Por Francisco Javier España
Hubo un tiempo en el que a la negociación parlamentaria se la llamaba “bajada de pantalones”, negociar con los nacionalistas era “comprar gobernabilidad”, y esto repetido hasta la saciedad, parece que caló en la ciudadanía, porque de lo contrario nadie se explicaría la mayoría absoluta del PP; y es que la palabra negociación, emblemática donde las haya, es o debería ser la base de cualquier democracia parlamentaria; pero en este país parece que no, porque los mismos que calificaban como “bajada de pantalones” los esfuerzos por consensuar decisiones de los gobiernos en minoría de Zapatero y llamaron “rodillo” a las mayorías absolutas de Felipe González, se han convertido en una apisonadora parlamentaria, cambiando, sin el más mínimo rubor, “rodillo” por “fortaleza parlamentaria”, y eso si, apoyados por una muy bien engrasada maquinaria de manipulación y unos medios de comunicación construidos a tal efecto en las dos últimas décadas a golpe de concesiones bochornosas.
Creo que los votos de castigo del 20-N se han transformado en un flagelo para la gran mayoría de la sociedad. Pero… ¿de qué nos quejamos? Las mayorías absolutas es lo que tienen.