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Entradas etiquetadas como ‘academia’

Premiar la incultura

Por Pablo Sánchez Medina

RAE

El secretario de la RAE, Darío Villanueva, durante una entrevista. (EFE)

Cada vez que la RAE acepta un nuevo “palabro” damos un paso gigante hacia atrás. Aunque éstas se cataloguen de palabras raras o mal dichas es inadmisible que decir o escribir “almóndiga” o “dotor” se considere correcto.

El mayor problema es que aquellos que las usan ahora pueden escudarse, incluso con razón, en que la palabra está aceptada. ¿Quiere decir esto que un profesor puede dar por válido en un examen que uno de sus alumnos escriba “asín”? Pongo en duda que la solución a no hablar bien sea ésta.

Parece que ya nos hemos cansado de fomentar y premiar la lectura, de construir bibliotecas y ampliar sus fondos bibliográficos. En vez de esto hemos tomado un atajo. Premiamos la incultura desde que amanece hasta que nos acostamos ya no solo en televisión, también en las aulas y en los libros, cuando lo que deberíamos hacer es recompensar a aquellos que cuidan nuestra lengua.

Tal vez sea momento de hacer una pausa, pensar y establecer ciertos límites.

Nadie se acuerda de los especialistas del cine

Por Lola Magano

Mi nombre es Lola y soy esposa de un especialista de cine o Stuntman como los llaman ahora. Siempre me he preguntado cómo es posible que, en ninguno de los diversos certámenes y convenciones del mundo del cine -los Goya, Sitges, San Sebastián…- se haga mención, aunque sea de forma honorífica, a la labor de personas que, como mi marido, han dedicado parte de su vida y su salud a hacer un trabajo tan arriesgado y peligroso y, en muchas ocasiones, mal remunerado ya que el riesgo al que se exponen es muy grande y la vida profesional, muy corta.

En la época en la que mi esposo trabajaba ni siquiera las compañías de seguros querían asegurarles. Hoy, desgraciadamente, comprendo por qué, pues mi marido soporta taras físicas importantes (un 66%C:UsersibarberoPicturesPINTASnavidadDIAesp0001.JPG de minusvalía). Pero no es lástima lo que pido, sino justicia y reconocimiento. No alcanzo a comprender cómo dentro de la gran familia que es el mundo del cine nadie piense en ellos para nada.

Dan las gracias a todos menos a los que, arriesgando su físico, dan brillo y fuerza al personaje. Cuántos actores les deben parte de su éxito a estos hombres… ¿Por qué no han reparado en su importante labor ni actores ni directores? A mi marido nunca le llamaron porque fuera alto y guapo, sino por su gran preparación física y su pericia en las diversas escenas en las que se desenvolvía, como los caballos, conducción, esgrima, acrobacias…, en fin, un especialista completo. Incluso realizó un salto de 24 metros desde la tramoya de un teatro en condiciones muy difíciles, saliendo airoso.

Ha trabajado a las órdenes de directores españoles y extranjeros de gran prestigio y ha doblado a muchos actores de primera fila, siendo testigo de cómo a alguno se le ha atribuido el mérito por un trabajo que él había hecho mientras su nombre no aparecía ni en los títulos de crédito. Por suerte veo que esta situación ha cambiado y por lo menos ahora los especialistas sí figuran en ellos, siempre al final de los mismos.

No quiero alargarme más, pero si en algún momento la Academia de Cine entiende que estas personas tienen algún mérito esta situación se podría cambiar. A ustedes no les supondría nada y para estos hombres que lo han dado todo por esta profesión (en la época de mi esposo no había mujeres especialistas) sería un motivo de alegría y podrían, así, sentirse miembros de pleno derecho de la gran familia que es el cine.

 

 

La excesiva obsesión por el profesor nativo

Por Adriana Bausells Espin (Licenciada en Filología Inglesa. Profesora cualificada de inglés como lengua extranjera [Cambridge CELTA])

Definitivamente me he dado cuenta de que en este país (probablemente en otros también, pero este es el caso que me concierne y del que tengo constancia) nos dejamos engañar como queremos y nos movemos por modas, por falsos mitos, los internalizamos hasta el punto de darles la categoría de hecho irrefutable, y que no nos intenten sacar de ahí, porque no lo harán. El mito al que me refiero es el de que sólo se puede aprender un idioma con un profesor nativo. Llevo dos semanas intensivas de búsqueda de trabajo como profesora de inglés, concretamente en Barcelona, aunque este engañabobos no es exclusivo de esta ciudad (he conocido personalmente casos en Zaragoza, y me consta que ocurre en todo el país), y en más de 10 academias me han dado en el morro (antes de ver mi CV o de escucharme hablar en inglés) con un rotundo: “lo siento, sólo contratamos nativos”. No suena igual que decir “no contratamos españoles”, ¿verdad? ¿Por ello deja de ser racismo? Yo creo que no.

Curiosamente, todos los que me han juzgado me han hablado directamente en español, sin darme siquiera oportunidad de demostrar mi nivel de inglés y, con toda certeza, sin plantearse siquiera la posibilidad de dejarme demostrar que estoy más que cualificada y capacitada para enseñar, que en el fondo es de lo que se trata. En uno de los casos la persona que me atendió cuando llevé mi curriculum mencionó incluso la “fuerte presión” a la que se ven sometidos para no contratar siquiera a nativos del norte de Inglaterra, de Escocia o de Irlanda… ¿presión por parte de quién? ¿Acaso sólo vale para enseñar inglés la Reina Madre? Esto ya suena más a racismo. Absurdo. Después, en un derroche de generosidad, se ofreció a echar un vistazo a mi CV, “ya que has venido, y tal vez por si nos surgiera alguna emergencia”, e incluso llegó a afirmar que “creo que es uno de los mejores que he visto en mucho tiempo, pero es que…”: me licencié en Filología Inglesa con una media por encima del 8, tengo el nivel C2 de inglés, que se supone que equivale al de un nativo (¿cualquier nativo, acaso todos los nativos, del país que sea, hablan su idioma con igual propiedad?), obtuve un sobresaliente en el Certificate of Proficency in English de Cambridge, recientemente he obtenido la cualificación oficial de profesora de inglés como lengua extranjera – Cambridge CELTA – también con la puntuación más alta posible y tengo experiencia en enseñanza en todos los niveles y edades, incluida en la Universidad pública. Más absurdo. En una entrevista que he hecho esta mañana (toda en español y conducida por alguien que me ha preguntado qué era el CELTA y qué se hacía ahí…) se han planteado si mi nombre podría pasar como nativo. Vaya, lástima que mis padres no me pusieran Vanessa o Kimberly…

¿Cuál es el problema? Que está muy de moda decir que mi profesor es nativo, y si el tuyo no lo es no eres nadie ni llegarás a nada. Que las academias y otras instituciones de enseñanza han vendido esa moto durante años hasta que han conseguido que todo el mundo asuma que uno es mejor profesor por ser de Londres, por ejemplo. ¿Desde cuándo nacer en un país o en otro es garantía de ser buen profesor? Que nadie me malinterprete: por supuesto que hay excelentísimos profesores de inglés nativos, muchísimos, por todas partes. Pero también españoles. Y croatas. Y eslovacos. Y rusos. Y alemanes. Y chinos. Y mexicanos. Igual que, tal y como comprobé en mi experiencia como profesora de español en EE.UU., hay profesores de español nacidos y criados en ese mismo país que me superaban con creces en el conocimiento del idioma con fines pedagógicos y de análisis lingüístico y en la capacidad para enseñarlo, y eso que considero que mi nivel de conocimiento del español es bastante alto, ya que además de hablarlo también lo he estudiado y sigo en ello. Sin lugar a duda, enseñar mi propio idioma ha sido el trabajo más difícil que he tenido que realizar y tengo mucho que aprender en ese aspecto.

Debemos entender que hablar un idioma no es garantía de entender su funcionamiento interno, mucho menos de saber explicar por qué funciona de esa manera, y aun en el caso de que se posean tales conocimientos no es lo mismo que saber transmitirlos. En definitiva, hablar español “perfectamente” -es decir, hablarlo y que nos entiendan porque se ha nacido en España– no significa saber enseñarlo. Lo mismo con el inglés. Obviamente, hay casos en los que contar con un profesor nativo es más apropiado, siempre se deben tener en cuenta las circunstancias, intereses y motivos de cada uno respecto al aprendizaje de un idioma. Pero no se puede asumir como regla general que siempre es mejor. Me parece ofensivo y frustrante que se me cierren puertas por lo que diga mi pasaporte y encima en mi propio país. Pero claro, para las academias es muy fácil decir que esto es lo que les piden los clientes… ¿en serio? ¿Todos los estudiantes prefieren que sus profesores de inglés sepan poco o nada de su primera lengua, con lo que esto conlleva a la hora de predecir dificultades de aprendizaje, problemas debido a la interferencia entre lenguas, o simplemente problemas a la hora de entenderse porque un alumno está reproduciendo en inglés estructuras calcadas del español haciendo que alguien sin conocimientos suficientes de este idioma no entienda por qué el alumno “no es capaz” de hablar bien en inglés? Me parece que no.

Pero claro, uno no va a anunciar con letras luminosas en su página web que todos los profesores de su centro son nativos si no es verdad… sería publicidad engañosa, ¿no? Bueno, pues no contratar a alguien por su nacionalidad es sencillamente ilegal, es discriminación por motivos de origen. Resumiendo: racismo. Y en este caso concreto, lo que a mi modo de ver es mucho peor y más dañino: es un signo inequívoco de falta de compromiso con la actividad en sí, con la docencia, y con el servicio que se ofrece, falta de honestidad con respecto a la profesión y los profesionales que nos sentimos orgullosos de formar parte de ella y que nos entregamos a ella, y aún más con respecto a los alumnos. En definitiva, una práctica que sólo sirve para arraigar falsos mitos y que en absoluto beneficia a la enseñanza y el aprendizaje de idiomas en España. No por pronunciar una vocal de determinada manera uno es mejor profesor. No se trata del país: se trata de la persona, de las capacidades y cualificaciones de cada uno, y del compromiso, la dedicación y la pasión que se tenga por lograr que un alumno se vaya a casa con algo aprendido. ¿Acaso no nos llevaríamos las manos a la cabeza si el argumento fuera “sólo contratamos blancos”?