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La pesadilla de vivir a 20 kilómetros de Barcelona

Por Marc Mestre

El Tibidabo De Barcelona, en la Sierra De Collserola (Europa Press).

El Tibidabo De Barcelona, en la Sierra De Collserola (Europa Press).

Una casa con jardín en un pueblo pequeño, verde y tranquilo. Este es el sueño de muchas familias que, cansadas del asfalto, el ruido y la contaminación de la gran ciudad deciden ir a vivir a una localidad pequeña pero cercana a Barcelona. Disfrutar de paz y tranquilidad sin renunciar a la cercanía de la ciudad, un sueño anhelado por muchos y no siempre fácil de cumplir.

Pero de las 7 a las 9 de la mañana este sueño se convierte en una auténtica pesadilla: nervios, estrés, impotencia… estos son algunos de los síntomas que provoca diariamente la entrada a Barcelona por las rondas a todos estos «privilegiados»que han podido hacer realidad su sueño. Largos ratos de colas, coches parados, conductores malhumorados, pequeños accidentes… todo un espectáculo más propio del tercer mundo que de una sociedad avanzada como se supone que es la nuestra.

Es difícil de entender cómo en el siglo XXI, en plena Era de la tecnología y la innovación, en la que inventamos dispositivos electrónicos capaces de hacer las tareas más complejas, no hemos sabido resolver un problema tan básico como poder llegar en nuestro puesto de trabajo en un tiempo razonable y sin tener que sufrir una auténtica odisea.

Hoy más que nunca se nos quiere inculcar la cultura del ahorro, ¿cómo es posible que diariamente malgastamos tanto tiempo y tanta energía y no seamos capaces de poner remedio? De la opción del transporte público más vale no hablar… esta más que una pesadilla, para aquellos que la eligen, es una auténtica tortura.

2 comentarios

  1. Dice ser Lola

    Por ese motivo que Ud. comenta en su carta hay que meditar muy pero que muy bien si vale la pena vivir más cerca de la naturaleza que en medio del caos urbano.

    15 octubre 2016 | 20:59

  2. Dice ser Ángel

    Chaval, en el tercer mundo con el que te comparas cuesta mucho más ir y volver de casa al trabajo o a la escuela, varias horas de caminata (con suerte tendrás bici o algún otro transporte, pero un coche es raro) por un camino accidentado y muchas veces peligroso. Y no hay más remedio.

    Da gracias de que la red de transporte esté como está, pues no hace tantos años era casi imposible vivir a esa distancia de las ciudades, y si no tenías coche no podías ir a ninguna parte.

    Creo que pasar un rato de atasco y levantarte temprano no es algo tan grave. Puedes buscar rutas alternativas, o salir a horas diferentes. A ver si te creías que vivir en el campo eran todo ventajas.

    Mira, de hecho, deberías dar gracias de tener un trabajo al que poder desplazarte.

    15 octubre 2016 | 22:32

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