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¿Quién demonios es Elmo Tide?

Elmo Tide

Elmo Tide

Del tipo que traigo esta semana a la sección Xpo todo se reduce a una pregunta:

¿Quién demonios es Elmo Tide?

Alguien capaz de hacer fotos como las suyas, lubricadas con grasa y niebla, manchadas de culpa y semen, tiene todo el derecho del mundo a ejercer el silencio.

No hace falta documento de identidad si fue Dios quien sopló sobre tus ojos.

«Soy el ojo de Dios», podría decir Elmo Tide.

Pero el espectador de sus fotos, afiebrado, caliente, desconcertado después de viajar en el ascensor del infierno, tiene todo el derecho del mundo a preguntarse:

Elmo Tide

Elmo Tide

¿Quién demonios es Elmo Tide?

Un blogger de la NPR (National Public Radio, en EE UU también hay medios públicos, aunque en Europa sigan sin enterarse) se hizo la pregunta que nos hacemos todos y decidió ponerse en contacto con Elmo Tide del único modo posible (no todos tenemos un perfil social con tantas membranas como un delta): escribiendo al correo electrónico que el fotógrafo anota en su perfil de Flickr.

El blogger recibió una respuesta negativa a la petición de entrevista formal, pero Elmo Tide se avino a contestar unas pocas preguntas por escrito. Transcribo y traduzco el intercambio:

Elmo Tide

Elmo Tide

¿Quién es Elmo Tide? ¿Por qué el misterio?
Elmo Tide vive en sombras evanescentes y se arrepiente.

¿Tienes sueños o pesadillas recurrentes? ¿Cómo son?
Elmo tenía sueños. Provocaron que la ira se hiciese pasión y el miedo fuese saludado como ironía. En los sueños se sentía superior y, en sus pensamientos eufóricos sobre la inmortalidad, temió perderse totalmente. Luchó con tubos de pegamento de miniaturas vacías de aviones hasta que despertar era tan imposible como terminar algo que nunca había empezado.

Elmo Tide

Elmo Tide

¿Trabajas tras un escritorio?
Un trabajo de escritorio es como una cirugía nasal o un aumento de pechos [juego de palabras con desk job, nose job, boob job], cuando no somos felices y nos escondemos tras la creación de otro. Hice una mesa muy pequeña con una caja de cerillas y cuatro palillos. La llevo en el bolsillo. Dentro de la mesa hay un tomo escrito en árabe clásico que no puedo leer.

¿Qué quieres ser cuando seas pequeño?
Cuando era pequeño quería crecer para ser joven. O quemarme.

Un buen pájaro, ya lo habrán notado. Que hable de sí mismo en tercera persona no es agradable. Es una desgracia gramatical que ejercen algunos novelistas y bastantes jefes de Estado dementes.

Que cambie a la primera persona en la última respuesta es un camino de esperanza: nos permite imaginar que hay algo de niño, de enredo, de leche tibia, en el alma que Elmo Tide nos hurta.

Elmo Tide

Elmo Tide

Pese a la información y dado el cariz errático de las respuestas, la pregunta sigue siendo la misma:

¿Quién demonios es Elmo Tide?

Lo que sabemos se puede enunciar sin tomar aliento: tiene una cuenta gratuita en Flickr desde junio de 1998, el avatar es una foto de un niño sano, rubio, sonriente. No ha creado sets, galerías u otras pendejadas de supuesta socialización.

Tampoco añade etiquetas o geo-etiquetas a las imágenes. Para el perfil del usuario medio de comportamiento compulsivo de Flickr, Elmo Tide es un místico: tiene 190 contactos (soy uno de ellos: me gusta la idea de estar en el santoral de los perversos) y apenas ha favoriteado 19 fotos (una de Henri Cartier-Bresson, otra de Dorothea Lange, dos de John McNab…).

Elmo Tide

Elmo Tide

Sólo ha subido a su stream dos tandas de imágenes: 46 fotos en junio de 2008 y otras 36 en agosto de 2010.

La obra conocida de Elmo Tide se reduce a esas escuetas 82 piezas. No hace falta gritar si eres el ojo de Dios.

Las fotos son, como los encefalogramas y el desatino, en blanco y negro, cargadas de grano, épicas en el sentido pantagruélico, torvas como si algo fuese a suceder tras el disparo, como si ese algo incumbiese al fotógrafo: quizá le partieron la cara, él se la partió a alguien, le ofrecieron una pizza de pepperoni, le escupieron, le llamaron «pendejo», «hijo mío», «hijo de la chingada»…

Algo ha sucedido, eso no estoy dispuesto a discutirlo. Es imposible que no haya sexo si dos están desnudos. La mirada también frota, acaricia, penetra… La mirada también es jugo.

Elmo Tide

Elmo Tide

Hay dos series de fotos en el mundo bronco y opaco de Elmo Tide (tiene dos cuentas más en Flickr, medio escondidas, para exponer las series por separado).

La primera colección está dedicada al VaVOOM, una combinación de lucha libre mexicana, burlesque y tinglado pornográfico.

La segunda, al festival Lucent L’Amour, una noche de parranda organizada por la pandilla de ravers renegados del DoLab de Los Angeles (California-EE UU).

Por aquí, máscaras, lipstick y jugo de ingles. Por allá, secuenciadores, metanfetamina y agua mineral.

Siempre formulo una pregunta tras recibir la coz inicial de una foto: ¿Publicarían esta foto en un periódico? Sólo si la respuesta es no -un no indudable, máximo, 100%-, decido que la foto puede venir a dormir a mi cuarto.

Las que prefiero de Elmo Tilde también han sido sometidas a la dictadura de mi capricho. De las publicadas en esta entrada me gustan todas, pero sólo las menos narrativas, las más fastasmáticas, tienen derecho a disponer de mi voluntad y poseerme.

He dejado intencionadamente para el final mi top three de este fotógrafo en sombras, este Señor Misterio enmascarado.

Elmo Tide

Elmo Tide

La pareja de bailarines tristes es todo tensión, incertidumbre. ¿Es él un gigoló o un wallflower que cambia un billete de tendollars por un slow fox? ¿La desafía con la mirada-navaja levemente dirigida a la boca de ella o se trata de un gesto teatral, argentino? ¿Tiene ella tantas arrugas como nos indica la mano-garra que podría utilizar de modo implacable en cualquier momento?

¿Qué le acaba de decir a él? ¿Aún no ha terminado de decírselo? ¿Es ella una wasp, una white american? Y aquellos dos del fondo, ¿están cotorreando de la que se traen nuestros bailarines?

¿Qué clase de schmerz presagia la escena? ¿Qué cable está a punto de romperse?

Elmo Tide

Elmo Tide

La segunda es una pieza de chatarrería urbana, un residuo.

¿Cuántas veces hemos visto a un homeless con un carrito de supermercado (el gran templo religioso de la sociedad de la diabetes y el colesterol), vagando, recolectando desperdicios para componer el único puzzle miserable con el que dejamos que algunos jueguen?

La foto Elmo Tide responde a la pregunta sustancial, la única pertinente: ¿de qué manera miramos al homeless?

Le vemos así: a la distancia prudente que impone el miedo, el asco; envuelto en la bruma de nuestro desentendimiento; de espaldas, caminando en sentido contrario, sin posible interesección.

Elmo Tide

Elmo Tide

Para acabar, el jinete crepuscular.

No voy a hablar de esta foto. Sólo recomendaré un ejercicio, una calistenia medular: pongan esta canción del moribundo Johnny Cash, miren la foto de Elmo Tide y recen porque su nombre no esté en la lista.

Entonces, ¿quién demonios es Elmo Tide?

Puedo responder a la cuestión complementaria:

¿Quién no es Elmo Tide?

No es un pamplinas, no se cree doctor honoris causa. No es un hijo de papá ni un experto en trabajar en capas y filtros de Photoshop y llamar a esa ordinariez de FP fotografía. No es un hijo del siglo, no sabe qué significa trendy, se atraganta con tus ídolos de mesilla de noche, dejaría a Bono en pelotas en una mesa de póker. No le gustaría irse de cañas con tu pandilla. No habla de sí mismo: se queda en silencio y espera. No tiene Twitter, es un hombre, no un apéndice.

Elmo Tide, demonios.

Ánxel Grove