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Entradas etiquetadas como ‘capitalismo’

Párate a reflexionar

Por Rafael de Lecea

Un hombre pensativo (Gtres).

Un hombre pensativo (Gtres).

La sociedad española parece que está en debacle. Yo pienso que al contrario de ser por cosas como el capitalismo o la crisis de los valores, es porque, hoy en día, no solo en España, sino en todo el mundo occidental, hemos cogido la costumbre de no reflexionar sobre nada, e ir de un lado para otro sin pensar las cosas.

Pero gracias a la asignatura de Filosofía, yo me he propuesto no ser como la mayoría, y dedicarme un tiempo a mí mismo y a mis pensamientos, y creo que si la sociedad hiciera lo mismo (en cosas como las elecciones) alcanzaríamos el tan ansiado bien común.

Es Navidad, ¡consumid, consumid, malditos!

Por Luis Fernando Crespo Zorita

El precio oficial del dinero en la UE está en mínimos históricos, vamos a ser capaces de orquestar la unión bancaria europea. El capitalismo es ya una cultura, con valores y una visión del mundo propios, enraizada en la mentalidad de los ciudadanos y que determina su comportamiento como una segunda naturaleza. Se ha conseguido la confluencia de intereses entre capitalistas y consumidores eclipsando la figura del trabajador sobre la que se sustenta realmente el sistema económico internacional. El “capitalismo popular”, desarrollado ideológicamente como “democracia económica”, predica que cualquiera podemos convertirnos en accionista de macroempresas anónimas y, con poco esfuerzo, participar efectivamente de los beneficios generados en ellas, por muy especulativos que estos sean.

Navidad, época de compras (Archivo)

Navidad, época de compras (Archivo)

La gran coartada, el bálsamo mágico que ha permitido que las cosas hayan sido  así hasta ahora, fue el consumo; en esta parte del planeta todavía hay casi para todos, en una oferta extensa e intensa a la vez, con un único requisito: tener poder adquisitivo previo. Pero es precisamente aquí donde radica la incapacidad funcional del mercado capitalista para vertebrar a la comunidad internacional en su conjunto; cada vez hay más clientes excluidos, aquellos que recibimos la oferta pero dado nuestro nivel de rentas no podremos acceder a ella nunca.

Además, el entorno natural no puede soportar el riesgo que significaría la extensión del consumismo occidental universalmente; los costes ambientales serían insoportables para el planeta. La única alternativa racional posible es reducir el consumo y que todos podamos acceder a ese bienestar mínimo imprescindible que, garantizando universalmente la dignidad humana, no ponga en riesgo la sostenibilidad del planeta como entramado vital en equilibrio. ¡Que consuman ellos!

Adaptarse o morir

Por Horacio Torvisco

117790Una de las características de la sociedad capitalista, por encima de cualquier otra consideración, es conseguir la máxima eficiencia productiva. Bajo el supuesto de que esta sociedad sólo admite a los mejores se margina a la mayoría condenándola al paro o al subempleo, culpabilizándola además, de su situación. Adaptarse a este sistema donde la privacidad forma parte de un ámbito no controlable ya por el individuo, requiere fundamentalmente asentimiento acrítico y nula autorreflexión, donde el “porqué” no existe, si acaso el “cómo”.

En esta adaptación se tiende incluso a patologizar cualquier “anomalía” estética o de comportamiento que no respondan al perfil del vencedor social. Si a usted se le cae el pelo, o no es capaz de estar al cien por cien en las interminables jornadas laborales, o si no luce permanentemente una sonrisa “Profidén”, usted está enfermo y debe medicarse cuanto antes, el sistema se lo exige.

El ‘capitalismo popular’

Por Luis Fernando Crespo Zorita

El ‘capitalismo popular’, desarrollado ideológicamente durante los años finales del siglo pasado como ‘democracia económica’, predicaba que cualquiera, con un pequeño esfuerzo de ahorro previo, podíamos convertirnos en accionista de una o varias macroempresas y participar efectivamente de los beneficios generados, por muy especulativos que estos fuesen. El resultado es que, a pesar de las críticas que se le pueden hacer, el sistema de acumulación capitalista tiene un grado de aceptación social mayor del que la lógica y un análisis racional inteligentes le podrían conceder. Es ya una cultura con valores propios y una visión del mundo enraizada en la mentalidad de los “ciudadanos-clientes-consumidores”, que determina su comportamiento como una segunda naturaleza. Afectados por las preferentes

Hasta que ha aparecido la cruda realidad y sus consecuencias reales y no previstas han ido estallando, una tras otra, las burbujas (punto.com, capital-riesgo, inmobiliarias, preferentes…). Entonces surge de nuevo el ciudadano reivindicativo, el ‘pequeño ahorrador’ que necesita del Estado, que previamente habíamos reducido en aras de la iniciativa privada, para que ponga orden a posteriori en un mercado insaciable y tan canalla que devora a sus propios hijos, sobre todo a los que más habían confiado en el sistema, la sufrida clase media, la única que por su nivel de ingresos puede ahorrar, pero no puede especular.

Lo que está ocurriendo con el rescate de los bancos hipotecarios, los beneficios fiscales a la inversión o la reducción de impuestos exige una desinversión pública poco o nada rentable socialmente y oculta la enfermedad de fondo: la desaparición de la soberanía popular y de la voluntad política conformadas electoralmente, para dejar la defensa del interés general a las fuerzas económicas más rentables en cada momento. Esta es la gran paradoja. Sepamos a ciencia cierta que sus decisiones van a ser siempre egoístas por buscar, con legitimidad o sin ella, exclusivamente el beneficio particular o corporativo.

Bien por los jueces; esta vez, sí

Por José Ignacio Calleja (Profesor de Moral Social Cristiana; Vitoria-Gasteiz)

Ha tenido que ser el sistema de justicia el que se pone a la cabeza de la manifestación, al fin. ¡Gracias!, a todo el movimiento civil que se ha movilizado contra los desahucios; ¡gracias!, a las Cáritas que lo han tomado como cosa propia… ¡Gracias! a todos los que lo han visto claro desde el principio… sólo es el comienzo; todavía no conocemos su alcance legal y real; vienen detrás los desalojos de alquilados por insolvencia en el pago. Esto no ha terminado, ni mucho menos.

Es el comienzo de un buen día. Ya oigo el rumor de que esto afecta a la solvencia de los bancos, a la deuda pública y a la prima de riesgo; y es verdad, pero no podemos seguir el camino trillado de salir de la crisis triturando a las personas más vulnerables. O ¿es que el sistema social capitalista no tiene otro modo de salir de las crisis financieras o económicas? O ¿no lo puede consentir? Esta es la cuestión, no tiene otra salida, porque no la puede consentir sin perjuicio para los dueños del dinero. Son estos los que no lo consienten. Luego la cuestión última es de poder social e intereses de “clase”, y no de ciencia económica. Las cosas como son.

Y esto no es neomarxismo trasnochado, sino tardocapitalismo puro y duro, real en todos los pueblos de Europa como la vida misma. Renunciar a verlo es negarse a entender lo que está pasando. Acepto mil matices sobre el concepto “clase”, mil matices; renuncio a él, si quieren; pero al final, el dinero, ¡aparentemente de muchos!, concentrado en manos de pocos decide en qué condiciones entra a un país o se va, llega para quedarse o juega con las oportunidades y escapa, simula una huida por desinterés y vuelve como un buitre sobre el animal herido. Esto es lo que hay, por eso que el movimiento social de mil colores e inspiraciones se lo merece todo en campañas tan rotundas y claras como esta contra los desahucios y alquileres imposibles. Se lo merece todo. Y ¿cuál es la próxima? Atentos.