Entradas etiquetadas como ‘web’

Un museo japonés permite controlar por Internet los objetos en exhibición

Los objetos sustituyen a los seres humanos de carne y hueso, que no tienen por qué visitar el museo para participar en la instalación interactiva. Sin aparente relación entre ellos, un ventilador, un cono de tráfico, un teléfono o el busto pálido de una venus grecorromana comparten la sala. Tienen en común una serie de añadidos insertados: pantallas, cámaras y microprocesadores.

Avatars (Avatares) es una exposición basada en la participación a distancia. Las piezas que se exhiben en la muestra se pueden controlar, están conectadas a Internet y sólo hay que entrar en una web para manejarlas.

Los artistas japoneses So Kanno y Yamaguchi Takahiro son los autores de la instalación, que permanecerá hasta el 14 de mayo en el YCAM (en la ciudad de Yamaguchi, al sur de Japón), un museo especializado en proyectos que unen arte y nuevas tecnologías. Quien desee participar tendrá que hacerlo cuando el centroestá abierto en Japón, de 10:00 a 19:00 horas, de las 3 a las 12 de la mañana UTC.

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Exposición en línea sobre la grandeza de la antigua ciudad de Palmira

The Legacy of Ancient Palmyra - The Getty Research Institute

The Legacy of Ancient Palmyra – The Getty Research Institute

Cruce de caminos de las caravanas que surcaban en las dos sentidos la Ruta de la Seda, no solamente un camino para el comercio entre Asia y Europa, sino una de las primeras autopistas de la información sobre conocimientos, prodigios y saberes, la antigua ciudad de Palmira era llamada en árabe Tadmor, traducción del arameo palmira, «ciudad de los árboles de dátil». De ningún lugar con esa etimología —cuya belleza está presente también en el idioma sirio, donde el nombre se asocia con la palabra Tedmurtā, «milagro maravilloso»— se puede esperar cosa distinta al deslumbramiento, por mucho que al acercar la mirada del satélite las coordenadas desprendan la tristeza de la muerte y el fuego.

Para trasladarnos a un tiempo ajeno a la miseria actual —la Guerra de Siria (activa desde 2011, con casi 500.000 muertos y 4,8 millones de desplazados o huídos del horror) ha convertido la vieja ciudad en poco más que una cantera y sus alredores en una necrópolis donde solo quedan brasas— podemos, es un pobre consuelo, viajar virtualmente a The Legacy of Ancient Palmyra (El legado de la antigua Palmira), una subyugante exposición en línea que acaba de lanzar el Getty Research Institute.

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Imprimen en libro el ‘atlas obscuro’, la guía de antiturismo

Cubierta de 'Atlas Obscura'

Cubierta de ‘Atlas Obscura’

Desde 2009 Atlas Obscura se ha ganado una reputación merecida como compendio de lugares que deben ser visitados allá donde vayas si deseas algo más que el compendio de fechas, nombres y eventos que suele ofrecer el turismo tradicional y las empresas que lo explotan. El sitio web, fundado sin demasiada ambición por Joshua Foer y Dylan Thuras, tiene el mérito de que no se deja llevar por el número de visitantes, el encanto masivo o el tienes-que-ir-a que te han chivado tus amigos. Prefiere lo raro, misterioso, anticuado, chocante o temible.

Pese a que cada vez, dada la saturación de información, no siempre correcta ni adecuada, pero, en cualquier caso, demasiada, es más complejo ofrecer algo que sea de verdad novedoso, aún mantienen las intenciones iniciales:

En una época en la que todo parece haber sido explorado y no hay nada nuevo, tenemos una forma diferente de ver el mundo. Si estás en busca de ciudades en miniatura, flores de cristal, libros encuadernados en piel humana, agujeros de los que surgen llamas, gigantescas iglesias, pagodas construidas con huesos en equilibrio o casas enteramente de papel, Atlas Obscura es el lugar dónde encontrarlos.

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El Museo de los Museos Online (MoOM), de lo banal a lo exquisito

AIWA HS-JX2000 - Imagen: Walkman Archive

AIWA HS-JX2000 – Imagen: Walkman Archive

Sin tener en cuenta la web profunda velada para los legos (estoy exagerando: aquí explican cómo entrar en  las cavernas con el navegador TOR), Internet es el mayor zoco jamás imaginado. Mientras escribo hay en línea casi 1.000 millones de páginas web según un contador en tiempo presente. Traducido a medidas líquidas, representa unos cinco millones de terabytes. En medición de amoblamiento, el equivalente, más o menos, a cinco billones de libros gruesos.

La gente del Museo de los Museos en Línea (cuyas siglas en inglés son MoOM —nótese el guiño al MoMA en la letra minúscula que rompe el acrónimo—) se dedica a una tarea casi arqueológica: reunir en un directorio a todos aquellos que coleccionan algo.

Que coleccionan, ¿qué?, sería una pregunta con sentido según la lógica previa a la monstruosidad digital. Ahora, porque aquí todo vale, la respuesta es pública: que coleccionan cualquier cosa, desde lo grandioso hasta lo necio.

Pueblan la red recolectores de capturas de pantalla de virus informáticos avisando que te han contaminado, de walkmans como el modelo de lujo que abre la entrada (y su complemento necesario: etiquetas de casetes vírgenes), de mapas y horarios de trayectos aéreos de cualquier época y línea, de automóviles (el censo de modelos del banco de datos es de 4.000), catálogos desde 1940 de la cadena de electrónica Radio Schack, de pegatinas de precios, de imágenes de todo pelaje de chicas inconscientes siendo llevadas en brazos de aquí para allá por hombres o criaturas…

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La revista de arte y cultura ‘Polpettas’ busca pasar al papel

Portada del número cero de 'Polpettas' © Polpettas Mag

Portada del número cero de ‘Polpettas’ © Polpettas Mag

Hay muchos mundos que contar, muchas vidas, y un número indeterminado de creaciones, más o menos artísticas. Y detrás de todo esto, hay personas, personas que creen en lo que hacen, y hacen todo lo posible.

El enunciado declarativo pletórico de ilusión corresponde a las intenciones editoriales de Polpettas, una web con cierta veteranía (cuatro años en la red) que ahora se lanza a la azarosa aventura de la impresión física en papel. La promotora-directora de la publicación es la joven italiana residente en Madrid Margherita Visentini, nacida en Verona, licenciada por la universidad de Bolonia y amante del arte, la creación y los viajes —aunque a veces, según confiesa con humor, sean trayectos entre su casa y el supermercado—.

Mediante una campaña de crowfunding que culmina el 30 de octubre, Visentini quiere hacer tangible un sueño: editar en formato físico un número cero de la revista y, de tener éxito, convertir la publicación en bianual. Se trata de un compendio selectivo de los mejores artículos, entrevistas y reseñas de la web —dedicada a arquitectura, arte, diseño, ilustración, fotografía, vídeo y creación literaria— al que añadirán contenidos especiales para el número inaugural en papel. La editora desea que la revista se sitúe «a medio camino entre una colección de entrevistas y un libro de arte».

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Un homenaje a la estética hortera y caótica de GeoCities

Captura de la web 'Cameron's World', que recupera la estética de las páginas personales de GeoCities - Cameron Askin

Captura de la web ‘Cameron’s World’, que recupera la estética de las páginas personales de GeoCities – Cameron Askin

Había páginas especializadas —educativas, divulgativas, informativas…—, pero GeoCities era conocida desde el principio por su cara más amateur. Aquellos que llevaban ya unos años usando Internet solían tacharlo de subproducto y se resistían a tomárselo en serio. Aquel servicio gratuito de alojamiento web nació en 1994 y muchos usuarios abrían en él su primera página personal, forrada de imágenes escogidas de aquí de allá, como haría un adolescente con las paredes de su cuarto.

Escenarios de fondos lisérgicos, gifs animados con toques New Age, mensajes escritos con la fuente Times New Roman, combinaciones irritantes de colores y abundancia de ventanas y subventanas que marean al visitante… Quien haya navegado por la Red antes del 2009 se ha encontrado alguna vez con esos despropósitos visuales, GeoCities era sólo la plataforma de aquel chapurreo de diseño con que había que lidiar a menudo en la World Wide Web.

El diseñador neozelandés residente en Berlín Cameron Askin fabrica una cápsula del tiempo con Cameron’s World (El mundo de Cameron), un proyecto que define como «una web collage» de textos e imágenes sacados de las catacumbas virtuales, en particular de páginas alojadas en GeoCities, el servicio estadounidense que fue en 1997 el cuarto sitio web más visitado y ahora es una leyenda de aquellos primeros tiempos.

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Una web para comparar el diseño (y el poder) de los pasaportes del mundo

'Passport Index'

‘Passport Index’

Las tapas de colores oscuros y apagados del pasaporte desprenden un cierto anacronismo, pero nadie se ha preocupado nunca demasiado más que por llevarlo sin caducar.

Tal vez cuando más tiempo pasamos observando el nuestro es en las colas —cada vez más largas— de los aeropuertos, entonces nos obligamos a pasar las hojas del librito. En el caso del español, es llamativo el último rediseño al que fue sometido en agosto de 2006, que (tras la representación a plumilla de las tres carabelas) incluye entre sus hojas animales del mundo —tortugas, bisontes, murciélagos, truchas, renos, ballenas…— y sus movimientos migratorios.

Documentos oficiales, anodinos y funcionales, sin embargo despiertan cada vez más interés entre los diseñadores. El nuevo pasaporte de Nueva Zelanda —creado en 2008— era admirado por reducir significativamente el escudo de armas y sustituir el color azul por un color negro interrumpido en un lateral por la hoja de un helecho plateado.

Pasaporte de Nueva Zelanda

Pasaporte de Nueva Zelanda

Más reciente es el ultramoderno modelo Noruego, aprobado a finales de 2014, elegido por un concurso convocado por la Policía Nacional de Noruega y que ganó el estudio Neue de Oslo. El documento muestra en sus páginas versiones escuetas y de colores claros de los paisajes naturales del país. Bajo la luz ultravioleta, los mismos paisajes se tiñen de tonos que emulan los de la aurora boreal.

Interior del nuevo pasaporte noruego, diseñado por el estudio Neue de Oslo

Interior del nuevo pasaporte noruego, diseñado por el estudio Neue de Oslo

La web interactiva Passport Index (Índice de pasaportes) sigue con ese ánimo de observación. Está construida a modo de banco de imágenes, para contrastar los diferentes diseños en los que confía cada país para otorgarle al documento una seriedad nacional.

Sobria y de navegación sencilla, reúne portadas de pasaportes de todo el mundo y sigue ampliando su galería en busca de algunos que todavía faltan, como es el caso de Samoa o Eritrea. Ofrece la alternativa de mostrarlos por órden alfabético según el nombre de los países o por colores, localizarlos a partir de un mapa del mundo o por su «rango de poder», una clasificación que hacen los autores teniendo en cuenta el número de países que el portador puede visitar sin pedir visa.

De 80 puestos, el español ostenta el sexto con 141 naciones para las que no es necesaria visa. En el mismo puesto están Noruega, Irlanda, Bélgica y Portugal. El primer lugar lo ocupan los estadounidenses y británicos (con 147 países). En la cola están las Islas Salomón, Birmania, Sudán del Sur, Santo Tomé y Príncipe y los Territorios Palestinos, que sólo pueden visitar 28 naciones sin visado. Por supuesto, siempre llega el momento en que tenemos que olvidarnos de diseños: esos libritos son, por encima de todo, claros indicadores de la trágica clasificación de los seres humanos según el lugar del mundo en que hayan nacido.

Helena Celdrán

Una web interactiva contra la sádica pesadilla que sufren los osos tibetanos

Jasper, el oso protagonista de la página web creada por Microsoft para Animals Asia

Es de tamaño medio, mide entre 1,30 y 1,90 metros y pesa entre 100 y 200 kilos. De familia cercana del oso negro americano y lejanamente relacionado con el pardo y el polar, el oso tibetano (también conocido como oso negro asiático) tiene una mancha en forma de uve blanca en el pecho, es un experto trepador y puede pasar hasta el 15% de su tiempo en lo alto de un árbol. Su rugido es atroz cuando está herido, enfadado o tiene miedo.

Microsoft se une a Animals Asia y dona una cuidada página interactiva sobre estos osos presentando como ejemplo a Jasper, que vive en el refugio de la asociación cerca de Chengdu, en Sichaun (China). La intención es educar a quien visite la web (enfocada sobre todo a niños chinos, pero también en inglés para ganar difusión) e informar de la sádica pesadilla que viven muchos de estos animales.

Jasper and friends

Están amenazados por dos causas, las dos relacionadas con el ser humano. Sufren directamente las consecuencias de la deforestación de los bosques y han perdido mucho terreno: progresivamente, se han vuelto agresivos y han atacado a personas incluso sin sentirse amenazados, lo que ha servido para demonizarlos y cazarlos como medida preventiva. La otra de las razones es tan cruel como inútil: en China los capturan para beneficiarse de su bilis.

Con un planteamiento que roza la leyenda urbana, al principio cuesta creer que existan las granjas de bilis de oso: en sucias instalaciones llenas de jaulas donde los animales no pueden moverse, la bilis se extrae haciéndoles un agujero en el abdomen con una cánula que nunca se cierra y que permite que el líquido caiga en un recipiente puesto bajo la celda.

En la medicina tradicional china se usa como remedio para bajar la temperatura del hígado y limpiar el cuerpo de toxinas, mejorar la visión y minimizar convulsiones y espasmos. Sigue siendo un negocio millonario aunque esté científicamente comprobado que hay al menos 54 tipos de hierbas medicinales (hiedra, diente de león, crisantemo salvia, ruibarbo, etc…) y numerosos preparados farmacéuticos que tienen el mismo efecto.

En medio del dolor y de la desesperación, los animales pueden vivir así más de una década, desarrollando infecciones, tumores, cáncer y peritonitis; con daños nerviosos y psicológicos que los llevan a autolesionarse. Para evitar los suicidios, los aprisionan con armazones de hierro.

La organización sin ánimo de lucro, que lleva más de 15 años rescatando osos tibetanos y llevándolos a «santuarios» de China y Vietnam, advierte en su página de que hay más de 10.000 en China que sufren esa tortura. También hay granjas en Vietnam (donde se calcula que hay unos 2.400) y en Corea del Sur, donde según datos del año 2009 hay 1.374 ejemplares.

Diseñada con la pantalla táctil de las tabletas en mente más que con el monitor del ordenador, la aventura de Jasper se divide en tres capítulos. El primero se adentra en el presente, en el que también se especifican sus rasgos físicos, modo de ser., hábitos alimenticios… El segundo, detalla el terrible pasado de ansiedad, enfermedades renales, alto riesgo de cáncer, artritis y malnutrición que sufrió. El tercer apartado reúne información sobre la historia y la actividad de Animals Asia.

Helena Celdrán

Jasper - Favourite foods

Moon Bears Constellation

Meet Jasper

Jasper - Constellations

Este archivo está manchado de sangre: las fotos policiales de Nueva York

Antonio J. Demai, 19 años. 19 de diciembre de 1915

Antonio J. Demai, 19 años. 19 de diciembre de 1915

Podría ser un poeta, bello y simbolista, acaso tuberculoso, muerto en la soledad de la indigencia o quizá el modelo potencial para un óleo goyesco o un montaje de Joel-Peter Witkin… El joven cadáver es moderno con determinación —carne escueta, mejillas afiladas, ropa pobre, cabellera descuidada con esmero—, pero la escena y la maravillosa foto de la escena tienen casi un siglo de edad. Es una imagen policial —es decir, una representación de evidencias— de un crimen cometido en Nueva York poco antes de la Navidad de 1915. Sabemos por la ficha del archivo que el muchacho, quizá italiano, se llamaba Antonio J. Demai, que murió de un tiro en el estómago y que el homicidio se registró en un cuarto del número 287 de la calle Hudson.

La foto es una de las 870.000 que el Departamento de Archivos de la ciudad de Nueva York, en algunos momentos del siglo pasado una de las más violentas del mundo, ha digitalizado y colgado en Internet. Probaron la base de datos en fase beta durante dos semanas y, a bombo y platillo, la declararon abierta en el éter ciberespacial hace dos días. La demanda de visitantes es tan alta que no hay acceso a las imágenes y, en el momento de escribir esta nota, la web anuncia «labores de mantenimiento para solucionar el problema», una precisión que pone en duda la intención expresada en el lema del departamento: «siempre abierto».

Sin datos, sin fecha

Sin datos, sin fecha

Las muchas y merecidas reseñas del nuevo archivo online que han sido publicadas estos días se detienen, sobre todo, en el caudal de fotos de obras públicas que salen a relucir. Se han exhibido imágenes de puentes en estado emergente, procesos de adoquinado y otras cosméticas urbanas, ambiente en las tribunas de los estadios y algunas escenas meramente documentales. También se ha estimado como milagroso el trabajo del funcionario Eugene de Salignac, fotógrafo municipal cuya obra, esteticista y del agrado de los no menos decorativos archiveros, fue descubierta en 1999 por uno de sus sucesores.

El trabajo de los fotógrafos-policía que contiene el archivo es reseñado de puntillas o directamente ninguneado. Como mucho se mencionan las características macabras de la danza de la muerte con la sangre y las escopetas, navajas, revólveres, martillos y otras armas de ataque empleadas como instrumentos de los crímenes.

Es una injusticia. Estamos ante un ejemplo mayor de fotografía periodística y artística. Dice bastante del oficio fotográfico-periodístico y su vanidad que las obras hayan sido realizadas por agentes de policía que no han pasado del anonimato, que no quisieron ejercer el derecho a la firma o lo ejercieron de modo sigiloso. Ninguno de sus sustantivos trabajos gusta demasiado a los archiveros. Tampoco a los periodistas.

Sin datos, sin fecha

Sin datos, sin fecha

Una buena cantidad de las fotos forenses de Nueva York ya habían sido publicadas en 1992 —circunstancia de la que parecen no haberse enterado los reseñadores del archivo online, que reproducen alguna de ellas como si fuese inédita— en el libro Evidence del periodista Luc Sante, que asoma por segunda vez a este blog (la primera fue a consecuencia de la antología de ensayos Mata a tus ídolos). Dada la caída de la web del archivo de Nueva York, me he tomado la libertad de escanear de mi ejemplar las imágenes que ilustran esta entrada. Sante, como todos los parias de la tierra, adora a los piratas y sé que nada debo temer.

El ensayista belga, residente en Nueva York y sus lindes desde hace varias décadas, ultimó jornadas silenciosas en el archivo policial. Antes de redactar el libro se preguntó si el estilo de las fotos indicaba que se trataban de la obra de una sola persona: los planos cenitales, la composición clásica y cierto sentido lírico a la hora de afrontar la violencia cruda indicaban que sí, pero, tras la investigación en los archivos, Sante descubrió que había seis agentes encargados de la cámara y que el estilo unipersonal que adivinó en primera instancia era más bien un método desarrollado con la práctica y según las necesidades del trabajo: escenificar con rigurosa naturalidad la escena de un crimen.

Homicido de un hombre apellidado Roshinnsky, el 15 de febrero de 1916

Homicido de un hombre apellidado Roshinnsky, el 15 de febrero de 1916

Tras mucha indagación, el periodista dió con los nombres de los fotógrafos: John A. Golden, Clement A. Christensen, Arthur W. DeVoe, Frederik F.E. Zwirz, Charles E. Carsbrer y un tal Abrams del que sólo averiguó el apellido. Todos eran funcionarios de la Policía de Nueva York y alguno ascendió bastante en el escalafón, como Zwirz, que llegó a ser responsable del departamento de huellas dactilares del cuerpo. Ninguno es recordado como fotógrafo. Tampoco lo pidieron: eran policías, hacían un trabajo. Hemos olvidado que somos lo que hacemos, sobre todo cuando lo hacemos bien.

La foto de la izquierda, que aparece firmada en el reverso con un lacónico «taken, Abrams» (tomada por Abrams), es un ejemplo de las virtudes del agente como fotógrafo: la composicion no es complaciente, la cámara se ha colocado casi al nivel del suelo para buscar la cara del cadáver y la ominosa mano derecha, agarrotada y ¿quemada?, sin olvidarse de los inesperados audífonos de telegrafista y el aparador con espejo volteado con respecto a su posición lógica…

Sin datos, sin fecha

Sin datos, sin fecha

En esta otra, de la que nada se sabe, la simetría parece compuesta y la postura de madre yacente clásica del cadáver no difiere de algunos ejercicios de los maestros pictorialistas… El fotógrafo, podría decirse, empatiza con la joven asesinada, quizá por una cuchillada o un balazo que dejaron muy pocos rastros de sangre, y la presenta con un lirismo conmovedor, casi alucinado y de extrema ternura en el detalle central —verdadero áxis de la foto— de la pierna descubierta de la chica.

¿Se imaginan que saquemos de los arcones, con seguridad y en todos los sentidos bastante sucios, las fotos de escenas del crimen de los muchos cuerpos policiales españoles? ¿Permitirían la investigación sin poner cortapisas pese al derecho amparado por la ley de la investigación en los archivos antiguos? ¿Encontrarían editor los hallazgos de un posible investigador? ¿Qué revelarían sobre nuestra forma de delatar, traicionar, matar, morir, malvivir, sufrir o sobrevivir?

Sin datos, sin fecha

Sin datos, sin fecha

En esta otra foto, vemos un cadáver encontrado dentro de un barril. Tenía 24 cuchilladas en el cuerpo, entre ellas una que le seccionó la yugular, y la lengua cortada. Se trataba, con probabilidad, de un hombre acusado por algún clan de ser un chivato.

La escena nocturna en el baldío, con el pueblo amontonado al fondo —donde siempre nos amontonan a los sin tierra— y el cadáver encogido al que nadie, excepto el fotógrafo, parece prestar atención, me gusta más como foto y me dice más como documento que cualquier ejemplo memorialista del adoquinado de una avenida o la heroica construcción de un viaducto.

El pasado es un cadáver acuchillado en un barril y es cuestión de educación cívica que nos permitan verlo.

Ánxel Grove

Uno de cada 31 estadounidenses vive entre rejas

© Sean Kerman

"Prisioner with Mirror", 1979 © Sean Kerman

La residencia en la tierra de 2,5 millones de estadounidenses está entre rejas. Si añadimos a las personas en espera de juicio y en libertad condicional, la cifra es de 7,3 millones.

El 25 por ciento de los presos de todo el planeta está encerrado en las centenares de cárceles federales, estatales, regionales y privadas de los EE UU, un país donde reside el 5 por ciento de la población mundial.

Es la proporción más alta del mundo, similar a la de Rusia durante los peores momentos de los gulags estalinistas: uno de cada 31 adultos estadounidenses está en la cárcel (más que en China, que tiene una población cinco veces superior).

Los porcentajes tienen colores si se miden racialmente: uno de cada once negros afroamericanos vive encerrado, igual que uno de cada 27 latinos y uno de cada 45 blancos.

La criminalidad ha bajado un 25 por ciento en el país desde 1988, pero en ese mismo periódo la población reclusa se ha cuadruplicado.

¿Motivos? Entre otros, la aplicación judicial de la política ejecutiva de la guerra contra las drogas -que envía a prisión a casi cualquier persona involucrada con narcóticos, sea cual sea el nivel: consumo personal o tráfico a gran escala- y la demente consideración de que las faltas leves deben ser objeto de condena.

"Jenar Jury" © Deborah Luster

"Jenar Jury" © Deborah Luster

El 20 por ciento de los internos está en la cárcel por motivos que en los demás países de Occidente conllevarían una multa o el cumplimiento de trabajos comunitarios: pintar un grafiti en un transporte público: hasta un año de prisión; llevar encima 100 gramos de marihuana en Texas: 15 años; en 13 estados, la acumulación de tres condenas remiten inevitablemente a cadena perpetua.

La mitad de los presos han sido condenados por delitos no violentos, sobre todo hurtos o robos.

Como no podía ser de otra forma en un país donde los balances contables prenden en el ánimo colectivo con más fuerza que ningún otro parásito, las prisiones estadounidenses también son un negocio. Desde la década de los años ochenta, muchos centros de detención han sido privatizados. Unas 18 grandes empresas tienen bajo custodia a unos 20.000 presos en 27 estados.

"Female Blood", 1995. © Jamel Shabazz

"Female Blood", 1995. © Jamel Shabazz

La mayor de las sociedades privadas metidas en el negocio carcelario es la Correctional Corporation of America (CCA), que en su último informe fiscal declaró 1.669 millones de dólares de ingresos anuales. Gestiona 60 cárceles en las que cumplen condena 90.000 personas. Por cada falta contra el reglamento, les imponen un mes más de arresto. Las organizaciones de derechos humanos han resaltado que en las instalaciones de la CCA se levantan ocho veces más infracciones que en las prisiones públicas y denuncian que la política de castigos tienen motivación económica: a más días en la cárcel, más dinero público entra en la caja de la compañía.

Los últimos datos oficiales (2006) señalan que el coste anual del sistema penitenciario estadounidense es de 68.700 millones de dólares.

Quien tenga interés por ahondar en los detalles de este panorama demencial puede consultar la excelente y completa web de la organización independiente y sin ánimo de lucro Prision Policy Iniciative.

¿Qué pinta este tema en Xpo, la sección dedicada a la fotografía que aparece todos los jueves en este blog?

Pete Brook

Pete Brook

La culpa es de Pete Brook, editor de la web Prision Photography. Este historiador y crítico fotográfico, nacido en Inglaterra, alucinó en un viaje a los EE UU en 2004 cuando experimentó el desinterés general por la cuestión del sistema penitenciario.

«A pesar de que la población reclusa se haya cuadriplicado en 30 años, ¿cuándo aceptó la población que eso era correcto?, ¿a partir de qué momento dejaron de importar las alternativas?», declaró hace unos días en una entrevista.

Desde entonces Brook se ha dedicado a un intenso trabajo de investigación y difusión en torno a los muchos fotógrafos que han documentado la vida en las cárcel. Su intención es demostrar a través de los ojos de estos reporteros la necesidad de una profunda reforma del sistema penitenciario estadounidense y un modo «creativo» de afronatar la rehabilitación de los internos.

«Las cárceles de los EE UU son social y económicamente insostenibles. Tal como existen, son una carga… y son ignoradas«, dice.

"Trapped" © Jenn Ackerman

"Trapped" © Jenn Ackerman

Prision Photography obtuvo este año premios como uno de los mejores blogs de fotografía concedidos por Life y el British Protography Journal.

Ahora Brook pretende extender el trabajo de estos cuatro años con el proyecto Prison Photography on the Road: Stories Behind the Photos para el que está buscando financiación en Kickstarter. Solicitaba 7.500 dólares y ya ha recolectado casi 9.000.

Quiere recorrer los EE UU para entrevistar a 40 fotógrafos, educadores, activistas y terapeutas y que propongan soluciones al problema.

Inserto el vídeo de Brook explicando el proyecto. Quedan todavía unos días para que se cierre la recaudación.

A veces uno sabe que las fotos y el periodismo siguen estando del lado correcto de la vida. Ésta es una de esas veces.

Ánxel Grove