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El fotógrafo que encontró luz en el carbón

Norbert Ghisoland

Norbert Ghuisoland

En la comuna de Frameries, en la zona francófona de Bélgica, recibieron del destino la maldita riqueza del carbón, que conlleva, al menos para la mano de obra del pueblo llano, muchas desdichas y ningún don. La esclavitud del trabajo bajo tierra, la mortandad prematura, la acumulación de sílice en los pulmones y en la vida entera…

Vincent Van Gogh firmó en 1879 un lienzo de una de las minas. El espectador debe presentir la tragedia bajo el trazo, inevitablemente romántico, del pintor de la angustia tamizada por la luz.

En 1934, los cineastas sociales Joris Ivens y Henri Storck dejaron fuera de la mirada todo matiz poético en el documental Misère au Borinage, donde, a partir de una huelga de los mineros contra la explotación, enumeran y muestran el cuadro completo: los niños y niñas condenados, el hambre, la muerte, la sopa manchada, el pan negro… Hay otro documental reciente que sigue el trazo hasta nuestros días de aquella sangre derramada: Les Enfants du Borinage (Patrick Jean, 1999).

En La Bouverie, una de las villas de la comarca, hablan el picardo, que algunos consideran una lengua romance con todas las de la ley y otros una mera bastardía del francés. Adiós se dice A l’arvoïure; árbol, abe, y carbón, charbom. De la niña de la foto los lugareños dirían que es Un biau tion tindron, una niña guapa. El charbom está en la mirada, en los rinconces del humilde atuendo, en la rigidez del pelo de escoba.

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland —algunas fuentes dejan el apellido en Ghisoland por menudencias ortográficas— nació en La Bouverie el 17 de marzo de 1878. Tenemos derecho a soñar que Van Gogh apreció el angélico contraste entre la toquilla de punto del bebé y la espesura plomiza del aire.

El padre del niño era, inevitablemente, minero, uno de los que bajaban a las galerías del subsuelo. El mísero complemento salarial por jugarse la vida de lunes a domingo le sirvió para financiar los oficios de sus dos hijos: uno, el primogénito, estudió para fotógrafo y el otro, Norbert, para carpintero. Cuando el mayor murió en un accidente en la mina, donde trabajaba para llevar a casa unas monedas extra, el otro tomó su lugar como fotógrafo.

A los 24 años, Norbert logró alquilar una casa en la Grand’Rue de la cercana ciudad de Mons. Ofrecía retratos para tarjetas de identidad, postales familiares de recuerdo, instantáneas para enviar como regalo a los parientes lejanos… Trabajaba en un estudio mínimo que acomodó en la parte frontal de la vivienda. Los modelos posaban ante un foro pintado o, como alternativa, frente a una simple tela blanca. El cuarto oscuro en el que Norbert revelaba aprovechaba la soledad y el espacio de la bodega de la casa.

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Hasta que murió, en noviembre de 1939, hizo más de 90.000 negativos de cristal. Numeró cada uno y los guardó en tarjeteros. Allí se quedaron durante décadas los niños impávidos con sus perros mascota, los deportistas locales luciendo habilidades, las mujeres graves… Pese a la belleza nostálgica y el valor de tratado de etnografía, cada imagen parece estar fecundada por una indisoluble desdicha.

El hijo de Norbert, Edmond, combatió en la II Guerra Mundial y fue prisionero de los nazis. Cuando salió del campo de internamiento, acaso para intentar que cicatrizase el alma en carne viva, decidió reabrir el estudio de su padre y seguir retratando a los habitantes de la comarca minera. No era insólito que vinieran a hacerse fotos hijos y nietos de personas a las que Norbert había retratado años antes.

El hijo de Edmond y nieto de Norbert, Marc, mantiene la tradición que parece haberse convertido en hereditaria. Hace retratos, con moderno equipo digital, en el mismo estudio que sus ancestros.

Los negativos de Norbert Ghuisoland, uno de los grandes tesoros de la fotografía europea, fueron descubiertos por casualidad en 1969 por Marc. Estaban en el ático de la casa, en los mismos tarjeteros donde los había archivado con paciente mimo el primer fotógrafo de la saga familiar, el muchacho que iba para carpintero y terminó encontrando luz entre los restos del carbón.

Ánxel Grove

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

Norbert Ghuisoland

«¿Está enterrado ahí un tal Dashiell Hammett?»

Dashiell Hammet (1894-1961)

Dashiell Hammet (1894-1961)

Dashiell Hammett murió hace cincuenta años.

Conocido el gusto editorial y mediático por la efeméride redonda y tratándose de quien se trata, quizá uno de entre los diez mejores escritores estadounidenses del siglo, es notable el desinterés.

El muro de silencio ha sido roto, en estos días, por dos excepciones editoriales.

Todos los casos de Sam Spade (RBA), reune las cuatro obras que Hammett escribió para su más famoso (pero no más logrado) personaje (los cuentos Demasiados han vivido, Sólo pueden colgarte una vez y Un tal Samuel Spade, publicados originalmente en The American Magazine en 1932, y la novela El halcón maltés, editada en 1930).

Interrogatorios (Errata Naturae) reproduce por primera vez en castellano las actas de las bravas comparecencias de Hammett ante los comités de la caza de brujas (1949 y 1953), que le valieron ser condenado a prisión por la torva justicia del maccarthismo y al ostracismo y la ruina económica por la aún más bellaca justicia de la sociedad sordomuda. Como magnífica adenda, el libro añade el cuento Sombra en la noche, que aparece esgrimido en los interrogatorios como posible prueba del talante anti-americano y subversivo del autor y acusado.

El personaje, su integra complejidad, merece un Cotilleando a…

1. Para empezar, una declaración. La pronuncia el otro grande de la literatura negra, Raymond Chandler. Sabiendo de su propensión a la parquedad y su repelencia al cumplido protocolario, hagámosle caso: «Hammett sacó el asesinato del jarrón veneciano y lo echó al callejón».

2. Para seguir, una cita de Dash: «Me gustan las mujeres. Realmente me gustan». No mentía. Ellas también le adoraron.

Dashiell Hammett

Dashiell Hammett

3. André Gide le consideraba el mejor escritor estadounidense del siglo XX, junto con (y a la misma altura de) William Faulkner. Creo que Dash secundaría la idea de éste: «Entre el dolor y la nada, me quedo con el dolor». Fue un escritor de novelas de policías, gangsters e intermediarios, es decir, un escritor que, como Balzac, Hugo y Dickens, transmitió la verdad. Alguien dijo que Hammet es «el puñetazo que nos merecemos todos, sin excepción«.

4. Samuel Dashiell Hammett nació el 27 de mayo de 1894 en la granja de tabaco Hopewell and Aim, propiedad de su abuelo, en el condado de St. Mary (Maryland), donde, como dice el lema de la comarca, se juntan los ríos Chesapeake y Potomac. Sus ancestros eran americanos viejos, llegados en el XVIII de Francia y los Paises Bajos. Sastres, marineros, artesanos…

5. Creció en Baltimore. A los 13 años lee Crítica de la razón pura, de Immanuel Kant. No entiende casi nada, pero necesita las respuestas que no encontraba en los libros del colegio.

6. A los 14 su padre, que estaba en la ruina, le obliga a dejar los estudios para trabajar. Primero, mensajero; luego, vigilante. Odia ambos empleos. A los 16 empieza a beber. Regresa a casa borracho cada noche.

7. Su abuela materna está fascinada con el chico («te pareces a Wallace Reid«, la estrella de cine, le decía). Es ella quien le busca trabajo, en 1915, en la agencia de detectives Pinkerton. «Nunca dormimos», era el lema.  Dash, alto, apuesto, despierto, está encantado. Le pagan 20 dólares a la semana. Hace trabajos de vigilancia en casos de adulterio y estafas. Se acostumbra a ser una sombra silenciosa, casi invisible.

8. En una misión en una zona minera de Montana para investigar la muerte de un sindicalista se tropieza de frente con la dialéctica de los opresores y los oprimidos y su pervesión. Descubre que al hombre lo han matado detectives de Pinkerton.

9. En otro caso, dispara a un sospechoso que amenazaba a un compañero. El hombre huye, herido y sangrando. Dash se asusta tanto que se promete no usar un arma de fuego nunca más, excepto para cazar y siempre que la presa sea para comer. Cumple su palabra.

10. Le alistan en 1918 por la I Guerra Mundial. Asignado a una brigada de transportes sanitarios, sufre un accidente al volante de una ambulancia. Hay varios heridos leves. Promete no conducir jamás. También cumple.

11. En el campamento militar contrae la gripe española, que mató a entre 100 y 200 millones de personas en el mundo. Tras varios meses internado, le licencian con el grado de sargento y una pensión de 40 dólares al mes. Su salud no volverá a ser la misma por la tuberculosis que le queda como secuela. En el hospital conoce a la enfermera Josephine Annis Dolan. Se casan en 1921 y se establecen en San Francisco. Tienen dos hijas. Los servicios de Sanidad obligan al padre a vivir en un domicilio diferente al de las niñas por el peligro de que les contagie la tuberculosis.

12. En 1922 deja de trabajar como detective y ampieza a escribir. También hace trabajos por pieza para agencias de publicidad.

"Red Harvest" ("Cosecha Roja")

"Red Harvest" ("Cosecha Roja")

13. Entre 1929 y 1934 publica unas decenas de cuentos y las novelas Cosecha roja (1929), La maldición de los Dain (1929), El halcón maltés (1930), La llave de cristal (1931) y El hombre delgado (1934). La primera y las dos últimas son las mejores de la historia de la novela negra y deberían ser de lectura obligatoria para entender por qué nos siguen dando coces los que siempre nos han dado coces. Son las novelas que hubiese escrito Karl Marx si hubiese nacido con el don de la palabra inteligible.

14. Se lía con la escritora Lillian Hellman, gran confidente y amiga durante el resto de la vida de Dash. Son una pareja abierta.

15. Tiene dinero y éxito. Hollywood se enamora de su prosa afilada y elegante. Es uno de los guionistas mejor remunerados de su tiempo. En 1938 la Metro le paga 80.000 dólares. Sólo diez del millar de escritores contratados por los estudios llegan a tamaño nivel de facturación.

16. En 1937 paga de su bolsillo parte del coste de producción del documental de apoyo a la República Española Spanish Earth (Tierra de España, de Joris Ivens y Ernest Hemingway). Firma una petición de los Amigos Americanos de la Democracia Española, para que el Gobierno de Roosvelt ayude ecónomica y militarmente a los republicanos «en nombre de la decencia y la humanidad», para que «aquellos que no aceptan ni el fascismo ni el nazismo tengan una oportunidad de luchar por sus vidas».

17. Entre 1938 y 1941 apoya o promueve causas en favor del derecho al voto de los negros, la libre actividad sindical, los programas de acogida de refugiados políticos, contra las actividades de la extrema derecha… En 1940 se afilia al Partido Comunista y es nombrado presidente del Comité de Derechos Electorales.

18. El FBI le enfila. Le siguen día y noche. Recopilan 278 páginas durante 25 años. También Hellman es espiada.

19. En 1941 se alista para pelear en la II Guerra Mundial. Tenía 47 años y una salud delicada, pero se sentía obligado a luchar contra el nazismo. Como era  considerado peligroso fue destinado a un campamento en Alaska. Montó un periódico para las tropas.

Hammett ante un comité de la caza de brujas

Hammett ante un comité de la caza de brujas

20. En 1951 es condenado a seis meses de cárcel en una prisión federal porque se negó a dar detalles sobre la particpación del Congreso por los Derechos Civiles, de cuyas cuentas es responsable, en el pago de las fianzas de miembros del Partido Comunista acusados de conspiración. Hammett se acoge una y otra vez a la Quinta Enmienda a la Constitución y se niega a responder porque considera ilégitimas las preguntas en una democracia. En la cárcel, en Kentucky, lee a Gogol y se encarga de la biblioteca. Sale de prisión envejecido y con la salud aún más rota.

21. En 1953 vuelve a ser citado por un comité de la caza de brujas. Le interroga el senador Joseph McCarthy en persona. Está interesado en saber por qué hay libros de un comunista en las bibliotecas públicas estadounidenses. ¿Es esa una buena forma de luchar contra el comunismo?, le pregunta al escritor. Hammet responde: «Bien, yo pienso (por supuesto no lo sé) que si estuviera luchando contra el comunismo creo que lo que haría es no darle a la gente ninguna clase de libros».

Lillian Hellman

Lillian Hellman

22. Hacienda le reclama 100.000 dólares en impuestos impagados. Hammet, que nunca había destacado por administrar con precaución sus ingresos, se declara insolvente. Todos sus amigos del pasado dorado le dan la espalda. Intenta terminar Tulip, una novela. No lo consigue. Está muy enfermo. Se recluye y vive como un ermitaño. Hellman le cuida. Los editores de Interrogatorios señalan en el prólogo: «El maestro indiscutible de la detective fiction pasó sus últimos veinticinco años sobre la tierra, casi la mitad de su vida, leyendo, bebiendo, follando, y también luchando por una sociedad más digna, sin escribir una sola línea digna de mención«.

23. El 10 de enero de 1961 muere en un hospital de Nueva York de un cáncer de pulmón diagnosticado dos meses antes.

24. La mejor biógrafa de Hammett, Diane Johnson, destaca el perfil contradictorio del escritor: marxista, pero autor de novelas sobre la violencia social y la corrupción cuyos protagonistas sólo intervienen para hacer «pequeñas correciones»;  virtuoso pero libertino; rico y pobre; descreído pero lleno de fe; asceta pero hedonista; comunista pero ardiente patriota…

25. Los informes del FBI sobre Hammett concluyen con el apunte de un agente que llama al cementerio para asegurarse de que «un tal Dashiell Hammett» está muerto y enterrado.

Ánxel Grove