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El estreno en un campo nazi del ‘Cuarteto para el final de los tiempos’

Campo de concentración Stalag VIII-A en 1941

Campo de concentración para prisioneros de guerra Stalag VIII-A en 1941

La ciudad de Görlitz, la más oriental de Alemania, ha adquirido en los últimos años la dudosa gloria de servir como escenario para algunas películas de consumo masivo e indecente narrativa —dos ejemplos: el chorreo gratuito de sangre de Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009) y la astracanada hípster Gran Budapest Hotel (Wes Anderson, 2014)—. Dudo que los directores, una pareja de sobrestimados y satisfechos de sí mismos que resumen esta época banal, fuesen conscientes de que en las afueras de la ciudad ocurrió un milagro digno de guión.

En el sur de Görlitz, a orillas del río Neisse, las Juventudes Hitlerianas establecieron un campamento para actividades de verano. Una vez comenzada la II Guerra Mundial, los barracones tuvieron otro uso: se convirtieron en uno de los campos de concentración de los nazis para prisioneros de guerra, el Stalag VIII-A. En 1941 fueron encerrados en el establecimiento —un campo blando, perdón por el adjetivo, pero cuando se trata de instalaciones nazis la prisión sin exterminio y con cierta tolerancia era una bendición— 15.000 soldados polacos. Luego llegarían 40.000 franceses y 8.000 belgas. Los 56 barracones estaban superpoblados.

La noche que quiero destacar es la del 15 de enero de 1941. En un barracón, a varios grados bajo cero, mientras afuera nevaba y ante unas 500 personas —casi todos prisioneros, pero también algunos guardias hitlerianos—, cuatro músicos estrenaron en el Stalag VIII-A una de las obras musicales más sencillas y puras de la historia, una pieza de cámara basada en la luz, la liturgia, el canto de los pájaros y el apocalipsis.

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Artista callejero y protector de los pájaros urbanos

'Happy City Birds Mural' - Thomas Dambo

‘Happy City Birds Mural’ – Thomas Dambo

Camufladas en una señal de tráfico, en colonias de 250 viviendas diseminadas por las ramas de un árbol, amarradas a tuberías o clavadas a casetas en patios traseros… Las casas de pájaros del danés Thomas Dambo parecen generarse de manera espontánea, se mezclan en el paisaje como producto de un fenómeno natural e inevitable.

El artista se especializa en crear con todo aquello que sobra, basura y trastos «también conocidos como materiales reciclados». A su labor se suma la de organizar charlas y talleres para niños y adultos con el fin de fomentar el aprovechamiento de aquello que tiraríamos sin miramientos al cubo de la basura. Todo es materia prima y sólo hay que saber cómo utilizarla para que vuelva a ser útil y atractiva.

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Camp, paloma doméstica por accidente y musa de pintores

El huevo apareció en la encimera de la cocina, tal vez fruto del remordimiento. Los obreros que cambiaban los viejos marcos de las ventanas habían destruido sin querer un nido de palomas y quisieron reparar el error aunque sólo fuera poniendo a salvo al huevo que había en el interior.

La fotógrafa Mariah Naella y su marido el pintor George Keaton, residentes en Chicago (EE UU) se preparaban para celebrar su fiesta de compromiso en Wisconsin. Según cuenta la pareja a Splash, un suplemento del periódico Chicago Sun-Times, ni se inmutaron ante la presencia del huevo, ya era de noche y ella lo cogió con la intención de tirarlo y fue  entonces cuando notó que algo se movía en el interior. Sentir aquel balanceo fue decisivo, Naella quiso proteger a la cría que estaba a punto de nacer. A media noche la criatura ya había roto el cascarón.

Camp en su casa de Chicago - Foto: Facebook

Camp en su casa de Chicago – Foto: Facebook

No se imaginaban que ese era el comienzo de una convivencia con un animal a menudo menospreciado en las ciudades, un ave para muchos molesta y vulgar, y con fama de no tener demasiada sesera. Se llevaron al polluelo de viaje, compraron una fórmula vitaminada para pájaros recién nacidos y le dieron de comer con una jeringa.

'Camp for President' - Adele Renault

‘Camp for President’ – Adele Renault

Campbell (al que sus salvadores llaman Camp) creció y aprendió a volar, en siete semanas adoptó la apariencia de una ejemplar cualquiera de los que se ven a diario picoteando en una plaza. Sus dueños sabían que la vida en común con él duraría poco y, siguiendo el consejo del experto de un centro de rehabilitación de animales salvajes, lo liberaron. Pero la paloma no tenía intención de marcharse, tan solo aceptaba volar por los alrededores y siempre terminaba volviendo a casa.

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Hermosos pájaros colisionando contra edificios

'Impact (Indigo Bunting)' - Miranda Brandon

‘Impact (Indigo Bunting)’ – Miranda Brandon

«Estos son algunos de los pájaros que encontré, intactos y tal y como eran, salvo por la consciencia y el pulso«. Miranda Brandon captura en sus fotografías a pájaros de plumajes exquisitos, casi siempre especies de tamaño reducido: un colibrí de garganta roja, un chipe de cabeza gris, un azulejo… La imagen crea la ilusión de que las aves están chocando justo en ese momento, pero en realidad ya estaban muertas cuando Brandon las retrató.

La artista le dio forma a la serie Impact (Impacto) cuando trabajaba de manera voluntaria en la estadounidense Asociación Nacional Audubon, fundada para «conservar y restaurar los ecosistemas naturales». Centrada en la preservación de las aves, recibe el nombre de John James Audubon (1785-1851), un artista que se propuso representar a los animales con realismo científico y se convirtió en una eminencia de la ornitología.

Durante su voluntariado en Audubon recogió pájaros, muertos tras colisionar contra construcciones creadas por el ser humano. En un análisis realizado por la asociación, se especifican las causas de estos choques. De día, los accidentes suceden sobre todo porque «no perciben el cristal como un obstáculo»: las aves migratorias no están acostumbradas a vivir en zonas con edificios y el nítido reflejo del cielo y de los árboles sobre las fachadas de cristal es una trampa mortal e inesperada. En el paisaje urbano nocturno, la iluminación de los edificios crea «un efecto faro» sobre los pájaros que emigran de noche.

Según el último informe anual elaborado por The State of the Birds, una organización que aúna a varias asociaciones ornitológicas  de los EE UU, la población de aves del país muere principalmente por tres causas. Con 2400 millones de ejemplares al año, los ataques de gatos ocupa el primer lugar, los choques —contra edificios, coches, torres de alta tensión, torres de comunicación, torres eólicas…— son la segunda causa de muerte, con 599 millones de muertes. Los pesticidas agrícolas y los vertidos tóxicos en aguas, la tercera.

«Estoy interesada en cómo nuestro modo de vivir afecta a otras especies», explica en su página web. La fotógrafa estadounidense explica que, en las imágenes, utiliza la belleza natural de criaturas como un pájaro cantor para provocar una reflexión personal, «no pensar en términos antropocéntricos» y poder entender que debe existir un sentimiento de «igualdad» con el resto de las criaturas vivas del planeta.

Helena Celdrán

'Impact (American Redstart)' - Miranda Brandon

‘Impact (American Redstart)’ – Miranda Brandon

'Impact (Tennessee Warbler)'- Miranda Brandon

‘Impact (Tennessee Warbler)’- Miranda Brandon

'Impact (Ruby-throated Hummingbird)' - Miranda Brandon

‘Impact (Ruby-throated Hummingbird)’ – Miranda Brandon

'Impact (Nashvile Warbler)'- Miranda Brandon

‘Impact (Nashvile Warbler)’- Miranda Brandon

Cuando la naturaleza se convierte en partitura

La cadencia pausada le otorga una singular tranquilidad al paisaje de la ciudad de Sapporo (Hokkaido) —la cuarta más poblada de Japón— que se contempla desde el Sapporo JR Tower, un rascacielos de 38 pisos y 173 metros de altura.  El instrumento de cuerda pulsada del que brotan las notas es un Tonkori, tradicional del norte del país y cuyo nombre imita el sonido que produce.

Inspirado por las montañas o los edificios silueteados en el horizonte, el japonés Koshi Kawachi (Gifu, 1973) convierte en su proyecto reciente Note Drawing (Dibujo de notas) fotos de paisajes en partituras, repartiendo las notas a lo largo de los desniveles para construir una melodía.

No es la primera expresión artística en la que se juega con el paisaje para obtener una inesperada partitura. En 2009, el artista brasileño Jarbas Agnelli convertía en una melodía la foto de unos pájaros posados en cables de postes telefónicos: cada ave era una nota, el cableado; una perfecta escala pentatónica. Había encontrado la imagen en un periódico y asegura que respetó «el lugar exacto de los pájaros» sin editar la imagen. «Corté la foto y me puse frente al piano. Me di cuenta de que era una melodía dulce y sencilla y decidí añadirle arreglos clásicos», declara en una extensa entrevista.

La artista Kerry Morrison y el compositor Jon Hering también hicieron, en Inglaterra en 2012, música con la ayuda de los pájaros. El método fue mucho menos romántico: Morrison colocó pentagramas vacíos en el suelo de diferentes parques de Liverpool y esperó a que sucediera lo inevitable, que las aves defecaran sobre las láminas.

Bird Sheet Music - Kerry Morrison-Jon Hering

Crearon 20 minutos de música (aquí se puede escuchar un extracto) que, con arreglos clásicos de Hering, fue interpretada en la sucursal de la Tate Gallery en Liverpool. El proyecto fue una manera de destacar la importancia de las deposiciones de los pájaros para repartir semillas y fertilizar la tierra en los parques urbanos. «Es algo que la gente no suele pensar. (…) Suelen verlas como asquerosas y horribles, pero son de una importancia fundamental para la vida en la tierra».

Helena Celdrán

El jardinero italiano que elaboraba retratos de pájaros utilizando plumas

Un loro y un zarapito, una especie exótica y otra local ilustradas por Minaggio

Un loro y un zarapito ilustrados por Dionisio Minaggio

El gran cormorán, la garcilla cangrejera, la serreta chica… Los collages de aves tienen un afán naturalista, con detalles en el pico, las patas y el plumaje que distinguen a cada ejemplar con esmero científico.

Hay dos circunstancias que hacen del Libro de las Plumas una pieza excepcional: que la materia prima que se empleara para representar a cada ave fueran (casi en su totalidad) plumas y que fuera creado a principios del siglo XVII.

El autor no fue un célebre ornitólogo ni un famoso artista. Dionisio Minaggio trabajaba en el año 1618 como jardinero jefe del entonces Ducado de Milán. Eleanor MacLean (estudiosa de la singular obra) apunta a que el libro pudo ser un encargo de Don Pedro de Toledo Osorio, Marqués de Villafranca y gobernador de Milán. El noble había sido almirante y viajado en expediciones que lo llevaron a aficionarse a los pájaros exóticos, pero no hay nada que confirme la hipótesis.

Otros sugieren la posibilidad de que Minaggio fuera una mente inquieta que simplemente quería aprovechar las plumas de las aves que se preparaban en las cocinas y veía en la práctica artesanal un modo de mantener entretenido al personal de los jardines en las frías tardes de invierno.

Un charrán y un pájaro carpintero

Un charrán y un pájaro carpintero

Seguramente ayudado por sus asistentes, tardó años en completar el tomo de 157 collages. El compendio de retratos incluye especies propias de la región de Milán alternadas con otras exóticas (como loros) que pudieron ser regalos de los exploradores a miembros de la corte. Incluso hay un intento de retratar a un dodo (o a una especie cercana y también extinta) para el que Minaggio debió fijarse en dibujos y testimonios.

Todas las láminas del libro están elaboradas con plumas sin tratar ni teñir, con lo que se ha convertido también en un ejemplar de interés por la antigüedad de las muestras de tejidos animales que contienen los collages.

Minaggio también rompió los moldes en el modo de presentar a las aves al ser uno de los primeros en ilustrar aspectos del comportamiento del ave en lugar de simplemente mostrarla: ilustró a un pájaro carpintero cazando con la lengua a los insectos que habitan en el tronco de un árbol o a un charrán sobrevolando una ciudad, con una técnica torpe, pero en un momento en que nadie representaba un pájaro en pleno vuelo.

Portada del 'Libro de las plumas'

Portada del ‘Libro de las plumas’

El tomo está ahora en la biblioteca de la Universidad McGill de Montreal (Canadá), que lo exhibe digitalizado al completo, en alta resolución, para que cualquiera pueda disfrutar los detalles de cada página. Tras la colección de especies, el Libro de las plumas vuelve a sorprender con escenas detalladas de caza, mercaderes, músicos y figuras arquetípicas de la Comedia del Arte, también elaboradas con plumas y que descubren las destrezas narrativas y técnicas del misterioso jardinero.

La figura de Minaggio permanece en la oscuridad. Algunos estudiosos apuntan a que podría haber sido un arquitecto paisajista y no un jardinero. Tenía un buen conocimiento de las aves, pero tampoco era un experto. Por el poco texto de la obra, se sabe que había recibido educación, pero algunos errores en la ortografía (tanto en latín como en italiano) hacen suponer que su nivel tampoco era alto, aunque parecía querer poner remedio a eso.

Helena Celdrán

La caseta que funciona como micrófono para aves

'Bird's Talk'

'Bird's Talk'

Podría ser un extraño megáfono inmaculado, un aparato de cocina. Tal vez esté más cerca de parecer un gramófono incompleto, pero el sonido que espera el cono blanco no es el de un disco.

Vasily Kassab es el autor de Bird’s talk (Charla de pájaros), «una interpretación lúdica de la tradicional caseta de madera para pájaros» que une como cualquier casa-nido el deseo de avistarlos, controlar la población o tenerlos cerca con el fin altruista de que se sientan protegidos y descansen. Además, el sencillo diseño aprovecha el canto de las aves.

«Hecho de polipropileno reciclado, duradero, colorido y con estilo, fácil de limpiar y montar, mezcla la función y la diversión en una única experiencia para el usuario y para el pájaro», dice en su página web el diseñador ruso.

Sostenido sobre el poste de madera que incluye o colgado de un árbol con el asa superior, la forma permite amplificar la baja frecuencia del trino del ave, que descansa apoyada en un pie a modo de podio. El invento, todavía en fase de proyecto, incluye además una tapa para cerrar la peligrosa parte ancha y «crear un refugio cálido y seguro para sus habitantes» sin que ninguna visita inesperada irrumpa en el gramófono-vivienda.

Helena Celdrán