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Preventorios: «Las letrinas, llenas de barro y suciedad, eran una simple tabla con un orificio»

Por Victoria.

Yo fui, junto con mi hermana, una de las niñas que estuvo en el preventorio de Guadarrama en el año 60. Estuve durante tres meses, de junio a septiembre de dicho año, y allí cumplimos (pues somos mellizas) los nueve años.

Los recuerdos que tengo sobre mi estancia en ese preventorio son horribles, desde que entré no deje de sufrir. Nada mas llegar nos cortaron el pelo y nos llenaron la cabeza de unos polvos que olían fatal y que picaban y tuvimos que tenerlos en la cabeza unos días.

El tema de la comida fue mi peor pesadilla, puesto que desde el primer día estuve vomitando la comida que me hacían comer después de vomitar. Como sería mi problema con la comida que enseguida me pusieron sola en una mesa aparte y fuera de la vista del resto de las demás niñas. Nada mas entrar en el comedor me ponía enferma con el olor que había y no digamos con la leche que nos daban. Siempre se les quemaba, sabía horriblemente mal y si no te la tomabas no podías beber un único vaso de agua que te daban. En el desayuno nos daba una “papilla” de maicena que parecía un engrudo, también quemada y no había quien se la comiera. Del resto de la comida igual de mal. Como anécdota a la sopa de macarrones que nos ponían la llamábamos sopa de «tuberías con lejía» ya pueden suponer el sabor de la misma.

El único día casi feliz durante mi estancia allí fue uno en que fueron de visita una señoras muy elegantemente vestidas revisando todas las instalaciones y en este caso en el comedor me pusieron en la mesa con las demás compañeras, pero advirtiéndome que no probara la comida que se servía bajo ningún concepto. Me imagino que sería para que no montara el numerito de todos los días con mis vómitos.

Había seis o siete salas de diversos colores perfectamente diferenciados. Tenías siempre que llevar una cinta en el pelo del color de la sala o dormitorio que te correspondía y del mismo color que la «batita» a rayas que llevábamos y que no podías quitarte bajo ningún concepto ni entrar en otra sala que no fuera la tuya. Teníamos otro traje de domingo que nos teníamos que poner si había alguna visita o si venían nuestros padres en la única visita que les permitían tener para vernos. Esta ropa picaba como un demonio y nos salían ronchas por todo el cuerpo.

Efectivamente y según cuentan otras mujeres, no podías por la noche levantarte de la cama bajo ningún concepto por lo que algunas se orinaban en la cama con la bronca posterior al día siguiente.

Existían dos zonas de “recreo” perfectamente diferenciadas. Una de verano llena de árboles y la otra de invierno donde daba totalmente el sol. Al final de la de verano estaban las letrinas que eran como las de los campos de concentración. Llenas de barro y suciedad con una simple tabla de madera con un orificio.

En tema de la correspondencia con nuestros padres no era tampoco agradable, puesto que teníamos que entregar las cartas ya franqueadas abiertas y las sometían a control, con lo que nuestros padres recibían lo que ellas querían pues retiraban las hojas donde contábamos algo que no les gustaba que se supiera o ni siquiera se las enviaban.

Del tema de las duchas mejor ni hablar. Estaban sucísimas y teníamos que ducharnos con agua muy fría y en un par de minutos. En una ocasión a mí me quitaron las zapatillas que nos daban al entrar y que supuestamente debíamos “defender y cuidar ” pues no nos daban otras. Yo me “busque la vida “ y pude encontrar una del numero 32 y la otra del número 36 ( mi número) con lo que el resto de mi permanencia allí sufrí del pie donde llevaba la del numero 32 que lógicamente me estaba muy pequeña y me dolían los dedos del pie mucho.

Las bragas que nos daban nos estaban muy grandes y para que no se nos cayeran nos quitábamos las cintas de las zapatillas y las ajustábamos a la cintura con lo que las zapatillas se salían continuamente excepto la que yo llevaba del número 32.

Del tema de la salud, MUY MAL. Tuve una herida en un dedo que me supuraba y después de varios días con un dolor espantoso me rajaron el dedo a lo vivo para sacarme la infección. Existía dentro del recinto un edificio al que llamaban “ la casita “ que era (ahora lo se) donde ingresaban a las niñas con las que creo experimentaban.
A mí me llevaron allí y estuvieron sin motivo aparente una semana inflándome de inyecciones que no sé de que eran. No dejaban entrar a nadie y mi pobre hermana estuvo toda la semana llorando y apostada debajo de la ventana de mi habitación para verme y yo en cuanto podía me asomaba a consolarla.

También estaba el suelo , las camas y todo el recinto lleno de grandes orugas que se caían de los árboles y que me produjeron una alergia tremenda para que la que no me dieron nada. Me pase todos los días que estuve ahí rascándome los picores con la consiguiente bronca por parte de las cuidadoras.

Otro tema muy fuerte fue que tuve una infección en una muela con un gran flemón y me llevaron junto a otras tres niñas al pueblo de Guadarrama, a la carnicería de un señor que, después de despachar a las clientas que estaban ahí, nos metió en una habitación donde despiezaban a la reses llena de suciedad y sangre y después de simplemente limpiarse las manos en el delantal que llevaba lleno de mierda me sacó la muela sin anestesia alguna . Debido a la infección que tuve, estuve varios días con mucha fiebre.

Hubo además un incidente una noche después de cenar bastante grave. Nos intoxicamos casi todas (menos mi hermana entre otras inexplicablemente) con los alimentos que nos dieron. Yo en mi línea fui una de las primeras en empezar a vomitar en la cama, manchando la misma y a punto de ahogarme con mi propio vómito ya que como comento anteriormente teníamos prohibido levantarnos de la cama bajo ningún concepto. Cuando la cuidadora de mi sala se dio cuenta de que estaba vomitando y que había manchado la cama me sacó de la misma a golpes e intentó que me comiera el vómito pero al momento comenzaron las demás niñas a vomitar también y eso me salvó pues desde ese momento comenzaron las carreras y los gritos de las cuidadoras. Hubo alguna niña que se puso realmente mal y se la llevaron de allí (no sé si al hospital).

Mi pobre hermana se pasó todo el tiempo que estuvimos allí llorando al verme pasar por tantas penalidades. No podré perdonar nunca esto, pues yo soy mucho mas fuerte y aunque lo pase muy mal me preocupaba mas ella. Todo esto nunca lo he podido olvidar y me ha marcado toda mi vida.

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