Por Santiago Aragón Guarné
Tortugas que nada más nacer emprenden un viaje oceánico de miles de kilómetros, pájaros de unos pocos gramos que son capaces de cruzar continentes o herbívoros en busca de mejores pastos. Las migraciones parecen dar respuesta a instintos muy básicos. El ser humano no es distinto. Miles de personas viajan hacia el norte en busca de mejores condiciones de vida.
Muros, vallas de espino y mafias dificultan este tránsito pero no logran impedirlo. Según la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas, al menos 3.419 personas murieron en el Mediterráneo el año pasado. En la penúltima inmolación ante el muro del progreso de estos últimos días, según informan las autoridades italianas, hay 300 personas muertas. Somos capaces de crear equipos multidisciplinares y de conseguir financiación para proyectos espaciales y no somos capaces de frenar esta sangría. Todos somos corresponsables de esta vergüenza.
Muy bonito, pero absolutamente ingenuo, del mundo de Disney.
¿Qué hacemos entonces, abrimos las fronteras sin límites y que venga absolutamente todo el que quiera? ¿Da igual un millón que 50 millones, todos los que quieran venir?
Venga, hombre. La prioridad son nuestros propios problemas, que tenemos muchos, y los de fuera van muuuuuuuuuuchísimo después.
15 febrero 2015 | 11:51
Tal cual Luis.
16 febrero 2015 | 12:37