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Las mejores canciones contra Maggie

Chapa anti Thatcher, 1986

Chapa anti Thatcher, 1986

Quizá el cadáver de Margaret Thatcher, en espera del funeral con honores que le rendirán dentro de dos días, merezca una música distinta al laudatorio tedeum que cantan al unísono, como buenos compadres de peonada, los dirigentes del mundo libre (desde el muy televisivo título de «campeona de la libertad» de Obama, hasta el sincero —por motivos de sangre derramada con cómplice colegueo— «firme amiga» de Netanyahu, pasando por la declaración de Rincón del Vago de Rajoy: «fue una de las dirigentes políticas más importantes del siglo XX»).

«Si Maggie es la respuesta, la pregunta debía ser muy tonta», dice la chapa de 1986. Era uno de los lemas del colectivo espontáneo de músicos Red Wedge (Tacón Rojo), que hizo campaña para intentar evitar que la política conservadora fuese elegida para un tercer mandato. Que no alcanzaran el objetivo y que la señora que ahora es llorada por mayoría absoluta lograse seguir haciendo de las suyas como Iron Lady —un apodo que podría ser con justicia una marca de máquinilla depiladora—, no anula la tremenda amplitud de la protesta musical que sus mañas de gobierno provocaron.

Unos cuantos ejemplos que, a diferencia de Thatcher, no recibirán honores marcados por la tolerancia hacia los muertos, porque las canciones, como historia no condicionada que son, siempre encontrarán una garganta viva para ser repetidas y muchos corazones abiertos para volver a ser escuchadas. Va por usted, ministra.

Ghost Town. The Specials, 1981. Compuesta por Jerry Dammers
La más descriptiva fábula sobre las consecuencias sociales del thatcherismo y, como recuerda la prensa inlesa, la canción que define una era y debiera ser incluida en los libros de texto. Esta ciudad parece una ciudad fantasma / Han cerrado todos los clubes (…) El gobierno pasa de los jóvenes / No hay trabajo / No podemos seguir así / La gente se está cabreando, dice la letra, cantada como un lamento sinuoso y funerario que se convierte en un viaje a las alcantarillas de la impotencia en la versión larga del tema. El grupo de ska de Bristol, que colocó la pieza en el número uno de las listas de éxitos, estaba anunciando los furiosos disturbios que estallaron ese mismo año en varias ciudades inglesas, con el desempleo más alto en el Reino Unido desde la Gran Depresión. El gran Jerrry Dammers, uno de los genios inmerecidamente olvidados de la música del final del siglo XX, tuvo que lidiar con el resto del grupo, que no consideraba la canción, demasiado espacial, apropiada para los cánones del ska.

Town Called Malice. The Jam, 1982. Compuesta por Paul Weller
Es mejor que te olvides de una vida tranquila / Porque nunca la vamos a tener (…) Lucha tras lucha, año tras año / El ambiente es como una fina capa de hielo / Y estoy casi muerto por congelación / En una ciudad llamada maldad. Sobre un ritmo sincopado basado en la fórmula del soul-pop de Motown, los Jam insisten en la tierra espiritualmente baldía que provocan los recortes sociales y la política ultraliberal de Thatcher. La canción, que fue número uno en ventas, colocó otra vez al carismático Paul Weller a la cabeza de los músicos contrarios a la jefa de Gobierno. En 1979 había compuesto y cantado The Eton Rifles, contra la élite derechista que se hizo con el poder, y en 1986 fue uno de los promotores de Red Wedge.

Shipbuilding. Robert Wyatt, 1982. Compuesta por Elvis Costello (letra) y Clive Langer (música)
Canción compuesta por Costello, otro partícipe de Red Wedge, y Clive Langer, productor de, entre otros, Madness, en plena Guerra de las Malvinas, el asunto de Estado que Thatcher convirtió en un acicate para fomentar la xenofobia y hacerse con las simpatías de la extrema derecha hipernacionalista. Grabada en cuestión de días, con la premura de un acto de resistencia, por Robert Wyatt, es una reflexión sobre la paradójica posición de los trabajadores de los astilleros ingleses, donde estaban despidiendo a miles de empleados, mientras los que quedaban eran obligados a construir barcos para reemplazar a los hundidos en la guerra en la que combatían como infantes de marina los hijos de los trabajadores, a los que Thatcher insinuó falazmente que una vez concluidas los combates reabriría los astilleros reconvertidos: El crío dijo: “Papá van a contratarme, volveré a trabajar en Navidad” / Es apenas un rumor que extendieron por la ciudad / Alguien dijo que algo se estaba cociendo / Que están matando gente / Como resultado de la construcción de barcos / Es lo único que sabemos hacer / Estaremos construyendo barcos / Con todo el amor del mundo / Zambulléndonos por la vida / Cuando podríamos zambullirnos por perlas. Costello también grabó el tema, una de las canciones más sobrecogedoras del pop contemporáneo, y sigue tocándolo en directo.

Stand Down Margaret. The Beat, 1980
Me pregunto / Si algún día tendré la oportunidad / De pasar con mis hijos unas vacaciones / Nuestras vidas son insignificantes en tus frías manos grises / ¿Tienes una segunda opinión? / ¿Te importamos un comino? Lo dudo. El combo multirracial de Birminghan, ciudad industrial donde los ajustes de reducción de plantillas del thatcherismo hicieron especial daño, coló en su primer álbum este reclamo contra la primer ministra que, como en todas las canciones de la banda, ¡también se podía bailar!

Waiting for the Great Leap Forwards. Billy Bragg, 1988
Izquierdista militante y menos dotado para la música que para la agitación, Bragg fue uno de los fundadores de Red Wedge y estuvo en todo cuanta protesta anti-Thatcher fue convocada. Este himno, que toma el título de una consigna de Mao (el Gran Salto Adelante que dictó en los años cincuenta para superar las hambrunas y el desastre en China , es una llamada al activismo frente a la indolencia que campaba en el Reino Unido a finales de los ochenta: Incluso tras la hora de cierre de las fiestas / Puedes ser activo con los activistas / O dormir con los dormilones / Mientras esperas el Gran Salto Adelante.

Margaret on the Guillotine. Morrisey, 1988
Las personas como tú / Me hacen sentir tan viejo / Por favor, muérete. En su primer álbum como solista, Viva Hate, Morrisey dedica una nana inmisericorde a la jefa de gobierno: ninguna crítica política, sólo odio personal. El músico declaró tras la muerte de la mujer a quien deseó la guillotina que Thatcher era «el terror sin un átomo de humanidad».

Tramp the Dirt Down. Elvis Costello, 1989
Cuando Inglaterra era la puta del mundo / Margaret era su madam. Otro deseo de muerte para la jefa de gobierno. Costello confesó en esta tremenda balada, cantada con el corazón y sin ápice de frialdad, meditando cada sílaba, que desea ver enterrada a la política y que se encargará de cerrar la tapa del ataúd. El deseo, al parecer, era compartido: la canción fue una de las más vendidas en iTunes tras el deceso de la política.

Ánxel Grove