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Entradas etiquetadas como ‘centro escolar’

El acoso docente-alumno también debe ser erradicado

Por Sergio de Fuente

Siempre que hablamos o hacemos referencia al acoso escolar, tendemos a pensar en el daño verbal y físico ocasionado entre semejantes; es decir, entre alumnos y alumnas. Sin embargo, hay una realidad que se ha mantenido a la sombra durante todo este tiempo; y que por determinadas circunstancias, hemos eludido e incluso olvidado. Este es el hostigamiento que sufren los alumnos por parte de sus profesores; lo que es conocido con el término “acoso docente-alumno”.

Muchos de ustedes, considerarán que este argumento es un sinsentido; ya que, ¿cómo puede un docente acosar a un alumno? Sería inaudito ¿no creen? Dada la situación, permítanme decirles que esta es una realidad totalmente cierta, y que miles de estudiantes de toda España sufren este contratiempo en silencio.

Una chica víctima de acoso escolar (Gtres).

El acoso docente-alumno, como bien indica su nombre, se produce cuando un maestro generalmente lleno de frustración y de problemas cotidianos, intenta preservarse y aliviar su infortunio denigrando o humillando públicamente a sus alumnos; y, en casos más extremos, agrediéndoles físicamente, lo que es lamentable. Estos, persuadidos por su prerrogativa como docentes, pueden incluso hasta a llegar a coaccionar a los escolares para que guarden silencio y no querellen los hechos ocurridos, ya sea a sus padres o en jefatura.

Por desgracia, hace bastantes años, yo viví este problema en mi antiguo centro escolar; cuando mi profesora de plástica, al no saber dibujar, se reía de mí y me humillaba delante de mis compañeros a los que también importunaba y humillaba en menor medida. De igual forma, lo hacía su compañera con otros alumnos (yo he sido testigo de ello); lo que provocó que años después fuera demandada (por algún progenitor) y despedida del centro escolar.

Ocurrido el incidente con esta señora; mi madre, antigua alumna del centro escolar, decidió acudir a hablar con el director y los jefes de estudio para querellar este suceso. Estos, al no salir de su asombro (o eso parecía), hicieron llamar a dicha profesora, la cual desmintió todo lo declarado; lo que provocó que durante el resto del curso, me siguiera importunando aún más, llegando incluso a amenazarme con suspenderme la asignatura. Dada la situación, y al igual que en la mayoría de los casos de acoso escolar; la dirección y la jefatura de estudios decidieron lavarse las manos en este asunto.

Es muy satisfactorio saber que por fin nos vamos concienciando sobre la verdadera importancia del acoso escolar, tomando medidas para evitarlo y erradicarlo. Sin embargo, considero que las asociaciones contra el bullying, el gobierno (el cual ha aportado un número de teléfono para ayudar a las personas que lo sufren) e incluso algunos programas televisivos como el del señor Jesús Vázquez deberían tener en cuenta este aspecto. Siempre piden a los jóvenes denunciar a su agresor y no callarse cuando sufren hostigamiento por parte de sus iguales, lo que está muy bien. Pero, ¿qué hay de los jóvenes que son hostigados por sus docentes? El término anglosajón, “bullying” engloba todos los tipos de hostigamiento producidos en el ámbito escolar, no solo los producidos por los alumnos.

Evaluaciones de segunda en un caso de un niño con altas capacidades intelectuales (ACC)

Por Begoña Rodríguez Jiménez

Varios niños en la puerta de un colegio (EFE).

Varios niños en la puerta de un colegio (EFE).

Soy mamá de un niño de 8 años evaluado de altas capacidades intelectuales (AACC) por una psicóloga clínica en un centro privado y otro hijo de 6 diagnosticado de intolerancia a la fructosa por un gastroenterólogo en el mismo centro privado.

¿Por qué el informe de evaluación de AACC se cuestiona en el centro escolar y el de intolerancia a la fructosa se cumple a rajatabla si ninguna de las dos valoraciones son visibles? ¿Es más importante evitar el dolor de barriga que el dolor emocional?

Vivimos en una sociedad en la que en muchos casos se desprecia el talento y no se potencia. En los colegios se cubren las necesidades básicas de aprendizaje y dejan las necesidades especiales en manos de las familias que en la mayoría de los casos carecemos de información y formación completa para gestionar sus demandas intelectuales y emocionales.

Es por esto por lo que pido sensibilización por parte de los organismos oficiales competentes en esta materia para que faciliten la burocracia, acorten el tiempo de espera para oficializar una evaluación privada y principalmente enriquezcan su educación acorde con sus necesidades intelectuales.

Señores, hay un altísimo porcentaje de fracaso escolar en este colectivo (se sitúa en torno al 70%) y después nos quejamos de la fuga de cerebros. Tenemos un potencial emergente de futuros profesionales. ¡Aprovechemos esa riqueza de talentos!

 

Evitemos la demonización de las instituciones educativas

Por Cristina de Montemar

Un grupo de niños, aprendiendo inglés en clase (Gtres).

Un grupo de niños, aprendiendo inglés en clase (Gtres).

A raíz de la denuncia del padre de un alumno sobre presuntos abusos de un pederasta en una escuela de Barcelona se han ido sucediendo otras de exalumnos del mismo centro, incluso de algún otro de la misma institución.

Después de muchos años ahora salen a la luz esas agresiones que en su momento las víctimas no se atrevieron a denunciar por razones obvias propias de la edad.

Ante el escándalo provocado conviene observar cierta prudencia en las informaciones para evitar la demonización de una institución docente de gran solvencia pedagógica, en la que profesores y monitores pueden ser cuestionados sistemáticamente por la extraviada actuación de alguno de ellos. Se deberá comprobar con el máximo rigor la veracidad de esa cadena de denuncias, pero sin alentar un linchamiento moral que se convierta en algo parecido a lo que Arthur Miller describe en su famosa obra Las brujas de Salem.

Solo que aquí la hoguera es la estigmatización de un equipo docente que se esfuerza en llevar a cabo una gran labor pedagógica, y para el que hay que reclamar el máximo respeto. Aunque también la mayor diligencia para actuar con la debida severidad contra esos malos hábitos… que no son precisamente los que le son propios a la institución.