Por Martín Sagrera Capdevilla
Supongamos que, impulsados por sus obispos, unos católicos quisieran prohibir de nuevo por ley el divorcio a todos, y para ello inundaran los campos de fútbol con cruces o símbolos marianos.
Pues eso –y mucho peor, pues les daría poder para cambiar todas las leyes– es lo que han hecho con su bandera los independentistas en el Barcelona C.F. y pretendían repetir en Madrid, pervirtiendo ese espectáculo deportivo.
También han adulterado otros actos comunes, como la Diada, empleando en otras esferas incluso las multas y hasta la agresión física. Así intentan imponerse por la violencia y el miedo a la mayoría de los catalanes, pisoteando –contra toda justicia, aunque fueran una mayoría– nuestros derechos humanos.
Como todos los totalitarios, exigen tener libertad ellos para quitárnosla después a todos los demás.