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Yorick, la calavera que nació de un meteorito

'Yorick' - Lee Downey (Foto: www.leedowney.com)

‘Yorick’ – Lee Downey (Foto: www.leedowney.com)

Abriendo el quinto acto de la tragedia, Hamlet se detiene en un cementerio, donde un sepulturero exhuma la calavera de Yorick, el bufón de la corte que tanto divirtió al príncipe danés en su niñez.

¡Ay! ¡Pobre Yorick! Yo le conocía, Horacio. Era un hombre sumamente gracioso, de la más fecunda imaginación. Me acuerdo que siendo yo niño me llevó mil veces sobre sus hombros… y ahora su vista me llena de horror. (…) ¿Qué se hicieron de tus burlas, brincos, tus cantares y aquellos chistes repentinos que de ordinario animaban la mesa con alegre estrépito? Ahora, falto ya enteramente de músculos, ni puedes reirte de tu propia deformidad».

Sin estar vivo, Yorick protagoniza una de las escenas más famosas de Hamlet, la imprescindible obra de teatro de William Shakespeare. El monólogo sobre la mortalidad recuerda lo efímero de la vida terrenal, es el gran memento mori del dramaturgo inglés.

La calavera esculpida a mano por Lee Downey se llama Yorick en homenaje al pobre Yorick. Es complicado adivinar qué material ha utilizado el artista estadounidense para lograr ese acabado de vetas plateadas. El cráneo reproducido a tamaño natural está tallado en un solo bloque que procede del espacio: este Yorick nació de un meteorito que cayó en el desierto del Kalahari (Namibia) hace unos 4.000 millones de años.

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‘Mini Museum’, un gabinete portátil de curiosidades que triunfa en la Red

Mini Museum

Es un gabinete de curiosidades reducido al mínimo posible, una placa de resina transparente, en apariencia anodina, que encierra en su interior pequeños fragmentos ordenados y catalogados.

El Mini Museum reúne trozos de cáscara de huevo de dinosaurio, de meteorito, restos de una palmera encontrada en la Antártida, el Muro de Berlín, un cerebro humano, el Everest, arena de Waikiki… El creador del invento, el estadounidense Hans Fex, lo define como «una colección portátil de curiosidades en la que todo es auténtico» capaz de «llevarte en un viaje al aprendizaje y la exploración»: «Es una herramienta educativa portátil, una inteligente y poco común forma de romper el hielo y una maravillosa pieza de arte histórico».

Hans Fex en la elaboración del Minimuseum

Hans Fex en la elaboración del Minimuseum

Tiene 44 años y asegura que lleva 35 trabajando en el proyecto. En un vídeo de la plataforma de microfinanciación Kickstarter (a la que acudió para poder convertir su idea en un producto disponible a gran escala) cuenta que durante buena parte de su vida ha reunido especímenes recolectándolos o comprándolos a través de especialistas con los que contactó tras hablar con «comisarios de museos, investigadores científicos e historiadores universitarios». Ellos le ayudaron a elaborar una lista con los elementos que debían formar parte de la exposición permanente.

Fue el padre de Fex el gran inspirador del minimuseo. El Doctor Jörgen Fex (1924-2006) —investigador científico y uno de los directores del estadounidense Instituto Nacional de la Salud— volvía en 1977 de un viaje a Malta con algunos especímenes conservados en resina epoxídica. Aunque Fex hijo sólo tenía entonces 7 años, comenzó a fraguar en ese momento la idea de tener una gran colección en un espacio manejable y preservarla con ayuda de ese «precioso» material que su padre le había descubierto.

Mini Museum

«El universo es asombroso. Quería recordárselo a la gente», dice el diseñador, convencido de que es necesario preservar la curiosidad que todos atesoramos de niños. El primer elemento del compendio es un trozo de condrita carbonosa, un meteorito rocoso que representa «la materia más antigua» que conservamos del Universo y data de unos de 4.550 millones de años. Le siguen muestras de roca lunar, heces fosilizadas de dinosaurio, tierra de los terrenos del castillo de Vlad Tepes (inspirador de Drácula) en Rumanía, carbón del Titanic, un trozo de cráneo humano…

Ha creado tres tipos de minimuseos de tres tamaños diferentes: el más pequeño contiene 11 muestras, el mediano cuenta con 22 y el más grande, con 33. Todos incluyen un librito con fotos e información sobre la autenticidad, la procedencia y los pormenores de cada trozo minúsculo e incluso algunas anécdotas de lo que supuso recolectarlos o conseguirlos.

El éxito en Kickstarter ha sido apabullante: de los 38.000 dólares (27.300 euros) que pedía, a dos días de terminar el plazo para financiar el proyecto, ha recaudado 1.224.574 dólares (casi 880.000 euros). Fex —que produce cada minimuseo de manera artesanal, uno a uno— se ve desbordado por los más de 3.000 ejemplares que tiene que manufacturar ahora.

Helena Celdrán