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Archivo de la categoría ‘Sociedad’

Un paso subterráneo encharcado

Por Julieta H.

Subterráneo

El paso subterráneo de La Paz. (FOTO: Julieta).

La de la imagen es la situación del paso subterráneo del Paseo de la Castellana que hay a la altura del hospital de La Paz de Madrid cuando llueve. He dado el aviso desde abril al ayuntamiento en varias ocasiones pero de la impresión de que no les parece necesario limpiar esta alcantarilla. Mientras tanto, los niños y los ancianos que usan este paso para ir de un lado a otro de la Castellana tienen que hacer equilibrios para no caerse en el agua.

Carta de unos alumnos a los sanitarios: «Aunque tengamos vacuna, fuisteis nuestra salvación»

Por los alumnos de 6º del CEIP Miguel de Unamuno de Madrid.

Queridos sanitarios:

CEIP Miguel de Unamuno y aplausos a los sanitarios.

CEIP Miguel de Unamuno de Madrid y aplausos a los sanitarios en marzo de 2020.

En primer lugar querríamos daros las gracias por todo el esfuerzo que estáis haciendo estos dos últimos años.

Aunque ya no salgamos a aplaudiros como hacíamos cada tarde, todos recordamos lo que hicisteis y seguís haciendo. Sin vosotros, ni siquiera la mitad de nuestros amigos tendría a toda su familia a su lado.

Os merecéis el aplauso más largo del mundo. A pesar de las críticas, creemos que deberíais estar orgullosos del trabajo que habéis realizado y que seguís haciendo.

Nos gustaría poder ver a todos esos que hablan mal de vuestra labor estar al pie del cañón como lo estáis vosotros día tras día.

No solo salváis vidas, también a nuestros familiares y amigos. Y aunque ahora tengamos una vacuna vosotros fuisteis nuestra salvación en esta pandemia. Gracias a vosotros, por cada vida que se pierde hay 100 que se salvan.

Os queremos mucho.

El Mercado de Castelldefels, en peligro de extinción

Por Jose Luis Álvarez López

Mi mente regresa veinte años atrás y no puede evitar la reproducción de un Mercado de Castelldefels lleno de puestos, de gente, de luces, de ilusión, de olores… todos ellos congregados en armonía bajo un enclave que emanaba olor a barrio, a vecindad, a frescura, a producto local… pero sobre todo a proximidad.

Mercado de Castelldefels.

Arriba, la entrada al mercado. Abajo, pocos puestos abiertos (FOTO: J. L. ÁLVAREZ LÓPEZ)

Entristece los tiempos que corren, donde las políticas vigentes son capaces de permutar esas culturas de barrio de antaño con políticas de reclamo cutáneas, donde se deja a un lado a los nativos de la ciudad.

Un espacio solitario, desértico y doloroso es lo que puedes encontrar bajo el gran cartel de “Mercat de Castelldefels”, donde tratan de resistir los cuatro puestos actuales.

La aparición de grandes superficies, el abandono de la fraternidad en nuestras calles, la pandemia… pero sobre todo la falta de apoyo y reconocimiento por parte del ayuntamiento de Castelldefels nos está llevando a la casi extinción del mercado de nuestra ciudad.

Una pista de patinaje en Madrid en lamentable estado

Por Francisco Iglesias

Quisiera poner en su conocimiento el estado en que se encuentra una de las pocas instalaciones deportivas que tenemos en el barrio de Villaverde Bajo (Madrid).

Desde hace tiempo soy usuario de las instalaciones que el Ayuntamiento puso en el Parque Lineal del Manzanares. En mi caso particular tengo deficiencia visual, por lo cual la mejor manera de realizar mi deporte (patinaje) es en canchas cerradas y con buen pavimento.

Cuando descubrí estas instalaciones se me abrió la posibilidad de hacer deporte sin tener que pagar por el alquiler de una cancha cerrada y con libertad de horario.

Pista de patinaje.

Pista de patinaje en Villaverde Alto (Madrid). FOTOS: Francisco Iglesias.

Con el paso del tiempo he podido comprobar que cada vez más personas utilizan estas instalaciones, niños y jóvenes disfrutan de este deporte. Por este motivo me gustaría denunciar su estado y la dejadez por parte del Ayuntamiento en su mantenimiento y conservación.

Yo he sido testigo presencial y he sufrido en mis propias carnes las caídas de niños y jóvenes debido al mal estado del pavimento de las pistas, por este motivo quisiera hacer públicos estos hechos con el fin de que alguien pueda solucionarlo.

Me parece una pena que las pocas instalaciones que podemos disfrutar se pierdan y se degraden sin que nadie le ponga remedio.

Vacunación: Un calvario lo del Wanda

Por Carmen García Serrano

[El viernes] viví la experiencia de acudir al Wanda Metropolitano para recibir mi vacuna. Estaba citada a las 16:05. Me encontré al llegar con cientos de personas.

No había ningún cartel informativo ni nadie que informase, por lo que recurrí a preguntar a unos componentes de la fila. Me indicaron que buscara el final para unirme a la fila, única para todos los que íbamos llegando.

Comenzó el desfile. Empezamos a caminar alrededor del estadio. En reportajes de tv había visto que los candidatos a vacunarse entraban por la puerta 34, por lo que al llegar a la puerta 30 entré en un estado de alegría, porque después de una hora de rodear el estadio, casi había llegado.

Pero nos esperaba una nueva sorpresa. Nos hacían entrar en el túnel del aparcamiento. Esto lo agradecí porque empezaba a tronar y el cielo amenazaba con un fuerte aguacero. Algunos tuvimos suerte, pero efectivamente las nubes descargaron sobre los cientos de personas que venían detrás.

Colas para vacunarse en el Wanda.

Colas para vacunarse en el Wanda.

Allí empezó una nueva procesión, era Viernes Santo. Durante otra hora estuvimos recorriendo el estadio, esta vez paseando por el aparcamiento. Llegamos a una escalera. Nos hicieron subir tres tramos. Esto después de dos horas de pie no creo que fuera del agrado de personas con muletas y bastones que había en la fila.

Tras estos tramos de escalera vimos la luz. Salíamos a la deseada puerta que vi en la tv y entramos a la sala de vacunación. Por fin, dos horas y media después de mi cita, conseguí ser vacunada en décimas de segundo.

Me dirigieron a una zona en la que cumplir el protocolo de 10 minutos post-vacunación. Delante de mí en la fila una señora venía desde Getafe y el señor que tenía delante de Alcalá de Henares.
Me pregunto: ¿Quién organiza esto? ¿Piensan en algún momento en las personas? ¿De verdad no se puede vacunar en sus localidades a las personas que vienen de fuera de Madrid capital?

Yo creo que sí, pero pienso que la foto de tanta gente alimenta la propaganda de cuántos han vacunado ese día, aunque sea a costa de nuestra paciencia y agotamiento. Después me he enterado de que he sido una privilegiada, porque por la mañana la espera parece que fue de cuatro horas.

En fin, no hay procesiones, pero nos han hecho vivir nuestro propio calvario.

Otra que se va de Barcelona, una ciudad cada vez menos acogedora

Por Rocío Coronel

Durante 31 años me he considerado una gran embajadora de mi ciudad, de la que presumía con orgullo allá donde fuera y a la que defendía a capa y espada de cualquier ataque. Y aquí estoy, haciendo las maletas, a pesar de mantener mi trabajo aquí y de tener que vender mi piso. A pesar de lo que me duele, me voy.

Reflexionando al respecto, y leyendo bastante sobre este fenómeno también, encuentro que se ha hablado mucho del desorbitado precio de la vivienda, de las bajas emisiones, de la nefasta gestión de los servicios públicos de limpieza, zonas verdes o transportes… pero muy poco sobre la causa raíz de esta fuga de vecinos y a la que, en mi opinión, habría que atacar si se pretende evitar que Barcelona se convierta en una ciudad museo a la que solo se viene a pasear.

Vista de Barcelona con la Sagrada Familia

Vista de Barcelona con la Sagrada Familia.

Creo que nos vamos porque ya no nos sentimos en casa ni nos identificamos con esta ciudad que un día fue cosmopolita e inclusiva, sí, pero que, por sobre todas las cosas, fue una ciudad de barrios y familias para todos los que hemos crecido en ella. Ahora, el ayuntamiento centra sus esfuerzos en convertir en postales las zonas más céntricas a gusto del turista y se ha olvidado de que Barcelona pertenece a su gente, a los que la viven y la disfrutan 365 días al año. Parece curioso que una ciudad que se declara “D’acollida” sea cada vez menos acogedora para sus habitantes, que cada día más nos sentimos extraños en nuestro propio hogar.

Como decía al principio, no quiero entrar a detallar todo aquello que está ocurriendo en nuestros barrios porque creo que los que lo sufrimos ya lo conocemos. Solo deseo que alguien repare este error, devuelva la ciudad a sus habitantes y que se legisle para ellos, con un urbanismo sostenible pero compatible con la vida real y unos servicios públicos a la altura de lo que significa Barcelona.

Me voy como la que deja atrás su casa en ruinas tras un huracán en busca de un futuro mejor. Y mucho me temo que no seré la última en hacerlo.

En el aula de mi hijo se sigue dando clase pese a un positivo

Por David Álvarez

Quería informar de un caso digno de Berlanga. Ahora ya comprendo por qué el Covid está desbocado en la Comunidad de Madrid. Pues bien hace dos días recibimos un mail de la tutora de mi hijo del colegio Menéndez Pelayo de Madrid. Confirmado un caso de covid en la clase.

Decidimos no llevar niño al colegio. Llamamos a Secretaría y nos dicen que esperan instrucciones de la Consejería de Sanidad. Llamamos nosotros al teléfono Covid a la Comunidad de Madrid y nos vuelven a remitir al colegio. Al mediodía nos enteramos de que la mitad de los alumnos han asistido a clase y que mañana volverán como si nada hubiera sucedido. Hemos llamado al pediatra para explicar lo sucedido y nos dan cita ¡para el 5 de octubre!

¿Para qué sirven los protocolos anticovid de las aulas si nadie los cumple? ¿Es esta la manera que tienen en la Comunidad de gestionar esta crisis sanitaria? ¿Qué hacemos mañana, mandamos al niño al colegio a sabiendas de que han convivido con un caso de Covid? Si me lo cuentan no me lo creo.

Para colmo, anoche recibimos una carta del director, que adjunto en la imagen, en la que nos dicen que no van a actuar hasta que les responda la Consejería de Salud y que eso puede llevar días.

En el protocolo de actuación de la Comunidad de Madrid ¿no puede el director de un colegio parar la actividad de un aula con un caso confirmado de Covid? Esperando a Godot.

 

Los profesores (y también padres), ante la vuelta al cole

Pensemos, preparemos y actuemos

Por Carmen Navarro. Profesora de ciencias en Secundaria en el Colegio Nazaret Oporto de Madrid y madre de 3 (de 4, 8 y 11 años).

En 1973 el zoólogo austríaco Karlvon Frisch recibió el Premio Nobel de Fisiología por su investigación sobre el lenguaje visual de las abejas, en el que describía cómo se comunican entre sí para indicar dónde se encuentra la fuente de alimento.

Durante este verano atípico del 2020 que todos estamos viviendo, entre nuevos rebrotes de Covid-19 y la incertidumbre del nuevo curso escolar que está por venir, he tenido la suerte de visitar el Aula Museo Abejas del Valle en Poyales del Hoyo, Ávila; y comprobar de primera mano que no se necesita un cerebro muy grande para comunicarse de una manera efectiva, vivir en comunidad y mantener un equilibrio entre todas las partes de una “sociedad” que utiliza la inteligencia colectiva en beneficio de todos por encima del interés individual.

Mi hijo de 4 años, el de 8 y todos los alumnos de infantil y primaria de mi centro trabajan a diario las matemáticas con el método EMAT de Tekman Books en el que el/la profe les cuenta la situación o problema a resolver y a continuación todos repiten: PIENSO-PREPARO y MUESTRO. Esto ayuda a nuestros hijos/alumnos a saber la forma más lógica de resolver las distintas situaciones con las que se irán enfrentando durante su etapa escolar y posteriormente en sus vidas profesionales y personales:

  1. PIENSO sobre la situación que se me presenta y que quiero/tengo que resolver.
  2. PREPARO la/s solución/es analizando los pros y contras de cada una y la más adecuada para cada caso.
  3. MUESTRO a los demás mi propuesta, de forma que la comparto para que todos los miembros de mi comunidad (local y/o global) puedan aprovechar y ser partícipes del análisis/investigación y de la/s conclusión/es.

Les aseguro que ensayándolo muchas veces se llega a interiorizar y sale solo. ¡Lo hacen los niños de 3 años! Sin embargo, desde que comenzó la crisis del Covid-19 vemos cómo la gestión que se hace de la misma altera el orden de los factores, lo que en este caso sí implica un cambio drástico y lamentable en el resultado. Hemos asistido a numerosas decisiones en las que nuestros dirigentes MUESTRAN o ACTÚAN, PREPARAN y después, y no siempre, PIENSAN si lo que han hecho es lo correcto, para modificarlo a los pocos minutos, horas o días. Es imposible no sentir inseguridad e incluso miedo cuando lo que hoy es una verdad irrefutable mañana deja de tener vigencia…

Y así, a tan solo unos días del comienzo del curso escolar, los docentes nos vemos de nuevo desprotegidos por la administración y vilipendiados por la sociedad cada vez que se nos ocurre alzar la voz para avisar de lo que todos sabemos que sí o sí terminará ocurriendo.

Es de sobra conocido que a los docentes se nos pide desde siempre que actuemos más como magos que como educadores:

  • para educar de manera competencial con un currículo totalmente basado y enfocado en los contenidos,
  • para acabar temarios trabajando por proyectos, desarrollando múltiples teorías pedagógicas innovadoras y con el mayor uso posible de tecnologías
  • para educar en valores, desde la emoción y la pasión, sin que decaiga nunca el entusiasmo, como correponde a las profesiones vocacionales, y a pesar de las circunstancias de cada momento,
  • para enseñar pensamiento crítico y reflexivo a nuestros jóvenes en un mundo en el que la misma clase política altera su mantra diario: MUESTRO-PREPARO-PIENSO.

Pero los acontecimientos recientes nos han empujado a todos los mago-profesores a situaciones de verdaderos equilibristas, acróbatas, malabaristas, improvisando aulas de clase en nuestras propias casas, con nuestros propios recursos, rodeados de nuestros familiares y sin recibir ni un solo aplauso por ello.

Ya en junio se vaticinaba lo que ahora está ocurriendo: a punto de incorporarnos al nuevo curso escolar los “posibles escenarios” no dejan de ser planteamientos teóricos que distan mucho de la realidad que se vivirá en las aulas y que nos pondrá a todos, alumnos y docentes, en una situación de vulnerabilidad muy peligrosa para toda la comunidad.

Como dice el famoso proverbio africano, “para educar a un niño hace falta la tribu entera”.

Durante el confinamiento los padres hemos tenido la suerte de convertirnos en profesores de nuestros hijos a tiempo completo. Durante ese tiempo se leían en redes sociales muchos comentarios de agradecimiento y reconocimiento por la dura labor de los profesores, no siempre valorada.

Sin embargo, como está ocurriendo con otras situaciones recientemente vividas, olvidamos pronto, y ahora esos mismos padres critican a los profesores que alzamos la voz para decir que la vuelta al colegio no está garantizada en unas condiciones mínimamente seguras.

Muchos de estos padres son los mismos que:

  • No se ponen mascarilla porque, aunque las autoridades dicen que es obligatoria incluso en espacios abiertos, ellos deciden que ¡vaya rollazo!
  • Quedaban a escondidas con amigos/compañeros de trabajo para tomar unas cerves en los momentos más duros del confinamiento.
  • Se reunían a hurtadillas con otros amigos/familias cuando solo estaban permitidos paseos de 1 adulto con sus hijos.

En esta “tribu”, ahora más que nunca, todos educamos, todos sumamos, todos debemos remar en la dirección correcta y al unísono. Por suerte o por desgracia, los docentes hemos dejado de tener el mayor peso de la educación de nuestros jóvenes, para compartirla con las familias y el resto de la sociedad. Y recordemos que “nada educa más que nuestro ejemplo”.

Cuando nuestros propios representantes políticos (ACTUANDO, sin PREPARAR, y por supuesto sin PENSAR) nos señalan y nos ponen en el foco mediático para desviar la atención de su inacción, debemos aceptar que estamos en manos de una clase política mediocre y de gran bajeza moral, que se traduce en una sociedad que no respeta a sus docentes. Tenemos y tendremos lo que nos merecemos.

Comencemos pues por revisar nuestro comportamiento individual y nuestra contribución a la sociedad, con responsabilidad e inteligencia colectiva.

Solo cuando todos y cada uno de nosotros nos sintamos parte responsable de esta colmena global en la que vivimos podremos con el Covid-19. Repitamos al unísono, a modo de danza de las abejas, lo que nuestros niños cantan en las escuelas y por suerte tienen ya tan interiorizado: PIENSO-PREPARO y MUESTRO/ACTÚO.

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Miedo legítimo ante la vuelta

Por Francisca Esteller Nadal

En primer lugar, me gustaría señalar que escribo esta carta como madre y como docente, en representación de un grupo de compañeros de profesión y de familias cuyos hijos van a asistir a algún centro educativo en los próximos días.

A menos de tres semanas para el inicio del curso escolar, los padres y docentes sentimos y mostramos no solo una enorme preocupación y desconcierto, sino también mucho miedo. Este miedo no es irracional, sino que es totalmente legítimo, teniendo en cuenta que todo lo relacionado con la Covid está rodeado de incertidumbre, conocimiento científico parcial y de contradicciones entre los propios estudiosos de la materia.

Al final del curso escolar 2019-2020 se estableció un protocolo de actuación para el inicio del próximo curso. Este protocolo se elaboró teniendo en cuenta un contexto epidemiológico que nada tiene que ver con el de estos momentos, puesto que comenzábamos una nueva fase en la que tanto hospitalizados como nuevos contagios eran mínimos, y el riesgo a contraer esta enfermedad había disminuido.

En este protocolo, en la etapa de Educación infantil y Primaria se establece una ratio de máximo veinte alumnos por aula con un tutor de referencia, en lo que ha venido a llamarse ‘grupo burbuja’, con la intención de reducir los contactos del alumnado en el centro y poder establecer, en caso de contagio, un seguimiento de los casos más eficaz.

Estos grupos burbuja parecen no contemplar la relación del alumnado de cada grupo con familiares, amigos y otras personas ajenas al centro fuera del horario escolar, porque si así fuera no se hablaría de estanqueidad o seguridad dentro de estos grupos. Evidentemente, no voy a entrar en valorar en lo acertado o no de las afirmaciones con respecto a la facilidad de contagio que tienen los menores y la capacidad de estos para contagiar a otros, porque eso queda para los científicos.

Ahora bien, lo que sí me niego a aceptar es la contradicción sobre las medidas de seguridad a nivel individual obligatorias establecidas para la ciudadanía en general, y a la desaparición de mascarillas en los centros educativos a partir de septiembre.

Mi hijo de siete años de edad, así como yo misma y mis familiares, y muchos otros ciudadanos responsables, hemos cumplido escrupulosamente con cada una de las medidas que desde el mes de marzo se han venido imponiendo desde las instituciones sanitarias.

En la actualidad, estas medidas incluyen el uso obligatorio de mascarilla para toda la población por encima de los seis años de edad. Si las actuales medidas de seguridad individuales y colectivas se contradicen con las medidas que dictan los protocolos educativos, a mí, personalmente me transmiten una inseguridad y un miedo que me llevan a cuestionarme las razones de dichas directrices.

Yo misma, en estos momentos, no soy capaz de comprender y mucho menos compartir las explicaciones por las que frente a un patógeno grave y desconocido se actúa de forma diferente en función del contexto. Frente a este desconcierto me veo incapaz de explicarle a mi hijo -repito, siete años de edad-, esta situación. ¿Por qué en el parque hay que llevar mascarilla y en clase no? ¿Por qué no podemos reunirnos más de diez familiares mientras que en el al aula habrá veinte alumnos, más monitores y docentes?

Como madre y profesora no tengo respuesta para estas preguntas. Hasta ahora le he podido decir que la mascarilla le protege a él y él, a su vez, protege a otras personas. De alguna manera ese papel importante de protección a los demás le ha servido para que aceptara de buen grado el uso de este elemento. Me cuesta trabajo elaborar un discurso coherente puesto que el no usar mascarilla en los centros escolares entraña un riesgo añadido a esta locura, no solo para los niños y personal del centro, sino también para los familiares de todos ellos y, por ende, para los contactos de todas estas personas en su vida habitual.

No hay que olvidar que muchas de estas personas son grupo de riesgo. Así como tampoco hay que olvidar la falta patente de control en el cumplimiento de las medidas obligatorias por una parte importante de la sociedad. De este modo, los llamados grupos burbuja son una absoluta utopía, no sé si planteados con una visión excesivamente ingenua o directamente con una visión despreciativa hacia la seguridad individual. Y es que meter a veinte niños en lugar cerrado, sin mascarilla, con uno o dos adultos, no pronostica nada, absolutamente nada bueno.

Sobre este punto ya avisa la OMS señalando que los casos de Covid-19 en niños se ha multiplicado por siete y a la sanidad española le parece que, en palabras de Fernando Simón, “esas oscilaciones preocupan y hay que valorarlas con cuidado”.

El día 27 se reúnen las diversas comunidades autonómicas con el Ministerio de Educación. Como madre y como docente; solicito, exijo, ya que el riesgo cero no existe, que se dicten medidas coherentes con el devenir de la pandemia y por tanto, se adopte la mascarilla como elemento obligatorio en todos los centros educativos, así como una ratio más acorde a la nueva situación.

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  • Si eres profesor, envía tus sensaciones ante el comienzo de curso al correo zona20@20minutos.es

Hilos en el alma

Por Eva Manso

Todos tenemos la mejor madre del mundo, porque nos ha dado la vida. Mi madre me la dio dos veces, un día cualquiera de abril y cuando faltó mi padre y decidió pasar el resto de sus años en una residencia, para no dar guerra decía ella y para no ver siempre las mismas caras. Quería marcha mientras su enfermedad la dejara. Siempre he pensado que fue un acto enorme de generosidad hacia nosotros, su felicidad empezaba donde empezaba la nuestra.

Mi madre era costurera, más bien sastre, que junto a mi padre te hacían unas americanas que temblaban los que las lucían. Quizás por eso, al criarme en un taller aprendí que la vida son puntadas y pespuntes, y unas buenas puntadas solo se pueden dar con humildad, que es lo que eran mis sastres, humildes.

Siempre ayudó en lo que pudo al próximo, y digo bien, sí, al próximo, siempre desde la recámara, sin que casi nos enteráramos, cuidó de todos, pendiente de sus vecinos, capaz de hacer unos callos a uno de ellos sin saber si estaban bien de sal porque no soportaba los callos. Tenía genio, y ella pensaba que valía para todo, lo que la hacía ser fuerte. Sus nietos la llamaban Macgyver entre risas, porque, aunque no siempre le salía todo bien, ella seguía intentándolo y a veces hasta creía que lo hacía.

Luisa con uno de sus nietos.

Luisa con uno de sus nietos. (EVA MANSO)

Era una buena mujer, siempre orgullosa de su familia y de sus tres nietos, que trastearon y disfrutaron de los años en los que la casa estaba llena de luz.

Cuando llegó a su nuevo hogar cosió alegrías y penas -además de algún bajo de pantalón-, con el equipo humano que la ha cuidado y acompañado en estas últimas semanas, ese equipo que aplaudimos a las 20:00 h y que ha sido su segunda familia este tiempo, los que en los últimos años en los que su enfermedad empeoró la arreglaban, peinaban, perfumaban y hacían compañía. Ese equipo que nos ha enviado mensajes dándonos las gracias por haber sido tan buenas hijas con “su Luisa”.

Aunque mi hermana y yo llevábamos tiempo con las maletas preparadas, son ellos los que han acompañado a mi madre en su último viaje, porque esto que estamos viviendo no nos ha permitido hacerlo a su familia. Sé que te fuiste con mucha luz y tranquila pero es muy doloroso pensar que hace algo más de un mes te besé y te dije “estás muy guapa mamá, mañana viene a verte Ani” y que ya no podremos verte, acompañarte, tocarte, despedirnos.

Espero que la «bendita resiliencia», el tiempo y el calor de los que están a nuestro lado nos ayuden, nos dé luz y tranquilidad.

Siempre seré lo que tu decías cuando llegaba a verte –“es mi hija, la pequeña”– y aunque a veces me hagan daño seguiré subiéndome a esos tacones que tanto te gustaba verme lucir.

El coronavirus no permite cobrar el paro: una realidad desesperante para los que necesitamos comer el próximo mes

Por Sara Jiménez

Quiero denunciar un caso discriminatorio que se está aconteciendo a raíz del coronavirus. En las noticias se habla que el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) está prestando servicios automatizados para las prestaciones de desempleo, como sellar la demanda de empleo o los casos de ERTE que serán gestionados por las empresas.

Pero no se habla de una realidad amarga y desesperante que estamos sufriendo muchas personas. A través de la web del SEPE solo se puede solicitar la prestación por desempleo si dispones de firma digital, Dni electrónico, etc.

También indican números de teléfono por provincia que no dan señal o indica que el teléfono no existe por saturación telefónica, tanto el lunes 16 como el miércoles 18 tuve que llamar 56 veces para conseguir que diese señal.

Cola en una oficina de empleo (ARCHIVO).

Una vez dio señal ambos días estuve hora y media a la espera para ser atendida y para que, finalmente, no me solucionasen nada porque solo están para informar, no tramitan prestaciones.

El SEPE indica que los usuarios tienen que pedir cita previa para que la oficina correspondiente llame por teléfono. En mi caso particular me corresponde la oficina de Valdemoro (Madrid). Desde el mismo lunes 16 no da servicio, tenía cita ese mismo día y también el miércoles 18 y no han contactado conmigo.

A través de la cuenta del SEPE de Twitter se están poniendo muchas quejas pero no dan soluciones. Conseguí una dirección de correo electrónico del SEPE de Valdemoro y me indican que no dan servicio porque tienen que desinfectar la oficina, pero de igual modo no dan soluciones a los que como yo (como tantos usuarios) necesitamos comer el próximo mes y pagar facturas.

Tengo correos electrónicos con la conversación escasa que he conseguido tener con la oficina de Valdemoro sin fecha estimada para que nos ofrezcan servicio. Muchas personas estamos desesperadas con esta situación.