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Las malas fotos muy bien subvencionadas de las ‘celebrities’

Andy Warhol - "European license plate", 1986

Andy Warhol - "European license plate", 1986

Acaban de exponer esta miseria en un museo. Dicen que es una foto y le atribuyen categoría de objeto artístico. De acuerdo, es un objeto, cosificado y repetido cuatro veces. También es una foto, una consecuencia física del impacto de la luz sobre una superficie sensible. De arte («visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros») tiene menos que Pérez Reverte de literatura o Mariano Rajoy de bonhomía.

Es de Andy Warhol, claro, la gran ramera, el artista trapichero con menos masa encefálica del siglo XX, un tipo vacío, inepto y simplón que no era capaz de hacer nada porque nada sabía hacer: a Basquiat intentó robarle el genio y los cuadros; a Paul Morrisey, le birló las películas, en cuyos rodajes Warhol ni siquiera aparecía; al gran Tom Wilson, la producción musical del primer disco de la Velvet Underground; a Valerie Solanas, un guión. Ella le respondió con tres balas del calibre 32. Si te dedicas a la delincuencia acabas como un delincuente. Pura lógica.

Desde la izquierda, Agatha Ruíz de la Prada, Warhol y Pitita Ridruejo. Madrid, 1983 (Foto: El Mundo)

Desde la izquierda, Agatha Ruíz de la Prada, Warhol y Pitita Ridruejo. Madrid, 1983 (Foto: El Mundo)

España, cierto sector de España y, en concreto, cierto moderneo muy madrileñista que se hace el amor a sí mismo de tanto que se gusta y ha crecido en el convencimiento de que Juana de Aizpuru es un avatar de Santa Teresa de Ávila y Carlos Berlanga una especie de Juan el Bautista, adora al mediocre Warhol, a quien, en plena movida, se le saludó en la aldea-capital con honores que no habían merecido, por citar sólo a dos genios humildes y necesarios, Jorge Luis Borges o Brian Eno. Durante una de sus dos visitas, Warhol hizo la foto-paparrucha de la matrícula del Peugeot 505 que abre esta entrada.

Warhol vuelve a estar en Madrid. Ahora en esencia, se murió, con la merecida vulgaridad, tras una operación de vesícula en 1987, con horas de diferencia de Zeca Afonso: nunca olvidaré quién lloró entonces por el capo del arte y quién por el trovador portugués, ésa es la frontera moral que trazo cuando me presentan a alguien: «en febrero de 1987, ¿lloraste por Zeca o por Andy»?, pregunto. Quien responda que por el primero, aquí tiene a un amigo. Prefiero no volver a frecuentar a quien diga que por el segundo.

¿Quién trae a Warhol de regreso? El interrogante es innecesario. Por supuesto, un banco. Nada menos que el Santander de ese señor que acaba de recibir en Brasil, disfrazado de salmón, al dolorido Rey de España —si menos o más dolorido que el huerfanito Dumbo es una duda de calado—.

Bianca Jagger, en una de las Polaroid de la serie 'Celebrities' de Warhol

Bianca Jagger, en una de las Polaroid de la serie 'Celebrities' de Warhol

El banco de Botín —el Señor Salmón que el año pasado se embolsó un botín salarial de 4,5 millones de euros y que acaba de ser declarado limpio hasta la ropa interior (¿se imaginan que también sea asalmonada?) por un supuesto delito fiscal relacionado con unas cuentas suizas para el small change— sufraga la magna exposición De la Factory al mundo. Fotografía y la comunidad de Warhol, seguramente la menos interesante de las muchas de PHotoEspaña 2012.

La muestra de Warhol y sus acólitos pagada por Botín es una colección de fotos sobre el fenómeno inexplicable de un mediocre, cuyo triunfo sólo proviene del culto a la personalidad, la decadencia y el hedonismo, valores que parecían muy cool en 1968 y en el Madrid de la movida, pero que en el medieval retrofuturo que padecemos sólo puede sufragar un megabanquero, sumamente tranquilo con su salario y la siempre agradable comodidad de los fondos de rescate como red de seguridad.

¿Por qué tantas celebrities se han convertido en apasionados fotógrafos? Tienen el mismo derecho que cualquiera, sin discusión, a hacer fotografías, incluso malísimas fotografías, como suele ser el caso, pero ése no es el asunto. A una celebrity le pagan por las fotos, sean malas o malísimas. Y les pagan, casi siempre, los únicos que tienen small change: los malos de la película en la que nos obligan a trabajar como extras.

Patti Smith - "Virginia Woolf's Desk, Monk's House", 2003

Patti Smith - "Virginia Woolf's Desk, Monk's House", 2003

Patti Smith, por ejemplo. Desde que la inspiración se le escapó de entre las manos hace ya unas décadas —en lo que a mí respecta su vida artística está justificada con un sólo disco, Horses (1975)—, Smith picotea aquí y allá con unas fotos Polaroid que, como la de la izquierda, sólo tienen un valor: estar firmadas por una estrella.

Hace unos años logró que financiará la publicación de algunas la Fundación Cartier. No se debe confundir con la Cartier-Bresson, donde la señora Smith sólo sería admitida pagando el ticket de entrada o como meritoria en un taller de iniciación a la fotografía: se trata de la Cartier de los joyeros-relojeros, magnates ante cuyas dádivas no parece tener reparos la muy revolucionaria cantante, cuyas salidas de tono recientes parecen presagiar algún tipo de anticipada senectud: se ha convertido en una iluminada redentorista de la literatura sudamericana tras tirarse cuarenta años sin quitar los ojos de los simbolistas franceses, sin advertir que en su siglo y en su continente también había otras voces (y traducidas al inglés).

Jessica Lange - "California"

Jessica Lange - "California"

Tercera pancista: Jessica Lange, la actriz en horas bajas que desde 2008 —cuando publicó 50 Photographs, un libro de vergüenza ajena con prólogo, nada es casual, de su amiga Patti Smith— anda mercadeando con su, ejem, mirada.

Lange mostró al mundo sus fotos el año pasado en el Centro Niemeyer de Avilés (Asturias), ese chiringuito-elefante blanco que suspendió su programación poco después.

No consta quien aseguró a los responsables del castillo arquitectónico que Jessica Lange fuese fotógrafa y no una señora muy viajada y con posibles como para llevar una Leica encima. Tampoco consta cuánto le pagaron por colgar sus prácticas.

Como me niego a insertar un pastiche de Antonio Banderas, otro que ha mamado del dinero público (Instituto Cervantes) para sufragarse el capricho de retratar escenas dignas de una falla, termino con la obra del único famoso-fotógrafo que me parece poética, sincera y con intención.

Brad Pitt - "Angelina Jolie"

Brad Pitt - "Angelina Jolie"

El actor Brad Pitt lleva años retratando a Angelina Jolie y a los hijos de la pareja. Que yo sepa nunca ha exhibido las fotos, ni cobrado por ellas, ni intentado comercializarlas como arte a través de algún galerista o institución.

Son instantáneas de suave lirismo, gran riesgo formal —muy forzadas, de grano grueso y acabado errático—, un inteligente uso del espacio negativo y enorme poder de sugestión. Un inesperado y consolador placer entre tanta celebrity arribista.

Ánxel Grove

 

Brad Pitt - "Angelina Jolie"

Brad Pitt - "Angelina Jolie"

Brad Pitt - "Angelina Jolie"

Brad Pitt - "Angelina Jolie"

Brad Pitt - "Angelina Jolie"

Brad Pitt - "Angelina Jolie