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Pasividad ante una subestación eléctrica pegada a un colegio

Por Pilar Moreno

Soy vecina de Chamberí y abuela de unos niños que estudian en el colegio El Porvenir (sito en la calle Bravo Murillo, 85), que tiene dos edificios. Uno de ellos es un nuevo aulario construido este año justo al lado (a una distancia inferior a siete metros) de la subestación eléctrica de Metro de Madrid que da servicio a la línea 1 del metro, una distancia demasiado escasa que no parece la más recomendable ni segura para que una instalación eléctrica de tal envergadura comparta área con un colegio donde hay guardería también y bebés con menos de un año. Es obvio que por el transformador de una subestación activa como ésta, que abastece de electricidad a una línea como la 1, tiene que pasar una gran carga de potencia eléctrica, a pesar de su blindaje. Pero ¿cuál es la tasa, la cantidad de ondas electromagnéticas que recibe el colegio y, por tanto, los niños? Estos datos no son públicos.

La subestación, de aspecto abandonado e incierta actividad, y el papel que juega en su cercanía al centro nos ha llevado a plantearnos por qué un colegio como éste, en Chamberí, tiene que estar pegado a una instalación así cuando otros colectivos de vecinos en situaciones similares en otros barrios han exigido el alejamiento o retirada de estas subestaciones, ya que a día de hoy sabemos que no son inocuas.

Una niña dibuja en una pizarra de su colegio. (GTRES ONLINE)

Una niña dibuja en una pizarra de su colegio. (GTRES ONLINE)

Pero además, el Ayuntamiento de Madrid, en su proyecto de reordenación de las cocheras de Metro de Cuatro Caminos y reordenación urbana de la zona, tiene previsto soterrar la subestación eléctrica de Cuatro Caminos, -llevarla bajo tierra sin contemplar alejarla del colegio a una distancia segura-, lo cual puede entrañar nuevos riesgos para la salud de los niños y los profesores, ya que los expertos advierten de que el soterramiento de las subestaciones eléctricas incrementa la tasa de radiación en la superficie. Aunque se blinden, las medidas de aislamiento, para ser realmente efectivas, requieren inversiones millonarias que no suelen efectuarse.

Es reprochable que a estas alturas un colegio esté literalmente pegado a una subestación eléctrica como ésta cuando muchos estudios científicos de envergadura han encontrado un aumento de leucemias infantiles en población sometida a una cierta distancia o potencia de ondas electromagnéticas aunque los daños se aprecien a veces a medio o largo plazo. Según los expertos en la materia, aunque ahora no diera problemas visibles, los puede dar luego. Y, ante la duda, prevención. Pero me temo que los intereses que se puedan generar en este área de Chamberí, donde se construirán pisos de lujo y se creará un vínculo peatonal con el parque del Canal de Isabel II, puedan ser más importantes que un colegio pared con pared con una subestación.

Parece que ni Metro de Madrid, ni el Ayuntamiento ni el colegio el Porvenir toman en consideración la inmensa información científica que existe sobre los efectos de las ondas electromagnéticas en la salud de la población –y en los niños-. Y más grave es que se ciñan a la que saben que es una legislación obsoleta que en sus mediciones no contempla los criterios científicos. Sin embargo, son varias las recomendaciones de organismos internacionales como la OMS o la Agencia Europea del Cáncer, que ha catalogado las ondas electromagnéticas como posiblemente cancerígenas, y la UE, que ha pedido a los Estados miembros que adviertan a los ciudadanos de ello y apliquen el principio de precaución en su uso, sea wifi, teléfonos inalámbricos, antenas, subestaciones como ésta… Existe una gran desinformación ciudadana al respecto y gran desinterés por las autoridades para fijar criterios adecuados de prevención.

Una decepción que un colegio tan querido como éste no defienda en el proyecto municipal que sus niños estén lejos de esta subestación en pleno siglo XXI y que, tras inaugurar el nuevo aulario, eliminara del muro que comparte con el edificio de Metro de Madrid la señal de peligro que señalizaba estas instalaciones porque ahora es una zona muy transitada por niños y padres.