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Monumento del 11-M: Por favor, derriben tal monstruosidad y erijan uno que dé un toque de cariño al recuerdo de las víctimas

Por Emilio Sancho Lozano

11 de marzo de 2016. 12 años ya desde aquella tremebunda tragedia que nos sigue encogiendo a todos el corazón al recordarla, y donde nuestro pensamiento se eleva hacia aquellos que se quedaron en aquella fecha en el camino, así como enviamos nuestro cariño y ánimo a todos sus familiares y a aquellos que lograron sobrevivir a aquella masacre.

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Interior del monumento. (JORGE PARÍS)

Aprovechando la conmemoración de tan luctuoso hecho, sólo un pensamiento y un ruego a quien corresponda: ¿por qué, cuando se están intentando acometer reformas faraónicas en Madrid -y entiendo que nada urgentes e incluso innecesarias en muchos casos-, no se aprovecha la ocasión para, con carácter de urgencia, proceder a la reforma del monumento a las víctimas de tan execrable crimen erigido en su momento en la Plaza de Atocha de nuestra capital?

¡Ya está bien de mantener en pie una estructura que más que un homenaje a alguien resulta atentatoria al buen gusto y a la sensibilidad, y que ni tan siquiera valdría como peana para sostener un auténtico monumento, pues la estructura se está viniendo abajo casi desde su inauguración, y que a uno le da vergüenza ajena tener que andar explicando a la gente que viene a visitar nuestra ciudad que qué es eso!

Por favor, a quien corresponda, por respeto y cariño a las víctimas del 11-M y sus familiares: ¡derriben tal monstruosidad arquitectónico-artística (por supuesto dicho con todo respeto hacia sus creadores) y en el mismo lugar, sobre una zona de césped adecuada (eliminando el horroroso suelo negro actual), incluso surgiendo de una fuente “ad hoc”, erijan un verdadero monumento que dé el toque de cariño, respeto y belleza al recuerdo de tantas personas tan vilmente asesinadas.

 

Los tatuajes, un impedimento en las pruebas de las Fuerzas Armadas

Por José Antonio S.

Tatuaje en la espalda (EFE)

Tatuaje en la espalda (EFE)

Soy un joven de 21 años y curso un grado medio de electrónica. Estoy registrado en el INEM desde 2013, apuntado a los cinco cursos de formación que me permiten las normas; todavía estoy esperando que me llamen para formarme y tener alguna oportunidad de trabajar.

Se me ocurrió que quizá sería más útil a la sociedad sirviendo como soldado profesional. El pasado lunes 9 de febrero estaba citado para afrontar los exámenes psicotécnicos, me preguntaron antes de entrar a las pruebas si tenía tatuajes, dije que sí.

Me invitaron a enseñárselo y así lo hice. Me «recomendaron» abandonar las pruebas, quitarme el tatuaje y volver en la convocatoria de junio.

El «tattoo» ocupa desde el hombro y se queda a cinco dedos por encima del codo,simula una litografía con el nombre de mi tío Miguel, asesinado en Atocha el 11 de Marzo de 2004.

Por cierto, no me lo quitaría aunque me ofrecieran el grado de Capitán General de las Fuerzas Armadas. Gracias Sr. Rajoy, gracias España por las oportunidades que me dais.

11-M, cuando los recuerdos lloran

Por Beatriz Cabello

Todos, por desgracia, tenemos un 11-M grabado en nuestra memoria, unos lo recuerdan con más dolor que otros, pero a todos nos entristece este día, una fecha que acabó con la vida de 191 personas, y que destrozó la de muchas otras. Diez explosiones en cuatro trenes diferentes que terminaron apuntando como culpable al terrorismo islámico.

Diez años hace ya de aquella fatídica mañana en la que los relojes de un país entero se pararon cuando marcaban las 7.37 horas de la mañana. Cuatro trenes con 10 bombas, explosionaron en Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, sembrando el caos y la incertidumbre en la ciudad de Madrid. Todos, sin nosotros quererlo y saberlo, fijaban sus miradas con asombro en nuestro país. 191 corazones dejaron de latir y casi 2.000 quedarían tocados para siempre, de fuera o de dentro de nuestras fronteras, daba igual, todos eran corazones nuestros, todos eran madrileños.

Dos vagones reventados en Atocha el 11-M.

Dos vagones reventados en Atocha el 11-M.

Un 11 de marzo soleado que no acompañaba a la tristeza en la que desde primera hora de la mañana se había sumergido España, un día en el que mirar al cielo se convertía en la única alternativa para preguntar el porqué de lo sucedido, respuestas que tardaron en llegar y que nunca se entenderán.

En aquellos días, los gestos humanos eran los únicos que hablaban por sí mismos, fueron estos los que nos hicieron darnos cuenta del valor y la grandeza de las personas que ayudaron en aquellos atentados. Madrid lloraba y España entera intentaba secar esas lágrimas, un sentimiento compartido que se demostró en las calles de todo el país, gestos como el dejar un móvil o dinero para llamar desde una cabina de teléfono a un familiar, el prestarse a llevar a cualquier punto de Madrid a alguien, o esas colas interminables que se hicieron en toda España para donar sangre a todos los heridos que lo necesitaban. Además de, por supuesto, todas las fuerzas de seguridad, médicos, psicólogos… y todos esos héroes civiles anónimos que ayudaron a muchas personas.

Madrid siempre ha destacado por su hospitalidad, ese día lo hizo mucho más, demostrando al mundo entero que un país como España o una ciudad como Madrid no paraliza a sus gentes, un país como España sale a la calle a ayudar y a buscar la verdad.

Un día horroroso que por desgracia tendremos que seguir recordando, pero sobre todo por ellas, por las víctimas. 191 familias que nunca tendrán su puzle completo, siempre les faltará una pieza que se marchó mucho antes de tiempo.

Recuerdos del día 11 diez años después

Por Mohammed Azahaf (*)

Me levanté a las 7 de la mañana. Había quedado a las 8.30 en Vallecas Villa para una reunión en la junta municipal con la mediadora de ese distrito. Entré en el metro, línea 1, estación Valdeacederas destino Atocha Renfe. Sobre las 8 el tren llega a la estación anterior. Nos avisan por megafonía: “señores viajeros, la estación de Atocha Renfe está cerrada, se ha cortado la circulación”. Vigilantes jurados con cara de preocupación nos dicen que salgamos a la calle. Una vez fuera, caos, muchas ambulancias y un silencio raro dentro del caos. Las personas que estamos fuera empezamos a hablar quejándonos de no poder llegar a tiempo a nuestros compromisos (entonces no sabíamos que muchas personas nunca iban a poder llegar). De repente alguien dice, ha sido un atentado. Esta vez ha sido grande, muy grande. Demasiadas ambulancias.

Quise llamar y avisar que no llegaba a tiempo a la reunión, pero no tenía cobertura; nadie a mí alrededor tenía. Seguí intentándolo y por fin conseguí línea. En ese momento me llamó una amiga y me dijo que las noticias hablaban de un atentado en Atocha y me pregunta si estoy bien. Respondo que sí y, confuso, me fui andando a la oficina central del SEMSI (Servicio de Mediación Social Intercultural) en la Plaza de Santa Ana. Junto a algunos compañeros empezamos a hablar de la gravedad del atentado. De repente, una compañera recibe la llamada de su hermano, su novia ha resultado herida leve, pero como no tiene papeles teme ir a un hospital. En ese momento nos damos cuenta de que hay muchas víctimas de origen extranjero entre los afectados. Hay que hacer algo.

Llamamos al ayuntamiento y le informamos que muchos de los heridos de origen extranjero no están acudiendo a los hospitales por miedo. Toman nota y colaboramos en la organización para montar un dispositivo, lo que más piden son psicólogos. Tan solo son las 10:30 y la maquinaria está funcionando con inercia según van llegando las noticias. Desde la oficina se empieza a contactar con mediadores y psicólogos, preguntándoles si están disponibles para ayudar. Todo el mundo dice que sí.

12.30 horas. Nos confirmaron, tras varias dudas, que en Ifema se habilitaría un pabellón como morgue (había muchas víctimas y no cabían en el Instituto Anatómico Forense). El pabellón es el número 6. Empezamos a avisar a la gente para que se fueran distribuyendo. Salí a dar una vuelta para despejarme. Fui a la puerta del Sol donde había una fila larguísima de gente para donar sangre en la unidad móvil de Cruz Roja. Me puse en la fila y cuando me tocó me tomaron la tensión y me dijeron que no podía donar, tenía la tensión muy alta: estaba nervioso.

Continué con el paseo y me encontré con un par de compañeras mediadoras que también eran de origen árabe. Hablamos de la barbarie que habían hecho y de la declaración de Otegi diciendo que ETA no ha podido ser. De repente una compañera dijo, ¿sabéis qué día es hoy? Le respondimos que 11 y ella dijo, sí, igual que el 11 de septiembre. Nos quedamos callados y no hablamos más del tema. Los tres somos musulmanes y el miedo que nos recorrió el cuerpo en ese momento era indescriptible. Seguimos dando el paseo y volvimos a la oficina en silencio.Recuerdo a las víctimas en la calle Téllez (JORGE PARÍS)

16.00 horas. Estaba en la parada del autobús de Conde de Casal, camino a casa tras una mañana de llamadas para conseguir voluntarios. Me sentía mareado, con muchas sensaciones, mucha información, mucha tensión, mucha preocupación. Esto era nuevo, era desconocido. Justo fui a meterme en el autobús y recibí una llamada. Uno de los coordinadores me dijo que tenía que ir al Ifema, hacía falta gente. Cogí el metro y fui para allá. Cuando llegué era extraño, porque en el pabellón de al lado había una feria de productos dentales y la gente que estaba ahí estaba un poco confusa. Algunos sabían que en el pabellón 6 estaban depositando los cadáveres de las víctimas de las explosiones y no sabían cómo reaccionar.

Nos asignaron un despacho en la planta superior, al lado estaba el del Samur, y nos reunieron. En la reunión había gente del Ayuntamiento de Madrid y del Ministerio del Interior. Nos informaron de la decisión que se había tomado respecto a los heridos y las víctimas de origen extranjero (a los heridos se les daría el permiso de residencia, a las víctimas la nacionalidad española). Establecimos turnos de ocho horas. Nos preparamos para el apoyo.

Es difícil explicar en qué consistían las atenciones, había una mezcla de todo. Atendíamos a personas que cuando acudían al Ifema era porque habían pasado por todos los hospitales y no habían encontrado a su familiar o amigo. Les ayudábamos en las traducciones, el contacto con las embajadas de sus países de origen, los formularios, etc. La gente necesitaba tener espacios de recogimiento. Hablamos con los responsables del Ifema y habilitamos una sala para que tanto creyentes como no creyentes, tanto cristianos como musulmanes, pudiesen rezar y meditar.

Las horas pasaban y la tensión aumentaba, cada vez acudían más y más familiares de desaparecidos, también aumentaba el número de voluntarios. El ambiente era raro. Todo el mundo se comportaba con el resto como si todos fuésemos una familia. Si necesitabas algo, al momento lo tenías. Un teléfono, un cigarro, una bebida, algo para comer, un hombro para llorar…

Sobre las 21 horas una llamada de un amigo me inquieta mucho más. Su frase es como una losa de 1.000 kilos que cae sobre mi cabeza. “Acaba de reivindicar el atentado un grupo islamista”. Me puse a llorar, no entendía nada. No comprendía que alguien que decía ser musulmán, como yo, hiciese esa barbaridad en nombre de mi religión. Estaba viendo los efectos de ese atentado desde primera hora de la mañana y la noticia de saber que alguien que se proclamaba musulmán reivindicaba ser el responsable de todo ese dolor que estaba viviendo me dejó muy afectado.

Pero en el Ifema esa información no servía para nada. Ahí lo importante era otra cosa, era atender y gestionar lo mejor y más rápido posible la situación de los amigos y familiares que estaban ahí. De madrugada me llevaron a casa en coche. Estaba destrozado. Apenas pude dormir. Al día siguiente volví al pabellón 6 y continuamos con el trabajo. Aunque bueno, eso fue el 12 de marzo y hoy necesitaba contar lo que ocurrió el 11, porque 10 años después, cada vez que llega el aniversario, recuerdo ese día detalle a detalle.

Dedicado a los familiares y amigos de todas las víctimas. Dedicado a todas aquellas personas que ese y los siguientes días su vida solo consistió en apoyar y ayudar.

(*) Mohammed Azahaf es el Coordinador Federal del Grupo árabe del PSOE, de origen magrebí. Vecino de Rivas Vaciamadrid.

Los voluntarios de ambulancias, en riesgo

Por Arturo

Quería transmitirles la indignación de un voluntario de Protección Civil como yo, que dedica todo su tiempo a ayudar a la gente en una ambulancia de un pueblo cercano a Madrid, donde trasladamos a accidentados y a enfermos al hospital. El pasado agosto el Estado sacó una norma -presionado por las empresas de ambulancias privadas- para borrar a todo servicio de ambulancias llevado por voluntarios; en la norma ni se nos nombra y solo en Madrid hay más de 6.000 voluntarios. El asunto ha sido que todos lo que realizamos labor en una ambulancia a partir de agosto debemos de tener una formación profesional, cosa que veo bien. Pero antes de este decreto todas las personas que actuamos en ambulancias teníamos que pasar un curso de 120 horas y estar registrados en la Consejería de Sanidad, y ahora todo esto no vale para nada.Ambulancia

Se ha pedido a la Consejería que, al igual que [ocurre con] los profesionales, se cree un proceso de homologación de los conocimientos adquiridos y horas de dedicación para acceder a una certificación profesional con un examen de lo que nos falta, lo que nos valdría para seguir “echando una mano” a los demás y no dejar localidades sin ambulancias. La Consejería de Sanidad no responde y la de Trabajo tampoco; están esperando a que se hunda todo el voluntariado de ambulancias y se tenga que pagar por todo. Por favor, que alguien recuerde quién sacó a Madrid en el 11-M, los voluntarios de SAMUR y todas las agrupaciones de voluntarios de Protección Civil y Cruz Roja, y así nos pagan. Y luego piden voluntarios para las Olimpiadas; no dejéis que hagan esto, por favor.

El 11-M y las dos Españas

Por José Recio Rosa

Me resulta algo increíble que la conmemoración por las pérdidas de familiares en aquel 11-M, en los trenes atacados por fanáticos (de la índole que fueran), a tantos años de aquellos penosos sucesos aún haga que se reaviven las diferencias entre los españoles, solo por causas políticas y sea verdad que existen dos Españas (a la derecha y a la izquierda, políticamente hablando). Qué desastre de personas y personalidades, que demuestran tener nada de sentido común, decencia y ética para no poner a un lado las diferencias de ideas y hacer un recuerdo limpio de aquellos inocentes que cayeron vilmente en esa masacre sin sentido. Y ahora que digo ‘inocentes’ verán ustedes, personas y personalidades, que los caídos eran eso, inocentes y ajenos a los politiqueos manoseados por vulgares criminales.

11-M (dos)Por tanto, considero que esta celebración triste, por las pérdidas de unos familiares queridos, debería hacerse en conjunto, olvidando hipócritas razones políticas. A nadie de las familias afectadas les interesan los argumentos ofrecidos por los distintos partidos, a nadie le importa si hay cosas por descubrir o cosas aclaradas. Todos habéis demostrado tener la cabeza como leños, que solo sirven para que sean arrojadas al fuego en estos días fríos, como aquel fatídico 11-M. Mi hija no cogió el tren ese día, lo perdió, si no yo sería uno más a conmemorar tamaña fechoría. De haber sido así, una de las víctimas de ese terrorismo absurdo, me hubiese encargado de reprochar a gritos a los dos bandos que tan torpemente han realizado, por separado, estos homenajes.

Guerra de cifras: pierde el ciudadano

Por Javier Portela (Escuela Universitaria de Estadística. Universidad Complutense de Madrid).

Tras la manifestación en Madrid del 14 de noviembre, la Delegación de Gobierno cifró en 35.000 los asistentes. Los organizadores, en un millón. El artículo 20, 1, d) de la constitución reconoce al ciudadano el derecho fundamental de “recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Y las instituciones públicas deberían velar más que nadie por nuestros derechos. El recuento de manifestantes suele realizarse a partir de la parcelación del espacio ocupado en áreas de igual densidad y de la estimación de las densidades en número de personas por metro cuadrado. Hoy en día la información digital facilita enormemente la tarea, y la estimación de densidades en el lugar se puede realizar con tres o cuatro equipos de 2 personas, para obtener una estimación de precisión satisfactoria para el ciudadano.

En el caso del 14-N, sin muchos medios, dividiendo las áreas ocupadas, utilizando el cálculo de áreas que hoy es sencillo obtener por Internet, y estimando densidades in situ en el momento de mayor aforo se obtiene una estimación del número de asistentes entre 175.000 y 260.000.

¿Es poco? Nuestras referencias sobre la cantidad de asistentes suelen estar sesgadas hacia valores demasiado altos, pues las cifras en eventos anteriores adolecen de la misma inexactitud que las del 14-N. Y nos acordamos vagamente de las cifras más altas, del millón, como una referencia. Pero es habitual que las cifras se inflen, aún en caso de estimaciones realizadas con cierta conciencia. Frecuentemente se utilizan densidades estándar de 3 o 4 personas por m2 cuando la densidad real es mucho menor.

La estimación de densidades in situ es más que necesaria pero no suele ser la práctica habitual. Además la construcción de áreas debe realizarse con cuidado pues los jardines, estatuas, coches, etc. reducen mucho el espacio disponible o bien la densidad. Por ejemplo, en la manifestación del 14-N el tramo de mayor densidad, la calzada central desde Colón hasta Cibeles, arrojaba una densidad promedio de poco más de 3 personas por metro cuadrado, con un mínimo de 2.5 y un máximo de 4. En los parterres y zona ajardinada de ese mismo tramo la densidad baja a 0,25-0,50 y en los laterales estaba entre 0,5 y 1 persona por metro cuadrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta ahora, salvo en tres posibles excepciones (23-F, M. A. Blanco, 11-M), no se ha alcanzado el millón de asistentes en una manifestación en Madrid. Incluso habría que revisar bien esos datos: la cifra de 2 millones, consensuada en los medios, en la marcha tras el atentado del 11-M, situaría en un área limitada de Madrid al equivalente a la población conjunta de Valencia, Sevilla y Málaga. Son protestas que comparte casi toda la población y ello juega a favor de unas cifras espectaculares que a nadie le interesa cuestionar. Esto tiene un pernicioso efecto inflacionista en manifestaciones posteriores, donde los organizadores se ven obligados a proclamar cifras astronómicas.

Como consecuencia, mucha gente piensa que para que una manifestación en Madrid sea un éxito debe aproximarse a la cifra psicológica del millón. Eso es ciertamente absurdo, pero ¿cuándo se debe considerar que una manifestación es un éxito? Hay ciertos aspectos que nos pueden ayudar a evaluarlo en términos relativos, como pueden ser el colectivo representado, el motivo y el municipio. Puede tenerse en cuenta además la experiencia en el tiempo del mismo tipo de manifestaciones, y dónde se sitúa la que queremos calificar en comparación con las anteriores. Por ejemplo, en el caso del 14-N, aún a falta de estudios e información histórica fiable, salvo honrosas excepciones(1), la asistencia a esta marcha estaría por encima del 80% de las manifestaciones históricas del mismo motivo (contra la política de Gobierno), colectivo (general) y municipio (Madrid). Lo que los organizadores podrían considerar un éxito o no, dependiendo de sus expectativas a priori.

Es necesario por último hacer una reflexión sobre la frivolidad con que Gobierno, organizadores e incluso medios de comunicación abordan esta cuestión de las magnitudes estadísticas. No es ya que los ciudadanos tengamos derecho al saber, para ser más conscientes de nuestra realidad, y nos hayan escamoteado las cifras, conociéndolas. Es que posiblemente no se han permitido el esfuerzo de una estimación privada. Y entonces, ¿cómo puede el gobierno evaluar el malestar social, tenerlo en cuenta, o incluso permitirse ignorarlo, si no sabe cuantificarlo ni de manera aproximada?, ¿cómo pueden los organizadores sopesar si ha calado su discurso en la sociedad y si realmente esta es partícipe de la protesta?, ¿en qué se apoyan los medios de comunicación para presentar tantos análisis y opiniones cuando nadie ha dado ni una cifra cabal del número de manifestantes?

(1). Manifestómetro: recuento de multitudes y significados de la movilización. R. Adell. EMPIRIA. Revista de metodología de Ciencias Sociales nº 9 (2005).