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Entradas etiquetadas como ‘conocimiento’

Lo guay es ser idiota

Por Miguel Gisbert

Dos chicas haciéndose un selfie (Gtres).

Las mayorías más visibles controlan el mundo o, al menos, los micromundos en los que se expresan. Lo hemos visto en la estrategia de Suecia para superar el acoso escolar. No actúan sobre el agresor para corregir su comportamiento ni sobre la víctima para que se defienda, sino sobre la mayoría expectante. Saben que son todos esos espectadores silenciosos los que pueden, con su opinión y reacción, influir de manera más eficiente en el agresor.

Pues bien, por desgracia parece que este efecto de influencia masiva está teniendo repercusiones negativas en la cultura, el arte y el conocimiento humano. Resulta muy común ver a los más jóvenes escuchar, o mejor dicho poner de fondo, música de base percutiva redundante, por no decir idéntica, y letras de aportación nula en el mejor de los casos o misógina en el peor.

Muy rara vez se puede ver a alguien salirse del estándar, decir que le gusta otro tipo de música, que utiliza el móvil para algo más que snapchat y selfies, que ve vídeos que duran más de dos minutos, incluso ve películas o lee libros. Resulta muy valiente apartarse del rebaño, ser el raro del grupo, opinar de temas que se salen de la simpleza o banalidad extremas. Parece que antes “interesante” era un adjetivo positivo y ahora es justo al contrario, se usa casi como insulto.

En algunos grupos, peligrosamente en algunos muy jóvenes, se pasa de idiota a pedante sin término medio, no se deja espacio a la curiosidad ni al enriquecimiento cultural o artístico. Parece que, como decía Carlos Ruiz Zafón en su novela La sombra del viento: «Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo».

La educación depende de los que gobiernan

Por Gerardo Hernández
El sistema educativo pretende aplicar un programa general que sirve a los intereses de quien gobierna. Los maestros, ley tras ley, son empujados a cumplir las expectativas de los políticos de turno, los temarios, así como realizar controles o exámenes de las materias.
Montserrat Gomendio secretaria de Educación, Formación Profesional y Universidades y  José Ignacio Wert ministro de Educación, Cultura y Deporte.

Montserrat Gomendio secretaria de Educación, Formación Profesional y Universidades y José Ignacio Wert ministro de Educación, Cultura y Deporte.

Labor que entorpece muchas veces su función de ayuda al alumno en su propio autoconocimiento y en la decisión de su futuro. El objetivo de la escuela ha sido inyectar ‘conocimiento’, y no facilitar el desarrollo de lo dones y talentos del alumno. Un conocimiento, además, dependiente de los intereses de quienes gobiernan.

Confiar en el talento y las capacidades del alumno es algo a lo que muchos maestros aspiran, a pesar de los programas que se les imponen. Dotar de medios y del ambiente necesario para que los maestros puedan educar sin servidumbres políticas a sus alumnos y priorizar su autoconocimiento, es objetivo prioritario si pretendemos crecer no solo en libertad, sino también en eficiencia. Y todo empieza, como he dicho, por cambiar el orden de prioridades.

 

Sobre las oposiciones al cuerpo de maestros

Por Silvia Moreno Hernández

Hace poco, en una conversación intrascendente, salió el tema de las oposiciones y el famoso examen de cultura general de Madrid y alguien me dijo que no era concebible que un maestro de primaria no se supiera, por ejemplo, todos los afluentes de España, no supiera conjugar el verbo «yerrar» o no supiera situar exactamente todos los huesos del cuerpo humano, mostrando un asombro absoluto ante el hecho de que el 80% de los maestros suspendan ese examen. No me extraña, hace un tiempo que los maestros tenemos que comernos una campaña para dejarnos como incompetentes: así pasa que asesinan a un interino y no se arma la de Dios. Total, los maestros se supone que somos esas personas que no valemos «para otra cosa», aunque luego quede en nuestras manos lo más importante: vuestros hijos. Pero lo que se suele pasar por alto es:

1) Que no es un examen orientado a averiguar lo que realmente sabe la gente, sino a descartar gente, por lo que ponen más preguntas de las que somos capaces de responder en hora y media, obligando a hacerlo deprisa. Imaginaos lo que supone, por ejemplo, de cara a cálculos que sabes hacer, pero te baila un número y te anulan toda la pregunta.

2) Que si realmente pretendiera ser un examen objetivo, las preguntas serían tipo test y no desarrollo (como sucede con otros exámenes de oposiciones no susceptibles a «interpretaciones») y, además, si pretendieran valorar realmente lo que sabemos no nos pondrían a hacer tres pruebas consecutivas en siete horas, como sucederá este año, en el que el examen comenzará a las 8:30 de la mañana y acabará a las 15 de la tarde. Ya a las 13 estaremos medio muertos y, después de que nos hayan fusilado a cálculos y preguntas diversas (cada examen es muy largo), tendremos que escribir con la mano machacada no menos de seis páginas del tema que nos toque de pura memorieta.

3) Además, si tanta importancia le dieran a que conozcamos unos contenidos y no otros, al igual que existen unos temarios oficiales para el tema a desarrollar existirían unos temarios de referencia para que sepamos lo que nos tenemos que estudiar y pudiéramos organizarnos. Se «supone» que la referencia es cualquier contenido que pueda caer en Primaria, pero cualquiera que haya visto los exámenes sabe que las preguntas realmente tienen un nivel de ESO y, a veces, de Bachillerato. Me gustaría saber cuánta gente superaría un examen de ESO-Bachillerato en la actualidad tras más de una década de dejar atrás esa etapa de su vida y tras haberse especializado en otras cosas. Así que no me vale eso de «si yo supiera que tengo un examen de cultura general me lo prepararía y no habría problemas». Los cojones. Y más cuando no se trata de una única prueba: tienes el examen de cultura, el de temario, la programación, la defensa, los cambios de legislación constantes que retrasan el trabajo, los preparadores que más que orientarte te desorientan para sacarte el dinero… ya, ya.

Un profesor. (GTRES)

Un profesor. (GTRES)

4) Que es normal que un maestro no sepa todo de todo, al fin y al cabo pocos titulados universitarios conozco que sepan resolver una raíz cuadrada o hacer correctamente un análisis sintáctico, los que hacen lo primero rara vez saben lo segundo, o viceversa. De todas las cosas que aprendemos como básicas durante la enseñanza obligatoria empleamos muy poco al final y hay un importante principio de la pedagogía que te enseña que aquello que no se utiliza, que no es significativo para la vida cotidiana, se olvida. Quién sabe si deberíamos replantearnos la enseñanza de ciertos contenidos que, siendo «tan importantes», todo el mundo de adulto olvida sistemáticamente.

5) En las carreras que tienen que ver con la didáctica (magisterios diversos, pedagogía o la difunta psicopedagogía) no nos enseñan cosas que podríamos repasar estudiando la Wikipedia, sino enseñándonos cosas en las que un maestro es insustituible como la didáctica de las áreas, la psicología infantil y juvenil, las herramientas que desde la psicología se pueden aplicar a la educación (lo que se sabe de motivación, atención, dinámica de grupos…), la atención a las diferentes necesidades educativas especiales, los diferentes modos de razonar para enfrentarse a la resolución de un problema…si no fuera así, nos bastaría tener como maestros a personas que fueran estupendas para jugar al Trivial en lugar de a profesionales de la educación. Aunque, visto lo visto, en realidad mucha gente quiere de enseñante al que ganaría uno de estos concursos de la tele. Luego si hacen cosas como las que se han visto recientemente en funcionarios (atar a los niños con cuerdas o castigarles a estar dentro de un contenedor) no pasa nada, que como son estupendos loritos ya les consideramos plenamente competentes.

Tal vez sería más interesante que hiciéramos psicotécnicos en lugar de estos «juegos del hambre» para maestros.

Así que quien considere que es fácil, que critique menos y se presente.

 

Defendamos la Filosofía

Por Alberto Ramos Agrela

¿Por qué la enseñanza en Filosofía es imprescindible en 4º de ESO, primero y segundo de bachillerato? En primer lugar porque es uno de los pocos lugares, de las pocas asignaturas, en las cuales a las personas se les permite pensar por sí mismas, donde se les induce a que lo hagan de la mejor forma posible.

En segundo lugar, porque aunque puede que cuestiones sobre moral y ciudadanía, política, e incluso metafísica o religión no permitan a los alumnos “hacer más” cosas, adquirir un mejor currículum de cara a su entrada en una empresa, adquirir destrezas en el manejo de instrumentos o saberes instrumentales; sin embargo, la Filosofía les permite una ayuda en su acomodación en la realidaVoltaired, les permite situarse de acuerdo a sus propias creencias, poniendo en cuarentena todo lo dudoso de entre aquello que se les ha inculcado: les permite el cuestionamiento de lo dicho e inyectado permitiéndoles así una mayor capacidad para situarse por sí mismos sin aceptar como verdadero o como aceptable nada por el hecho de haber sido dicho por otro. Esto es lo más importante que la filosofía puede otorgar a sus alumnos: herramientas para la propia libertad y para la propia autonomía en el nivel de la conciencia, herramientas para construir nuevas visiones del mundo que permitan construir nuevos mundos mejores que aquel en el que vivimos –que aquel que se nos ha hecho construir día a día—.

Y ya terminando, la Filosofía es una enseñanza que promueve el desarrollo de la capacidad para redactar de modo adecuado y argumentar defendiendo el propio punto de vista con argumentos racionalmente justificados (ojalá los contertulios de televisión hubieran estudiado más Filosofía). Además, también básico, permite y promueve un entrenamiento en la capacidad de lectura comprensiva, tan mermada en nuestro país, y un llamamiento a la obligación moral de comprender de lo que se habla, sea cual sea el tema o problema, antes de posicionarse.

Es solo un esbozo de las abrumadoras razones que obligan a que no olvidemos que con la práctica eliminación de la Filosofía que está llevando el actual gobierno en las enseñanzas medias no solo se nos está quitando una asignatura, sino que además se nos está negando una posibilidad, un lugar privilegiado, para cuestionarnos a nosotros mismos y así ser un poco menos ingenuos, para cuestionar lo dicho e inculcado desde fuera para así ser un poco menos inocentes frente a los grandes discursos, un lugar para la realización de la libertad individual y de la autonomía personal de cada uno.