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La fascinación del ilustrador Daniel Danger por las casas encantadas

Creo que el ilustrador Daniel Danger compartiría habitación, y no sin gusto, con el fantasma del novelista de terror H.P. Lovecraft, donde podrían jugar a los exorcismos de su dios cefalópodo Cthulhu. Estoy seguro de que Danger se correría una buena juerga con Edgar Allan Poe en una mansión que apestara a decadencia y suciedad espiritual. Lo pasarían de cine B pintando cuervos y gatos negros.

Hi, here's my best selling print.

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Danger hace ilustraciones que recrean la casa encantada con siniestro detallismo, el espacio gótico por excelencia: casas perfectas para sentir el frío aliento en la nuca, mansiones cuyas paredes parecen rasgadas por la uña rota de un enterrado vivo, sombras expectantes que aguardan en las escaleras hacia el dormitorio de los niños, sótanos en los que reverberan bestias inmundas.

Es oriundo del patíbulo por excelencia de las brujas de Norteamérica: Nueva Inglaterra. Providence, la ciudad que forjó las pesadillas lovecraftianas está en esa misma región. A vuelo de cuervo topamos con Boston, capital que alumbró a Poe, y en la frontera, Baltimore, donde murió el genio gótico puede que emborrachado hasta el colapso por unos truhanes que querían persuadirle de que votara a un candidato político; antes de que los hackers manipularan elecciones se utilizaba a los alcohólicos.

Así que Danger es un hijo de la misma brujería que sus predecesores: un amante obsesivo de las casas derrumbadas por el virus de la expansión urbana, vagabundo por puentes ferroviarios adormecidos, murciélago que revolotea sobre ramas que lo engullen todo, amigo de fantasmas y fobias antiguas. Fascinado, como todos, con la casa que levita en la última calle del vecindario. Dirige además Tiny Media Empire, un estudio de diseño gráfico en Boston, enfocado a serigrafías de bellas artes y carteles oficiales limitados para películas y bandas de música. Vende sus obras en Internet. Aquí tenéis sus cementerios…

WHAT EVEN IS SLEEP ANYMORE ?

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Matthew Simmonds, escultor de ruinas y templos

© Matthew Simmonds

Foto: © Matthew Simmonds

Las rocas se abren como cofres secretos. De «la piedra sólida» surgen esculturas como «mundos internos», estancias que podrían pertenecer a catacumbas, templos romanos, mausoleos, catedrales…

Licenciado en Historia del Arte, el británico Matthew Simmonds se especializó en arte y arquitectura de la Edad Media. Su inclinación por la historia trasluce en cada pieza que esculpe: columnas dóricas de la Grecia antigua, tímpanos de estilo románico, bóvedas de crucería típicas del gótico…

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Susu Laroche, las fotos de una niña ofídica

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche, el nombre que utiliza, es, según explica en alguna de sus muy escasas apariciones virtuales, un anagrama de la frase Chaos Lure Us Chaos Rule Us (caos, atráenos; caos, domínanos).

Es una niña ofídica y amante de lo arcano. Abundan. No es casual que Susu haya retratado a Ellen Rodgers, otra de las cofrades de la nigromancia fotográfica. Ambas ascienden en el mercado, sobre todo recibiendo encargos de empresas de moda. Como sabemos desde Becquer, la negrura vende bien entre la adolescencia tatuada.

Susu Laroche

Susu Laroche

El personaje forma parte de la obra. Susu Laroche se autorretrata: sin ojos, incinerándose, víctima de un maleficio, poseída por un íncubo perversor, atravesada por haces de luz obscura, oficiando una ceremonia de un culto que los espectadores no merecemos conocer, levitando, yaciendo… Las fotos no relatan, se imponen.

Trabaja en analógico y hace vídeos que no difieren de las fotos excepto en el inevitable movimiento de la imagen y el añadido de una banda sonora necesariamente espesa.

Susu Laroche

Susu Laroche

Me gusta como maltrata las piezas —rasgadas, manchadas, fallidas pero dadas por buenas, afásicas—, aunque advierto cierta postura estética, es decir, cierto amaneramiento, en la raya por la raya, la mancha por la mancha, una afectación que me recuerda a esas personas que desprecían toda foto que esté enfocada como basura realista, cuando cualquiera puede advertir que la peor pesadilla es estar despierto.

Susu Laroche se oculta. Poco puedo añadir a la reseña si la capilla donde reza está cerrada. Me queda una intuición a la que tengo derecho por la propensión de la fotógrafa al disimulo y el encierro: creo que l0s más negros rituales, los realmente bárbaros, son perversamente ordenados, matemáticos, dictados por una disciplina estricta que no sería compatible con tanta mancha. Susu, las serpientes siempre llevan uniformes bien planchados.

Ánxel Grove

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche

Susu Laroche