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Amamanta a sus perros para que nos preguntemos qué es ser humano

Usando la biotecnología Maja Smrekar ha explorado sendas y bosques pecaminosos. Los dóbermans de la moral no parecen estar contentos con ella pues recibe sus ladridos nocturnos, rabiosos improperios, dentadas advertencias, por unas exposiciones de arte híbrido en las que fusiona al ser humano con el perro.

Acciones sensibles que involucran a la ciencia y la bioética.

Mezclar tu genética con la de un perro es despertar fantasmas morales. Amamantar, por ejemplo, a un animal en frente del público puede parecer excesivo; o fusionar tus óvulos con material no humano para obtener una célula híbrida, del todo inviable, pero que se conservará helada como una escultura molecular que asombrará a los espectadores.

Los límites genéticos son barreras infranqueables. Un perro no es una mujer, una mujer no es un perro, y nunca deberán mezclarse. No hay espacio para las quimeras y los sortilegios de laboratorio, huimos de la biotecnología poética y provocativa que despliega la eslovena Smrekar en unas salas de arte que, como la Galerija Kapelica, deberán responder luego a estos ladridos de blasfemia.

Su arte plantea límites serios, diremos que mitológicos y tecnológicos. Licaón, el primer licántropo ya albergaba este pecado: fue un rey griego al que Zeus convirtió en lobo por sus aberraciones. Vemos que la unión íntima entre ambas especies ha sido considerada una ignominia desde la Edad de las Tinieblas.

 

Rey Licaon. Grabado anónimo del siglo XVI. Wikimedia Commons.

Rey Licaon. Grabado anónimo del siglo XVI. Wikimedia Commons.

Smrekar pervierte, amplia, deforma, la idea de ser humano. Está ejerciendo la igualdad teórica entre nosotros y los perros, es decir, rompe con la separación de las especies naturales que estableció Linneo en 1731 en la nomenclatura binaria: «Sapiens sapiens», el humano, no puede ser «Canis lupus», el lobo.

En la base teórica de su proyecto busca denunciar la instrumentalización del cuerpo de las mujeres, la problemática situación del antropocentrismo en un medio ambiente declinante, y plantea retos biotecnológicos en la posibilidad de un mundo pos humano en el que Linneo ya no sepa quién es quién o necesite de una denominación terciaria para explicarlo: «Sapiens sapiens lupus» podría ser «Canis lupus sapiens».

Los chihuahuas, sin embargo, nos parecerán felices tengan uno, dos o tres nombres.

 

“COSMOS D’ÉCHANGES RÉCIPROQUES” [ 1/3 ] Commissaire invité d’ArtJaws, Ewen Chardronnet présente un projet fascinant intitulé “Cosmos d’échanges réciproques”. Au cours de son parcours, Ewen Chardronnet a “toujours privilégié une relation entre réflexion théorique et pratique artistique qui donne lieu à un véritable échange. L’exposition n'est pas une fin en soi mais une plateforme où chaque acteur enrichit ses connaissances sensibles et participe collectivement à ouvrir à de nouvelles manières de percevoir la société. Ce sont ces cosmos d’échanges réciproques qui donnent lieu à la « valeur » des œuvres d’art”. . L’artiste Maja Smrekar participe à ce projet. Cette série a vu le jour lors d’une résidence à Berlin en janvier 2016. La force de ce projet dérive de la communication non verbale mise en place entre un humain et un animal. Un processus de trois mois, pendant lequel l’artiste est devenue elle même animal, transcendant son entité humaine pour devenir mère porteuse d’un chien. . #NewMediaArt #newmediaartist #soundart #liveexperiment #interactiveinstallation #live #artscience #mixedmedia #digitalart #artnumérique #instaartist #artjaws #reseaux #majasmrekar

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Los perros que cantaron las canciones de los Beatles para dominar la Tierra

Hoy, en el Día Internacional del Gato, voy a hablaros de perros.

 

Beatle Barkers. Wikimedia Commons.

Beatle Barkers. Wikimedia Commons.

El perro es un animal que se reproduce sin apenas costes. Son mantenidos por unos chimpancés avanzados a quienes se les fue de las manos el experimento. Mezclaron lobitos y salieron terriers. Terriers diminutos que no trabajan.

 

Perro semihunidad. Francisco de Goya. Wikimedia Commons.

Perro semihundido. Francisco de Goya. Wikimedia Commons.

El humano es esa cosa bípeda que invierte la mitad de su vida en una oficina para alimentar a su mascota. El perro es esa cosa cuadrúpeda estirada en el sofá cuya mascota lo alimenta. Darwin no entiende nada: se tira de los pelos.

Tienen estos animales el comportamiento propio de un parásito, y una relación simbiótica con las personas. Ofrecen algo parecido al amor, y el huésped, engañado, se desvive por ellos. Al perro le importa un carajo el amor, pero ha aprendido que ciertos gestos pueden imitarlo. El humano dejó de ir en busca del fuego por la oxitocina. Y el perro es oxitocina peluda. Dudo que sea ya un animal, en su evolución alcanzó el estatus de hormona de la felicidad. Un neurotransmisor que transporta pelotas.

Solo tuvo que cambiar el fiero colmillo por levantar la patita. Las carreras selváticas por enseñarnos la barriguita.

En síntesis este es el verdadero cometido del perro: dominar a una humanidad necesitada de cariño. Todo esto es conocido, y no debería sorprender a la especie esclavizada dicha afirmación.

Pero quizás sea menos conocido que los perros cantan. Los perros en su afán por subyugarnos se han atrevido con las versiones de los Beatles.

Un perro que levanta la patita, enseña la barriga, y canta She Loves You, es capaz de dominar una galaxia.

 

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Rosa Bonheur, pintora animalista del siglo XIX

Portrait de Marie-Rosalie dite Rosa Bonheur, 1857 - Édouard Louis Dubufe - Dominio Público

Portrait de Marie-Rosalie dite Rosa Bonheur, 1857 – Édouard Louis Dubufe – Dominio Público

A Marie-Rosalie Bonheur, que adoptó la firma artística de Rosa Bonheur y vivió 77 años, entre 1822 y 1899, le interesaban más los animales que los humanos y las mujeres más que los hombres —era una discreta lesbiana—. Fue la más famosa pintora de los primeros tres cuartos del siglo XIX y logró, en un tiempo en que la condición de artista serio todavía estaba reservada a los hombres, superar el amateurismo que se adjudicaba a las mujeres, con imbécil paternalismo, porque pintando se entretenían.

En el retrato que en 1857 le hizo Édouard Louis Dubufe —autor también de la más lograda imagen de Eugenia de Montijo, la española de palidez transparente que fue mujer de Napoleón II y, por tanto, emperatriz consorte de Francia—, la pintora animalista aparece recostada en un hermoso toro que mira con espontaneidad al espectador, mientras la mujer, que sosteniene un lápiz en una mano y un cartapacio con papel de pintar en la otra, aparece vestida de sobrio negro y con la mirada perdida en no sabemos dónde. El cuadro la define: adusta pero sensible, soñadora pero con los pies en la tierra

En las fotos que se conservan de la artista se aprecia la misma disposición. No es difícil imaginarla consiguiendo todo aquello que se proponía.

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Confesiones de perros y gatos

'Sorprendentemente, no me divierte ser comparado con personajes de ciencia ficción'

'Sorprendentemente, no me divierte ser comparado con personajes de ciencia ficción'

Christopher Rozzi y su mujer adoptaron hace un año a Willie, un perro pequeño que abrió muchos interrogantes en la cabeza del artista y cómico de Nueva York. ¿Qué pensaba aquel perro? ¿Tendría sueños? ¿Secretos ocultos tal vez?

Tiny Confessions (Confesiones diminutas) es una serie de ilustraciones que en principio fueron un mero pasatiempo y que ahora se han convertido en una colección que el artista estadounidense no deja de ampliar y ha comenzado a vender por internet.

Cada dibujo asocia secretos imaginarios a perros y gatos. «A veces sueño que paseo a una versión reducida de ti«, dice un pug ladeando su cabeza arrugada. «Realmente creo que poseo todo sobre lo que hago pis«, confiesa un chihuahua avergonzado. «Soy consciente de lo inestable de mi comportamiento«, dice un gato de ojos verdes mirando hacia otro lado.

'Animo en secreto al equipo contrario'

'Animo en secreto al equipo contrario'

El primero de la colección fue un yorkshire terrier como el que tiene el artista, el clásico perro faldero que ladra con desmesura a los Rottweilers. Su confesión: «No tengo concepto de lo pequeño que soy«.

En sus ilustraciones Rozzi trata de mantener un tono entre naíf y positivo que descubra la candidez o la perversión de los posibles pensamientos de perros y gatos.

Al dibujante le fascina la idea de que todos, incluso los animales, tengamos pensamientos excéntricos y ve los secretos vergonzosos con cierto humor.

Helena Celdrán