel), consolidaba en su artículo 12 la asistencia sanitaria para todos los empadronados, autóctonos o foráneos. Aznar hizo la campaña electoral del año 2000 prometiendo mano dura contra la inmigración, y ya entonces pretendía acabar con el “turismo sanitario”; cuando obtuvo mayoría absoluta endureció absolutamente las condiciones de acceso y permanencia de los inmigrantes en España pero no se atrevió a tocar el artículo 12.  Alguien le convenció de que además de extranjeros “irregulares” tendríamos enfermos desasistidos, y ninguna sociedad democrática puede permitirse este lujo. Ahora la amenaza universal de la crisis parece justificar los recortes más aberrantes contra la libertad y contra los derechos humanos fundamentales de los más débiles, o lo que es peor aún, como ha hecho Rajoy, le ponen precio de mercado.

El sistema público de salud es un sistema de protección social, esto es, todos aportamos aunque no todos lo necesitemos. Los estudios realizados por organismos públicos y privados sobre cuál es la aportación de los inmigrantes al sistema de salud y cuál es el gasto siempre son positivos: aportan más de lo que reciben. Los inmigrantes, regularizados o no, son sobre todo trabajadores jóvenes, solo acuden al médico cuando es absolutamente imprescindible para mantener sus  condiciones físicas y psíquicas para  el empleo.

Cuidar la salud es un derecho humano básico pero también un mandato constitucional para las Administraciones y un deber para cada ciudadano; por interés público y salud colectiva las administraciones deben facilitar esta labor de todos y para todos. Lo demás es demagogia, por no atreverme a decir racismo.

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Los familiares de enfermos de fibrosis quística estamos preocupados e indignados

Por Victoria Sevilla

Soy madre de una enferma de fibrosis quística, una enfermedad crónica que requiere muchas revisiones médicas y hospitalizaciones. Desde los 16 años la sigue la Dra. Girón en la unidad de Fibrosis Quística de la Princesa. Desde que la Comunidad de Madrid ha anunciado la reconversión de dicho hospital en un geriátrico estamos todos los familiares y fundamentalmente todos los enfermos que tratan en dicha unidad muy preocupados e indignados.

Para ellos la doctora es el apoyo más importante que tienen y no quieren que sea otra persona en otra unidad quien les trate, no saben qué hacer porque nadie les da opción de manifestar su malestar; esta doctora lleva muchos años estudiando la fibrosis quística, asistiendo a congresos, reuniéndose con ellos, animándoles, motivándoles, muchas veces a costa de su tiempo libre. Todo este bagaje se desperdiciará si como se prevé debe quedarse en el hospital de la Princesa a tratar a enfermos geriátricos. No creo que nadie a la hora de planificar estos cambios haya pensado en los pacientes y en sus repercusiones, la sanidad debiera trabajar siempre en función de ellos pero parece que en estos tiempos no es lo que prima.