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¿Puede ser «bella» la foto de una suicida?

El cadáver de Evelyn McHale - Foto: Robert Wiles

El cadáver de Evelyn McHale – Foto: Robert Wiles

Un millón de personas se quita la vida por decisión propia cada año en el mundo. Es decir, cada 40 segundos alguien comete un suicidio. La epidemia es creciente: el número de víctimas ha aumentado porcentualmente un 60% en los últimos 45 años y la cantidad de intentos fallidos es enorme, de 10 a 20 millones anuales. El método más común (uno de cada tres suicidios) es el envenenamiento con pesticidas —único agente químico mortal al alcance de los parias de la tierra—. Le siguen el ahorcamiento, los disparos con armas de fuego, la ingesta de drogas, sean legales o no, y el salto al vacío.

El uno de mayo de 1947 Evelyn McHale, de 23 años, opto por tirarse desde el piso 86º del Empire State, el rascacielos-símbolo neoyorquino. En el mirador desde el que había saltado la chica, un agente de policía encontraría minutos más tarde el abrigo que había dejado doblado en una última ceremonia de repliegue hacia el orden y la razón cotidianas. En una cartera negra hallaron una nota redactada a mano con una letra escrupulosa y educada:

«No quiero que nadie, familiar o no, vea mi cuerpo. ¿Podrían destruirlo mediante la cremación? Te ruego a ti y mi familia que no celebréis ninguna ceremnia religiosa en mi memoria. Mi prometido quiere que nos casemos en junio, pero no creo que pueda ser una buena esposa para nadie y él estará mucho mejor sin mí. Decidle a mi padre que tengo muchas de las predisposiciones de mi madre».

La foto tal como la publicó "Life"

La foto tal como la publicó «Life»

El estudiante de fotografía Robert Wiles escuchó el golpe del cuerpo de la chica al impactar contra el techo de una limusina de las Naciones Unidas aparcada bajo el rascacielos, corrió hacia el lugar e hizo la foto del cadáver. Sólo tuvo tiempo para disparar una vez antes de que le impidieran seguir retratando.La imagen fue publicada en el número de mayo de la revista Life. El pie explicaba: «Sólo cuatro minutos después de la muerte de Evelyn McHale, Wiles hizo esta foto de la violencia de la muerte y su compostura«.

La foto de Miles una de las imágenes más perturbadoras de la historia y ha sido llamada, obviando con cierto grado de grosería el dolor causado a las personas que dejó atrás la chica, «la más bella de las suicidas«.

No es fácil eludir la plasticidad sugestiva de la foto, el estremecedor atractivo del cuerpo aparentemente limpio de Evelyn McHale —la muerte se debió a politraumatismo orgánico interno y el cadáver luce una limpieza casi total—. La joven parece dormida, mantiene en su lugar los guantes blancos y el collar… Sólo las medias caídas, envolviendo los tobillos, sugieren el desacomodo de la muerte.

"Suicide (Fallen Body" - Andy Warhol

«Suicide (Fallen Body)» – Andy Warhol

Unos años más tarde, el artista Andy Warhol reutilizó la imagen para el estampado Suicide (Fallen Body). Como era norma en el sobrevalorado copista estadounidense, la obra es una pantomima realizada para hacer caja.

El cuerpo de Evelyn McHale, como era su deseo, fue incinerado y no hay túmulo funerario en su memoria. La web Codex 99 reconstruyó hasta el punto en que fue posible algunos detalles biográficos: había nacido en Berkeley, patria californiana de la contestación y la rebeldía; era la sexta de siete hermanos; su padre trabajaba en un banco y ella, tras el servicio militar voluntario —del que se largó quemando el uniforme en un acto que acaso fuera una protesta—, se empleó como administrativa en una imprenta de Nueva York.

El día antes de matarse había viajado en tren a visitar para su novio. Regresó el uno de mayo temprano —«cuando la besé para decirle adiós, estaba tan contenta como cualquier chica normal», dijo el prometido—, se hospedó durante unas horas en un hotel para redactar la nota de despedida, fue al Empire State, pagó el ticket de entrada, subió en uno de los frenéticos 76 ascensores hasta el piso 86º en un viaje de menos de un minuto, se desprendió del abrigo y saltó a la calle, 320 metros más abajo…

En lo que sabemos quedan los espacios vacíos que cada suicidio abre como fauces de fieras, las permanentes preguntas que nadie es capaz de responder: ¿la agonía diaria de una tristeza insondable?, ¿un desajuste químico-funcional en la maquinaria de la mente y el alma?, ¿el simple miedo a la vida?, ¿la seguridad del fracaso?, ¿una tristeza insoportable?…

Una pregunta más puede añadirse: ¿puede una foto de una suicida ser «bella» como ciertamente lo es la del cadáver de Evelyn McHale sobre la carrocería de una limusina?

Ánxel Grove

El cadáver de Evelyn McHale coloreado a posteriori – Foto:

El cadáver de Evelyn McHale coloreado a posteriori – Foto: Robert Wiles