Entradas etiquetadas como ‘instalación artística’

Le Quidam, un artista urbano que renueva la idea del urinario de Duchamp

'White Rectangle on a Red Circle' - Le Quidam - Foto: lequidam.com

‘White Rectangle on a Red Circle’ – Le Quidam – Foto: lequidam.com

El urinario masculino apareció en una exposición colectiva organizada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York en 1917. Nadie se esperaba en aquel entorno un objeto así, exhibido sobre un pedestal, con un título artístico: La fuente. Escrito sobre el urinario se lee R. MUTT, pero en realidad tras la firma en mayúsculas estaba Marcel Duchamp (1887-1968), que pertenecía a la sociedad artística en cuestión y quería poner a prueba a sus colegas.

Habían concluido con antelación que para aquella muestra se aceptaría cualquier obra que se presentara y el autor entró al trapo con un objeto vulgar. Perplejos, los miembros de la sociedad debatieron sobre si aquello era arte o no y al final escondieron la obra, lo que hizo que Duchamp se marchara de la junta de artistas.

De aquel episodio se cumplen 100 años que no parecen mas que un segundo, porque la discusión sigue siendo la misma, el dilema de elegir entre la genialidad y la desfachatez para entender el arte conceptual sigue ahí. ¿Es arte un objeto solo por exhibirse en un museo o en una galería? ¿Se transforma cuando está fuera de su contexto original, sobre un pedestal y titulado por un artista?

Un siglo después no es solo que la provocación siga activa, hay creadores que demuestran cómo aún se pueden seguir buscándole las cosquillas al arte en nombre de Duchamp.

El artista callejero Le Quidam —con un significado en francés cercano a «fulanito de tal»— vive entre París y londres, ciudades que convierte en escenarios de sus intervenciones. Las obras son discretísimas y nada invasivas, comentarios en voz baja para el deleite de quien se molesta y maravilla en escuchar a los que no gritan ni hacen aspavientos.

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‘Debate’, una sátira sobre el lenguaje vacío de los políticos

En la Atenas del siglo V antes de la era común, en uno de los más esplendorosos periodos de Grecia, se inventó la democracia. Aunque se pone en duda que los atenienses fueran los primeros demócratas, instauraron un sistema sólido en el que no primaba el poder económico, con cargos asignados por sorteo (ya que unas elecciones beneficiarían a los ricos y famosos) y que implicaba a un alto porcentaje de los habitantes de la ciudad-estado griega.

Dos milenios y medio después, en una sala desangelada, un par de maniquíes encorbatados discuten entre ellos. En lugar de cabezas tienen polígonos que se iluminan cuando emiten pitidos. Esa es su manera de hablar, se empeñan en imponer sobre el contrario el pitido de su tono y la conversación, para cualquier humano que los observe, se vuelve aburrida para pronto ser insoportable y tener que abandonar la sala. «En lugar de mantener un diálogo constructivo para promover ideas y soluciones, (…) gastan su energía discutiendo entre ellos», explica el autor de la instalación.

Es un signo de los tiempos que el artista griego Georgios Cherouvim haya nacido en Atenas. El autor construye en sus trabajos «una representación visual» de lo social y lo político y explora cómo los «comportamientos sociales comunes y las ideologías nos han puesto en contra del medio ambiente y de nosotros mismos».

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La belleza de probetas, pipetas y otros recipientes de laboratorio

Instalación de la serie 'Tools of the Trade' hecha con placas de Petri - Stuart Haygarth - Foto: stuarthaygarth.com

Obra de la serie ‘Tools of the Trade’ hecha con placas de Petri – Stuart Haygarth – Foto: stuarthaygarth.com

«Estos objetos bellamente trabajados están en el centro de cualquier experimento científico y son esenciales para cualquier prueba química en la que haya que destilar, filtrar, separar o simplemente verter sustancias», reflexiona el artista británico Stuart Haygarth sobre probetas, pipetas, placas de Petri y otros precisos recipientes empleados en un laboratorio.

Su admiración por los finos objetos de cristal nació de una visita a la Wellcome Collection de Londres, un centro de referencia se anuncia como «el destino gratuito para el curioso incurable». La presentación de la colección y las exposiciones permanentes trazan incansables lazos entre la medicina, la vida y el arte del pasado, del presente y del futuro.

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La máquina que se propone clasificar las piedras de un río

El brazo mecánico se desliza por los carriles laterales, emite un sonido similar al de un escáner, se detiene a una altura determinada y selecciona una piedra visiblemente pulida por el agua. Después de atraparla aspirándola con determinación, la incluye en una de las filas que está formando.

No desentonaría en una novela de ciencia ficción, tampoco en un collage del surrealismo de Max Ernst, es probable que Kafka se interesase por la máquina que, muy segura de lo que hace, se enzarza en una misión interminable y estéril.

La criatura autómata con alma de archivero se llama Jller en honor al río Iller. Afluente derecho del Danubio, de 147 kilómetros de longitud, pasa por los estados federados de Baden-Wurtemberg y Baviera —en el sur de Alemania— y se funde con el Danubio en la ciudad de Ulm. Su misión es clasificar los guijarros, todos extraidos del lecho del río, según su edad geológica.

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Toni Spyra, pequeñas instalaciones callejeras que lo cambian todo

'Soup' - Toni  Spyra

‘Soup’ – Toni Spyra

Suele utilizar materiales baratos y sabe comunicar lo que quiere con sólo una pequeña modificación del paisaje urbano. El alemán Toni Spyra (1981) sólo tiene que poner junto a un socavón una cuchara sopera, agregar a un poste una cámara falsa de seguridad, añadir a una señal de tráfico elevada el aro de una cancha de baloncesto.

No suelta prenda. Si alguien busca saber más de las obras por boca del artista, deberá conformarse con las cuentas de Facebook o Twitter, en las que hay poco más que mensajes de agradecimiento y avisos escuetos de inauguraciones de exposiciones. En noviembre, se estrenó con su primera muestra en solitario en una galería de Berlín, en la que acompañó las imágenes de sus istalaciones callejeras de una colección de sus objetos modificados.

'Piñata' - Tony Spyra

‘Piñata’ – Tony Spyra

El artista alemán, afincado en la ciudad austriaca de Linz, flirtea con el arte conceptual, pero quitándole la solemnidad y la presuntuosidad de la que suele pecar. Un desatascador tiene por mango una flauta, de un cubo de lavar asoma una melena negra, una bolsa negra con tres agujeros convierte a Penélope Cruz (portada de una revista femenina) en una terrorista. En la exposición berlinesa, hizo una piñata con la forma y el característico color naranja de las papeleras de la capital alemana: en la base, un agujero dejaba caer los caramelos al suelo, una imagen que se reproduce a menudo en la realidad, con basura en lugar de dulces.

Curioso observador del paisaje de una ciudad, de nuestros pecados y anhelos con respecto a la vida urbana, Spyra obliga a la reflexión, a prestar atención a lo que —a veces de modo inconsciente— incomoda o duele, siempre acercándose con humor, sin necesidad de mostrarse dramático.

Helena Celdrán

'Tombstone' - Toni Spyra

‘Tombstone’ – Toni Spyra

'Protection' - Toni Spyra

‘Protection’ – Toni Spyra

'Captor' - Toni Spyra

‘Captor’ – Toni Spyra

'Zoo' - Toni Spyra

‘Zoo’ – Toni Spyra

'Sucker' - Toni Spyra

‘Sucker’ – Toni Spyra

'Stromfalle' - Toni Spyra

‘Stromfalle’ – Toni Spyra

'Streetball' - Toni Spyra

‘Streetball’ – Toni Spyra

Una casa derritiéndose en el centro de Londres

'The Melting House' - Alex Chinneck - Foto: Angie Dixon

‘The Melting House’ – Alex Chinneck – Foto: Angie Dixon

Es una construcción a tamaño real, de ladrillo, una típica vivienda londinense que no desentona en el paisaje de la calle Southwark, en el sur de la capital inglesa. Se trata de un edificio recién construido y nadie dudaría de su solidez, pero sólo durará en pie 30 días.

Alex Chinneck (1984) da a la casa el críptico nombre de A Pound of flesh for 50p (Una libra de carne por 50 peniques), aunque también se refiere a ella como The Melting House (La casa que se derrite). El artista británico y su equipo han construido los 8.000 ladrillos, los cristales y los marcos de las puertas y las ventanas: todo está hecho de cera salvo el tejado, que descansará sobre una masa amorfa en el plazo de un mes.

La instalación artística forma parte del Merge Festival, que —desde el 19 de septiembre y hasta el 18 de noviembre— aúna proyectos musicales y artísticos en las orillas de la zona sur del Támesis, en el distrito de Bankside. Con la elección del efímero material, el autor recuerda la existencia en ese mismo barrio, hace dos siglos, de una fábrica de velas.

Para la tarea se ha rodeado de químicos, fabricantes de cera e ingenieros que lo han ayudado a conseguir el mayor realismo usando cera de parafina. Desde su inauguración en septiembre, la casa está desmejorada, regueros de gotas recorren los muros como si fueran chocolate derretido. Los cristales se arrugan y encogen formando agujeros. Aunque cabría pensar que hay que esperar a que se derrita por sí sola, en realidad el artista la está derritiendo a su antojo.

Con un aparato para aplicar calor, igual al que se suele usar en las reparaciones de tejados, disfruta del control de transformar el edificio. «Se inspira en el proceso clásico de esculpir un material para darle forma mediante un procedimiento contemporáneo y único», dicen los organizadores del Merge Festival.

Helena Celdrán

'The Melting House' con el aspecto que presentaba el 16 de octubre - Foto: Merge Destival

‘The Melting House’ con el aspecto que presentaba el 16 de octubre – Foto: Merge Destival

'The Melting House' (detalle) - Alex Chinneck

‘The Melting House’ (detalle) – Alex Chinneck

'The Melting House' - Alex Chinneck

‘The Melting House’ – Alex Chinneck

Aspecto de 'The Melting House' ('La casa que se derrite') el 19 de octubre

Aspecto de ‘The Melting House’ (‘La casa que se derrite’) el 19 de octubre

Marco Bottin, objetos que se sublevan contra el ser humano

'A Middle Class Portrait' - Marco Bottin

‘A Middle Class Portrait’ – Marco Bottin

El piano tiene en la caja de resonancia las cuerdas de acero, las entrañas del instrumento que, cuando se trata de un piano de cola, asoman indiscretas. El artista italiano Marco Bottin (Padua, 1975) las utiliza para un fin muy diferente: de ellas cuelgan la ropa sujeta por pinzas de colores. El título de la obra escultórica, A middleclass portrait (Un retrato de la clase media), revela la observación social y económica que representa el autor.

Tiene un currículum heterodoxo para un artista. Bottin estudió Antropología Cultural en la Universidad de Frankfurt J.W. Goethe y se licenció en Filosofía en la Universidad de Venecia. Hizo una tesis sobre Sociología económica, en particular sobre el regalo y la reciprocidad.

En el perfil que le dedica la galería Saatchy Art —que lo representa— hay una docena de obras, las escultóricas son claras herederas de los estudios universitarios. En Broke (Arruinado), un hombre con traje y maletín mama de la ubre de una vaca que a su vez se alimenta de billetes verdes como los pastos. In loving memory (En recuerdo de) convierte una cómoda de madera en un contenedor de piezas de maniquí.

«Algo pasa en la génesis humana cuando la reproducción de la especie parece ser secundaria con respecto a la producción de mercancías», dice el artista en la web de Saatchi Art. «Poniendo todas sus expectativas en la posesión, el hombre se vuelve un ser estéril que carga el mundo de objetos con tanto peso simbólico que los mismos objetos se sublevan contra él».

Helena Celdrán

'In Loving Memory' - Marco Bottin

‘In Loving Memory’ – Marco Bottin

'Statements, injuries, predictions' - Marco Bottin

‘Statements, injuries, predictions’ – Marco Bottin

'Broke' - Marco Bottin

‘Broke’ – Marco Bottin

El piano robotizado que transforma las nubes en música

Busca datos tridimensionales en la superficie de un lago y los traslada a una escultura robótica, utiliza hojas secas de árboles para «recolectar» viento y después utiliza esa energía para (con un mecanismo) hacer dibujos a carboncillo… El artista estadounidense David Bowen saca provecho hasta de las moscas: en Fly Tweet (Tweets de moscas) introdujo a un grupo de moscas domésticas en una esfera transparente con un teclado en su interior. Los insectos se posaban sobre las teclas y escribían mensajes en Twitter.

No es la primera vez que Bowen se fija en las nubes para realizar sus piezas escultóricas interactivas. Igual que utilizó moscas, creó en 2013 una instalación que también mandaba tweets, esta vez basados en los movimientos y las formas de las nubes. Un software capturaba en vídeo, a tiempo real, las imágenes de las nubes para activar un teclado virtual y cuando se alcanzaban 140 caracteres, el mensaje se enviaba automáticamente.

Una de las piezas más recientes del escultor es Cloud piano (Piano de nubes), una instalación encargada expresamente por la galería L’assaut de la Menuiserie, en Saint-Etienne (Francia), donde se exhibirá en septiembre. En la obra cinética, un piano de cola negro toca condicionado por el paso de las nubes. La caprichosa e interminable pieza musical la ejecuta un aparatoso robot con cables y apéndices mecánicos blancos sobre las teclas.

Como en el caso de las nubes capaces de escribir tweets, una cámara enfocada al cielo graba la imagen, la convierte en datos con un software en tiempo real y después los transforma en órdenes que activan el mecanismo colocado sobre el instrumento. «El sonido resultante se genera a partir de un patrón único de teclas creado por las formas etéreas construidas, barridas, fluctuantes y desvanecidas en el cielo», explica el artista.

Helena Celdrán

'Cloud piano' - David Bowen

‘Cloud piano’ – David Bowen

'Cloud piano' - David Bowen

‘Cloud piano’ – David Bowen

'Cloud piano' - David Bowen

‘Cloud piano’ – David Bowen

'Cloud piano' - David Bowen

‘Cloud piano’ – David Bowen

Combinando la brutalidad de la guillotina y la delicadeza del papel

'Paper Cuts' en Amsterdam - Mandy Smith/Hal Kirkland

‘Paper Cuts’ en Amsterdam – Mandy Smith/Hal Kirkland

En lugar de una cuchilla, lo que corta el cuello es un papel afilado que incluso se deforma por el impacto contra la nuca. Aunque el ajusticiado sabe que no corre peligro, son inevitables los nervios unos segundos antes, los actos reflejos y la sonrisa que trata de ocultar cierta inquietud. Algunos confiesan después que experimentaron cierto miedo.

La artista del papel Mandy Smith y el publicista Hal Kirkland colaboran en la escultura interactiva Paper Cuts (Cortes de papel), una pieza que transforma la sordidez de la guillotina en un acto lúdico. El dúo artístico británico da «un nuevo giro al infame aparato» y a la vez despierta «la fascinación natural de la gente por lo macabro». Tras su debut en Amsterdam en marzo, recientemente expusieron la guillotina en el festival de diseño gráfico Pick Me Up que se celebró en el centro Somerset House de Londres y ahora planean anunciar más fechas en diferentes ciudades.

En ambas ocasiones invitaron a los visitantes a ser guillotinados: los voluntarios escribían previamente sus «últimas palabras» en una tarjeta y luego introducían la cabeza en la estructura de papel de 3,8 metros de alto. Smith y Kirkland añadieron una cámara que enfocaba al rostro del voluntario y que capturaba el momento justo en que la cuchilla caía. La colección de fotos de «expresiones faciales» (con las que también hicieron gifs animados) está disponible en la página web del proyecto. Para curar las posibles heridas, los participantes podían ponerse una tirita blanca en la nuca.

'Paper Cuts'

‘Paper Cuts’

Desde su niñez, Smith asegura haberse sentido impresionada por la idea del ajusticiamiento interpretado como un espectáculo al que hace siglos en Europa acudía toda la familia. La guillotina tiene además un fuerte componente histórico: aunque la decapitación se realizaba con instrumentos similares desde por lo menos el siglo XIII, el invento se identifica automáticamente con la Revolución Francesa —iniciada en 1789— y en particular con su etapa más sangrienta —el reinado del Terror, de 1793 a 1794—. Además de los célebres ajusticiamientos del rey Luis XVI y la reina consorte María Antonieta de Austria, se calcula que entre 35.000 y 40.000 personas murieron en Francia acusadas de estar involucradas en actividades contrarrevolucionarias, muchas de ellas fueron ejecutadas en la guillotina. Por lo demás, el instrumento fue utilizado para aplicar la pena de muerte en Europa en algunos países hasta avanzado el siglo XX, como es el caso de la República Democrática de Alemania, que dejó de guillotinar en 1969.

La artista comenzó a jugar en su mente con la creación de una serie de «aparatos mortales» que pudiera representar en su medio (el papel), contradiciéndo la fragilidad y la belleza de una creación en papel con la brutalidad extrema de un invento cuyo único fin es matar. Kirkland sugirió que reprodujera la guillotina a tamaño real para permitir que una obra en papel (normalmente demasiado delicada para que la pueda tocar el público) pase a ser interactiva.

Helena Celdrán

'Paper Cuts' - Mandy Smith/Hal Kirkland

‘Paper Cuts’ – Mandy Smith/Hal Kirkland

La guillotina de 'Paper Cuts' - Mandy Smith/Hal Kirkland

La guillotina de ‘Paper Cuts’ – Mandy Smith/Hal Kirkland

'Paper Cuts' en Londres - Mandy Smith/Hal Kirkland

‘Paper Cuts’ en Londres – Mandy Smith/Hal Kirkland

Jarrones doblados en un baile de luces

Laurent Craste - 'Abuse'

Las piezas de porcelana de Laurent Craste están fijadas a la pared con un clavo oxidado, tiene un hacha clavada, están aplastadas, despellejadas, derretidas… Los jarrones y vasijas sufren todo tipo de percances, pero permanecen enteras como si no fueran frágiles.

El artista de origen francés y residente en Montreal (Canadá) se basa en modelos de jarrones de porcelana del siglo XVIII y XIX, elementos decorativos que sirvieron de ostentación de lujo y poder. Craste los somete a «una práctica de deconstrucción y alteración violenta de sus estructuras formales», los moldea para que parezcan criaturas sufrientes, magulladas y abandonadas a su suerte.

Era cuestión de tiempo que sintiera la necesidad de complementar las piezas de rasgos animados con un sistema que permitiera crear la ilusión de movimiento. En la instalación interactiva Parade (Desfile), dentro de un gran cubo de manera abierto por una de sus caras laterales, hay un mueble blanco sobre el que descansan dos de sus obras dobladas.

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Colgada del techo, una lámpara industrial ilumina la pared tras las piezas de porcelana: sólo hay que darle un pequeño empujón para que la bombilla proyecte una sombra en movimiento y parezca que los jarrones inventan una danza agitando los brazos y girando entre sí.

Creada en colaboración con la agencia digital creativa Dpt., la obra fue presentada en el Chromatic Art Festival (Festival de Arte Cromático) de Montreal, que celebraba su 5ª edición con la premisa de que los 150 artistas participantes crearan sus trabajos en torno a la idea del hábitat.

Helena Celdrán