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Invasión de ‘biopics’ sobre estrellas del pop-rock (si los herederos lo consienten)

Arriba, Brian Wilson (izquierda) y Paul Dano. Abajo, Freddie Mercury (izquierda) y Sacha Baron Cohen

Arriba, Brian Wilson (izquierda) y Paul Dano. Abajo, Freddie Mercury (izquierda) y Sacha Baron Cohen

«Cuando miro o escucho el paisaje cultural de Occidente, tengo una sensación de familiaridad (…) La disonancia cognitiva es la ausencia de disonancia cognitiva. El shock es el shock de lo viejo», dice Simon Reynolds en en ensayo Retromanía, un libro dedicado a investigar por qué somos una sociedad obsesionada como nunca antes con los «artefactos culturales del pasado inmediato».

La tesis de Reynolds (buscamos atrás porque adelante no hay nada) se sostiene si nos asomamos al cine que viene. Los biopics sobre estrellas del pop y el rock llegan en estampida. Hay al menos media docena en fase de producción para aprovechar el tirón de lo retro y la conmemoración.

Sin embargo, en los afanes por explotar el fulgor del pasado siempre debe tenerse en cuenta a un arcaico componente: los herederos. Los réditos financieros que se obtienen de los cadáveres notables son razón suficiente para la gresca legal y los biopics sobre las estrellas han de pactarse con los propietarios de los respectivos legados, siempre dispuestos a proteger el capital postmortuorio. La batalla casi nunca es fácil.

En las cuatro fotos de arriba aparecen, a la izquierda, dos venerados ídolos, Brian Wilson, fundador y alma de los Beach Boys, y Freddie Mercury, cantante de Queen. Al lado de cada uno están los actores —al menos eso consta como profesión en sus declaraciones de impuestos— que los interpretarán en sendas películas.

Love & Mercy, en fase de preproducción, contará el triunfo y posterior descenso a los infiernos de Wilson, que será interpretado por Paul Dano, el inolvidable adolescente nietzscheano de Pequeña Miss Sunshine (2006). La película, que tiene el beneplácito del músico —habría que precisar que de sus representales legales, porque el pobre es poco menos que un títere indefenso desde hace varias décadas—, será dirigida por Bill Pohlad, a quien le permite meterse en proyectos alocados su condición de hijo de milmillonario (el empresario Carl Pohlad, el 102º más rico de los EE UU). Casi nada ha trascendido del biopic, cuyo guionista es para temer lo peor: Oren Monervan, que escribió la indigesta I’m Not There, el aburridísmo caleidoscopio de 2007 sobre Bob Dylan y sus avatares.

Una lectura igualmente complaciente es de prever en la película, aún sin título, sobre Mercury, que tiene el visto bueno de Brian May y los demás miembros vivos de Queen y del agente y manejador de los altísimos intereses económicos postmortuorios, Jim Beach, residente en la fiscalmente plácida Suiza. El papel protagonista será para uno de los reyes del paroxismo, Sacha Baron Cohen, y la dirección para un primer espada, Stephen Frears, que lleva camino de conseguir retratar para la pantalla a todos los próceres británicos. Lo último que ha trascendido de la producción, retrasada una vez y otra por tiras y aflojas sobre la historia y el maquillaje de la historia, es que la película podría estrenarse en 2014.

Arriba, Jimi Hendrix (izquierda) y Andre Benjamin. Abajo, Marvin Gaye (izquierda) y  Jesse L. Martin

Arriba, Jimi Hendrix (izquierda) y Andre Benjamin. Abajo, Marvin Gaye (izquierda) y Jesse L. Martin

En el caso de Jimi Hendrix, el posible biopic es el cuento de nunca acabar y no precisamente por falta de interés de los cineastas, que siempre han considerado tentadoras la figura fogosa y la corta pero eléctrica vida del músico nacido hace 70 años y muerto prematuramente hace casi 44. Los herederos de Hendrix, agrupados en la empresa Experience Hendrix LLC un holding montado por varios miembros de la familia del músico para administrar sus regalías e imagen tras largas y vengativas batallas judiciales dentro del clan—, no tienen la intención de permitir nada que se parezca a una biografía filmada.

La intransigencia del holding, presidido por Janine Hendrix, medio hermana del guitarrista, es belicosa. La película All Is By My Side, estrenada este año, narra el tiempo de fama de Hendrix —interpretado por el rapero André Benjamín, alias André 300—, pero la negativa de los herederos la ha convertido en una burla: en todo el metraje no se escucha ni una sola canción del biografiado porque los productores no consiguieron permiso.

Ha habido otros intentos anteriores que chocaron con el mismo problema (ni una nota de cesión de derechos musicales). Los apoyaban estrellas como Lauren Fishburne, Eddy Murphy, Will Smith y Prince.

La CEO de Experience Hendrix LLC ha declarado a Variety: «Cuando se ruede la biografía en cine de Jimi Hendrix lo controlaremos todo desde el principio».

También se han montado fogosas peloteras entre familiares-herederos y productores con Sexual Healing, el esperado biopic sobre Marvin Gaye que dirigirá Julien Temple. El hijo de cantante, cabeza de los herederos de un millonario legado, vetó del proyecto al músico Lenny Kravitz por considerarlo inadecuado para interpretar al rey del soul caliente en el film, que narrará su etapa más dura, a finales de los años ochenta: cocaína, depresión y adicción al sexo. El papel de Gaye ha regresado a una de las primeras opciones, el mucho más correcto y académico actor Jesse L. Martin.

Desde la izquierda, Jeff Buckley, Badgley Penn y Carney Reeve

Desde la izquierda, Jeff Buckley, Penn Badgley y Reeve Carney

El último capítulo de la guerra eterna entre productores de cine y gestores de los derechos de imagen de ídolos musicales tiene que ver con Jeff Buckley, el cantautor de registro angelical fallecido por ahogamiento en 1997, a los 28 años. Varios proyectos de llevar su corta existencia a la pantalla han chocado una y otra vez con los deseos de control de la madre del artista, Mary Guibert.

De las tres producciones sobre Buckley, una terminada y dos en marcha, sólo una tiene el permiso de la progenitora, que ha anunciado su intención de acudir a los tribunales para denunciar a las otras. En Greetings From Tim Buckley (Daniel Algrant, 2012) el papel fue para el sex symbol televisivo Penn Badgley. Para intentar meterse en el ajo y competir, Guibert ha apostado por autorizar Mistery White Boy, donde el trágico músico será encarnado por Reeve Carney, también músico. La madre será guionista-consultora.

Ánxel Grove