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Dibujos animados, sociedades secretas y ritos de iniciación

Fundado en 1921 por los hermanos Max (inventor del rotoscopio) y Dave Fleischer, creador de gigantes de la historia de los cartoons estadounidenses como Popeye o Betty Boop, el estudio de animación Fleischer Studios fue en los años veinte y treinta la competencia directa de Disney.

Una de sus primeras creaciones fue el perro Fitz, que se convirtió en 1930 en Bimbo y protagonizó dibujos animados —la mayoría de la serie Talkartoons— de 1930 hasta 1933. La razón de su desaparición fue la aplastante popularidad de una secundaria: Betty Boop, novia de Bimbo inicialmente creada con unos rasgos perrunos que se suavizaron cada vez más hasta que fue humana por completo.

La censura hizo el resto. El código Hays (que restringía entonces lo que se podía ver y lo que no en una pantalla de cine) determinaba que la totalmente humanizada Betty no podía tener de novio a un perro, ya que se podía interpretar como una alusión a la zoofilia.

Betty Boop con rasgos perrunos en 'Bimbo's Initiation'

Betty Boop con rasgos perrunos en ‘Bimbo’s Initiation’

Bimbo’s Initiation (La iniciación de Bimbo), estrenado en 1931 —en plena Gran Depresión— es un cartoon inusual para su época, lleno de elementos que parecen tener un significado imposible de descubrir, relativos a las sociedades secretas y sus requisitos para ingresar en ellas.

La historia de poco más de seis minutos comienza con el personaje silbando despreocupado por la calle hasta que cae en un agujero que un ratón (idéntico a Mickey Mouse) cierra con candado condenándolo al submundo. Allí lo esperan unos seres rechonchos, con la cara cubierta y una vela en la cabeza que le preguntan una y otra vez si quiere «ser miembro» de la logia a la que pertenecen. Cada vez que Bimbo responde con una negativa sufre las consecuencias con puertas falsas, habitaciones que giran, pinchos amenazantes, trampas…

Bimbo con los miembros de la logia

Bimbo con los miembros de la logia

Hay llamas de fuego animadas, puertas que ocultan sopresas desagradables, escalones traicioneros, una bicicleta que al intentar utilizarla activa un mecanismo que azota las nalgas del perro asustado… Con la angustia y el ajetreo Bimbo incluso expulsa el corazón por la boca. Sólo hasta poco después del minuto cuatro aparece —por primera vez en la trama— Betty Boop, entonces todavía caracterizada con orejas largas.

El corto de atmósfera de pesadilla surrealista es contemplado ahora como una de las mejores historias de dibujos animados. Críticos como el estadounidense Leonard Maltin lo califican como «el más oscuro» de los trabajos creados por el estudio Fleischer, que siempre se contrapuso a la condición melosa de Disney. En Internet —como siempre que se interpretan con pasión este tipo de testimonios de la cultura popular— hay numerosas interpretaciones que relacionan Bimbo’s Initiation con el sadomasoquismo, la masonería y los Illuminati.

Helena Celdrán