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Entradas etiquetadas como ‘educacion’

¿Quién regula la situación de los becarios?

Por Judith Salmerón Morán

Una chica becaria en una empresa (ATLAS).

Una becaria en una empresa (ATLAS).

Parece mentira lo poco que le interesa a cada gobierno y cada partido político la situación de los jóvenes universitarios. Jóvenes que, recuerdo, serán el futuro de este país.

Vergonzosos contratos de prácticas que se renuevan hasta los seis meses para después rescindirse y que el empresario vuelva a coger a otro. Y así sucesivamente; siempre sin contratarles. La pescadilla que se muerde la cola. Horarios ilegales, aportaciones económicas de 400€ los que más suerte tienen, sin derecho a vacaciones…

Esta es la única forma que tienen los jóvenes hoy en día de conseguir experiencia. Los que no quieren pasar más por este aro tienen que conformarse con trabajos para los que están sobrecualificados. ¿Y quién regula esta situación? Nadie.

 

Solo pido dos cosas a los jefes en el trabajo: educación y formas

Por José Antonio V. P.

Esta carta va dirigida a todos aquellos que creen que la productividad es directamente proporcional a lo amargado y pisoteado que esté el empleado. Esta carta va dirigida a vosotros, jefes, que vivís de la reafirmación del aplastamiento a los demás, que fomentáis la mueca de tristeza, que gritáis en lugar de explicaros, que habéis encontrado en la post-crisis y en las «de-formas laborales» una excusa perfecta para convertir las comunidades en rebaños.

Una mujer en una entrevista de trabajo (INFOJOBS).

Una mujer en una entrevista de trabajo (INFOJOBS).

¿Creéis que lo estáis haciendo bien? ¿Habéis meditado bien si amenazar constantemente a las personas con esa espada de Damocles llamada despido os sale a cuenta? ¿No pensáis que si un trabajador se siente a gusto trabajará mejor y será más productivo? ¿Reflexionáis sobre si corregir a alguien que está haciendo algo mal de buenas maneras es lo correcto?

No pido caminos de rosas, solo pido dos cosas: educación y formas. Cuando en el nexo jefe-empleado se pierden estas dos palabras, llega la desconexión, el binomio resta y no suma. Creo que aplicando estos dos vocablos todo fluye, ya que uno entiende que lo ha hecho mal y tiene que mejorar, gracias a cómo se lo dicen consigue subsanar su error.

Afortunadamente el mundo no es negro o blanco, está lleno de colores y hay muchos jefes que prefieren la luminosidad y que, aunque hayas hecho la mayor pifia del mundo, para la reprimenda optan por la educación y las formas. A vosotros también va dirigida esta misiva y os doy infinitas gracias y la enhorabuena, por vuestra empatía y por recordar que alguna vez estuvisteis en nuestro lugar y cometisteis errores.

Y no puedo olvidarme del último destinatario de esta epístola, ¡sí, eres tú! ese que aguantó alaridos delante de los demás, ese que se fue a casa hecho polvo porque le hablaron con desprecio, ese que después de un día laboral pensó que no valía para esto. ¡Ánimo! Eres tan válido como los demás y algún día darás con gente resplandeciente que te trate como mereces y que valore tu trabajo. Si algún día ocurre eso y de repente gustas tanto que te encuentras en el otro lado de la tortilla ten siempre presentes dos palabras en tu mente: educación y formas.

P.D. “Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario”. Elbert Hubbard

 

Incivismo: Nunca le ceden el asiento a mi esposa, embarazada, en el transporte público

Por Carlos J. Romera

Interior del vagón de un metro de Madrid (Jorge París).

Interior del vagón de un metro de Madrid (Jorge París).

Todos los días mi esposa, embarazada de seis meses, realiza el trayecto al trabajo en transporte público (autobús y cercanías, linea C2, en la Comunidad de Madrid). Personas de cualquier edad y condición la miran, se dan cuenta de su estado y nadie tiene la decencia y educación de cederle su asiento.

Así es la sociedad en la que vivimos: individualista, egoísta y por desgracia para todos, cada vez más incívica. A esos ciudadanos que se quejan por todo y no predican con su ejemplo les diría que en algún momento de sus vidas conocerán a alguien dependiente, o a esas chicas jóvenes, que se quedarán embarazadas; ese día, cuando sufran el incivismo y la indiferencia del resto, probarán su propia medicina.
¿Todavía no nos hemos dado cuenta de que el respeto a los demás es lo más beneficioso para cada persona y el único camino para vivir en sociedad?

Evaluaciones de segunda en un caso de un niño con altas capacidades intelectuales (ACC)

Por Begoña Rodríguez Jiménez

Varios niños en la puerta de un colegio (EFE).

Varios niños en la puerta de un colegio (EFE).

Soy mamá de un niño de 8 años evaluado de altas capacidades intelectuales (AACC) por una psicóloga clínica en un centro privado y otro hijo de 6 diagnosticado de intolerancia a la fructosa por un gastroenterólogo en el mismo centro privado.

¿Por qué el informe de evaluación de AACC se cuestiona en el centro escolar y el de intolerancia a la fructosa se cumple a rajatabla si ninguna de las dos valoraciones son visibles? ¿Es más importante evitar el dolor de barriga que el dolor emocional?

Vivimos en una sociedad en la que en muchos casos se desprecia el talento y no se potencia. En los colegios se cubren las necesidades básicas de aprendizaje y dejan las necesidades especiales en manos de las familias que en la mayoría de los casos carecemos de información y formación completa para gestionar sus demandas intelectuales y emocionales.

Es por esto por lo que pido sensibilización por parte de los organismos oficiales competentes en esta materia para que faciliten la burocracia, acorten el tiempo de espera para oficializar una evaluación privada y principalmente enriquezcan su educación acorde con sus necesidades intelectuales.

Señores, hay un altísimo porcentaje de fracaso escolar en este colectivo (se sitúa en torno al 70%) y después nos quejamos de la fuga de cerebros. Tenemos un potencial emergente de futuros profesionales. ¡Aprovechemos esa riqueza de talentos!

 

La generación de la Enciclopedia Álvarez

Por Pedro Serrano

Un grupo de estudiantes leyendo (Forbes).

Un grupo de estudiantes leyendo (Forbes).

Pertenezco a la generación de la Enciclopedia Álvarez. Enciclopedia que, de 1954 a 1966, el régimen franquista utilizó en las escuelas para enseñar y hacer proselitismo ideológico, resaltando los valores políticos, religiosos y patrióticos y mostrando de forma negativa la Segunda República española y las ideologías de izquierdas. Una enciclopedia que, en la materia de Historia, mostraba la Guerra Civil como una cruzada contra los rojos y justificaba el golpe de Estado contra el gobierno de la República denominándolo «Glorioso Alzamiento Nacional”.

La historia contrajo una deuda con aquella generación que sufrió la precariedad económica e intelectual de un régimen totalitario, pues, con suerte, íbamos a la escuela desde los seis hasta los catorce años y no disponíamos de otra verdad u otra ventana al mundo que no vinieran de dicha enciclopedia, del catecismo o de los maestros y clérigos proporcionados por el régimen. Aquellos años, de deficiente y escasa preparación, nos dejaron incapacitados para afrontar nuestro futuro con solvencia. No obstante, gracias al coraje, la llegada de la democracia y a algunas clases de adultos, algunos pudimos afrontar la vida personal y profesional con un éxito nada desdeñable.

Ahora, recién jubilado, y como si la historia quisiera saldar definitivamente aquella deuda, se me ha concedido el honor de poder matricularme en el Programa Interuniversitario de la Experiencia, en el Campus Miguel Delibes de Valladolid, que tiene como finalidad dar a las personas mayores de 55 años la posibilidad de acceder a la cultura y la ciencia como una fórmula de crecimiento personal. Ahora tengo el orgullo y el privilegio de tener un hijo a punto de terminar la carrera de Historia y profesores que me cuentan la versión no manipulada de aquel negro y triste pasaje de nuestra historia.

 

 

Necesitamos ayuda para evitar el cierre de un colegio para niños con autismo

Por Mª Paz Jiménez Cáceres

Un niño pintando un dibujo en un colegio de Madrid (Jorge París).

Un niño pintando un dibujo en un colegio de Madrid (Jorge París).

Soy madre de un niño discapacitado con autismo que está recibiendo una educación específica, adecuada a sus necesidades, en el colegio Juan Martos situado en Aravaca (Madrid). Mi hijo, con una grave discapacidad tanto intelectual como social (no tiene lenguaje), al igual que muchos de sus compañeros/as, necesita una intervención pedagógica especializada.

 Hace diez años unos profesionales que llevan en la sangre la educación especial, con mucho esfuerzo y dedicación completa, decidieron formar un equipo polivalente para crear este colegio especializado en la atención de niños/as con este trastorno tan complicado. En estos momentos la continuidad de este proyecto peligra, ya que el propietario del local donde se encuentra el Juan Martos no renueva el contrato de alquiler.
Ante esta situación, todo el equipo así como muchos padres, hemos comenzado la búsqueda de otro local llamando a innumerables puertas, pero sin éxito.
Existen colegios cerrados, locales en desuso, etcétera, que podrían permitir la continuidad de la educación de nuestros hijos en un entorno educativo especializado.
Por favor, a quien competa, necesitamos ayuda. Peligra el cierre de un colegio, la educación de nuestros hijos y el puesto de trabajo de unos grandes profesionales.  Los discapacitados también deberían importarnos.

 

No se hace nada contra el acoso escolar

Por José Ramón Serrano Jiménez

Tal vez seas uno de los que jugaban al desprecio cuando eras menor, y ahora te horroriza ver algo así. Podría que fueses un jugador neutral. No importa. Porque realmente los niños no tienen la culpa. Al menos, no toda.

Ellos son la última cadena de un eslabón, la mano ejecutora. Un reflejo de lo que se les enseña en casa. El acoso escolar no es algo aislado, no es una excepción; ocurre, y más de lo que pensamos. El problema es que no se hace nada. Y amarga pensar que esto que ha sucedido no incite a actuar, que no se mueva nadie.

Pelea entre varios chicos en el colegio (GTRES).

Pelea entre varios chicos en el colegio (GTRES).

Si desde el hogar no hay una buena educación, el niño se divertirá haciendo sufrir. Muchas veces es debido a la idea de querer ser el mejor, el más fuerte, y eso es porque se populariza el quedar por encima de alguien más débil. No importa si para ello hay que marginar, pegar o insultar al blanco elegido.

No es necesario esforzarse mucho para recibir maltrato. Una discapacidad, ser diferente, o simplemente no querer entrar en el juego de la fuerza. Y ojo, no hablo de peleas esporádicas o insultos «amigables», que son normales. Aquí hablo de arrinconar, intimidar y apalear a alguien de forma física o psicológica (que es más frecuente) día tras día. Hasta que ocurre que alguien no es lo bastante fuerte para soportarlo y se suicida.

Tampoco el sistema educativo tiene actualmente los mecanismos necesarios para paliar la situación. El profesor apenas interviene en el mundo de los muchachos, y cuando lo hace, suele ser para una regañina o un castigo al «cabecilla», que en realidad sólo empeora la situación. Lo mismo ocurre si lo cuentas a los familiares cercanos. No hay consecuencias. No se pone freno. Y por eso la víctima elige callarse e intentar afrontar sola la situación. Porque no queda otra.

Y esto sólo se arregla con educación en casa y con mecanismos de control eficaces, mejorando el ambiente escolar. Concienciar a los niños de que hacer esas cosas no te hace ser mejor, sino todo lo contrario. Que el gordo, el sordo o el «empollón» valen tanto como él, o más. Y que son como él.

 

 

 

El caos de las oposiciones a profesor

Por C. M.

Oposiciones al cuerpo de maestros.

Personas opositando al cuerpo de maestros. (ARCHIVO)

Soy profesora de secundaria en Andalucía. Interina, pero profesora. No sé cómo calificar mi estado de ánimo en estos últimos meses: espantada, harta, menospreciada, ninguneada, etcétera, respecto a la consideración de nuestros representantes políticos. Me callo lo que de verdad les diría cada vez que pienso en el calvario que nos hacen pasar ustedes una y otra vez con este sinsentido de sistema de oposición que te obliga a examinarte de algo que ya aprobaste. Te preparas concienzudamente durante meses; inviertes dinero, tiempo, esfuerzo y energía que le restas a tu familia y a tu bolsillo; apruebas, incluso con nota, y empiezas a trabajar, tal vez a 200 km de tu casa. Y a los dos años otra vez a examinarte de lo mismo. ¡Pero si yo esto ya lo aprobé! Vuelta a empezar: invertir dinero, disponer de menos tiempo, menos espacio en mi cabeza para retener 70 temas que nada tienen que ver con mi trabajo en las aulas, claustros, tutorías con familias, formación, etc.

Y mientras tanto ustedes, desde sus sillones, mareándonos con cambios de ley, temario y fecha de examen pero eso sí, sin confirmar nada hasta última hora, creando en nosotros un continuo estado de alerta, desazón y estrés. ¿Cómo es que saben ustedes tanto? ¿Entran en nuestras aulas? ¿Ven nuestro trabajo? ¿Quién de ustedes ha sido docente? ¿Demuestran ustedes un año tras otro que son válidos para sus puestos? ¿Serían ustedes capaces de poner un poco de cordura y sentido común en todo esto? ¿Cómo es posible que no vean lo que a los ojos de todo el colectivo educativo es obvio? ¡Ah! Claro, lo olvidaba. Como la realeza, no hay más ciego que quien no quiere ver.

Pues yo no sé cómo explicarle a mis hijos que me tengo que ir a la biblioteca para estudiar de nuevo lo que ya aprobé ni a mis alumnos que no he podido corregir todavía sus exámenes. Y, ¿cómo les explico a ustedes que la educación es la base de un país y que ustedes no están apostando por ella?

Todas las empresas deberían potenciar la motivación laboral

Por María José Viz

Cuando tenemos que elegir qué camino profesional seguir, en plena adolescencia, vemos muy difícil acertar con el adecuado; en muchos casos, lo resolvemos casi echándolo a suertes. Estudiamos una Formación Profesional o una carrera, sin tener ni idea de si terminaremos los estudios y, de hacerlo, si trabajaremos en las salidas profesionales que estos ofrecen. No menos importante es no tener ni idea de si nos gustará el trabajo elegido.
Estudiantes universitarios en una biblioteca (EFE).

Estudiantes universitarios en una biblioteca (EFE).

Por todo ello, me resulta encantador ver cómo muchos –permítanme que me incluya-, por azares de la vida, estamos desempeñando profesiones para las que no nos habíamos preparado, en un primer momento, y que, ahora, sentimos como la verdadera vocación de nuestras vidas.

Por supuesto, no quiero obviar una realidad imperante hoy en día, opuesta a lo dicho anteriormente: muchos trabajadores no se sienten realizados. Influye el hecho de que abunden los contratos temporales; en esas condiciones es muy difícil “enamorarse” de un oficio.
Un escollo enorme para sentirse a gusto en un trabajo colectivo es que haya empleados vagos, cizañeros y malos compañeros, preocupados tan solo de disfrutar de las ventajas del puesto, olvidándose de que también existen obligaciones. Se podría decir que son las ovejas negras que, desgraciadamente, empañan el prestigio de cualquier empresa, pública o privada.
Quizás sea ese desencanto generalizado el que me haga fijarme más en las vocaciones, innatas o adquiridas, de otra parte de la población. Todas las empresas deberían potenciar la motivación laboral pues es básica, tanto para que el proyecto funcione, como para que el trabajador o trabajadora se levante, cada día, con ilusión renovada.

Confiemos en los jóvenes para acabar con la violencia machista

Por Luis Fernando Crespo

Imagen de la primera marcha estatal contra la violencia machista (J. J. Guillén/EFE).

Marcha contra la violencia machista (EFE).

En enero de 2016 cinco mujeres han perdido la vida como víctimas de violencia de género. La urgencia de la noticia no puede hacer que nos olvidemos de las que cayeron antes.

El Ministerio de Justicia a través del Registro Central para la protección de víctimas de violencia doméstica y violencia de género, en el que se inscriben las víctimas con orden de protección o medidas cautelares, señala que en lo referente a este tema, en el año 2014, las víctimas (mujeres) fueron 27.087, los denunciados (hombres) 26.987, las 13 infracciones penales previstas sancionaron 29.374 delitos (87 homicidios) y 2.113 faltas, las 14 medidas cautelares penales y las 11 cautelares civiles se aplicaron en 62.555 y 20.601 ocasiones respectivamente.

Estas cifras nos aproximan a la complejidad del problema, pero no deben desanimarnos, pues también nos señalan que existe un esfuerzo continuado de la sociedad española para combatir esta lacra; entre 2011 y 2014 las mujeres víctimas han disminuido un 15,99%, los denunciados son un 16,04% menos, las infracciones penales han caído un 17,6% y las medidas cautelares penales lo han hecho en un 15,95%.

No voy a negar la trascendencia y el significado de cada víctima mortal, sin embargo, deberíamos darnos una oportunidad como sociedad, de analizar qué estamos haciendo bien y potenciarlo, sabiendo que las consecuencias de la alienación y el conflicto, entre personas individuales, no siempre pueden preverse por el grupo, sigo confiando en la educación de los jóvenes como la mejor política preventiva posible.