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Retratos de DJs que ‘reviven’ en la oscuridad

James Murphy en uno de los carteles de 'Binary Prints', de Alex Trochut

James Murphy en uno de los carteles de ‘Binary Prints’, de Alex Trochut

Para sus ilustraciones, diseños y tipografías Alex Trochut (Barcelona, 1981) le da una vuelta a la premisa minimalista del «menos es más» y se encomienda al «más es más» con obras cargadas de tramas, geometrías y detalles en apariencia espontáneos como salpicaduras.

Siempre teniendo en cuenta la importancia de saber parar a tiempo para que la obra no se eclipse a sí misma en un revoltijo incomprensible, Trochut —un diseñador de éxito que ha trabajado para gigantes como los Rolling Stones, The New York Times, Adidas o Coca-cola— se interesa ahora por «la dualidad que podría ser representada en un trabajo de dos dimensiones sobre papel».

Binary Prints (Impresiones binarias) es una colección de carteles en los que dos imágenes separadas conviven en la misma superficie. Una se ve sólo de día o con la luz encendida, la otra emerge fluorescente en la oscuridad. Aunque parezca un truco manido, lo asombroso es que un motivo no interfiere sobre el otro: nadie sospecharía al contemplar la obra que de noche se transformará.

Editados durante el festival barcelonés de música electrónica Sónar, que este año cumplía 20 ediciones, los pósters son retratos que el artista ha realizado a DJs actuales de música electrónica como Four Tet, Damian Lazarus, James Murphy, Acid Pauli, Caribou y John Talabot.

De día sus rostros (con los ojos cerrados o bostezando) los revelan aletargados; la oscuridad muestra una faceta muy diferente de ellos, con los ojos abiertos, a veces en estado de alerta, con motivos abstractos rodeando o invadiendo el retrato. Trochut define las obras como metáforas de un «levantamiento nocturno», interpretaciones de cómo el DJ resucita durante la noche y transmite la energía de quienes lo escuchan y bailan «bajo el hechizo de la música».

Helena Celdrán

 

 

 

 

 

Hace música enviando impulsos eléctricos a su cara

Lleno de cables unidos a la cara con esparadrapo blanco, Daito Manabe (Japón, 1976) muestra en un vídeo de Internet sus avances con un sistema de electrodos que convierte en sonido los pequeños impulsos eléctricos emitidos por sensores a los músculos faciales.

En Electric stimulus to face (que se podría traducir por Estímulos eléctricos en la cara) su rostro parece como manejado por alguien que, desde fuera, con un mando a distancia, jugara caprichosamente con los gestos. El ritmo es básico pero constante y se va complicando hasta que Manabe parece poseído por una colección de tics de la que no puede escapar.

'Performance' de Manabe en México

‘Performance’ de Manabe en México

El artista y programador no se limita a utilizar en sus trabajos tecnología moderna, le gusta recuperar viejas técnicas, «combinarlas de diferentes maneras» y encontrar un uso innovador para ellas. Pinchadiscos desde el instituto, cuando estudiaba matemáticas en la universidad sentía que esas dos facetas estaban «profundamente relacionadas de alguna manera» y empezó a buscar el modo de conectarlas.

Interpreta la tecnología como «una fuente de nuevas maneras de comunicación» entre humanos y el de los músculos faciales es sólo uno de los proyectos en los que introduce sensores en aspectos de la vida cotidiana: ha hecho música con zapatillas, con los movimientos de los dedos de las manos… Manabe ha participado en campañas publicitarias, videoclips, coreografías y espectáculos multimedia con su técnica de sensores.

Los experimentos con su cara nacieron por pura curiosidad. «Empecé a pensar en lo extraño que sería si se pudieran reproducir de modo artificial las expresiones humanas», declara en una entrevista. Manabe quería intentar simular una sonrisa verdadera con electrodos, pero no funcionó: «Me di cuenta rápido de que es imposible construir un aparato que copie de modo sintético las expresiones humanas».

Siguiendo la estela de los científicos que en el siglo XIX movían cuerpos inertes con electricidad (la novela Frankenstein de Mary Shelley está inspirada en esos experimentos), el fallo le sirvió al artista para convertir sus intentos en performance y ya ha actuado en festivales y eventos de todo el mundo, incluido el Sónar (el festival de música electrónica de Barcelona) en el año 2011.

 Helena Celdrán