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Tras ver las fotografías de Elsa Bleda nunca más correrás hacia la luz

Siempre le he tenido miedo a la luz, nunca a la oscuridad. Es ella la que te persigue por las avenidas vacías y proyecta en los árboles tus miedos. En la película de El Exorcista el diablo nunca fue el protagonista: era la luz quien te apretaba la garganta.

Anochece en una fotografía de Elsa Bleda. Se ilumina el tendido eléctrico en una barriada sudafricana. La luz deja de ser una onda inocente para ser esa otra cosa cargada de presagios. Si la luz fuera un personaje sería como un visitante de dormitorio oculto entre manchas de neón, una alimaña invisible que marca las esquinas con la orina de un violador, el alien que ejecuta la abducción sin más testigos que tu voz anestesiada. Todo eso es la luz.

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Johann Sebastian Bach ‘iluminado’ por luces de neón

Hubo que esperar a 1801 para escuchar El Clave bien temperado, una colección de 48 preludios y sus respectivas fugas que Johann Sebastian Bach (1685-1750) había creado casi un siglo antes. Como tantas otras obras del sobresaliente compositor y músico alemán, la serie permaneció olvidada y almacenada, porque él mismo le restaba importancia a muchos de sus trabajos y ni se molestaba en imprimirlos para su difusión.

Bach compuso las piezas con fines didácticos y el instrumento ideal para ejecutarlas era el clave —antepasado barroco del piano— porque proporcionaba una gran sonoridad a las notas y acentuaba los distintos planos. Nunca mostró demasiado interés por el piano, con el que sólo entró en contacto al final de su vida: inventado por Bartolomeo Cristofori en torno al año 1698, no se construiría uno en Alemania hasta 1732. Bach pudo probar uno de los primeros y parece ser que no le entusiasmó demasiado.

El artista visual británico Alan Warbuton, especializado en arte en 3D, lleva a cabo un atractivo experimento en el vídeo Bach: The Well Tempered Clavier. Warbuton escoge uno de los preludios y una de las fugas de El Clave bien temperado y añade a los sonidos una coreografía de luces de neón, que se encienden y apagan con las notas.

Imagen del vídeo 'Bach: The Well Tempered Clavier'

Imagen del vídeo ‘Bach: The Well Tempered Clavier’

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Todd Sanders, fiel artesano de las luces de neón

'Fireflies in a Mason Jar' - Todd Sanders

‘Fireflies in a Mason Jar’ – Todd Sanders – Roadhouserelics.com

Cuando el gaseoso neón se aisla en un tubo se transforma en un emisor de luz deseable, capaz de capturar miradas y mantener un interés infantil en el espectador. No es de extrañar que el lenguaje publicitario se apropiara de él, atrayendo las miradas de los clientes potenciales con parpadeos cíclicos y colores cambiantes.

El elemento químico de cualidades refrigerantes fue descubierto en 1898 por los químicos británicos William Ramsay (premio Nobel de Química en 1904) y Morris W. Travers. En 1912 el neón se había convertido en el mejor de los reclamos para un negocio.

Los neones no llegaron a los EE UU hasta 1923, pero fueron recibidos con fervor y se convirtieron con el paso de los años en un elemento indispensable para entender el código básico y lúdico de la cultura popular de carretera: piernas femeninas que se doblaban con descaro, vaqueros y mascotas sonrientes, dinámicas flechas que señalaban el único camino posible al mejor batido de chocolate, moteles que prometían habitaciones con televisión y una piscina en el patio…

Roadhouse Relics (que se podría traducir por Reliquias de carretera), en Austin (Texas), es el nombre del taller de Todd Sanders, artista estadounidense del neón. Orgulloso de no haber sucumbido a los ordenadores en el proceso, Sanders —»educado en las técnicas originales de la fabricación de letreros»— lleva casi dos décadas elaborando cada obra a mano. «La gente suele entrar en Roadhouse Relics y preguntar dónde encontré los letreros. Para muchos, es difícil de creer que, con ese estilo tan antiguo, los haya hecho yo», declara en su página web.

Uno de los neones de Todd Sanders expuestos en Roadhouse Relics

Uno de los neones de Todd Sanders expuestos en Roadhouse Relics

Sus conocimiento son puramente autodidactas. Una colección personal de cientos de catálogos y libros de letreros luminosos de los años veinte hasta los sesenta son su enciclopedia personal para entender las consignas publicitarias, la tipografía y los motivos más seductores. Sanders aboceta, diseña, crea las piezas de metal, combina los colores del neón y —según las necesidades del cliente— incluso atreza la obra para simular que el cartel estuvo a la intemperie durante décadas: «puedo hacer que parezca que tienen 50 años».

Entre su cartera de compradores están ZZ Top, Robert Rodriguez, Johnny Depp, Willie Nelson, el artista Shepard Fairey y la cantante Norah Jones. La entrega de Sanders se traduce en neones tan perfectos que resultan irresistibles para campañas publicitarias modernas, videoclips, películas y portadas de discos. «Mi pasión desarrollar mi creatividad como artista a través de los letreros de neón estadounidenses y además retar la idea de que tienen un fin estrictamente comercial. Me encomiendo a preservar estas profundas raíces artísticas y culturales de la cultura popular del siglo XX».

Helena Celdrán

'Legs' - Todd Sanders - Roadhouserelics.com

‘Legs’ – Todd Sanders – Roadhouserelics.com

'Mercury Man' - Todd Sanders - Roadhouserelics.com

‘Mercury Man’ – Todd Sanders – Roadhouserelics.com

'Big Cupie Doll' - Todd Sanders - Roadhouserelics.com

‘Big Cupie Doll’ – Todd Sanders – Roadhouserelics.com

'Deep Eddy' - Todd Sanders - Roadhouserelics.com

‘Deep Eddy’ – Todd Sanders – Roadhouserelics.com

'Crown' - Todd Sanders - Roadhouserelics.com

‘Crown’ – Todd Sanders – Roadhouserelics.com

Todd Sanders - Photo: Katherine O’Brien

Todd Sanders – Photo: Katherine O’Brien