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Sobre la retirada del monumento a Primo de Rivera en Granada

Por Manuel Morales Cervera

Monolito a José Antonio Primo de Rivera (dcha). (ARCHIVO)

Monumento en Granada a José Antonio Primo de Rivera y una vez retirado. (ARCHIVO)

Granada siempre ha sido un reducto. Reducto cartaginés en la Segunda Guerra Púnica; reducto hispano-romano en tiempos de hegemonía visigoda, reducto musulmán en las postrimerías de la reconquista; reducto nacional durante la Guerra Civil. Aquí la consigna siempre es «resistencia«.

Nuestros nostálgicos gobernantes locales, haciendo gala de dicho espíritu, han resistido hasta el final, atrincherados en posiciones intelectuales tan preconstitucionales como el propio monumento a Primo de Rivera, que intentaban preservar, han utilizado aquello de Groucho: «Estos son mis argumentos, si no le gustan tengo otros».

Entre el rebuscado argumentario utilizado han desfilado justificaciones de tipo histórico, artístico y cultural, con el fin de mantener erigida la escultura de la discordia contra tiempo y marea, aun a costa de incumplir la ley, aunque ellos, en su fuero interno, siempre han considerado que el desacato a leyes que no sean de su agrado no pasa de pecado venial.

En esto coinciden con la ideología del homenajeado, primero está España, o al menos su particular visión de España, y luego está la ley. Esa, justamente, fue la premisa que se utilizó para justificar el alzamiento de 1936.

Hasta esta mañana se habían mantenido heroicamente en sus posiciones, “Sin novedad en Bibataubín, mi general”, pero a todo lerdo le llega su San Martín, y hoy hemos visto cómo una grúa hacía que las águilas fascistas levantasen el vuelo hacia la triste historia de donde nunca debieron salir, mientras las manos de bronce suspendidas oscilaban, como despidiéndose de la ciudad cuyos gobernantes las acogieron tanto tiempo con tanto cariño.

Al final toda esta polémica solamente ha servido para retratar a nuestros munícipes, delatar sus simpatías y posponer lo inevitable, porque ninguna sociedad democrática puede rendir homenaje a sus verdugos.

4 comentarios

  1. Dice ser LINCE 1

    Que tome nota el Gobierno de lo que ha dicho Naciones Unidas al respecto y muy recientemente. ¡Basta de restos del fascismo!

    01 agosto 2014 | 20:02

  2. Dice ser Melillense

    En Melilla hay muchas calles y monumentos aún con nombres de militares del alzamiento. En una plaza aún luce un grandísimo águila en el sitio en el que supuestamente antes había un bar En el que decían se reunían los rojos. Obviamente detenidos y fusilAdos.

    03 agosto 2014 | 19:06

  3. Dice ser Francisco Rodríguez

    Pobre Morales, víctima indudable del franquismo. Lo que hicieron contigo, majete, que te has zampao sin rechistar los que los evangelistas del malvado general te contaron sobre José Antonio; un poco de rigor que alardeas de universitario. De haberte detenido sólo un ratito sobre los escritos del que llamas verdugo, habrías sabido que condenó al fascismo por esencialmente falso después de haber caricaturizado su doctrina social (el corporativismo es un buñuelo de viento. Capital y trabajo no se pueden armonizar, el capital está al servicio del trabajo; lo dijo el interfecto). Rajas del primer español que pidió parar la guerra, un gobierno de concentración nacional con Martínez Barrio de presidente y amnistía para los combatientes: eso lo suplica dos años antes del emocionante discurso de Azaña en Valencia, Paz, Piedad y Perdón. El único español que como intuía toda la izquierda del momento de Durruti a Balbontin, de Prieto a Madariaga, de Pestaña a Sánchez Albornoz, podía enfrentarse a Franco el represor y ser dique ante la oleada de sangre que, al faltar, nadie contuvo después. El mismo que gritó: ¡no se puede hablar de Patria en casa del famélico!. Si te resta, Morales, sólo una brizna de respecto intelectual, revisarás tu escrito, lo,pondrás en solfa y estudiado el personaje dirás igual que Rosa Chacel en el exilio: ¡Cómo nos han podido ocultar todo lo de este hombre!. Será entonces tiempo para reclamar que este español vertical como le denominó Juan Ramón desde el destierro, tenga su monumento en Granada, a ser posible junto al de Federico, su amigo, que no por otra razón que la del afecto la última gestión de José Antonio como diputado fue conseguir la subvención que alargó un año la vida de La Barraca.

    Indigestados del José Antonio de Franco, volvéis a matar con él al José Antonio de José Antonio.

    Se podría decir de otra manera, pero es mejor clarito: a los ojos de la Verdad, la habéis cagado bien, dingolondangos.

    03 agosto 2014 | 21:31

  4. Dice ser javier

    Muy bien. Ahora que pongan un busto de Abenamar. Ese sí que molaba.

    07 agosto 2014 | 15:40

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