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Entradas etiquetadas como ‘desempleo’

Peligrosos bandazos del señor Sánchez

Por Javier Sanz Ridruejo

Pedro Sánchez en la presentación del documento 'Sí por el cambio' (Europa Press).

Pedro Sánchez en la presentación del documento ‘Sí por el cambio’ (Europa Press).

Los actuales cambios y recambios políticos tan inusuales en España, cansan a todos, máxime a los bisoños conductores de algunos partidos. Presionados al máximo por los grandes empresarios, temerosos de un final del bipartidismo, lo que para ellos sería sin duda un peligro, Sánchez ha hecho un brusco y fuerte viraje a la derecha, prometiéndoles que si no conseguía ser presidente dejaría serlo al del PP.

Este tumbo ha alarmado y hecho reaccionar a gritos incluso a su mismo equipo, por lo que él  ha intentado reenderezar su rumbo con otro bandazo, prometiendo ahora que no se abstendrá para permitir gobernar al PP. Esos peligrosos zigzags en plena carrera auguran lo peor e invitan a algunos a bajarse del carro. Al final va a tener razón la pintada andaluza: “¿Quieres cambiar? Deja al PP ya. ¿Te da igual? Vota al PSOE o a ná”.

Votar o no votar

Por Ángel Villegas

Elecciones (Europa Press).

Elecciones (Europa Press).

Hay quien dice, con todo su derecho, que no piensa votar en las elecciones que nos esperan; alegan que están hartos, que los políticos les han llevado al hastío, unos por unas cosas y otros por otras; que son todos iguales y que en todas partes cuecen habas.

Yo también estoy harto pero, a pesar de todo, sí pienso votar. No quiero quedarme al margen, no quiero dejar de expresar mi opinión respecto a la legislatura pasada y no quiero dar un cheque en blanco a nadie. Tampoco creo que todos sean exactamente iguales o, por lo menos, unos son más iguales que otros. Y, desde luego, no en todos los calderos se cuece la misma cantidad de habas.
Voy a votar, porque es una de las cosas que podemos hacer los ciudadanos; algo que nos permite la democracia y, por ello, no pienso renunciar a mi derecho. Y lo hago con la esperanza de que mi voto valga, por lo menos, un poquito más que si no lo hubiera emitido. Lo hago porque, durante muchos años no lo pude hacer y tuve que aguantar calladito lo que me echaran. No me quedaré en silencio.

Culpar del déficit al gasto de las autonomías que cubren gastos sociales produce vergüenza ajena

Por César Moya Villasante

Cristóbal Montoro.

El actual ministro de Hacienda Cristóbal Montoro. (EFE)

Todo el mundo sabe que el sistema económico en que vivimos está basado, entre otras cosas, en el consumo, y que si este se paraliza el sistema se quiebra. Todo viene de un empleo precario, entre otras cosas, porque los salarios son indignos y la cotización es mínima o nula, y eso sin considerar a aquellas personas que trabajan ya gratis (que las hay) con la corrupción de las becas.

Todo ello consentido por un gobierno plegado a Merkel y contento de aplicar el sistema por su ideología para eliminar a una gran parte de la sociedad y convertirla en sierva de los amigos banqueros y altos empresarios. Además, si contamos con una corrupción altísima, más de lo que sabemos, nos encontramos con un déficit mucho mayor del marcado. Todo esto se le puede consultar a cualquier comerciante de cualquier ciudad española. Pero lo peor es la mentira preelectoral diciendo que todo iba bien bajando el IRPF.

Por ello, echar la culpa al gasto de las autonomías que cubren gastos sociales y a los pobres enfermos de hepatitis produce vergüenza ajena. Pero a ellos no les produce ninguna porque cumplen su hoja de ruta: la que pensó Rajoy a la semana de conseguir la presidencia del gobierno.

¿Y para qué estudiar tanto? ¿Cuántos políticos no tienen carrera ni idiomas?

Por Raquel F.
Selectividad

Selectividad en la Universidad Complutense de Madrid. (JORGE PARÍS)

«¿Y por qué tengo que estudiar tanto?» «¡Y esto no ha hecho más que empezar!» Después de la temida selectividad aún me queda la doble licenciatura, porque una ya no es suficiente, el o los másters y uno no, dos o tres idiomas que controle.

Esto mismo pasa por la cabeza de miles de estudiantes que, como yo, ven que tienen que estudiar y estudiar para conseguir un trabajo. Y si quieres trabajar de lo que te gusta será más fácil si te vas al extranjero.

 La cosa es que los que nos exigen todo esto no lo cumplen. ¿Cuántos políticos no tienen la carrera de lo que están ejerciendo? ¿Cuántos ni siquiera hablan un idioma? La respuesta todos la conocemos. Por eso, antes de exigirnos tantísimo a los jóvenes, deberían aplicarse el cuento y dar ejemplo a las generaciones que llegamos.

PSOE, PP, Ciudadanos, Podemos: mientras vosotros habláis, yo tengo la miseria en una cuenta bancaria

Por Adela de Pablo

Me gustaría saber todo lo qué he hecho mal, quizás así pudiera justificar todos los sinsabores de mi vida. Mira que luché por tener una vida bonita, no buena, sólo bonita, y cuando digo eso es porque quise hacer lo que muchas hacen; de lunes a viernes trabajar, llevar al colegio a sus hijos, recogerlos, cenar, discutir, levantarse y así durante 5 días consecutivos.

También me hubiese gustado y mucho, ir los viernes a cenar al burger, al japonés o al italiano, y si no en casa, palomitas y pizza, a lo mejor ese día también tocaba discutir, por elegir el canal de la tele. Pero vaya, eso no salió bien.

Los líderes de los cuatro partidos políticos más votados (20 Minutos).

Los líderes de los cuatro partidos políticos más votados (20 Minutos).

Ahora, todas las mañanas pongo las noticias en la tele, porque yo elijo el canal; ahora sí que estoy y me siento sola. Esta es mi rutina: encender la televisión, desayunar un zumo de dos naranjas, dar de comer a mis gatas, hacer café y tomármelo con tres pastillas, una es para que “rule” la vida y las otra para que no me salga de ella.

Trabajo de teleoperadora en un CEE (Centro Especial de Empleo, 4 horas, 520 euros al mes, netos), y mientras hago todo esto, os veo, os oigo y os siento. Habláis de tantos derechos, os enojáis, insultáis, humilláis y defendéis a ultranza como si en ello os fuese la vida, pero bien sabéis que es mentira, que si la vida os planta, vuestros principios cambian de pareja. PSOE, PP, Ciudadanos, Podemos, ¿qué más da? Si mientras vosotros habláis, yo tengo la miseria en una cuenta y la desgracia en el alma, porque yo he trabajado toda la vida y ahora estoy desnuda frente al espejo y vacía frente a la vida.

65% de discapacidad, eso por enfermedad mental. No me dan más de cuatro horas, porque según dicen «no hay más trabajo y para todos no llega». Es razonable, mi empresa percibe 4.100 euros/año por mí, que tengo una enfermedad mental superior al 65% (Yo percibo al año 5.720 euros netos).

Seguid hablando. Yo mientras me visto, desayuno y de paso os insulto en voz alta y solo, tan solo pido, no sé a quién, que todos y cada uno de vosotros, tengáis el privilegio de vivir y disfrutar un mes de mi vida; cambiaréis vuestro discurso, os lo aseguro.

Porque cualquiera puede ser yo y yo puedo ser cualquiera.

 

El futuro del paro: los políticos deberían trabajar en vez de contarnos milongas

Por César Moya Villasante

Un grupo de parados haciendo cola en una oficina del INEM (EFE).

Un grupo de parados haciendo cola en una oficina del INEM (EFE).

Vemos que en Francia se toman medidas de emergencia ante el aumento del paro. Aquí nada se dice con el mismo problema todavía más grave, porque dicen que se está creando empleo. Bueno, ellos le llaman empleo.

Yo no llamo empleo a un trabajo que no te da ni para vivir con independencia. Pero hay un problema aún peor: la revolución tecnológica que reducirá el número de puestos de trabajo de las personas en proporciones elevadísimas.

Si ese es el futuro, alguien debería estar pensando que el sistema económico liberal ya no vale. Porque alguien deberá contarnos cómo se podrá vivir sin ingresos nacidos exclusivamente de nuestro trabajo. Los políticos, en este sentido, deberían alguna vez practicar su oficio en vez de estar contándonos milongas, que no es más un género musical argentino.

 

Al hablar de desempleo, ¿qué hay de los que tenemos más de 40 años?

Por Xisco Marín Nadal

Cola en una oficina del INEM.

Cola en una oficina del INEM. (EFE)

Lejos de ser un tópico es una de las realidades que estamos sufriendo hoy en día muchos de nosotros. A mis cuarenta y seis primaveras me encuentro en una situación que nunca imaginé: estar sin empleo desde los cuarenta y uno. He llevado personalmente el CV, lo he modificado varias veces, estoy en varias páginas de empleo por internet, inscrito en agencias públicas y privadas de colocación. Una serie de herramientas que imagino también habréis utilizado.

En esta situación nos hacemos muchas preguntas sin obtener respuesta alguna, lo que hace aumentar nuestra desesperación y nuestra ansiedad. ¿Por qué no tengo un hueco en esta sociedad? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Sirve de algo lo que estoy haciendo? ¿Por qué no me llaman? Eres lo más cuestionado, pero por ti mismo. Estas preguntas son el reflejo de cómo uno se siente después de utilizar todo lo que el sistema nos da para, en teoría, hacernos más accesibles a ese empleo que nunca llega. La impotencia es tal que te pasan auténticas locuras por la cabeza. No ves salida ninguna, pero la mayoría de nosotros nos sobreponemos y no las llevamos a cabo.

Me considero joven, con ganas de trabajar, con una dilatada experiencia laboral, con más o menos estudios pero con conocimientos que sólo con el tiempo se adquieren, con las ideas muy claras y con las ganas más grandes del mundo de aprovechar una oportunidad. No pierdo la esperanza, pero soy consciente de que a partir de los cuarenta no somos lo suficientemente atractivos para las empresas. Laboralmente hay varios grupos en los cuales por la edad hay una serie de descuentos y/o ventajas para las empresas y los que nos corresponden a nosotros son insuficientes para que seamos “apetecibles” laboralmente hablando. Cuando hablan del desempleo en los medios siempre oímos hablar del paro juvenil, el primer empleo, la prejubilación, etc. Pero, ¿qué hay de los que tenemos de cuarenta para arriba? Apenas nos mencionan.

Somos muchos y valemos mucho, solo pedimos una oportunidad, que nos permitan reciclarnos. Todos tenemos ese derecho. Si no, ¿cómo vamos a hacerlo? ¿Pagándonos el reciclaje con un dinero que no tenemos? Creo que el presupuesto dedicado a política social, en concreto el de formación y empleo, podría ser más equitativo y justo con nosotros. De esta manera las posibilidades de tener esa oportunidad que tanto deseamos serían mucho mayores. Mis palabras no son más que los sentimientos de una persona que día a día lo pasa muy mal para salir adelante. Espero que algún día esta carta pueda ser leída por todos vosotros y podamos compartir todo esto que tanto nos afecta pero que tanto nos une.

Las ‘huidas’ de Rajoy

Por Ángel Villegas Bravo

No se cansan el presidente del Gobierno, sus ministros, los altos cargos de su partido y la brigadilla mediática afín, de ensalzar la buena marcha de la economía; pero ocurre que los números son los números, y al final dejan con el trasero al aire a todos estos propagandistas de la mentira.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Palacio de la Moncloa (EFE).

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Palacio de la Moncloa (EFE).

Y los números dicen que ahora hay menos personas trabajando en España que cuando Rajoy llegó al Gobierno; dicen que hay menos parados que reciban prestación de desempleo y dicen que este Gobierno se ha ‘fumado’ más de la mitad de la hucha de las pensiones. Dicen, también, que hay menos parados, sí; pero ya se encargan los interesados en ocultar los cientos de miles de inmigrantes que han dejado nuestro país y los muchos miles de españoles que se ha visto obligados a emigrar. Dicen que los comedores sociales no dan abasto, que los sueldos han bajado y que hay millones de ciudadanos que, aún trabajando, son pobres.

Un breve repaso por la legislatura de Mariano Rajoy nos lleva a que las cosas, para el ciudadano de a pie, no solo no han mejorado, sino que han empeorado, que la desigualdad ha aumentado, que seguimos emigrando, que la sanidad pública se sigue privatizando, que la corrupción no se castiga e, incluso, se encubre, que se intenta mediatizar a los jueces y que se promulgan leyes represivas, como la llamada «ley Mordaza».

Por ende, el gestor ‘magnífico’ de este país, se niega a debatir con los demás candidatos. Las huidas del presidente empiezan a ser tan conocidas como las de aquel torero famoso por sus espantadas.

SOS: Quiero seguir luchando

Por A. M.

Si mañana me quitara la vida por desesperación, todos mis vecinos y allegados se echarían las manos a la cabeza, llorarían por mí, por mis hijas, dirían que no sabían lo mal que estaba, que no sabían que mi situación “era para tanto”. Que aunque soy una mujer divorciada, tenía la ayuda de mi familia.

—Pobrecilla—, dirían. —Cuánto ha debido sufrir—.

Varios desempleados esperando la apertura de la oficina de empleo (Jorge París).

Varios desempleados esperando la apertura de la oficina de empleo (Jorge París).

Pues el caso es que sí lo saben, porque yo no me callo. Cuando me preguntan cómo estoy, digo que mal, que no tengo trabajo y no hay vistas de tenerlo. Y todos dicen lo mismo: es que la cosa está muy mal, pero va a empezar a mejorar, mi hermano también está así, o mi primo, o mi amiga. Por eso ya nadie me habla apenas, y a eso se une la poca o nula vida social que tengo porque no puedo pagar ni una cerveza.

—Vente el domingo a echar un rato a la plaza del Salvador, unas cervecitas—.
—Claro, digo, igual me paso—. Mentira, ni siquiera puedo coger el autobús que me lleva al centro.
Otros me dicen que me reinvente, que haga otras cosas. Si no puedo a veces ni comprar huevos para hacer tortillas para cenar, ¿cómo voy a pagar una matrícula o curso o taller?

No, la gente no sabe, no quiere saber. Algunos familiares hasta creen que la culpa es mía, —algo tendrás que hacer, tienes que empezar a moverte—.
—Mi hijo ha encontrado trabajo en tal comercio—. Su hijo ha encontrado trabajo porque a alguien le dio pena. Pero ni siquiera he tenido esa suerte. Y no sé qué hacer. Quiero seguir luchando, me inscribo en miles de ofertas diarias, me descartan diariamente, he intentado cambiar de ciudad, he intentado vender lo que sea. Pero no. No salgo. ¿Qué le debo a la sociedad para que me hagan caso? Tengo 36 años, estoy desperdiciando mis mejores años laborales. ¿De verdad que no hay un trabajo para mí? ¿No lo hay?

He trabajado durante más de diez años, tengo estudios, he hecho todo lo que el país espera de un ciudadano, ¿qué es lo que les pasa a las empresas y empresarios? ¿Por qué mis vecinos y contactos no me ayudan? Luego dirán: si lo hubiese sabido podría haber hablado con este u otro amigo. Mentira. Lo digo en vida: por favor, ayúdenme, quiero trabajar, volver a sonreír, tener la nevera llena y pagar al banco a tiempo sin que me llamen diez veces al día. Quiero poder pagar las excursiones de mis hijas y llevarlas al cine de vez en cuando. Comprar ropa cuando se les queda pequeña. Quiero vivir.
S.O.S.

¿Qué van a hacer con nosotros?

Por Juan Carlos Martín Velázquez

230975-944-605

Dos personas consultan ofertas de empleo. (EFE)

Soy una persona de 46 años y llevo 2 años en paro, estoy bastante preparado académicamente y con mucha experiencia laboral, pero esto no parece suficiente para encontrar trabajo, ya que «soy mayor» para el mercado laboral.

Yo creo que con esta edad se está en plenitud de estabilidad, en todos los campos de nuestra vida, pero no veo a nuestros políticos preocupados por nuestra situación. ¿Es posible que estén pensando en que nos podamos jubilar a los 50 años? Como alguno que otro funcionario.

No lo creo, pero bueno, tenemos que seguir luchando, aunque no tengamos ningún apoyo de las instituciones de este, nuestro país.
Gracias señores gobernantes por hacernos la vida tan sencilla, ¿qué haríamos sin ustedes?