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Experimentos fotográficos con éxtasis, LSD, cafeína, estrógenos…

'Ketamina' - Sarah Schoenfeld

‘Ketamina’ – Sarah Schoenfeld

Cocaína, adrenalina, amisulprida, metanfetamina, estrógenos… Producidas por nuestro cuerpo o ingeridas; medicamentos legales o drogas; todas alteran nuestra percepción. «Desde los años cincuenta, en el mundo occidental hemos ido entendiendo nuestros más íntimos deseos y experiencias como resultados de un supuesto yo médico«, dice Sarah Schoenfeld.

Las fotografías de All you can feel (Todo lo que puedes sentir) son el resultado de la curiosidad de la artista alemana por comprobar el aspecto de las sustancias que modifican nuestra conducta. Para realizar la serie sólo necesitó película fotográfica (ya positivada) sobre la que dejó caer con cuentagotas diferentes muestras de drogas legales e ilegales.

En las imágenes, las sustancias alteran las emulsiones de la superficie con aureolas cristalizadas, nebulosas, globos, atmósferas espaciales… Schoenfeld amplió los negativos a gran tamaño para apreciar con detalle los pequeños universos que había conquistado.

Los detonantes para el proyecto fueron dos: trabajar durante un año en la discoteca Berghain de Berlín (uno de los templos europeos de la música tecno) y vivir de cerca la enfermedad mental que sufre su padre sin saber hasta qué punto la medicación que necesita modifica su carácter hasta convertirlo en quien no es.

En cuanto a la selección, se valió de los compuestos químicos que más la atraían, por su relación con la cultura de club (MDMA, éxtasis, ketamina…) y por tener un significado histórico (LSD, heroína, opio). La autora considera la serie de fotos un juego y resta importancia a la condición ilegal de muchas de las sustancias que ha escogido.

Helena Celdrán

'Cafeína' - Sarah Schoenfeld

‘Cafeína’ – Sarah Schoenfeld

'LSD' - Sarah Schoenfeld

‘LSD’ – Sarah Schoenfeld

'Cocaína' - Sarah Schoenfeld

‘Cocaína’ – Sarah Schoenfeld

'Dopamina' - Sarah Schoenfeld

‘Dopamina’ – Sarah Schoenfeld

'MDMA' - Sarah Schoenfeld

‘MDMA’ – Sarah Schoenfeld

'Estrógeno' - Sarah Schoenfeld

‘Estrógeno’ – Sarah Schoenfeld

'Opio' - Sarah Schoenfeld

‘Opio’ – Sarah Schoenfeld

Manías, miedos, pasiones y odios en una sola cápsula

'Big Pharma meds' - Jon Harvey

'Big Pharma meds' - Jon Harvey

El estadounidense Jon Harvey es psicoterapeuta de profesión y tiene una pasión a la que hace poco ha decidido dedicarse por completo: la escultura.

Las píldoras, los tratamientos y los desarreglos han formado parte de su rutina laboral y las obras son ahora un reflejo de los testimonios personales que ha escuchado en su consulta: «Como sociedad, somos demasiado impacientes y tenemos que tratar las dolencias con drogas, en lugar de tomarnos el tiempo y hacer el esfuerzo de trabajar hasta llegar a la raíz de nuestros problemas. The Meds Series es mi comentario sobre esta tendencia».

'U.S Senator Meds' - Jon Harvey

'U.S Senator Meds' - Jon Harvey

El fútbol, la bollería industrial, la prostitución, los atascos, la carrera de ratas, la tele de plasma, las necesidades básicas, los caprichos pasajeros… Cada obra de The Meds Series (La serie de medicamentos) – un proyecto del que Harvey ya ha creado cuatro colecciones- descubre en su interior los objetos que simbolizan lo que ronda nuestras mentes, cada día más propensas al trastorno: según un estudio del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP) publicado este año, un 38,2 por ciento de los europeos sufre una enfermedad mental. La ansiedad, el insomnio y la depresión son las dolencias más comunes.

'Police Meds' - Jon Harvey

'Police Meds' - Jon Harvey

Harvey no se queda en lo individual y hace comentarios políticos, sociales y culturales a través de las cápsulas, que muestran de modo aséptico un carrusel de fijaciones, manías, pasiones y odios personales con los que unos saben lidiar y otros sacan provecho.

El psicoterapeuta escultor quiere con su producción artística «mostrar la forma en que creo que el mundo funciona» y los trabajos aluden también a temas mundiales y sangrantes como «la injusticia, la falta de poder incluso de quienes creen que lo tienen, el reparto injusto de la riqueza que motiva que haya personas que mueran de hambre y de sed».

Helena Celdrán

A Tennessee le costaba respirar

Tennessee Williams (1911-1983)

Tennessee Williams (1911-1983)

Blanche Dubois, la protagonista de Un tranvía llamado deseo, es el primer personaje que se me viene a la cabeza cuando pienso en Tennessee Williams. Ella necesita ser atractiva. Él, recibir buenas críticas y, si no lo conseguía, se sentía miserable y se daba al vicio.

Blanche es una belleza sureña que comienza a sufrir el paso del tiempo en su rostro, que vive a la luz ténue de un farolillo para no mostrar sus arrugas.

Tennessee, un hombre al que le costaba respirar sin ahogarse, también buscaba sombras: era homosexual, alcohólico y politoxicómano.

Aunque lo intentó, nunca pudo salir del fango y se abandonó en numerosas ocasiones como el personaje de una tragedia griega que acepta con estoicismo un destino fatal, marcado por los dioses.

Las adicciones, la homosexualidad y la familia fueron las obsesiones que tejieron su obra y también su vida.

La intimidad le servía a Williams para dibujar a personajes marginales, narcotizados o sadomasoquistas, tal vez con una dosis demasiado evidente de interpretación freudiana, pero con el encanto de la fragilidad del ser humano que puede quebrarse en cualquier momento.

Thomas Lanier Williams (1911-1983), reconocido como uno de los más grandes autores de teatro del siglo XX, nació hace ahora cien años (el 26 de marzo se cumplió el centenario).

Escribió obras que se llevaron al cine para convertirse en piezas cumbre de los años dorados de Hollywood: Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) o La gata sobre el tejado de zinc caliente (Richard Brooks, 1958).

Marlon Brando y Vivian Leigh en "Un tranvía llamado deseo" (1951)

Marlon Brando y Kim Hunter en "Un tranvía llamado deseo" (1951)

En la memoria colectiva queda la camiseta blanca, ajustada y pretendidamente precaria de Marlon Brando interpretando al supermacho Stanley Kowalsky o la gata Elizabeth Taylor en el papel de Maggie, la bella víctima de un marido alcohólico, ex-jugador de fútbol americano.

[En el Teatro Español de Madrid, hasta el 10 de abril, se puede ver la adaptación de José Luis Miranda de Un tranvía llamado deseo, dirigida por Mario Gas]

Cotilleando a Tennessee Williams

1. Sufría de ansiedad, paranoia e hipocondria.

2. Desde la niñez tuvo ataques de pánico.

3. El popular e influyente cardenal Francis Spellman definió sus obras de teatro como “repugnantes, deplorables, moralmente repelentes y ofensivas para los estándares de decencia cristiana”.

4. Le pusieron el mote de Tennessee en el instituto por su marcado acento sureño de Nueva Orleans.

5. Su hermana mayor Rose -se llevaban unos meses- padecía esquizofrenia paranoide y vivía internada en un hospital psiquiátrico. Para mitigar los ataques le practicaron una lobotomía que la convirtió en una sombra de sí misma. Tennessee tenía remordimientos por no haberlo impedido.

6. Consumía grandes cantidades de alcohol y drogas (probó muchas: anfetaminas, opio, cocaína, medicamentos…), pero se sentía culpable por su forma destructiva de vivir y tenía la impresión de haber abusado de la libertad de una vida de éxito como artista.

7. Pensaba que se había librado del destino de su hermana porque él sabía convertir la psicosis en creatividad. Se torturaba pensando que no se debía despilfarrar ese privilegio autodestruyéndose.

8. Quiso estudiar poesía, pero la familia le obligó a hacer la carrera de Periodismo. Williams no pasaba del aprobado y su padre, representante de una firma de zapatos, dejó de financiarle la universidad y le obligó a trabajar en la empresa.

9. Murió asfixiado a los 72 años. La autopsia reveló que tenía el tapón de plástico de un medicamento en las vías respiratorias. Previamente había ingerido drogas y alcohol.

10. Era patológicamente tímido y respondía a la tensión con una carcajada. Llamaba a la risa “mi sustituto del lamento”.

Helena Celdrán