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Preventorios: «Nunca he enviado a mi hijo a colonias»

Por Javier López.

En 1966 cumplí 9 años en las colonias de Biurrun (Navarra). Desconozco por qué mis padres me enviaron a ellas.

El edificio fue fundado como hospital para niños tuberculosos, cuando ya no tenía razón de ser lo reconvirtieron en colonias infantiles. Supongo que estuve los meses de octubre, noviembre y diciembre (a mi madre le suena que eran seis meses). Teníamos clases y horarios de estudio.

Mi recuerdos son muy vagos, son mas bien sensaciones, excepto algunos muy concretos. No tengo recuerdos relacionados con malos tratos. Teníamos miedo a las cuidadoras, puede que fuera porque nos tuvieran a raya con disciplina.

No recuerdo ningún nombre, ni de adultos ni de compañeros.

Teníamos que comernos toda la comida y a media tarde íbamos al comedor, nos sentábamos en las mesas y unos chicos nos ponían unos cazos de legumbres para quitar las piedras, recogiéndolas una vez limpiadas.

Lo que sí recuerdo muy bien que en mi grupo había un “matón”. Hacía con nosotros lo que le daba la gana. Yo era su protegido e intocable para los demás por que era del pueblo vecino. Este “matón” se cebó con un chaval que le hizo la vida imposible. El pobre le limpiaba las legumbres, se quedaba sin comida o comía dos raciones a capricho del primero. Siempre era igual, “cierra los ojos”, el chaval los cerraba y le hacía el cambio de plato. “ Ya puedes abrirlos”. “Me has cambiado el plato”. “¿Yooooo? ¿Alguno me ha visto?”, nosotros lo negábamos con la cabeza. Le teníamos pánico. Nunca se me ha ido de la cabeza lo mal que lo pasó aquel chaval…

De adulto si tengo que madrugar dejo las películas a medias, salvo que sean de internados con esta temática, no puedo. ¿Por qué me ocurre esto? me preguntaba, hasta que un día caí en la cuenta, tiene que ver con las colonias.

“¡Qué mal lo pasaste en Biurrun!” me decía mi abuela cuando iba a verla con mi mujer y mi hijo.

Puede que fuera por estar tres meses separado de los míos a esa edad, no lo sé, pero aquella experiencia no me dejo buen sabor en absoluto. Nunca he enviado a mi hijo a colonias.

La foto que envío tiene un sello del fotógrafo: Prince, Pamplona Dic 1966. Estoy en la segunda fila, cuarto por la izquierda.

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