Por Enrique Igoa Mateos
Tantos siglos de lucha para librarnos de dictaduras de todo signo, para conseguir que gran parte del mundo viva en libertad, para que también gran parte de la Humanidad haya caído bajo la esclavitud de las compañías telefónicas, que nos han vendido que gracias al móvil seremos más libres, y encima pagamos por ello. ¿No es ridículo y penoso contemplar a tantas personas de toda edad, sexo y condición caminando como zombies mirando el dichoso artefacto, que llevan en la mano elevada, a modo de ofrenda permanente a la tecnología?
Una mujer consulta su teléfono móvil (GTRES)
¿O ver en autobuses, bares, parques, etc. a tanta gente mirando o escribiendo en el móvil, olvidando que hay libros, tertulias y árboles? Parece que todo el mundo tiene que recibir cada minuto mensajes urgentes, y creen que están comunicados con mil amigos y luego ignoran al que tienen al lado. Y si esta reflexión ofende a alguno porque piensa que no está enganchado, que pruebe a salir de casa todo un día dejando el móvil en casa, a ver si hay o no tecnodependencia. Por supuesto, no tengo móvil, a pesar de lo cual llevo una vida familiar y profesional plena. Un poco de autocrítica y racionalidad, por favor.
Para nada estoy de acuerdo contigo, Enrique, creo que lo tuyo ante -progreso, yo en mi juventud, si tenia necesidad de hablar por telefono tenia que hacer 6 km, andando o en bicileta,sincillamente no haba telefonos en muchas zonas de esta querida España,puesto que hoy todos tenemos uno en el bolsillo, lo usenos cuando nos de la gana, eso si respetando la buenas normas de educacion
31 mayo 2014 | 20:12