Entradas etiquetadas como ‘instalación’

El pícnic que venció a la valla que separa a los EEUU de México

Un gigantesco pícnic que cruza la frontera de México con los Estados Unidos. Una tabla que opera de mesa comedor y que tiene dibujados dos ojos que imploran al cielo. Una instalación artística que une a soñadores (dreamers) de ambos lados del muro.

Estos son los ojos del dreamer (los jóvenes y niños que siguen indocumentados a pesar de haber nacido en los Estados Unidos), en opinión del artista francés JR, autor de esta instalación. Son los ojos de los necesitados de esperanza. La tabla sirvió para realizar un almuerzo con personas de ambos lados de esta cicatriz arquitectónica que los divide, familias que pudieron compartir por un día el pan, el agua y la misma comida a través de los barrotes, olvidando solo por unos minutos, al son del alegre corrido, la línea infranqueable que separa los mundos. A pesar de que la instalación no fue inicialmente autorizada, las autoridades fronterizas permitieron este extraño domingo de fraternidad.

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Un museo japonés permite controlar por Internet los objetos en exhibición

Los objetos sustituyen a los seres humanos de carne y hueso, que no tienen por qué visitar el museo para participar en la instalación interactiva. Sin aparente relación entre ellos, un ventilador, un cono de tráfico, un teléfono o el busto pálido de una venus grecorromana comparten la sala. Tienen en común una serie de añadidos insertados: pantallas, cámaras y microprocesadores.

Avatars (Avatares) es una exposición basada en la participación a distancia. Las piezas que se exhiben en la muestra se pueden controlar, están conectadas a Internet y sólo hay que entrar en una web para manejarlas.

Los artistas japoneses So Kanno y Yamaguchi Takahiro son los autores de la instalación, que permanecerá hasta el 14 de mayo en el YCAM (en la ciudad de Yamaguchi, al sur de Japón), un museo especializado en proyectos que unen arte y nuevas tecnologías. Quien desee participar tendrá que hacerlo cuando el centroestá abierto en Japón, de 10:00 a 19:00 horas, de las 3 a las 12 de la mañana UTC.

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‘Debate’, una sátira sobre el lenguaje vacío de los políticos

En la Atenas del siglo V antes de la era común, en uno de los más esplendorosos periodos de Grecia, se inventó la democracia. Aunque se pone en duda que los atenienses fueran los primeros demócratas, instauraron un sistema sólido en el que no primaba el poder económico, con cargos asignados por sorteo (ya que unas elecciones beneficiarían a los ricos y famosos) y que implicaba a un alto porcentaje de los habitantes de la ciudad-estado griega.

Dos milenios y medio después, en una sala desangelada, un par de maniquíes encorbatados discuten entre ellos. En lugar de cabezas tienen polígonos que se iluminan cuando emiten pitidos. Esa es su manera de hablar, se empeñan en imponer sobre el contrario el pitido de su tono y la conversación, para cualquier humano que los observe, se vuelve aburrida para pronto ser insoportable y tener que abandonar la sala. «En lugar de mantener un diálogo constructivo para promover ideas y soluciones, (…) gastan su energía discutiendo entre ellos», explica el autor de la instalación.

Es un signo de los tiempos que el artista griego Georgios Cherouvim haya nacido en Atenas. El autor construye en sus trabajos «una representación visual» de lo social y lo político y explora cómo los «comportamientos sociales comunes y las ideologías nos han puesto en contra del medio ambiente y de nosotros mismos».

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La belleza de probetas, pipetas y otros recipientes de laboratorio

Instalación de la serie 'Tools of the Trade' hecha con placas de Petri - Stuart Haygarth - Foto: stuarthaygarth.com

Obra de la serie ‘Tools of the Trade’ hecha con placas de Petri – Stuart Haygarth – Foto: stuarthaygarth.com

«Estos objetos bellamente trabajados están en el centro de cualquier experimento científico y son esenciales para cualquier prueba química en la que haya que destilar, filtrar, separar o simplemente verter sustancias», reflexiona el artista británico Stuart Haygarth sobre probetas, pipetas, placas de Petri y otros precisos recipientes empleados en un laboratorio.

Su admiración por los finos objetos de cristal nació de una visita a la Wellcome Collection de Londres, un centro de referencia se anuncia como «el destino gratuito para el curioso incurable». La presentación de la colección y las exposiciones permanentes trazan incansables lazos entre la medicina, la vida y el arte del pasado, del presente y del futuro.

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La máquina que se propone clasificar las piedras de un río

El brazo mecánico se desliza por los carriles laterales, emite un sonido similar al de un escáner, se detiene a una altura determinada y selecciona una piedra visiblemente pulida por el agua. Después de atraparla aspirándola con determinación, la incluye en una de las filas que está formando.

No desentonaría en una novela de ciencia ficción, tampoco en un collage del surrealismo de Max Ernst, es probable que Kafka se interesase por la máquina que, muy segura de lo que hace, se enzarza en una misión interminable y estéril.

La criatura autómata con alma de archivero se llama Jller en honor al río Iller. Afluente derecho del Danubio, de 147 kilómetros de longitud, pasa por los estados federados de Baden-Wurtemberg y Baviera —en el sur de Alemania— y se funde con el Danubio en la ciudad de Ulm. Su misión es clasificar los guijarros, todos extraidos del lecho del río, según su edad geológica.

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¿Son blasfemas estas obras de arte moderno?

KRIS KUKSI, "Churchtank Type 7C", 2009, Courtesy: KRIS KUKSI & Thames

KRIS KUKSI, «Churchtank Type 7C», 2009, Courtesy: KRIS KUKSI & Thames & Hudson

Aaron Rosen, autor de un libro recién editado, Art & Religion in the 21st Century (Arte y religión en el siglo XXI), subraya el cretinismo del debate sobre el arte blasfemo: 

El buen arte nos debe desafiar: perforar nuestras devociones, religiosas o de otro tipo. Pero simplemente conseguir titulares ofensivos (y buenas ventas) es un truco barato, indigno de un buen artista. La mayor parte de quienes hablan de arte blasfemo no son artistas (…) y nunca han pisado una galería.

El ensayo, publicado por Thames & Hudson [256 páginas, 32 libras esterlinas] presenta obras como el tanque-iglesia rococó, postindustrial y pertinente del estadouniodense Kris Kuksi.

El libro se sustenta en la idea de cuando te vinculas al arte o te expones a sus efectos entras, de manera inevitable, en un terreno religioso. Es fácil advertirlo en obras de la Antiguedad —el Partenón, los Budas de Bamiyán o la Mezquita Azul…—.

¿Pero que pasa en el siglo XXI y por qué algunas obras son calificadas como blasfemas por los intolerantes, los cortos de miras o los salafistas de conciencia?, se pregunta Rosen.

Siguen unos cuantos ejemplos de obras impías y ofensivas incluídas en el libro.

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14.000 cristales de gafas para emular el brillo y el sonido del mar

No es un desperdicio de lentes que podrían usar otros, los cristales ópticos proceden del Canadian Lions Eyeglass Recycling Centre (Clerc), un centro de reciclaje de gafas que se propone desde Canadá proporcionarlas a todo el que no pueda permitírselas. Cada ejemplar ha sido descartado por diferentes motivos y su destino era la basura.

Las 14.000 piezas cuelgan ahora de pequeños ganchos, en hileras que las mantienen ordenadas como en un muestrario de joyas. Cuando sopla el viento, emiten un tintineo sordo y lejano que recuerda de manera inesperada al oleaje, también emulan al mar en el modo en que brillan al sol.

Obra de los artistas canadienses Caitlind R.C. Brown y Wayne Garrett, la escultura cinética sea/see/saw recibe su nombre de un juego de palabras entre el término inglés para mar y el presente y el pasado del verbo ver. «Diseñamos la escultura para reflejar la superficie dimámica y brillante del Bósforo«, dicen los autores.

Detalle de la escultura cinética 'sea/see/saw' - Caitlind R.C. Brown & Wayne Garrett

Detalle de la escultura cinética ‘sea/see/saw’ – Caitlind R.C. Brown & Wayne Garrett

Instalada hasta el 16 de enero de 2016 en la fachada del museo de arte Pera de Estambul (Turquía) —un edificio diseñado en el siglo XIX por el arquitecto griego Achilleas Manussos—, la escultura es parte de las celebraciones del 10º aniversario del centro, especializado en orientalismo y arte del siglo XIX.

Desde la institución citan palabras de los artistas para explicar que la escultura celebra «la contribución del Museo Pera al paisaje cultural de Estambul, con los ojos puestos en el futuro»: «Introduciendo un movimiento caótico en una estructura que de otro modo es estática (…) sea/see/saw invita a los espectadores a entrar en un cambio momentáneo de perspectiva. (…) Los observadores se convierten en observados».

Helena Celdrán

‘Vestigios íntimos’, muebles ‘fundidos’ con el cuerpo humano

'Intimate Vestiges' (Installation) - Fiona Roberts

‘Intimate Vestiges’ (Installation) – Fiona Roberts

En la sala poco amueblada dominan tonos rosáceos, pálidos y hogareños. Dan ganas de quitarse los zapatos sentándose en la silla tapizada de estilo neoclásico, tirarse a leer en una alfombra que promete ser mullida y más tarde tumbarse en la cama deshecha. Cada objeto de la estancia está unido a la anatomía humana de un modo que supera el contacto corporal. Intimate Vestiges (Vestigios íntimos) es una colección de piezas de la artista australiana Fiona Roberts, convencida de que nuestro hogar y nuestro cuerpo son como antiquísimos «palimpsestos«, manucritos reutilizados en los que todavía se adivinan los restos de lo que había escrito antes. Lee el resto de la entrada »

Pistolas para bebés, ‘barbies’ viudas de guerra y otros juguetes distópicos

'Barbie War Widow' ('Barbie viuda de guerra') - Peter Adamyan

‘Barbie War Widow’ (‘Barbie viuda de guerra’) – Peter Adamyan

«En la mayoría del mundo de hoy, la violencia es mucho más real, y considerada como una dura realidad en el día a día de los niños. Para el mundo occidental sin embargo, es algo menos tangible, algo que vemos sólo en televisiones y videojuegos. ¿Por qué entonces cala en nuestra cultura de una manera tan extendida?».

Peter Adamyan (1987) intenta descifrar la fórmula del éxito de la violencia en las sociedades acomodadas, se empeña en buscar la explicación en un posible «fomento del imperialismo», la «validación» de la violencia «en los textos religiosos» o la certeza de que lo llevamos «en nuestro ADN». El artista estadounidense pinta sobre lienzo y madera, crea instalaciones y modifica juguetes originales con la mirada puesta en la histórica crueldad del ser humano. Las creaciones son tétricas y burlonas, el estilo es pretendidamente descuidado y pop.

'Cobra Hates Your Freedom' - Peter Adamyan

‘Cobra Hates Your Freedom’ – Peter Adamyan

Dystopia Toyland (Distopía Juguetelandia) es su última colección de balas envenenadas, obras que aluden a las consecuencias de la guerra sobre la población civil, a los abusos sobre los trabajadores o a matanzas y genocidios del pasado. También hay lugar para el cada vez más frecuente caso, como repetido en un funesto bucle, del bebé que dispara el arma y mata a otro niño o a un familiar adulto en alguna remota población estadounidense, uno de esos lugares de los que sólo se hablará de pasada para recordar el desgraciado suceso.

'Babys First Homicide' - Peter Adamyan

‘Babys First Homicide’ – Peter Adamyan

Introduciéndose en el universo de los juguetes busca los «momentos formativos de nuestra juventud en los que por primera vez conocemos la violencia verdadera, el momento en que somos más susceptibles y nuestras psiques están todavía en desarrollo». Adamyan se toma al pie de la letra que el juguete es una herramienta para que el niño reproduzca escenarios de la realidad adulta: un G.I. Joe veterano de guerra mendiga junto a un cubo de basura, dos muñecas Bratz ejercen la prostitución en las calles, una bolsa de celofán transparente contiene figuras humanas derretidas y grisáceas que resultan ser «víctimas del napalm».

En un mundo en que, para muchos, es más ofensiva la imagen de un cuerpo humano desnudo que de un cuerpo sin vida, el artista señala que la violencia ya no está «tan aceptada como lo estuvo a lo largo de la historia», pero matiza que nos las seguimos ingeniando par «aceptarla» como inevitable a la naturaleza humana. Sus obras no deben ser confundidas con un gamberrismo tontorrón, sino como una llamada de atención al fatalismo con que aceptamos que un niño «acepte la violencia como parte de la edad adulta».

Helena Celdrán

Instalación creada por Adamyan con trabajos de la serie 'Dystopia Toyland'

Instalación creada por Adamyan con trabajos de la serie ‘Dystopia Toyland’

'Workers Comp Daydreams' - Peter Adamyan

‘Workers Comp Daydreams’ – Peter Adamyan

'Freight Train Fuhrer' - Peter Adamyan

‘Freight Train Fuhrer’ – Peter Adamyan

'The Unfriendly Gost' - Peter Adamyan

‘The Unfriendly Gost’ – Peter Adamyan

Un árbol centenario recreado con cientos de miles de tacos de madera

'Middle Fork' - John Grade (Foto: John Grade)

‘Middle Fork’ – John Grade (Foto: John Grade)

Fue necesario invertir un año y buscar la colaboración de cientos de personas para construir la minuciosa estructura hueca, que ahora se expone suspendida por numerosos hilos transparentes, de manera horizontal, para que los visitantes puedan explorar mejor los recovecos del interior.

Middle Fork es una pieza escultural que reproduce, con cientos de miles de pequeños tacos de madera, el tronco de un árbol de 140 años de edad. El autor del proyecto es John Grade (Minneapolis – EEUU, 1970), un artista que reflexiona en sus obras sobre el deterioro natural, la erosión, la capacidad de la naturaleza para conseguir que todo desaparezca o se mimetice por completo con el paisaje.

A más de 25 metros de altura, Grade y un equipo de ayudantes, con ayuda y consejos de expertos arboricultores, escalaron con cuerdas el árbol original, una Tsuga del Pacífico que vive en los bosques de North Bend (Washington), una localidad cercana a Seattle y famosa por ser escenario de Twin Peaks, la extraordinaria serie de televisión creada por David Lynch.

Fueron dos semanas de trabajo intenso en los que crearon moldes: subieron con arneses, con cubos llenos de yeso y agua para cubrir por partes el tronco y las ramas, que protegieron con aluminio para que no tuviera contacto directo con el material. «Fue muy gratificante, porque creó la oportunidad de sentirnos unidos de una manera íntima a los detalles», recuerda el artista, entrevistado en un vídeo sobre el proyecto.

Bajaron los moldes con delicadeza, con un sistema de poleas, para luego unirlos de nuevo en el estudio. La dimensión hacía imposible que trabajara solo y Grade pidió la colaboración de «cientos de personas» que no se limitaron a realizar la tarea mecánica de cubrirla con tacos de madera de cedro, sino que modelaron las pequeñas piezas que colocarían, escogiendo largos diferentes y creando en el gigantesco árbol artifial columnas de agujeros rectangulares pero irregulares.

'Middle Fork' - John Grade (Foto: John Grade)

‘Middle Fork’ – John Grade (Foto: John Grade)

La obra se exhibe ahora en el espacio de arte MadArt de Seattle, defensor del arte «nuevo e inesperado» y pensado para alojar en sus instalaciones obras de gran tamaño. Permanecerá allí hasta el 25 de abril, luego viajará a la Renwick Gallery —uno de los centros del Instituto Smithsonian en Washington D. C.—, a Londres y a otras ciudades todavía por confirmar. Cuando termine su periplo, el tronco volverá al lugar en el que empezó todo, el bosque de North Bend donde lo estará esperando el árbol original. El autor abandonará allí la pieza para que se descomponga poco a poco, fundiéndose con la naturaleza.

Helena Celdrán