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Entradas etiquetadas como ‘ahogamiento’

Frenemos las muertes por ahogamiento este verano

Por N. R.

Playa de Bakio, Bizkaia (Europa Press).

Playa de Bakio, Bizkaia (Europa Press).

En los nueve primeros meses del año pasado murieron en España por ahogamiento 321 personas; 240 se produjeron entre los meses de junio y septiembre. Este año llevamos 160 ahogamientos en playas, ríos, piscinas y otros espacios acuáticos, y los informes oficiales reconocen que 2016 está siendo un año especialmente dramático para las incidencias mortales en playas y piscinas.

Pero lo terrible es que muchas de estas víctimas son niños, personitas que juegan en el agua, que se divierten mientras ignoran lo peligroso que puede ser. En un despiste de 2 segundos –lo que se tarda en mirar si tenemos un whatsapp–, el niño puede haberse sumergido sin que nos demos cuenta, y para cuando nos percatemos lo mismo ya es demasiado tarde.

No quiero dar lecciones a nadie, pero por favor, un poquito más de cuidado en playas y piscinas, que son muy traicioneras.

«Hay que implantar leyes contra la homofobia»

Por Raúl Rodríguez Escribano

Una pareja homosexual se besa. (ARCHIVO)

Una pareja homosexual se besa. (ARCHIVO)

Hace dos noches en Málaga dos jóvenes homosexuales se disponían a celebrar su aniversario cuando fueron gravemente agredidos por un guardia de seguridad de Renfe. Lo preocupante de esta noticia no es simplemente el ataque que sufrieron los protagonistas, sino la causa de dicha agresión.

¿Merecen dos personas sufrir tal hecho solo por ser de una condición sexual distinta?

Preocupantemente, estos ataques homófobos se están multiplicando. Sin olvidar el caso de los dos adolescentes expulsados de un local madrileño por besarse hace tan solo dos semanas. ¿Estamos haciendo algo mal? Evidentemente sí.

Cada vez las calles son menos seguras para personas de esta condición, que ya de por si sufre una importante represión por parte de ciertos grupos sociales. Quizá deberíamos empezar a plantearnos implantar leyes en contra de la homofobia, tal y como ha ocurrido en Cataluña recientemente.

Personalmente, me da pena que debamos llegar a extremos como son el uso de las leyes para penalizar actos homófobos, que deberían reducirse por voluntad propia de los ciudadanos y no del sistema judicial.

 

Historias de campamentos: «El destino quiso que fueran en el autobús equivocado»

Por Juan Manuel Hernández López

Mi hijo se llama Jorge Hernández y tiene nueve años. El lunes 15 de julio comenzó su campamento urbano, junto con sus tres primos y al igual que muchísimos otros niños. Este año hemos optado por un campamento que incluye fútbol y piscina como actividades principales.

En este campamento la actividad de fútbol la realizan todos los niños en el mismo lugar, en Villalba, mientras que para la segunda actividad, la piscina, se hacen grupos que se dirigen a varios pueblos del entorno.

Al grupo de mi hijo y de sus primos les corresponde quedarse en Villalba, pero debido a un error de coordinación, ese día acabaron los cuatro en el autobús que lleva a los niños a la piscina de Guadarrama. Cuando los organizadores del campamento se percataron del error, decidieron que, para que los niños no perdieran la actividad acuática, disfrutaran de la piscina de ese pueblo antes de traerlos de vuelta a Villalba para la comida. Piscina

Este lunes, cuando le preguntamos a los chiquitines por la jornada, no estuvieron excesivamente comunicativos, quizás llevados por cierto sentido de culpabilidad por haberse colado en un autobús que no les tocaba, responsabilidad que dicho sea de paso no les corresponde. Pero este martes, día 16 de julio, parecían mucho más abiertos a contar cosillas y al parecer habían disfrutado bastante de su segunda jornada en el campamento.

El caso es que de camino a la piscina de nuestra urbanización, por la tarde, mientras seguía preguntando a Jorge por su jornada, me dijo: “Ayer, en la piscina de Guadarrama, salvé a un niño de ahogarse”. En ese momento dos vecinos que llevábamos detrás se quedaron tan enganchados como yo al relato del chiquitín, que prosiguió: “Yo estaba nadando en lo hondo y vi como un niño pequeñito, que no sabía nadar, se tiraba al agua, sin flotador ni nada, y sin ningún mayor con él y no vi tampoco al socorrista. Entonces nadé hacia él y, agarrándole con los brazos y nadando de espaldas, sólo con los pies, llegué hasta el bordillo de la piscina, al que me agarré con un brazo, mientras sujetaba al niño con el otro”.

En ese momento miré hacia atrás a mis vecinos y me percaté que estaban tan alucinados como yo con el relato. Luego Jorge comentó que llegaron los padres del niño y se lo llevaron.

Mi chiquitín suele fantasear, pero en esos casos siempre inicia sus frases con un “te imaginas que…» Sin embargo en este caso relató los hechos en primera persona, tan detallados como los he descrito, por lo que me resultan bastante reales y creíbles, aunque no tengo forma ahora mismo de corroborar que esos hechos son ciertos al cien por cien.

Independientemente del hecho que podría tratarse de un hecho heroico en todos los sentidos en un niño de nueve años, y que me pone la piel de gallina, aunque ese rescate hubiera acontecido a escaso medio metro del borde de la piscina, también me resulta inevitable especular, de ser ciertos esos hechos, sobre qué hubiera podido pasar si esa mañana el destino no hubiera llevado a los chiquitines a montarse en el autobús equivocado.

El destino, burlón, a veces guarda sorpresas inesperadas. Tan es así que llegas a preguntarte si estaba en cierta manera predestinado que los niños se subieran a un autobús en el que no debían estar, para que otro chiquitín, desconocido, pueda seguir disfrutando de sus padres, juguetes, etc… Estas cosas estremecen.