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El final del sueño: la triste última sesión de fotos de los Beatles

The Beatles, 22 de agosto 1970

The Beatles, 22 de agosto 1969. Foto: Monte Fresco

Además de otros notables dones —sobre todo, componer e interpretar canciones que contenían poder suficiente como para que el mundo girase y en cada rotación fuese un mundo distinto—, los Beatles solían ejercer una inocencia casi ingenua en sus sesiones de fotos. Siempre me pareció que las imágenes del grupo, tanto las obligadas por la promoción y el comercio como las improvisadas, mostraban sin filtros el alma de los cuatro músicos: tipos de clase tirando a baja, algo pillastres, con una cultura obtenida en el camino y no en los púlpitos de las academias y un sentido del humor bastante simplón. Ni siquiera cuando se creyeron en la necesidad de mostrarse como artistas con aspiración de perpetuidad —véase la cubierta pop de Sgt. Pepper’s Loney Hearts Club Band— dejaban de parecer unos muchachos disfrazados para una juerga de carnaval.

Como sus canciones —y esa pureza les diferenciaba de otros grupos de su generación—, los Beatles eran veraces y no sabían impostar.

The Beatles, 22 de agosto 1970 . Foto: Ethan Russell

The Beatles, 22 de agosto 1969. Foto: Ethan Russell

El 22 de agosto de 1969, dos días después del que sería su último encuentro en un estudio de grabación —terminaron de mezclar una canción de John Lennon, I Want You (She’s so heavy), los músicos más famosos de la historia quedaron para hacerse unas fotos de promoción para satisfacer las demandas de los medios de comunicación, que llevaban meses sin saber casi nada del grupo.

Los cuatro sabían que sería la sesión final de posados ante una cámara porque el grupo estaba condenado a la desintegración. Lennon —que había editado en julio el primer disco en solitario de un beatle, el sencillo Give Peace a Chance, firmado por la Plastic Ono Band (agasajo de amor por la artista y dominatrix emocional Yoko Ono, una japonesa de sangre imperial y escasísima gracia con la que se había casado en Gibraltar en marzo de 1969)— comunicó a los otros tres el 20 de septiembre, menos de un mes después de la sesión de fotos, que materializaba la ruptura y se largaba. Decidió no hacer público el divorcio para no enturbiar los resultados de caja del inminente álbum Abbey Road, que apareció seis días más tarde y se convirtió en un testamento dorado: es el elepé más vendido de los Beatles, que se disolvieron legalmente  al año siguiente.

The Beatles, 22 de agosto 1970 . Foto: Ethan Russell

The Beatles, 22 de agosto 1969 . Foto: Ethan Rusell

Transparentes como siempre, Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr no pueden ocultar el fracaso en las imágenes de aquella sesión postrera de fotografías, tomadas por el eficaz Ethan Russell y el especialista en deportes Monte Fresco en Tittenhurst Park, la mansión que Lennon y Ono acababan de comprar en la campiña de Ascot (Berkshire).

Ninguna mirada brilla, Lennon está ausente en su limbo —aunque preocupado por llamar la atención y destacar con el atroz atuendo que acababa de comprar (sombrero cordobés incluido) en una tienda trendy—, McCartney no busca el objetivo con el hambre habitual por  lucir favorecido y Harrison simplemente no quiere estar allí. «¿Qué necesidad tenía yo de participar en aquello para ser feliz?», escribió más tarde el beatle invisible, ninguneado por sus compañeros una vez y otra.

La excursión fotográfica familiar —también asistieron Ono y Linda McCartney, embarazada de su primera hija con Paul— terminó en ceremonia fúnebre y las últimas imágenes de los Beatles juntos son melancólicas y tristes.

Poco tiempo después los cuatro músicos que cambiaron el mundo, o al menos la forma de ver el mundo de una generación, sólo se reunían, con abogados presentes, para hablar de dinero y echarse en cara con furiosa saña los pecados que se atribuían unos a otros.

Las últimas fotos de los Beatles, transparentes y ligeras como las muchas que el grupo repartió por el mundo, son la verificación de que los sueños, por enormes que sean, también se acaban.

Ánxel Grove